La Cabecilla del Parador Episodio 7
Capítulo Siete
12 de diciembre, 1973
Aguas Calientes: El palafito de la familia Quirós/la cama de Pocha. Ocho de la noche (8 p.m.)
Pocha está acostada en la cama y Cerila está arrodillada al costado de la cama apoyando los codos junto a la almohada de Pocha.
Cerila: Bueno, pues, niña. ¿Qué hacemos? ¿Leemos tu libro?
Pocha: No. Quiero que me sigas contando sobre Margarita Mano.
Cerila: Margarita Mayo, hijita. Ya pues.........Como ya sabes, Margarita Mayo no era como las otras niñas. Ella no se conformaba con quedarse en el palafito todo el día ayudándole a mamá a limpiar y a cocinar. Margarita salía al bosque igual que los muchachos. Los niños y las niñas se burlaban de Margarita y le decían 'Marimacha' pero a ella no le importaba para nada.
Maggy perdió a su papá cuando era una recién nacida así que ella no tenía recuerdo de como era su papá. Así que como no había hombre en casa, Maggy salía con los niños y los hombres a pescar y a cazar. Ningún hombre del pueblo le ayudó a Maggy. Ningún hombre le enseñó a Margarita Mayo a pescar, lavar y preparar los pescados ni a cazar ni a preparar la carne. Pero Maggy era muy trome, muy inteligente y observaba como los hombres hacían todas esas cosas y aprendió solita a ser una cazadora de excelencia y también la mejor pescadora de todos los niños.
Cuando Maggy tenía quince años, murió su mamá en la inundación del 57 (cincuenta y siete) y Margarita Mayo se quedó sola. Era horrible vivir sola. La gente en el pueblo no la trataba bien por el simple hecho de que ella era fuerte, independiente y salía al mundo a buscar aventuras como los hombres.
Un día Margarita conoció a un chico muy guapo. Los dos pasaron una tarde pescando y cazando juntos y los dos mataron una huangasana y prepararon la carne juntos, fueron al palafito de Maggy y los dos prepararon una comida super, super rica. Decidieron vivir juntos y el chico se quedó con ella por muchos, muchos días. Maggy no podía ser más feliz.
Y un día Maggy le dijo al chico: "Mi amor. Estoy esperando. Vamos a tener un hijo.
El chico sonrió, le dió un besito a Maggy en la frente y los dos se quedaron dormidos.
Pero al día siguiente, cuando Maggy se despertó, el chico ya no estaba. Se había ido en la madrugada. Y Maggy se quedó sola con un niño en la barriga.
Bueno. Mañana te cuento el resto, ¿eh?
Pocha: ¿Qué? No puedes mamá. Quiero saber como hace con el niño. Quiero saber qué nombre le pone a su hijito. Quiero saber si regresa el chico o no.
Cerila: No Pochita. Te dejo el resto para mañana. Ya se hace tarde. Un besito, mi pequeña munschquish.
Capítulo Ocho
27 de diciembre, 1973
Aguas Calientes: El viejo molino abandonado: 11 de la noche/11 p.m.
Juan Huertas les habla a los 38 hombres chamas, obreros de la Parador Wood Emporium, Inc.
Juan:
Escuchen todos un momento. Me llamo Juan Huertas, soy primo de Jorge y soy un hijo de los Sangama igual que ustedes. Vengo de Cochawantay con un mensaje del compañero Guillermo. (El compañero Guillermo era el nombre de guerra del fundador y jefe supremo del movimiento revolucionario, Camino Encendido)
Nuestro querido compañero Guillermo los invita a ustedes a unirse a la sagrada lucha armada contra la putrefacta oligarquía que ha mantenido al pueblo bajo su bota desde que nuestro querido país comenzó a llamarse Parador. Esta invitación no viene con promesas huecas. En este preciso momento nuestros hermanos Encendistas vienen con 200 doscientos rifles faldi, diez ametralladoras, 300 trescientas granadas, 3,000 tres mil pistolas semi-automáticas. También hemos podido conseguir binoculares nocturnos de luz infraroja.
Carlos: Vaya. ¿Cómo así de fácil?
Juan: No fue así de fácil, compañero. Fue así de difícil. Perdí once 11 hombres en la operación. Hace dos semanas que nosotros interceptamos un cargamento del ejército en el río Ugalbamba 40 cuarenta kilómetros río arriba.
Jorge:
Bueno. Porfavor, pásale al compañero Guillermo nuestro agradecimiento más profundo pero como tú bien ves, nosotros no tenemos ningún entrenamiento, no sabemos pelear ni manejar esas armas que vienen por el camino. No estamos en condiciones para hacer frente a Míster Están y sus búfalos.