Al pie de la letra (1)
¡Hola chicos! ¿Qué tal? ¿Cómo va todo? ¿Cómo va la semana? Espero, espero que todo vaya bien. Espero que, espero que estéis contentos. Espero que estéis bien. Y espero que estéis ahí. No sé dónde. Quizás en la casa. Quizás en el jardín. Quizás haciendo la compra. No lo sé. El caso es que me estáis escuchando a mí y yo os lo agradezco porque hay un montón, un montón de podcasts para aprender español. Y vosotros habéis elegido ahora, en este momento, escucharme a mí, Español con Juan.
Eso es fantástico. Fantástico. Muchísimas, muchísimas gracias. Espero, espero no defraudar. Espero que os guste este episodio y espero que bueno, que os ayude también a pasar un rato, un rato entretenido. No pretendo nada más. Si, además, si además os ayudo a aprender un poquito de español. Si aprendéis alguna palabra, alguna expresión, os recuerdo alguna estructura (¡Qué palabra tan fea! ¡Qué palabra tan fea! Estructura. Pero bueno...) si os recuerdo alguna estructura gramatical que seguramente ya conocéis, porque vosotros tenéis un nivel muy, muy alto de español, no necesitáis aprender mucho más, pero quizá, quizás yo os puedo recordar alguna estructura que tenéis un poquito olvidada. Como por ejemplo, espero que con subjuntivo: espero que todo vaya muy bien. Pues muchísimas gracias por estar aquí. Muchísimas gracias por escucharme.
También muchísimas gracias a todos y todas los que estáis escribiendo reseñas, críticas, reviews, en las plataformas donde escucháis este podcast, por ejemplo en Apple podcasts, en Google Podcasts... Muchísimas, muchísimas, muchísimas gracias. Os lo agradezco un montón, porque eso está ayudando, eso está ayudando a que este podcast se conozca cada vez más, se conozca cada vez más, porque eso es importante.
Tenemos que llegar a más gente, tenemos que llegar a más gente, que haya, que haya más amigos de Juan, de Español con Juan, porque si no, si no es muy solitario, si no es muy solitario. La vida hay que vivirla en comunidad, hay que vivirla con otras personas.
Me estoy enrollando como una persiana, me estoy enrollando ya desde el principio y yo no quería hacer esto.
Quería dar las gracias también a los chicos y chicas de Patreon. Gracias a ellos, pues claro, gracias a ellos puedo continuar haciendo todas estas cosas: el podcast, los vídeos, en fin, todo, todo lo que, todo lo que hago en Internet, que no sé, no sé si es mucho, no sé si es poco, pero es lo que hago, es lo que... es lo que sé hacer.
Chicos, quería hablaros de algo. Hoy quería hablaros de algo muy, muy, muy, muy interesante para mí. Para mí es interesante, no sé para vosotros. Cuando yo vivía en España, cuando yo vivía en España, era joven, yo era joven y guapo, alto, atlético.
No iba al gimnasio porque no necesitaba ir al gimnasio. Yo era yo, yo era guapo, así, natural; tenía un cabello negro, una melena, una melena fantástica.
Todas, todas, todas las chicas me decían "Juan, qué qué pelo tan bonito tienes". De hecho, una vez el peluquero me dijo "qué, qué pelo, qué pelo tan bonito, qué pelo tan bueno; tienen una calidad especial, da gusto cortarlo", me dijo, el peluquero me dijo una vez que daba que daba gusto, daba gusto... Dar gusto. Dar gusto significa que tienes placer en hacer algo. Entonces, el peluquero me dijo que le daba gusto, que era un gusto cortarme el pelo porque mi cabello tenía una una textura especial. Yo no sé, yo no sé lo que quería decir el tío. Yo no sé lo que quería decir, pero eso me dijo y a mí me gustó mucho. Y yo se lo dije, claro, se lo dije a todos mis amigos para darles envidia, para darles envidia, para que se pusieran verdes de envidia. Les dije que mi peluquero, que mi peluquero me había dicho que tenía un pelo especial, con una textura particular. Y claro, ellos se murieron de envidia, pero eso hace muchos años, hace muchos años. Ya no tengo el pelo así, pero recuerdo que en aquellos años yo escuchaba un programa de radio, era una tertulia... En España hay muchas tertulias. Una tertulia, una tertulia es hablar, hablar de algún tema, ¿no? Hablar de algún tema.
Las tertulias normalmente son literarias. Los grandes escritores, los intelectuales, los poetas, los directores de películas, de cine, los directores de películas, la gente que hace películas, todo este mundo de intelectuales y de gente importante... Los periodistas... Pues en España tradicionalmente tenían... Yo creo que ya es algo que no se hace, pero antes sí se hacía mucho, ir a una tertulia en los cafés, en los cafés. En España, en ciudades como Madrid, Barcelona, en Granada también, en cada ciudad había al menos uno o dos cafés. Este tipo de cafés muy bonitos, con muchas mesas de madera, en fin, muy, muy tradicionales, ¿no? Y entonces los intelectuales iban allí y se sentaban y pasaban horas y horas y horas con un café, un café, un vaso de agua o algo así. Porque esta gente era muy pobre, normalmente no tenía mucho dinero. Entonces iban a la tertulia, al café, iban a la tertulia y se sentaban allí con un café y pasaban horas y horas bebiendo un cafelito y hablando, hablando de cosas importantes; de la metáfora, por ejemplo, hablando de la metáfora. Los escritores se pasaban la vida hablando de la metáfora, las figuras literarias en Rubén Darío, por ejemplo, o no sé, la poesía, la poesía de Borges, en fin, o el principio, las primeras líneas de Cien años de soledad de García Márquez... Podían pasarse horas y horas en una tertulia literaria.
Bueno, y ahora lo que hay en España son tertulias en la televisión y en la radio, claro, y son tertulias que no tienen nada que ver, solamente el nombre, el nombre, el nombre, sí, se llaman tertulias, porque hay unos tertulianos ¿vale?, las personas que participan son tertulianos. Y yo en esas tertulias, cuando yo vivía en España, yo aprendí mucho. Yo aprendí mucho de esas tertulias. Yo he aprendido mucho en la escuela, de mis profesores, y también escuchando la radio y la televisión, sobre todo la radio. ¿Por qué? Pues porque... Ahora no tengo tiempo de ponerme a explicarlo todo, pero mi familia no era una familia con mucho dinero. Y en mi casa no había muchos libros. Mi familia no, no tenía... Eran personas mayores y eran otros tiempos. Mis padres, mis tíos, pues habían trabajado siempre y entonces ellos tenían una cultura muy básica, muy limitada. Algunas personas de mi familia ni siquiera sabían leer, bueno, sabían leer, pero muy mal, ¿sabes? Muy poquito. Y escribir, también muy mal. Eran prácticamente analfabetos. Y claro, yo me eduqué, me crié en ese ambiente.
No todos, no todos eran así, pero muchos eran así, muchas personas de mi familia eran así. Y entonces, claro, era, era muy limitado, era muy limitado para un niño crecer en ese ambiente. Pero gracias a Dios, gracias a Dios, yo era de otra generación. Yo era de otra generación.
Y entonces, claro, porque mis padres y mis abuelos, mis tíos y mis primos, pues ellos habían conocido una España mucho más pobre que la que conocí yo. Ellos vivieron la posguerra, vivieron el hambre, vivieron todas, todas las penurias y todas, todas las tristezas y toda esa vida tan dura, ¿no? de los años 40, los años 50, donde la gente tenía hambre, tenían hambre. La gente pasaba hambre.
Los años 40, 50 en España fueron fueron muy duros y la gente no iba a la escuela. La gente tenía que ponerse a trabajar. Los niños empezaban a trabajar desde, bueno, desde desde muy temprano, desde que eran niños, desde que eran niños pequeños, ¿no? Mi... Yo qué sé, mi madre, por ejemplo, pues estudió poquísimo, muy poco. La pobre no no... Vivió unos años muy duros.
Lo que quiero decir es que yo yo me eduqué, yo me crié. Yo nací en ese ambiente, pero gracias. Gracias a la escuela, gracias a la escuela, pues yo fui diferente, pero no no no gracias a lo que estudié. Un poco también, pero no, no exactamente lo que yo estudié, sino el hecho de que yo podía ver en la escuela otras personas diferentes: los profesores. Los profesores para mí eran modelos diferentes porque eran gente mayor, ¿vale? como mis padres, como mis tíos, pero hablaban de cosas interesantes, hablaban de historia, hablaban de política, hablaban, hablaban de geografía, contaban anécdotas, sabían idiomas, en fin, me daba, me daba un modelo, me daba un modelo muy diferente.
Y claro, yo quería ser como como mis profesores. Había profesores que me gustaban más y había profesores que me gustaban menos, pero por lo menos yo creo que eso me me cambió mucho la vida, porque yo recuerdo lo que decían mis profesores, pero no tanto, no tanto los conocimientos que me transmitieron, no tanto las fechas o no sé, las batallas y las guerras o o no sé los nombres de los escritores, que yo, sinceramente, para ese tipo de cosas soy muy malo, tengo muy mala memoria y no recuerdo prácticamente nada de lo que, de lo que estudié en la escuela.
Lo que sí recuerdo fueron... Lo que sí recuerdo es lo que decían a nivel personal. Ellos me transmitían la idea de que había algo más que no era simplemente trabajar y comer y dormir.
¿No? Me transmitían la idea de un mundo donde había música, donde había cultura, donde había historia, donde había libros, donde se podía pensar, donde se podían debatir las ideas, donde se podía, donde, donde se podía reflexionar. Eso me lo transmitían, me transmitían esas ganas de aprender idiomas, de viajar, de conocer otras culturas, no tanto por lo que ellos me enseñaban de los libros, sino por lo que me... por lo que yo veía que ellos eran como personas. No sé si me explico. No sé si me explico. Entonces, eso me salvó.
Me salvó la vida, ese tipo de profesores me salvó la vida a mí. Y también me salvó la vida, me salvó bueno, entre comillas, ¿vale? me entendéis, ¿no? Me salvó de no ser una persona como mis padres o como mi familia, de tener, de tener otras ambiciones, de tener otro punto de vista sobre la vida, de tener, de tener también más educación, pues las tertulias en la radio, las tertulias de la radio.
Yo a veces le digo esto a mis amigos y me dicen "¡pero qué dices, tío! Las tertulias de la radio son una chorrada, son muy estúpidas. La gente habla de cosas que no sabe, dicen tonterías, son muy comerciales. Y es verdad, es verdad, es verdad. Las tertulias de la radio o la televisión de España a mí me gustaban mucho, pero si, hombre, si las analizas seriamente, pues sí, son, muchas veces... Es gente que habla de todo, de todo, absolutamente de todo y que no son especialistas de nada. Es gente que, bueno, algunos son periodistas y otros, otros ni siquiera son periodistas, ni nada. Es gente famosa, que se ha hecho famosa, yo no sé por qué... Porque son simpáticos o porque son divertidos. Y entonces los invitan a las tertulias y ellos hablan, comentan la actualidad, comentan la política, comentan los cotilleos. Los cotilleos son cotillear... Cotillear es hablar de otras personas, de lo que hacen otras personas: Si un hombre va con una mujer, si una mujer tiene un hijo secreto... ¿Entendéis? Si, si alguien tiene un amante.
Ese tipo de cotilleos, que siempre se ha hecho, siempre se ha hecho, toda la vida. Pero se puede hacer también ahora en la televisión, en la radio. Claro, entonces todo eso es. Ahora se hace también en YouTube, los cotilleos. Y entonces, bueno, pues es un poco estúpido, ¿no? Me dicen mis amigos, "pero hombre, eso es...