La primavera… (with complete audio)
La primavera…
Hola, chicos, ¿qué tal?
¿Qué tal va la semana?
Espero que bien, espero que todo (subjuntivo), espero que todo VAYA bien.
Bienvenidos y bienvenidas a un nuevo episodio de Español con Juan, un podcast en español para aprender español.
Hoy estoy de buen humor. Hacía tiempo que no me sentía de buen humor. No sé, quizás sea, quizás sea el tiempo… No lo sé. Llevamos (aquí en Londres) llevamos varios días con buen tiempo. Hace sol, el cielo está (más o menos) azul, no hace frío…
En fin, que no se está mal.
Parece que por fin ha llegado la primavera, aunque aquí en Londres, nunca se sabe. Un día hace buen tiempo, todo el mundo sale a la calle en camiseta de manga corta, las terrazas de los pubs se llenan de gente tomando cerveza, en los parques hay un montón de gente haciendo picnic… Y al día siguiente se pone a llover, vuelve el frío y hay que ponerse el abrigo y el gorro otra vez.
Pero por el momento hace buen tiempo y espero que (subjuntivo), espero que siga así durante mucho tiempo.
¡Crucemos los dedos!
Yo, como digo, me siento de mejor humor cuando hace buen tiempo.
Cuando hace buen tiempo, todo parece más bonito, ¿no?
Con el buen tiempo nos ponemos de buen humor, la vida nos sonríe, somos más optimistas…
En España se dice que “la primavera la sangre altera”. No sé si habéis oído este refrán alguna vez: “la primavera la sangre altera”.
Quiere decir, claro, que cuando llega la primavera, cuando termina el invierno y los días son más largos, hay más luz y ya no hace tanto frío como antes, pues, claro, nos cambia el humor, nos ponemos más contentos…
Además, en primavera la gente se quita la ropa triste del invierno, ¿no? Los abrigos, los gorros… y se pone camisetas de manga corta, minifaldas…
Se ve más carne, ¿no? Cuando vas por la calle en primavera, después del largo invierno, y comienzas a ver chicas en minifalda, por ejemplo, o con pantalones cortos, pues… eso, se te altera la sangre…
Ver chicas en minifalda te alegra la vista. Es una de esas pequeñas cosas que hacen que la vida tenga sentido…
No sé si estaréis de acuerdo conmigo, no lo sé. Algunos pensaréis que soy un machista, pero, oye… Yo no veo nada de malo en mencionar lo que te pone…
A cada uno le pone lo que le pone.
A otras personas quizás les ponga ver chicos con camisetas de manga corta y brazos musculosos, ¿no? A otras personas quizás les pongan los camioneros, los conductores de camión…
Yo tenía una amiga, una amiga española, a la que le ponían mucho ver los brazos musculosos y fuertes de los camioneros cuando iba en coche por la carretera. Se excitaba muchísimo cuando iba en coche detrás de un camión y veía el brazo del camionero apoyado en la ventanilla del camión.
En fin, a cada uno le pone lo que le pone.
Yo tenía un amigo peluquero, que era homosexual… bueno, que era y que es, el tío en eso no ha cambiado nada… y, bueno, como digo, era peluquero, trabajaba en una peluquería, y me decía que a él le ponían muchísimo los calvos. O sea, los tíos completamente calvos que no tenían ni un solo pelo en la cabeza. Le excitaban muchísimo. Decía que le recordaban un pene. Decía que un tío calvo tiene siempre cara de pene.
Bueno, como os podéis imaginar, mi amigo no decía “pene”. Nadie dice “pene”. En un contexto médico, sí, pero no en el día a día, no en la calle. En la calle nadie dice “pene”.
En la calle la gente dice “polla”. Y eso es lo que mi amigo decía: “polla”. Decía que los hombres calvos tenían cara de polla. Y que por eso a él los calvos le ponían mucho.
Pero, oye, cuidado, cuidado. O sea, decir “polla” es un poco vulgar, ¿eh? Depende… depende del contexto… Depende del contexto hay que usar una palabra u otra.
O sea, quiero decir, que en la calle es normal decir “polla”, como mi amigo, pero si algún día, no sé, tienes un problema en el pene, pues, hombre, no vayas al hospital y le digas a la enfermera o al enfermero: “Mire, vengo porque tengo un problema en la polla. Me duele mucho la polla”. Hombre, no… En ese contexto es mejor decir “pene”.
Entendéis, ¿no?
El contexto es fundamental.
Bueno, total, que, lo que estaba diciendo, que.. Que a cada uno le pone lo que le pone.
A mí me ponen las chicas en minifalda, a mi amiga los brazos de los camioneros y a mi amigo el peluquero los calvos cara de polla.
Recuerdo también que yo conocí una vez a una señora francesa que me dijo que ella estaba en contra de los toros, pero que le ponían mucho los toreros. Que el traje de luces que llevan los toreros es bellísimo y que los toreros le parecían muy sexis.
Y a mi tía Marcela, ahora que caigo, a mi tía Marcela… Yo tenía una tía que se llamaba Marcela, a la que le gustaban mucho los hombres con uniforme. Los militares, los policías, los guardias civiles, los bomberos… era ver un tío con un uniforme y mi tía se enamoraba locamente de él.
De hecho, terminó casándose con mi tío, que era cartero, y yo creo que lo que más le gustaba de él era que llevaba un uniforme. Recuerdo que mi tía solía decir que mi tío, sin uniforme, era muy poquita cosa, un hombre bajito, delgado, feucho… pero que con el uniforme de cartero cambiaba y se convertía en el hombre más sexi del mundo.
En fin, que, como decía antes, a cada uno le pone lo que le pone o, como se dice normalmente, sobre gustos no hay nada escrito. A cada uno le gusta lo que le gusta.
Bueno, chicos, ya vamos a ir terminando el episodio de hoy de nuestro podcast.
Como habéis visto, hoy estoy de un humor un poco tonto… Mi excusa es que es primavera, que los días son más largos, que ya no hace frío, que el cielo está azul y que, bueno, que la primavera la sangre altera…
Ahora os dejo porque estoy preparando un vídeo para YouTube que, como os podéis imaginar, va a ser un vídeo supertonto… claro, con este humor con el que me encuentro hoy, lo único que puedo pensar es en tonterías… Y por eso voy a hacer un vídeo que, espero (subjuntivo) espero que se divertido, aunque seguramente un poco tonto, como no puede ser de otra manera con este humor con el que me encuentro hoy…
O sea, vamos, es que con este humor con el que me encuentro hoy no me voy a poner a hablar de preposiciones, del subjuntivo imperfecto o del pronombre de objeto indirecto, ¿no?
Hoy no me va de hablar de gramática. Hoy tengo ganas de reírme un rato y ya está…
¿Sabéis de qué va el vídeo que estoy preparando para YouTube?
Pues voy a contar un chiste. Sí, un chiste. Sabéis que es un chiste, ¿no?
Un chiste es una historia corta, muy muy corta, que tiene un final inesperado para hacer reír.
Yo no sé si en vuestros países la gente cuenta muchos chistes, pero en España es muy común contar chistes.
Cuando estás con un grupo de amigos, por ejemplo, siempre hay alguno que cuenta algún chiste gracioso para hacer reír a los otros… No sé, es algo típico de España, pero no sé si se hace también en otros países.
Aquí en Inglaterra creo que no es muy habitual, aunque no estoy totalmente seguro…
Pero en España, sí, es algo muy frecuente. Y en la televisión, hay muchos humoristas que cuentan chistes. Hay programas de humor en los que es frecuente que los humoristas cuenten chistes…
Es que, lo que pasa, es que los chistes hay que saber contarlos. O sea, no basta con que el chiste sea divertido. El chiste, la historia, tiene que ser divertida, pero es fundamental contarlo con gracia.
Un chiste contado por una persona puede no tener ninguna gracia y el mismo chiste, contado por otra persona, puede hacer que te partas de risa. Hay gente que tiene mucha gracia y que cuenta los chistes muy bien y hay gente que, bueno, que son muy sosos, que no tienen gracia, que no saben contar los chistes y la gente no se ríe.
Entendéis, ¿no?
En todos los grupos de amigos, siempre hay uno que es gracioso y que sabe contar los chistes de forma muy divertida y hace que la gente se parta el culo con él.
Yo no, yo no sé contar bien los chistes, pero, a veces, si un chiste me parece muy divertido, pues me lanzo y lo cuento.
Y eso es lo que voy a hacer en el próximo vídeo de YouTube. Simplemente, voy a contar un chiste. Voy a contar uno de los chistes más divertidos que yo conozco.
Claro, ya me imagino lo que estáis pensando. Me imagino que estaréis pensando, pero tío, ¿qué tiene que ver contar un chiste con enseñar español?
O sea, tú eres profesor de español y en YouTube tienes un canal para enseñar español… ¿Qué tiene que ver eso con contar un chiste?
Pues, chicos, tiene que ver, tiene que ver…
Porque un chiste, al fin y al cabo, un chiste al fin y al cabo es una historia, ¿no? Una pequeña historia. Y ya sabéis que a mí me parece genial enseñar español a través de historias, especialmente si son divertidas.
Y el chiste que voy a contar es una historia superdivertida.
Pero es que, además, este chiste, esta historia, da pie a hablar de un montón de cosas muy interesantes de gramática, de vocabulario e, incluso, de pronunciación.
Sí, en serio, parece una tontería, pero a un chiste, a una pequeña historia, se le puede sacar mucho jugo. Es como una naranja, ¿no? Que la puedes exprimir hasta sacarle todo el jugo…
Pues lo mismo puedes hacer con algunas de estas pequeñas historias, con algunos de estos chistes… Puedes exprimirlo, puedes contarlo de forma que la gente no solo se ría y se lo pase bien sino que, además, aprenda un poquito de español.
En fin, no sé, yo eso es lo que voy a hacer en el próximo vídeo. Voy a contar un chiste y a través del chiste enseñaré algunos puntos de gramática, de vocabulario y de pronunciación.
Espero que funcione.
El chiste que voy a contar, que, como os digo, es uno de los chistes más divertidos que yo he escuchado jamás, es el chiste del PERRO GORILERO.
El perro gorilero… Es un chiste superdivertido. Yo cada vez que lo cuento es que me parto, de verdad.
¿Vosotros sabéis que es un perro gorilero?
Es importante, es importante saberlo para entender bien el chiste…
Un perro, un perro sabéis qué es, ¿no? ¡Guau, guau, guau! Un perro, ¿no?
Y gorilero… Bueno, la misma palabra lo dice, gorilero, viene de gorila. Un gorila es un tipo de mono, un mono grande, ¿no? De esos monos salvajes, grandes, que hay en África, ¿no?
Bueno, pues, entonces, un perro gorilero…
Vamos a ver, vamos a ver si lo puedo explicar…
Un camionero (o una camionera) es alguien que conduce un camión, ¿no?
Un peluquero (o una peluquera) es alguien que corta el pelo, ¿verdad?
Un enfermero (o una enfermera) es alguien que se ocupa de los enfermos.
Un torero es un tío, porque normalmente son tíos, que torea, que torea toros.
Un cartero (o una cartera) es alguien que se ocupa de las cartas, de recoger y entregar las cartas, ¿no?
Pues entonces, un perro gorilero… ¿Qué pensáis que es un perro gorilero?
Claro, un perro gorilero es un perro que caza gorilas. Efectivamente.
Pues en el próximo vídeo de YouTube, que lo estoy preparando estos días, voy a contar el chiste del perro gorilero.
El perro gorilero… Es un chiste superdivertido. Yo cada vez que lo cuento es que me parto, de verdad. ¿Vosotros sabéis que es un perro gorilero? Es importante, es importante saberlo para entender bien el chiste… Un perro, un perro sabéis qué es, ¿no? ¡Guau, guau, guau! Un perro, ¿no? Y gorilero… Bueno, la misma palabra lo dice, gorilero, viene de gorila. Un gorila es un tipo de mono, un mono grande, ¿no? De esos monos salvajes, grandes, que hay en África, ¿no? Bueno, pues, entonces, un perro gorilero… Vamos a ver, vamos a ver si lo puedo explicar… Un camionero (o una camionera) es alguien que conduce un camión, ¿no? Un peluquero (o una peluquera) es alguien que corta el pelo, ¿verdad? Un enfermero (o una enfermera) es alguien que se ocupa de los enfermos. Un torero es un tío, porque normalmente son tíos, que torea, que torea toros. Un cartero (o una cartera) es alguien que se ocupa de las cartas, de recoger y entregar las cartas, ¿no? Pues entonces, un perro gorilero… ¿Qué pensáis que es un perro gorilero? Claro, un perro gorilero es un perro que caza gorilas. Efectivamente. Pues en el próximo vídeo de YouTube, que lo estoy preparando estos días, voy a contar el chiste del perro gorilero. En fin, ya ahora lo tenemos que dejar aquí por hoy. No tengo tiempo de contaros hoy el chiste del perro gorilero porque es un poco largo y necesitaría un poco más de tiempo para explicarlo todo… pero lo voy a contar en vídeo, con imágenes, usando el lenguaje corporal, los gestos de la cara… vais a ver, vais a ver… Os vais a partir el culo, de verdad, os vais a partir el culo con el chiste del perro gorilero. Bueno, yo qué sé, a lo mejor no. A lo mejor no os hace ni pizca de gracia. Yo no sé contar bien los chistes, soy bastante soso contando chistes, pero, bueno, de todas formas, lo voy a contar porque… porque sí, porque estoy de un humor un poco tonto, porque la primavera la sangre altera… Chicos, no me enrollo más. Lo dejamos aquí por hoy. Nos vemos, no, no nos vemos: nos escuchamos, nos escuchamos la próxima semana aquí, en Español Con Juan. Un podcast en español para aprender español en contexto y de una forma natural. ¡Hasta pronto! No os perdáis el próximo vídeo en YouTube, ¿de acuerdo? Os voy a contar el chiste del perro gorilero ¡Adiós! ¡Hola, chicos! ¿Qué tal? Espero que todo (subjuntivo)... Espero que todo VAYA bien. Hoy voy a ir al grano. Hoy no me voy a enrollar. Siempre me enrollo, pierdo el hilo de lo que estoy diciendo y al final… Bueno, al final acabo haciendo episodios muy largos, demasiado largos. La gente se aburre, la gente se duerme… ¡Hay gente que usa mi podcast para quedarse dormido! Lo digo en serio. Me he enterado, chicos, de que hay gente que cuando no puede dormir, cuando no puede pegar ojo, se pone a escuchar mi podcast y en cinco minutos se quedan fritos. Yo, en fin, me alegro por ellos, pero, la verdad, para mí, como profesor y como “podcastero”... Esta es una palabra que me acabo de inventar, ¿eh?. No la aprendáis. ¿Vale? Los españoles somos así. Nos inventamos las palabras, si es necesario… Pero esta palabra, podcastero, debería existir, ¿no? Si el que vende carne, se llama carnicero, El que vende pescado, pescadero, El que vende fruta, frutero, El que vende churros, churrero Y el que sirve las mesas, el mesero… Entonces, por lógica, el que hace un podcast debería llamarse “podcastero” . ¿Me equivoco? ¿Estoy diciendo una tontería? Bueno, pero, ¿veis? Ya me estoy enrollando, ya he perdido el hilo… Si yo hoy no quería hablar de eso. Yo hoy no quería hablar de la etimología de la palabra podcastero, que, como ya os digo, no tiene etimología ni nada porque es una palabra que me acabo de inventar yo mismo… A ver, ¿qué etimología va a tener? Pues ninguna, eso está claro. En fin, ¿por dónde iba, qué estaba diciendo…? ¡Ah, sí! Que… Que he estado escribiendo una historia nueva (¡Otra historia más!) para el curso Repaso 4, uno de los cursos incluídos en Repaso Total… Ya sabéis que a mí me gusta mucho enseñar con historias, ¿no? Que a mí me parece que las historias son geniales para aprender en contexto y bla, bla, bla… Ahora no voy a repetir otra vez lo que ya he dicho muchas veces… No, no lo voy a hacer. No voy a repetir otra vez que, en mi modesta opinión, uno de los mejores métodos para aprender español es leer y escuchar historias… No lo voy a hacer porque siempre me acusan de repetir demasiado las cosas, de que digo las mismas cosas una y otra vez, una y otra vez… No, no lo voy a hacer. No quiero que la gente (subjuntivo), no quiero que la gente SE ABURRA conmigo, no quiero que la gente (subjuntivo), no quiero que la gente SE QUEDE dormida escuchando mi podcast… ¡Me parece una humillación! Me parece una humillación que la gente (subjuntivo), que la gente SE QUEDE dormida escuchando mi podcast… En fin, ¿por dónde iba? ¿Qué estaba diciendo? ¡Ah, si! Que acabo de escribir una historia para aprender español en contexto, una historia para el curso Repaso 4… Y escribiendo la historia me he enterado de que… Me he enterado de que en Cuba a los coches antiguos de los años cincuenta que hay por las calles, se les llama “almendrones”. Es una historia interesante, algo curioso que yo no sabía hasta que, escribiendo esta historia para el curso, pues me puse a hacer un poco de investigación… Ya estoy escuchando a algunos diciendo “¿Investigación? ¿Haces investigación para escribir esas historias absurdas y ridículas que escribes?” Pues, sí, chicos, sí, sí, sí… Yo siempre hago un poquito de investigación porque no quiero decir una tontería, no quiero que nadie (subjuntivo), no quiero que nadie VENGA y me DIGA “¡Oye, tío, ¿pero qué estás diciendo? ¡Eso no es verdad! ¡Deberías informarte mejor!” Eso sería una humillación, chicos, eso sería una humillación para un profesor tan serio y tan profesional como yo… ¿no creéis? Por eso, si en una historia hablo de la moneda de Argentina, pues yo primero investigo y me informo de cuál es la moneda de Argentina, para no decir una chorrada. Y si hablo de cuál es el río que pasa por Toledo, de cómo se llama el presidente de Bolivia, del vino de Mendoza, del desierto de Sal en Bolivia o de la fachada de la Universidad de Salamanca… Pues igual… Primero me informo para no decir una chorrada, ¿no? ¡Faltaría más! Y además, es que así me entero de un montón de cosas, la verdad. Es que escribiendo estos artículos y preparando el podcast, pues, os digo la verdad, aprendo un montón. Hay un montón de cosas que yo no sabía cuando empecé a escribir historias y a hacer este podcast que poco a poco he ido aprendiendo… Sobre todo cosas curiosas de la historia, la cultura y la sociedad de América Latina, de Hispanoamérica. No sé, por ejemplo, la historia de Mafalda, la niña argentina que dibujaba Quino; los orígenes de Cantinflas, el gran actor cómico mexicano; cómo se hace el pisco, la bebida típica de Perú; por qué en Canarias se llaman “guaguas” a los autobuses; cómo ir al Machu Pichu; dónde nació el Mojito… En fin, tantas y tantas cosas supercuriosas y superinteresantes. Y… Pues eso, que haciendo un poco de investigación para esta historia de Repaso 4 me he enterado de que en Cuba a los coches antiguos norteamericanos que se ven por las calles, la mayoría de los años cincuenta, se les llama “almendrones”. Supongo que sabéis de qué tipo de coches estoy hablando, ¿no? Si pensáis en Cuba, en La Habana, en las calles de La Habana, seguro que tenéis en la cabeza esa imagen, la imagen típica de esos coches antiguos, Chevrolet, Buick, Dodge, Plymouth, Ford, Cadillac, Mercury, Oldsmobile, Pontiac, Chrysler, Packard… Perdón por mi pronunciación, pero no tengo ni idea de cómo se pronuncian estas marcas de coches… Pues a estos coches antiguos, de los años 40 o 50… Mejor dicho, a estos carros o a estos autos, porque es así cómo se llaman en Hispanoamérica normalmente… A estos autos o carros antiguos, digo, se les llama popularmente “almendrones”. Una almendrón es, simplemente, una almendra grande. Una almendra sabéis lo que es, ¿no? Una almendra es la fruta del almendro. Se puede comer cruda, tostada, frita… Se usa mucho para hacer dulces, como, por ejemplo, el turrón, el turrón de almendras, tan rico, tan bueno… Sabéis lo que es el turrón, ¿no? Bueno, si no lo sabéis, lo buscáis en Google, ¿vale? Porque, jo, si me pongo a explicar todo, entonces no termino nunca… Entonces… ¿Qué estaba diciendo? ¿Por dónde iba? ¡Ah, sí! Que en Cuba a estos autos, a estos carros antiguos norteamericanos que se ven tanto por las calles se les llama almendrones porque, dicen, parecen almendras muy grandes. Tienen esas formas redondeadas, ¿no? Los coches de aquella época, de los años 40 y 50, eran así, ¿no? Tenían esas formas redondeadas, como Marilyn Monroe, ¿no? En aquella época se llevaban las mujeres así, como Marilyn Monroe, más llenitas, con curvas, no, con pechos voluminosos… Y los coches también eran así, ¿no? Al estilo Marilyn Monroe, con formas redondeadas, con muchas curvas, como los pechos de Marilyn Monroe… No sé si alguien ha hecho algún estudio entre las formas de los coches de los años cincuenta y su relación con el pecho femenino, pero… yo creo que está bastante clara. Yo creo que es obvio, ¿no? Seguramente se buscaba que la forma de los coches imitase el cuerpo de la mujer. No sé si alguien ha hecho una investigación sobre el tema, pero si no se ha hecho, debería hacerse. ¿Es una tontería lo que estoy diciendo? Algunos pensarán que no tiene ni pies ni cabeza, pero yo estoy seguro de que tiene que haber alguna relación entre el cuerpo de las mujeres, quiero decir, el cuerpo de la mujer que estaba de moda en aquellos años, un cuerpo de formas redondas, generoso, maternal, lleno de curvas, con pechos grandes… y el diseño de los coches de aquella época (De los coches o de los carros o de los autos, como quieras llamarlo). Si hay algún psicoanalista entre vosotros, que diga su opinión. Yo estoy seguro de que tiene que haber alguna relación… En fin, me estoy enrollando, me estoy enrollando como una persiana. ¿Por dónde iba? ¡Ah, sí! Que… Esos almendrones típicos que se ven por las calles de Cuba pues tienen una historia muy interesante. Resulta que… Claro, todo el mundo que va a Cuba dice “¡Oh, qué bonito! Es como un museo rodante del automóvil” y es verdad, es algo muy bonito, muy chulo, digamos, muy retro, muy de época, muy clásico… Es como hacer un viaje en el tiempo, ¿no? Es como volver a los años cincuenta… Yo no he estado nunca en Cuba, pero por las imágenes que veo, las imágenes típicas de Cuba que nos llegan, pues, parece que dar un paseo por La Habana es como meterse en una escena de una película de esas de los años cincuenta, con Cary Grant, Humphrey Bogart, ¿no? Con esos coches clásicos, retro, de época… Y de hecho, por lo que he leído… Porque yo, chicos, antes de meterme a hacer este episodio he estado un buen rato leyendo, investigando un poquito sobre el tema… que nadie, que nadie (subjuntivo), que nadie SE CREA que yo vengo aquí y me pongo a hablar sin ton ni son… No, hijo, no, yo me preparo, yo leo… yo no hablo sin ton ni son… Bueno, a veces sí, a veces hablo un poco sin ton ni son, como todo el mundo… Pero, bueno, ya estoy divagando otra vez… ¿qué estaba diciendo? ¿Por dónde iba? ¡Ah, si! Que, bueno, que, de hecho, los turistas que van a Cuba una de las cosas que más buscan es ver ese tipo de coches antiguos, retro, de época, de los años cincuenta… Ese paisaje de las calles de La Habana, la Habana Vieja, por ejemplo, que, me imagino, es el barrio más antiguo de la ciudad o El Malecón, que es una calle muy famosa en La Habana… Seguro que habéis oído hablar de El Malecón, ¿no? Todo el mundo ha oído hablar de El Malecón de La Habana, ¿no? Yo no he estado nunca en Cuba, pero creo que El Malecón, por lo que he leído, El Malecón es un paseo marítimo de casi ocho kilómetros de largo y es una de las avenidas más auténticas y más famosas de Cuba. Por lo que he visto, parece que El Malecón de La Habana es un punto de encuentro para amantes, poetas, cantantes, filósofos... Especialmente al atardecer, ya que allí es el lugar ideal para ver la puesta de sol. Al parecer, por lo que he leído, la puesta de sol desde el Malecón es una más de esas 1001 razones para aprender español… Entonces, por lo que parece, lo típico, lo que no puede faltar en una visita a La Habana es darse un paseo por El Malecón, especialmente al atardecer, para ver desde allí la puesta de sol, y, me imagino, lo típico también es ver El Malecón lleno de coches de época, ¿no? De esas antiguallas sobre ruedas, de esos coches antiguos, de esos Chevrolet, Dodge, Ford, Cadillac, Mercury, Oldsmobile, Pontiac, Chrysler, Packard… Y, claro, lo que no puede faltar en Cuba es subirse en uno de esos coches, en uno de esos carros o autos, como los llaman allí. Por lo que he leído, parece que la mayoría de esos coches antiguos se usan ahora como taxis, ¿no? Y eso, me imagino, que es lo que hay que hacer en una visita a La Habana, coger uno de esos taxis típicos y dar un paseo por las calles de La Habana Vieja y por El Malecón en uno de esos autos de época… Creo que también se pueden hacer visitas guiadas a la ciudad y excursiones en uno de esos coches de época. Los últimos años, parece que el gobierno de Cuba está apostando fuerte por atraer turistas a la isla. No es de extrañar. Cuba tiene un gran problema con el bloqueo al que está sometida por parte de EEUU y, me imagino, que el turismo debe de ser fundamental para el desarrollo económico del país. De hecho, he leído que con el covid y ahora con la guerra en Ucrania, la industria del turismo en Cuba se ha visto muy afectada y, en fin… Bueno, ahora no quiero entrar a analizar todos esos problemas, al fin y al cabo yo no soy un entendido en el tema… Pero lo que sí está claro es que el gobierno de Cuba usa esas imágenes de los coches de época que circulan por las calles de La Habana Vieja para atraer turistas a la isla. Me parece normal. Cada país vende una imagen determinada para atraer a los turistas, ¿no? Sin ir más lejos, Inglaterra, donde yo vivo, ¿qué vende? Vende la imagen de la Reina y de los príncipes, ¿no? La imagen de la Familia Real. De hecho, mucha gente piensa que una de las razones por las que se mantiene la monarquía en Inglaterra es el turismo. Cuando los turistas van a Inglaterra, por ejemplo, quieren ver el Palacio de Buckingham, el cambio de la guardia y todo eso… Y el gobierno inglés da a los turistas lo que los turistas quieren, lo que los turistas buscan, aunque, claro, la realidad (subjuntivo), aunque la realidad SEA mucho más compleja, ¿no? En fin, eso da para otro tema. La imagen que dan las ciudades, los países, para atraer turistas y lo que de verdad es el país. La imagen que se vende en el mundo de inglaterra, con su reina, las cabinas de teléfono rojas, los autobuses de dos plantas… Eso es lo que el turista busca y eso es lo que el gobierno vende. Aunque la realidad (subjuntivo), aunque la realidad SEA diferente, más compleja. Y eso es también lo que pasa en Cuba. La gente, los turistas, vamos buscando ese paisaje de coches antiguos, de coches de época y eso es lo que nos dan… Nos dan lo que buscamos. Lo que pasa es que detrás de cada uno de esos coches antiguos se esconde quizás algún drama. No todo es tan bonito como parece. No todo el mundo sabe por qué en La Habana hay tantos coches norteamericanos de los años cincuenta. Al parecer, por lo que he leído, antes de la Revolución Cubana de Fidel Castro, que tuvo lugar el año 1959, Cuba era el país de América Latina con más automóviles. Y, aún más sorprendente, el sexto país del mundo en el número de autos por habitante, detrás solo de Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Venezuela y Alemania Occidental. Por lo que he leído, en 1959, el año de la revolución, por las calles, por las carreteras y por las avenidas de Cuba circulaban cerca de 200.000 autos, la mayoría de los cuales eran norteamericanos. Con la revolución comunista llegó el bloqueo de EEUU y la prohibición de importar coches nuevos. Los cubanos tenían que apañarse con los coches que se habían quedado en la isla, los coches de las grandes marcas de los años 40 y 50. No conozco en detalle cómo eran las reglas del país durante aquellos años, pero parece que, además, para la mayoría de los cubanos estaba prohibido comprar automóviles nuevos. Solo se podían comprar automóviles rusos, como los legendarios Lada y Moskvich, pero incluso para comprar uno de estos había que tener un permiso especial para comprarlos. No todo el mundo podía comprarlos. Había que explicar y justificar para qué se quería usar el coche. Total, que para la inmensa mayoría de los cubanos, comprar un coche, un auto, era algo imposible. La mayoría de los cubanos tenían que apañárselas con los autos norteamericanos que había en la isla antes de la Revolución. Con el paso del tiempo, obviamente, estos coches se fueron haciendo viejos, se fueron estropeando y, como no había piezas de recambio (estaba prohibido importar las piezas de recambio para estos coches), pues los cubanos tuvieron que ingeniárselas para encontrar alternativas. Por ejemplo, si una pieza de un auto se rompía y no se encontraba una nueva, pues se le ponía una pieza vieja de otro coche, aunque fuera de otra marca o de otro modelo diferente. También surgieron talleres que fabricaban las piezas que no se podían encontrar. A veces, incluso, se ponían piezas sacadas de un tractor, de una moto vieja, o, ¿por qué no? de una lavadora. En fin, el ingenio para hacer que estas antiguallas rodantes sigan funcionando es algo que no falta a los cubanos. Y ahí están, todavía rodando por las calles, las avenidas y las carreteras de Cuba, estos coches antiguos, relucientes, dando una nota de color y creando un paisaje único en el mundo que se ha convertido en algo típico y emblemático que atrae a muchos turistas a la isla. La mayoría de estos almendrones, como se les llama popularmente en Cuba, se usan, como digo, como taxis o para hacer tours turísticos. A mí los almendrones me recuerdan un poco a esos actores viejos que se hacen un montón de operaciones de cirugía estética para intentar frenar el envejecimiento y el paso del tiempo y al final resultan irreconocibles. En los últimos años la ley ha cambiado y ya no está prohibido comprar un coche nuevo. Sin embargo, la importación de los automóviles está controlada por el Estado y los precios son tan altos, tan exageradamente altos, que en la práctica casi ningún cubano se puede permitir comprar un coche nuevo. Ni tampoco de segunda mano. Al parecer los precios de los autos usados son también muy altos. De hecho, en Cuba se dice que comprar un carro nuevo ha pasado de ser algo prohibido a ser algo “prohibitivo”. Algo prohibitivo quiere decir que es muy caro; algo que es tan caro que uno no se lo puede permitir. En fin, que comprar un coche en Cuba parece que sigue siendo un sueño inalcanzable para la mayoría de los cubanos. Lo que quizás tampoco sepa el turista es que Cuba tiene un montón de problemas con el transporte. Es muy difícil moverse de un lugar a otro porque hay una gran escasez de autobuses o, como los llaman en la isla: ómnibus o guaguas. Debido a las sanciones económicas y el bloqueo comercial de EEUU, en Cuba hay escasez de combustible y a menudo faltan piezas para reparar los ómnibus que se estropean. Tampoco ayudan a resolver el problema del transporte las restricciones impuestas por la crisis sanitaria del Covid y ahora, para colmo, con la guerra en Ucrania tampoco llegan las piezas de repuesto que los cubanos necesitan para reparar sus autos y los ómnibus, pues la mayoría llegan a Cuba desde Rusia. Y como hay un embargo internacional que impide el comercio con Rusia, pues, entonces no llegan a la isla las piezas que necesitan los cubanos para reparar sus autos, los ómnibus y las guaguas. Al parecer, por lo que he leído, hay escasez incluso de ambulancias. Estos problemas de transporte, sin embargo, afectan fundamentalmente a los cubanos que tienen que moverse habitualmente para ir a trabajar, por ejemplo, o que se ponen enfermos y no hay una ambulancia para llevarlos al hospital urgentemente. El turista, sin embargo, puede alquilar un coche para moverse por la isla. Al parecer, el gobierno de Cuba está promoviendo que haya coches de alquiler nuevos en la isla para los turistas. Creo que por 50 o 60 euros al día, es posible alquilar un auto nuevo para moverse con facilidad sin tener que depender del transporte público que, como digo, es bastante caótico. Como es fácil imaginar, los cubanos tienen sentimientos encontrados respecto a esto. Por un lado, es normal que el gobierno intente atraer el turismo internacional a la isla dando ciertas facilidades y haciendo que la estancia en Cuba sea lo más cómoda posible. Si viajar por la isla o moverse dentro de la capital resulta incómodo y lleva un montón de tiempo, mucha gente quizás desista de ir. Por otro lado, si el ciudadano de Cuba, el cubano normal y corriente, tiene tantos problemas para comprar un coche o si no encuentran piezas de repuesto para reparar los coches viejos que se estropean… Si el transporte público es un caos y si hay escasez incluso de ambulancias… que vengan los turistas de fuera y que se muevan por la isla con coches nuevos alquilados que ellos no podrán permitirse jamás, pues, entonces, creo que debe de ser bastante frustrante, ¿no? En fin, yo, por eso, tengo también sentimientos encontrados a la hora de hacer turismo en lugares donde sé que la gente lo está pasando mal. Por un lado, me parece genial poder viajar, conocer otras culturas, otros modos de vida… Y seguramente, el turista que va a Cuba, por ejemplo, seguramente está ayudando al desarrollo económico de la isla porque los cubanos necesitan la entrada de capital. Eso está bien. Lo que pasa es que a veces el contraste entre el nivel económico, el poder adquisitivo, del turista y el lugareño, en este caso los cubanos de a pie, el contraste digo, es tan grande que, en fin, me hace sentir un poco incómodo, ¿no? Tú estás allí haciendo turismo, viajando en un coche alquilado por El Malecón, tomando mojitos, bañándote en la playa o en la piscina del hotel y ellos, allí, intentando sobrevivir como pueden… En fin, no sé, es algo que me produce un poco de incomodidad. No he estado nunca en Cuba, como digo, pero… Hace unos años fui a Buenos Aries, en Argentina, y tuve una experiencia un poco similar. Encontré gente que lo estaba pasando realmente mal, trabajando un montón y ganando muy poco dinero y, bueno, yo tenía la impresión un poco de estar haciendo algo mal. No sé, yo creo que… no sé, bueno, supongo que es algo que experimenta mucha gente, no solo yo, cuando se viaja a países donde la gente lo está pasando mal económicamente e intenta sobrevivir día a día. Es una sensación desagradable, como si estuviera comiéndome algo muy sabroso, un bocadillo de jamón serrano, una paella o una tortilla de patatas delante de alguien con mucha hambre, alguien que no se lo puede permitir y que está allí, mirándome, esperando quizás a coger lo que a mí me sobre o recoger algunas de las migajas que a mí se me caen de la boca. Me siento un poco culpable. No me gusta que otros vivan de mis sobras o de mis migajas. En fin, bueno, chicos, que nada, yo con esto no quiero decir que no haya que ir a Cuba. Sí, por supuesto que hay que ir. Viajar es bueno, por supuesto, pero quizás hay que hacerlo más como viajero y menos como turista. Es decir, hay que ir un poco más allá de las fotos y las postales que nos venden con imágenes muy bonitas de playas con agua transparente, comida sabrosa, coches antiguos típicos, mojitos, música por las calles… Cuba es eso, sí, pero la realidad es mucho más compleja que eso. Viajar está muy bien, pero hay que hacerlo de forma que nos ayude a ver la realidad del país y sus gentes. No nos podemos conformar con las imágenes y los típicos tópicos, ¿no? Esto lo digo de Cuba, pero habría que decirlo de todos los países, ¿no? No solo de Cuba. Creo que es importante viajar a un lugar con los ojos bien abiertos, con una actitud crítica e ir más allá de lo que dicen las guías oficiales… ¿Tengo razón o no tengo razón? ¿Vosotros qué pensáis? ¿Habéis estado en Cuba? ¿Cómo es? ¿Qué experiencia habéis tenido? Dejad un comentario escrito con vuestra opinión, por favor. De hecho, tengo muchas ganas de ir a Cuba y me gustaría conocer vuestra experiencia o algún consejo sobre qué hacer o qué no hacer. Chicos, basta por hoy, al final, como siempre, me he enrollado como una persiana de nuevo y este episodio al final es mucho más largo de lo que yo había previsto. Lo dejamos aquí por hoy. Nos vemos… No, no nos vemos, nos escuchamos, nos escuchamos la próxima semana, en el próximo episodio, como siempre, aquí en Español con Juan. ¡Hasta muy pronto!