¿Cómo ser ciudadano del mundo?
Rosa Curi, habitante del planeta Tierra, el cual se encuentra ubicado dentro del Sistema Solar,
en la Burbuja Local del Brazo de Orión de la Vía Láctea, dentro del Grupo Local del
Supercúmulo de Virgo, que a su vez está dentro del Supercúmulo Laniakea del Universo Observable.
Tú, al igual que Rosa, eres ciudadana o ciudadano del planeta llamado Tierra y
esto tiene ciertas implicaciones: ¿Cómo ser ciudadano del mundo?
Uno de los primeros en considerarse un ciudadano del mundo fue Diógenes. Él no se identificaba
como un ciudadano de Sinope, su ciudad natal, (las malas lenguas dicen que para evitar sus
obligaciones), Diógenes se consideraba algo más allá, un ciudadano del cosmos, un cosmopolita.
El filósofo estoico Séneca también decía “No he nacido para un solo rincón… Mi patria es
todo el mundo”. Séneca pensaba que el amor a la patria era espontáneo y surgía por la
convivencia cercana con los miembros de la comunidad, pero que había que cultivar el
amor a la humanidad. Ese amor era difícil de lograr porque solo surgía a través de la
reflexión, se requería entender que todos tenemos un mismo origen y un mismo fin.
Quizá estás pensando que identificarse con el mundo implica la destrucción de los
estados-nación o la desaparición de la diversidad cultural e ideológica. Aunque algunos lo ven así,
el filósofo Jesús Monsterín planteaba que es posible ser ciudadanos del mundo sin que
las libertades individuales se vean afectadas. Para él era importante que cada uno tenga una
identidad y la posibilidad de escoger su religión, costumbres, ideología y cualquier otro aspecto que
contribuya a la diversidad de pensamiento. Entonces, ¿qué es ser un ciudadano mundial?
Ser un ciudadano del mundo no es una cuestión legal; no es pertenecer a un país u otro,
tampoco es el desprecio por tu comunidad o la pérdida de tu identidad. Ser un ciudadano
del mundo es el entendimiento de que todos pertenecemos a un planeta interconectado e
interdependiente. Que nuestros deberes no se limitan a barreras geográficas:
somos parte de un todo y tus acciones tienen la posibilidad de influir no sólo en tí, sino
en el resto del planeta y sus miles de millones de habitantes. Algo así como un efecto mariposa.
Quizá piensas que estamos exagerando, pero considera esto:
Vas a una tienda y compras ropa. La marca manda a hacer su ropa a una fábrica en otro país porque
es mucho más barato. Para poder producir a un bajo costo la fábrica escatima en cuestiones
de seguridad, bienestar de sus trabajadores y cualquier otro gasto que les parezca innecesario.
Para crecer, la fábrica construye cada vez más pisos y eso ocasiona grietas. A pesar de que el
edificio es inseguro se exige a los trabajadores que sigan asistiendo e incluso se les amenaza
con quitarles un mes de sueldo si se atreven a faltar. El edificio colapsa dejando 1132 muertos
y más de 2500 heridos. ¿Qué crees? Esto sucedió en Bangladesh en 2013. Claro que como consumidor
no puedes reparar las grietas ni obligar a los empresarios a que se preocupen por sus empleados,
pero sí puedes presionar a la marca para que sea socialmente responsable. Después de esta
catástrofe algunas marcas hicieron donativos de forma voluntaria y varias firmaron un acuerdo para
que las fábricas de Bangladesh cumplan con los puntos mínimos de seguridad, aunque todavía se
explota a los trabajadores con salarios ridículos y largas jornadas. E igual sigue habiendo otros
países que escatiman en la seguridad. Ves a una persona vendiendo periquitos
en la calle, a ti te parecen lindísimos y decides comprar uno. El vendedor ve que sigue
habiendo demanda y decide continuar yendo a la selva a capturar más. Cada vez es más difícil
conseguirlos y por eso comienza a quemar áreas de selva para que los animales salgan. Como son
varios los que se dedican a eso, pronto esa área queda completamente degradada y tienen que buscar
en otros lugares. En el 2020, en México, solo en 3 operativos se decomisaron 31,168 animales
silvestres, seis veces más animales que en todo el 2019. El tráfico ilegal representa
la segunda causa más importante de extinción de especies en el mundo y es el principal motivo
de transmisión de enfermedades zoonóticas. Pero, así como las malas prácticas tienen
impactos negativos, las buenas prácticas tienen efectos positivos.
El simple hecho de utilizar un hashtag y compartir información verídica de un problema,
provoca que más personas se enteren y se sumen a la causa y la presión de las masas obliga a las
autoridades y empresas a que ocurran cambios. La pandemia de COVID 19 es otro ejemplo claro
de que pequeñas acciones ayudan enormemente. Usar el cubrebocas correctamente, lavarte las manos,
ventilar los espacios y vacunarte son la diferencia para que tú no te enfermes y
evitar enfermar a los demás. ¡Y además pones un buen ejemplo! Esas pequeñas acciones son la
diferencia que evita hospitales llenos, nuevas variantes y largos periodos de restricciones.
Y al fin y al cabo ¿por qué tendría que importarnos ser buenos ciudadanos
mundiales? ¿para qué desarrollar nuestro amor a la humanidad como lo planteaba Séneca? Si no te
gusta donde vives siempre puedes buscar otras opciones, pero hasta ahora no podemos dejar de
ser ciudadanos del mundo. Por eso, entender nuestra relación con este mundo globalizado
nos ayudará a crear un mundo pacífico, justo, tolerante, inclusivo, sostenible y seguro.
Cada pequeña decisión y acción que tomamos tiene repercusiones, que a veces no vemos,
pero que definitivamente tiene consecuencias que nos afectan. Como habitantes del mundo
tenemos la responsabilidad de conocerlas. Puede que el hecho de que se nos cuestionen nuestros
hábitos e ideas y se nos invite a cambiar nos resulte incómodo: eso solo quiere decir que no
queremos ver una realidad y que gozamos de un beneficio sin saberlo. También es cierto que;
resistir el status quo e imaginar futuros alternos y mejores puede percibirse como una amenaza por
parte de autoridades y empresas, sobre todo si se considera que van en contra de sus intereses,
pero esas entidades poderosas deberían considerar que es buena idea beneficiar a
la sociedad y medio ambiente de los que dependen. Quizá este mundo con ciudadanos ejemplares suena
utópico, pero nunca dudes de tus pequeños o grandes aportes; como dijo la antropóloga
Margaret Mead: “Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos reflexivos y comprometidos
puedan cambiar el mundo. De hecho, son los únicos que lo han logrado” ¡Curiosamente!
Y hablando de pequeñas acciones, solo con darle a la campanita, seguirnos y dejarnos tus comentarios
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