¿Cuándo dejó de FUNCIONAR AMÉRICA LATINA? - VisualPolitik (1)
¿Por qué una región con tantas similitudes con Europa o Estados
Unidos es al mismo tiempo tan diferente? ¿Cómo es posible que la que fue durante
principios del siglo XX la región más próspera del mundo se haya terminado
convirtiendo en una pesadilla de constantes crisis, revoluciones y asaltos golpistas?
¿Qué explica que esta sea la realidad social en América Latina?
Y la pregunta de las preguntas, ¿Por qué, demonios, América Latina se ha quedado tan
atrás y sigue teniendo tantos problemas? En este vídeo os contamos algunas de las
claves que explican porque un buen día en esta región la prosperidad dio paso al declive.
Atentos. [Pero antes,
dejadme haceros un apunte sobre Rusia, Putin, la Guerra de Ucrania y las sanciones internacionales.
En un reciente vídeo aquí en VisualPolitik os contamos en qué estado se encuentra la economía
rusa. Sin embargo, nos dejamos varias cosas en el tintero que ahora podéis ver en el último vídeo
de Si lo Hubiera Sabido, el canal de información financiera de Mutuactivos con el que colaboramos.
Si quieres saber como están realmente la economía rusa no te pierdas este vídeo.
Os dejo el enlace en la descripción.] Y dicho esto, ahora si
arranquemos. T1
(EL DESPEGUE DEL CÓNDOR)
Una historia común y una identidad cultural, idiomática y social muy similar: pensadlo bien,
pocas regiones del mundo tienen tantos elementos
compartidos y tantas similitudes como los países que integran América Latina.
Claro que, para entender, su realidad hoy,
tenemos que remontarnos hasta comienzos del siglo XIX cuándo uno tras otro,
prácticamente todos los territorios latinoamericanos alcanzaron su independencia.
Haití dio el pistoletazo de salida en 1804, y poco tiempo después le siguieron el resto.
De esta forma si para comienzos del siglo
XIX América Latina seguía estando bajo dominio de España, Portugal y Francia,
para mediados de siglo ya podíamos encontrar un montón de nuevas repúblicas.
Nuevas repúblicas que nacieron tras un proceso de independencia que también tuvo rasgos comunes:
el movimiento fue liderado por los propios descendientes de los españoles, se buscaba la
independencia de todo el territorio y no solo de unos pocos países y fue, fundamentalmente,
un proceso impulsado por las propias élites económicas y políticas de la región.
Es decir, que por mucho que hoy algunos se empeñen en decir lo contrario, la independencia
de América Latina no tuvo nada que ver con una revolución de clases ni nada parecido.
Tan sólo tenemos que ver lo que,
por ejemplo, Karl Marx pensaba del líder de la independencia americana, Simón Bolívar.
C1 (“(Bolívar) es el canalla más cobarde, brutal y miserable” – Karl
Marx en una carta a Friedrich Engels, 1858. ) Sea como sea, el caso es que las nuevas repúblicas
tenían tantos recursos naturales que la mayoría de ellas pronto empezaron a experimentar un fuerte
despegue económico. Rápidamente se convierten en grandes potencias agrícolas y mineras.
(Las enormes plantaciones de café de Brasil, los extensos campos de trigo y maíz de Uruguay
y Argentina, las minas de oro en México o el cobre de Chile fueron un buen ejemplo. De
repente las exportaciones hicieron que las nuevas repúblicas comenzaran a crecer con mucha fuerza.
Además, por aquel entonces el tamaño de estos nuevos estados era muy pequeño mientras que
la facilidad para hacer negocios e inmigrar era relativamente alta.
Como podéis ver esto hizo que entre 1900 y 1929 muchos de estos países crecieran
más que Europa o Estados Unidos. Por entonces América Latina era una de las
regiones más prósperas de todo el mundo. El crecimiento de Venezuela, por ejemplo, llegó
a triplicar al de Estados Unidos.) Claro que no todo era luces. También
había muchas sombras.. Y sobre todo una destacaba por encima de todas las demás.
Y es que, veréis, en estos países dónde el sector agrícola tenía mucho peso, la
mayoría de las tierras, sobre todo en los países relativamente más pobres, estaban en manos de
grandes terratenientes. Poco a poco esto alimentó algunos movimientos campesinos de protesta como
los que estaban detrás de Emiliano Zapata en México o José María de Santo Agostinho en Brasil.
Ya os hemos dicho que la independencia fue liderada sobre todo por la oligarquía local,
familias oligárquicas que habían hecho mucho dinero gracias en gran
medida a los privilegios que la corona española les otorgó durante siglos.
Sea como sea, durante finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX gran parte
de América Latina disfrutó de una enorme ola de prosperidad.
La máquina funcionaba a pleno rendimiento, los barcos repletos de inmigrantes no paraban de
llegar desde el continente europeo y los productos latinoamericanos estaban por todo el mundo.
Incluso en la bolsa de Londres era habitual invertir en productos financieros de
países como la Argentina o Brasil. El sueño americano también era cosa de América Latina.
Sin embargo, en 1929 todo empezó a cambiar. De repente, el motor se empezó a gripar.
¿Por qué? Pues ahora mismo lo vamos a ver.
(EL CRACK DEL 29)
Los felices años 20, fueron años de una enorme prosperidad. Fueron los años del
despegue definitivo de ciudades como Buenos Aires, México DF o Sao Paulo.
Y también de otras tan conocidas como Sidney, Toronto, Chicago o Nueva York.
Fue una época que vio nacer grandes rascacielos y en la que se popularizó el uso del automóvil,
el teléfono o los electrodomésticos en los países más desarrollados.
A ritmos de charleston y jazz, el mundo parecía avanzar a toda velocidad. Y,
desde luego, América Latina no era una excepción.
Sin embargo, todo estalló en 1929 cuando el mundo vivió la crisis
económica más traumática que se había conocido hasta la fecha,
(Martes 29 de octubre, el pánico recorre las calles
de Nueva York tras la caída más precipitada de la historia de las acciones en Wall Street. La
caída que empezó el pasado jueves, 24 de octubre, amenaza con arrastrar a la
economía mundial. La gente se apresura a intentar blindar sus riquezas ante unas
perspectivas poco halagüeñas y el mundo está a la expectativa de lo que suceda en Nueva York).
Exacto, queridos amigos, amigas de VisualPolitik, en 1929 el mundo se
hundió en una fuerte crisis económica que terminó derivando en la archiconocida Gran Depresión. El
comercio se contrajo, muchas empresas cerraron y millones de trabajadores terminaron en el paro.
Este fue un punto de inflexión para muchos países y, desgraciadamente también,
para la mayoría de las jóvenes repúblicas de América Latina.
Digamos que en ese momento se interpretó que el modelo exportador que había reinado
durante décadas, aunque había creado mucha riqueza, también era extremadamente vulnerable.
Y, ¿sabéis qué? Justo aquí es cuando entra en escena un
economista que seguramente muchos no conoceréis,
pero que podríamos decir que fue algo así como la versión latina de Keynes: Raúl Prebisch.
A partir de la Gran Depresión las ideas de este economista argentino se expandieron y
consolidaron por toda la región. Más que un punto de inflexión fue prácticamente un punto y aparte.
Ahora bien, la pregunta que os estaréis haciendo es,
¿Y qué propuso exactamente este tipo? Pues, básicamente un nuevo modelo de desarrollo.
Sentó las bases, ni más ni menos, que del modelo conocido como “Industrialización por Sustitución
de Importaciones”, la política económica sobre la que ha pivotado desde entonces prácticamente toda
América Latina. En VisualPolitik os hemos hablado de ella en un montón de vídeos.
Pero, ¿En qué consistía exactamente? Pues… Fijaos. La estrategia de Raúl Prebisch era muy clara:
América Latina tenía que industrializarse y dejar atrás su dependencia del campo y
los recursos naturales. Y no solo eso, sobre todo tenía que hacerlo mirando hacía dentro y no hacía
los mercados exteriores. La idea básicamente era producir en casa todo aquello que se importaba.
Para lograrlo había que dar los siguientes pasos.
En primer lugar aumentar los aranceles y endurecer la regulación para encarecer,
dificultar o, incluso, restringir las compras en el extranjero. La idea era incentivar la
producción nacional, que con este incremento del coste los consumidores optarán por la
producción nacional en lugar de comprarse, por ejemplo, una clásica chaqueta Barbour británica.
Si se generaba esa demanda, las empresas invertirían en incrementar su producción
y los países se industrializarían. Por ejemplo, el nacimiento de empresas como
la Textil Iberoamericana o la Textil Valeria en Argentina tuvieron mucho que ver con este proceso.
(Pero eso no es todo. Para acelerar el proceso el Estado tenía que intervenir
directamente para favorecer a la emergente industria nacional. Era algo que tenía que
hacer, por ejemplo, dando subvenciones y créditos en condiciones muy preferentes.
A medida que estas empresas crecieran crearían un montón de puestos de trabajo y nuevos ingresos
que contribuirían a impulsar la demanda… Y con ello de nuevo todo el proceso. Además,
al no tener que importar tantos productos saldrían muchos menos capitales de la región.
Esto permitiría crear según Prebisch un enorme y próspero mercado local
que contribuiría no solo a industrializar América Latina, sino también a mejorar más
rápido los estándares de vida. Digamos que en lugar de crecer hacía fuera exportando,
lo que perseguía era crecer hacía dentro. Había, por tanto, que sustituir las importaciones.)
Desde entonces, este modelo se convirtió en la política pública favorita de la mayoría de los
gobiernos de la región. Por supuesto la Argentina de Juan Domingo Perón fue su alumno más destacado.
Y, ojo, porque en general este nuevo modelo empezó pisando fuerte. Sin embargo,
ya para finales de los 50 y de los 60 se empezaron a ver los primeros problemas:
La sustitución de importaciones frenó la entrada de inversión extranjera,
hizo que las empresas locales al tener mercados cautivos fueran mucho menos competitivas y también
hizo que el cambio tecnológico fuera mucho más lento. Y, además, lastró las cuentas públicas.
Los políticos cada vez prometían más subsidios y planes de estímulo
para compensar tooodos esos problemas.
Y así poco a poco fue creciendo otro de los grandes males de la región.
Atentos.
(LA DÉCADA PÉRDIDA)
Una pregunta: ¿Qué hace un estado, un gobierno
cuando no tiene lo suficiente para conseguir dinero rápido?
Pues muy fácil… Tiene que pedirlo prestado. Por supuesto, no toda la deuda es igual. No
es lo mismo endeudarse para pagar salarios públicos que, por ejemplo,
para construir una red de autopistas porque las carreteras ya no dan abasto.
El caso es que… el modelo de sustitución de importaciones no había creado economías
más pujantes pero si estados mucho más grandes y costes más elevados.
Y con estas en los 70 además se produjo la tormenta perfecta.
Por un lado, la crisis del petróleo redujo los ingresos públicos de muchos
de estos países. Por otro, los planes de estímulo y desarrollo económico hicieron
que los gobiernos necesitarán mucho dinero para sacar adelante sus planes.
¿El resultado? Creo que en este caso una imagen vale más que mil palabrasLos gobiernos pidieron
enormes cantidades de dólares prestados a tipos variables. Endeudarse en moneda
extranjera si se es un gran potencia comercial puede ser llevadero, pero si
se ingresan pocos dólares porque el comercio exterior es reducido, que es, precisamente,
lo que pasaba con el modelo de Sustitución de Importaciones, entonces tienes un problema.
Y eso es exactamente lo que pasó.
(En 1980 la Reserva Federal de Paul Volcker elevó con fuerza los tipos para enfrentarse
a la estanflación que atravesaba el país. Para vencer a la inflación Volker empujó los tipos
de interés hasta el 19%... Lo que disparó los costes de la deuda en América Latina.
El desastre estaba servido y la primera economía en caer fue la mexicana que,
al poco tiempo, tuvo que pedir una moratoria en el pago de su deuda.
Esto hizo que la confianza de los inversores en la región terminará por desplomarse, lo que supuso
aún una menor entrada de dólares. Fue así como dio comienzo la conocida cómo década pérdida.)
Y, ojo, porque aquí no hubo diferencias entre izquierdas y derechas. Desde el México del
izquierdista PRI hasta la Colombia del conservador Betancur Cuartas,
la crisis fue devastadora para todos.
Y la pregunta es, ¿Qué hicieron entonces todos estos gobiernos? Pues… desgraciadamente como