Parte (2)
Capítulo 3 Antes de girar, Pepa se queda un momento mirando a su nuevo cliente. ¡Está buenísimo…11 ! Ha tenido novios guapos, pero ninguno como Albert. Está a punto de poner la luz verde, pero recuerda que no está libre. No está libre, pero de momento puede hacer lo que quiera. Por ejemplo, pasearse por el centro de la ciudad sin prisa y sin rumbo fijo. Automáticamente va hacia Gracia, su barrio. Gracia es como un pueblo en el centro de Barcelona. Llega hasta la plaza del Sol y guarda el coche en un garaje. Raúl, el vigilante, sopla y dice: −¡Vaya hostia12 ! Raúl es un buen amigo de Pepa. Tiene treinta años. Es alto y muy delgado, con el cuerpo lleno de tatuajes y piercings. Ha estado en la cárcel, ha tenido muchos trabajos y una vida difícil. Bebe cerveza a todas horas y fuma porros13 . «Nada importante, lo tengo controlado», suele pensar, y se siente muy orgulloso de sí mismo. A Pepa, sin embargo, le gustaría verlo completamente limpio14 . Le tiene cariño. A Raúl le apasionan los coches. Antes de pasarse al lado de los buenos, tenía con unos colegas15 un taller clandestino en el que, con piezas de coches robados, montaban otros modelos que luego revendían para carreras ilegales. Es un tipo primitivo, pero simpático. Es un tipo simpático que conoce a mucha gente. Buena gente y mala gente. −¡Hala16 ! ¿Qué te ha pasado? ¿Vas pedo17 de buena mañana? −dice Raúl al ver las marcas del accidente en el coche de Pepa. −Tú estás igual de gilipollas18 a todas horas. −¿Has chocado contra otro coche? −Sí. Un Ferrari, nada menos. Книги на испанском от hispanoteca.ru −¡Un Ferrari! ¿Qué modelo? −¡Yo qué sé! −¿Quieres llevar el Octavia al taller del Mojama? −el «Mojama» (de Mohamed) es un colega de Raúl, un mecánico excelente que trabaja de forma totalmente ilegal. −No, necesito el coche. ¿Me lo puedes limpiar? Está un poco sucio. Yo voy a comer algo y a dar una vuelta. Pepa sube a su piso, un ático muy pequeño pero que tiene una buena vista del barrio de Gracia. Al entrar se da cuenta de que en las estanterías de los libros hay unos cuantos huecos. Coge una cerveza de la nevera y, con la botella en la mano, abre el armario de Carlos. Solo hay un traje, una camisa, un jersey y una bolsa de viaje. Pepa la abre. En su interior hay una caja de galletas metálica: Galletas Birba, una marca muy conocida en Cataluña. La señora Montserrat, su vecina, se las había traído de un viaje a Camprodón, de donde son típicas, pero ni a ella ni a Carlos les gustan los dulces y Pepa guarda la caja en una cajón de la cocina. ¿Para qué quiere Carlos las galletas? Saca la caja de la bolsa y la lleva a la cocina para dejarla donde estaba antes. Abre el cajón y… ¡hay otra caja de galletas! Pepa comprende que la caja de galletas que está en el cajón es la que les regaló la señora Montserrat y la que tiene en la mano, que es igual, la ha comprado Carlos. Pero, ¿por qué ha comprado Carlos una caja de galletas Birba? ¿Para llevársela a algún amigo como un recuerdo de Cataluña? ¡Qué raro! A Carlos se le va la olla19 . Guarda las dos cajas en el cajón. Se termina la cerveza. De su mesilla de noche saca un paquete de tabaco y enciende un cigarrillo. No hay ceniceros porque, en teoría, ni Carlos ni ella fuman. «El tabaco es muy malo, no debes fumar», dice Carlos. Y ella dice: «Sí, lo sé. Ya no fumo». Sin embargo, sigue fumando en secreto. Deja caer la ceniza en la bonita alfombra que compró Carlos. Está otra vez de un humor de perros 20 . Tiene ganas de gritar. Grita. Da un portazo y sale a la calle. El bar de su amigo Armando, el argentino, está al lado, pero no quiere hablar con nadie. Anda sin rumbo Книги на испанском от hispanoteca.ru
unos minutos y casi sin darse cuenta cruza la calle Gran de Gracia. Sigue andando. Ha desayunado muy poco y la cerveza no le ha sentado bien. Tiene hambre. Entra en un bar pequeño y viejo, con la barra llena de tapas21 . Las dos únicas mesas están ocupadas. Se queda de pie y pide una caña22 y un montadito23 de jamón. Come y se siente un poco mejor. Luego entra en el bar de enfrente. Pide unas patatas bravas24 y otra cerveza. Suena el móvil. Se mete a toda prisa en la boca un trozo enorme de patata y se mancha la camisa con la salsa. «¡Es él! ¡Es Albert!» −Mmm, ¿ssssí? −consigue decir con la boca llena. −¿Te pasa algo? −pregunta Albert. −Mmm, mmm… no −traga y se atraganta. Tose−. Es que estaba comiendo y… −Lo siento. ¿Puedes pasar por el hotel a recogerme? −Sí, sí, claro. ¿El hotel de Castelldefels? −Sí, aquí mismo. Donde me has dejado esta mañana. −Ok. Ahora voy. En media hora estoy ahí. Книги на испанском от hispanoteca.ru
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Capítulo 4 −¡Raúl! ¿Está ya mi coche? Raúl sale de la parte trasera del Octavia. −¡Vaya, vaya, vaya! A tu último cliente se le ha caído un montón de material por el asiento. −¿De qué hablas? −La propina25 . Te ha dejado la propina. −¡Venga, va, que no estoy para tonterías! ¿Qué dices? −Que tenías el asiento de atrás llenito de polvo blanco. −¿Polvo blanco? −Farlopa26 , niña, farlopa. −¿Coca? ¿Cocaína? −Sí. Bueno, yo no la he probado, ¿eh? −No, mejor no. ¡El maletín! −recuerda a Albert y su maletín−. ¡Joodeeer!27 Así que el supermodelo es un narco28 . ¿Estás seguro, Raúl? Raúl no le contesta porque no la escucha. Ha ido al cuarto donde guarda sus cosas a buscar una lata de cerveza. Pepa va al lavabo. Se peina y se maquilla un poco. No sabe qué hacer. Piensa que puede ser peligroso andar con un narcotraficante, pero Albert es tan guapo… Le ha pagado por adelantado. La está esperando. Decide ir a Castelldefels. Al fin y al cabo, lo que hacen sus pasajeros no es su problema. Книги на испанском от hispanoteca.ru
Al llegar al hotel no ve a nadie. ¡Vaya! Ella le ha dado a él su número de teléfono pero él no le ha dado a ella el suyo. Mira en el móvil, pero el número desde el cual él la ha llamado no aparece en la pantalla. «Número oculto». No puede, por tanto, avisarlo de que ya ha llegado. Pepa espera. Después de quince minutos, decide ir al hotel: quizás él está en la recepción. «XXI Century Foxes, se llama el hotelito. ¡Vaya nombre le han puesto!», piensa Pepa, que, al entrar, no se sorprende en absoluto de la decoración: gruesas alfombras, terciopelos rojos, espejos, mármol… Ni de las mujeres: hay varias en el bar y todas son guapísimas. Bien peinadas y maquilladas. Altas y con tacones muy altos. Pepa no puede evitar sentirse muy pequeña, insignificante. Albert no está. La chica de la recepción está hablando por teléfono. Pepa la observa y piensa que es muy guapa. Es muy joven, tiene los ojos verdes y una larga melena rubia. La chaqueta le queda ajustada como una segunda piel. El escote deja ver parte de unos pechos perfectos, aunque no lo suficiente como para que Pepa pueda distinguir si son de verdad o de silicona. −Hola. Me han llamado. Estoy esperando a un cliente… −dice Pepa. −Hola −la rubia tiene una sonrisa de ángel−. Sí, claro. ¿Sabes en qué habitación está? −No. −Pues puedes esperar en el bar, si quieres. −Gracias. Pepa se sienta en un taburete y pide una Coca-Cola. La chica que atiende la barra también es guapa. Lleva unos shorts y un top muy pequeños. Книги на испанском от hispanoteca.ru
−¿Se puede fumar? −pregunta Pepa. −Claro −contesta la camarera. Pepa saca del bolso un paquete de Ducados29 y se pone un cigarrillo en la boca. Busca el encendedor en el bolso. La chica sentada a su lado le da fuego. −Hola. Soy Lucy. ¿Cómo te llamas? −Hola. Me llamo Pepa. Estoy esperando a un cliente. −Yo también. −¡Qué casualidad! Esperaba fuera, pero es mejor hacerlo aquí, en el bar, ¿no? −Sí, siempre esperamos aquí. No te conozco. ¿Es la primera vez que vienes? −Sí. Es la primera vez. Yo trabajo en Barcelona. −¡Ah, claro! ¿En qué zona? −Voy a cualquier lugar. Allí donde me llaman. −Por supuesto. −Sí −Pepa ríe−. Como una puta30 : me llaman y yo voy. −¡Ay, chica! Ya se sabe: sin trabajo no hay dinero… −Sí. Pero yo no trabajo por dinero. −¿De verdad? −pregunta Lucy, sorprendida. −Me gusta mi trabajo. Hago lo que quiero cuando quiero. Ahora mismo estoy aquí porque mi cliente me gusta. Es muy guapo. Книги на испанском от hispanoteca.ru
−Ya lo conoces, entonces. −Sí. Esta mañana he estado con él… dos horas en el coche. Luego ha contratado mis servicios para dos días. Me sorprende, porque estaba nerviosa y no he hecho bien mi trabajo. −Yo también estaba nerviosa las primeras veces. Al principio es duro, pero luego te acostumbras. −Pues yo he disfrutado desde el primer día. «Hay gente para todo», piensa Lucy. −¿Tú cuánto cobras por servicio? −pregunta. −Según el tiempo. Y luego están los extras: si traen maletas, niños o animales, cobro más. Lucy pone cara de horror. Pepa piensa que a esa chica no le gustan ni los niños ni los animales. Dejan el coche hecho un asco y luego hay que limpiarlo, por eso cobra un poco más. −Mi cliente, el que estoy esperando, esta mañana me ha dado mil euros. ¿Qué te parece? −¡Uf! Mucho. ¿Qué has hecho? −Ya te lo he dicho. Primero, esta mañana, un par de horas, más o menos. Y luego, esta tarde… ¡Mira qué mancha! −Pepa le enseña a Lucy la camisa−. Cuando me ha llamado tenía la boca llena y… −Pepa ve a su cliente entrar en el vestíbulo−. ¡Ay, mira! Ya está aquí mi hombre. Te dejo. Lucy la observa aun con sorpresa. «¡Qué profesional tan extraña!» Книги на испанском от hispanoteca.ru
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