El Batallón de Los San Patricios Episodio 13
Lacy: ¿Y tú?
Riley: ¿Yo qué
Lacy: ¿Por qué desertaste?
Riley: Me fuí para liberar a mis hombres. Pensaba volver. Ausentarse no es desertar.
Lacy: Pero seguiste adelante.
Riley: ¿Alguna vez no se ha preguntado usted: ¿A quién le ofrece su lealtad? ¿A su país? ¿A la bandera?.......Llevo los galones de capitán. Pero en mi interior siento que sigo siendo un viejo sargento ....que tiene que proteger a sus hombres.
Lacy: Llegan peticiones de todas partes para que no juzguen a los San Patricios por traidores
Riley: Coronel
Riley entonces le hace a Lacy un gesto a la mano para que se le acerque más. Lacy entonces se acerca y se queda parado al costado de Riley. Riley tiene las manos y los pies encadenados.
Riley: No estoy pensando en mi sino (fate) Estoy pensando en mis hombres. No son ciudadanos de Los Estados Unidos. El gobierno les prometió pero no lo son. Mis hombres son ciudadanos mexicanos ahora. Y a los ojos de la ley de los Estados Unidos son británicos. Yo. Sí soy ciudadano de este país. Me alisté con el enemigo. Y acataré (aceptaré--I will accept) lo que las autoridades decidan.
Después de una breve pausa Riley sigiuió: Pero mis hombres. Mis chicos. No es justo, Coronel.
Lacy ahora se alista para ya irse (to leave) Tiene que regresar a sus responsabilidades de la tropa y se despide (says goodbye) de Riley.
Lacy sale de la celda y se va caminando por el pasillo oscuro del calabozo y Riley le grita: Riley: ¡No es justo! ¡No tienen derecho, Coronel! ¡No es justo! ¡No lo es!
Lacy llega a la puerta de salida y sale. El guardia en la puerta la empuja para cerrarla y se tranca la puerta con un sonido metálico.
Próxima Escena:
El General Winnfield Scott está descansando en la mansión de una familia mexicana. La mansión ha sido confiscada por el ejército americano y ahora sirve de residencia y oficina temporal del General Winfield Scott. Lacy llega al comedor y le da el saludo militar al General y asume la posición militar de atención.
Lacy: General Scott
El general está sentado en la mesa del comedor. Está tomando un licor y fumando un puro.
General Scott: Ah. Lacy.
El General Scott levanta el vaso de licor y le enseña a Lacy
General Scott: Excelente Brandy, Lacy. Los mexicanos han descubierto el sabor de un auténtico Napoleón. Sírvase una copa.
Lacy: No gracias, Señor
Scott se le queda mirando a Lacy con ojos severos. El sirviente afroamericano le sirve más brandy al general y Scott con un gesto de la mano le despide al esclavo. El señor sirviente se retira. El general Winfield Scott es un amigo del Presidente Polk y apoya (support) su política de invadir México para expandir el territorio americano con la intención de también expandir el territorio de las plantaciones. El General Scott es un esclavista y también apoya la agenda de los esclavistas.
Winfield Scott: El destino de esos renegados le preocupa, ¿verdad?
Lacy: Riley ha sido el mejor soldado que he tenido, señor.
Winfield Scott: Es un desertor del ejército de Los Estados Unidos.
Lacy: Ha sido leal a sus hombres.
Winfield Scott: Es una lástima. Hay que dar un castigo ejemplar para limpiar la basura que genera la guerra. Usted tiene que ser firme aplicando la ley "Lex Terra" del Estado de Virginia. Lacy: Pero Los San Patricios son héroes para su pueblo. Su gobierno los considera ciudadanos de su país. Sus leyes no son las nuestras, General.
Mientras Lacy hablaba, se acercaba más y más al General Scott. Fue un acto con una actitud un poco subordinado, al borde (on the border of) de faltarle el respeto al General y en realidad, así fue porque Lacy estaba realmente frustrado y le asteaba (it irked him) que un hombre tan prejuicioso, ignorante y vulgar como Winfield Scott tuviera tanta autoridad, una autoridad que le permitía abusar. Lacy sabía la historia de Winfield Scott. Las tropas bajo su mando eran las tropas menos disciplinadas, con la moral más baja de todo el ejército americano. En la opinión de Lacy, Scott no era un líder de hombres sino que era un déspota, un cobarde, un egoísta que usaba su posición y su autoridad para su propio beneficio. Para Lacy, los buenos líderes, los buenos gobernantes. Los gobernantes verdaderos no mandaban. No daban órdenes. Los buenos gobernantes, los buenos generales, los buenos capitanes, los buenos sargentos se comunicaban con su gente, y a través de la buena comunicación y la buena discusión, convencían. El buen líder no manda. El buen líder comunica sus ideas y convence y entonces sus seguidores le siguen. Su gente le sigue no por obligación, no porque tienen que hacerlo. No. Su gente le sigue porque quiere. En la opinión de Lacy, esa era la lección que el general Winfield Scott nunca aprendió.
Lacy: Este juicio puede hacerles creer que la nuestra es la ley del talión. La ley americana supuestamente no está basada en el "ojo por ojo". Se supone que nosotros somos una nación moderna que respeta los derechos humanos, señor.
Al General Scott se le cruza por la cara un gesto de amargura y odio y se levanta rápido. No. Realmente la palabra "levantarse" para expresar lo que pasó no es correcta. El general Scott no se levantó sino que salió disparado (came flying out of his chair) de su silla y golpeó la mesa con la mano y gritó y cuando gritó, fue un grito de histeria y de un odio desenfrenado.
Winfield Scott: ¿Me da igual lo que piensen! ¡Es nuestro ejército lo que me importa!
Entonces, el General Scott se tranquilizó y tomó unos segundos para calmarse y siguió:
Winfield Scott: ¡Hay que dar un castigo ejemplar para que cesen las deserciones. Y esos hombres son los más adecuados.
Esta parte es muy importante. No se menciona esto en muchos libros, no se menciona mucho esto y no forma parte de la narrativa histórica en los textos en los colegios americanos