La Pequeña Habana será ahora un “tesoro nacional”
Pequeña Habana, el barrio de Miami que es el centro de la inmigración cubana, está en riesgo de perder su identidad y muchos de sus emblemáticos edificios.
Varias organizaciones de preservación histórica luchan por protegerlo, y el viernes pasado lograron que entre en la lista de “tesoros nacionales” de los Estados Unidos. En la Pequeña Habana se concentra el mayor número de inmigrantes cubanos del país, que comenzaron a llegar en los años sesenta exiliados de la Revolución Cubana.
Actualmente, tiene una población de aproximadamente 90 mil habitantes, en su mayoría latinoamericanos. Con sus murales, cafés y restaurantes, el barrio recrea el estilo de vida cubano, y es un importante punto turístico para quienes visitan Miami. El barrio podría sufrir los mismos cambios que están ocurriendo en otras partes del centro de Miami.
El objetivo de las organizaciones es trabajar junto a las autoridades de la ciudad y a sectores privados para prevenir la demolición de edificios y mantener a sus residentes. Julio: Creo que este último punto es clave; hay que asegurarse que los habitantes del barrio puedan seguir viviendo ahí.
Estamos hablando de cubanos y descendientes de cubanos, pero también de inmigrantes más recientes, colombianos, dominicanos y nicaragüenses. Trabajadores que son los que le dan la identidad al barrio, y que en el futuro podrían no estar en condiciones de pagar los alquileres si siguen aumentando... Carolina: Sí, el barrio es un símbolo de la inmigración en Estados Unidos, y es importante que lo siga siendo. Sin sus residentes, Pequeña Habana sería solo un museo; un parque de atracciones. Julio: Absolutamente. El barrio siempre fue un lugar vibrante, lleno de vida; ¡eso es gracias a sus residentes! Se llena de turistas, pero quienes más lo disfrutan son los latinos que viven ahí. Todos saben que solo ahí se puede encontrar el mejor sándwich cubano, el mojito más fresco, el café cortado más sabroso... Carolina: ¡Qué ganas de estar en el Versailles con calorcito y pedirme una ropa vieja! Ahora, pregunto, hablamos de conservación, pero las nuevas olas de inmigración también están cambiando al barrio, ¿no? Los centroamericanos y colombianos abren restaurantes y tiendas y la Pequeña Habana... ya no se parece tanto a La Habana. Julio: Ésa es la evolución natural de los barrios, que son espacios orgánicos. Algo muy diferente a demoler edificios históricos para construir inmensos condominios.