Tristeza posparto y depresión posparto: ¿qué son?, ¿qué podemos hacer?
Después del parto a veces vienen unos días o semanas un poco complicados, para los que
muchas veces la madre y el padre no están preparados.
Todo cambia de golpe, y aunque ya sabíamos que iban a haber muchos cambios nada más
llegara el bebé, vivirlo en primera persona es muy diferente: llegamos a casa con el bebé
y todo empieza a acumularse: el cansancio, las preocupaciones por el bebé, atender sus
necesidades, mantener la casa, atender a visitas de familiares y amigos… Y todo esto es especialmente
duro para la madre, quien a todo esto le tiene que sumar las dificultades propias del inicio
de la lactancia (que muchas veces no es tan fácil como nos gustaría) y la recuperación
física tras el parto (que suele ser más dura cuanto más intervenido ha sido, especialmente
en casos de cesárea). ¿Qué podemos hacer?, ¿cómo distinguir tristeza y depresión posparto? Vamos a verlo.
A la madre le habían dicho que este tenía que ser el momento más feliz de su vida,
pero de repente empiezan a aparecer una serie de emociones que le pueden pillar por sorpresa:
comienza a sentirse triste, melancólica, incluso con dudas acerca de si tener a ese
bebé ha sido una buena idea o no.
Se puede sentir incompetente, incapaz de darle a su hijo lo que necesita, o incomprendida
por quienes le rodean, especialmente por su pareja (de hecho esa incomprensión muchas
veces es una realidad).
Esto es lo que se conoce como la “tristeza posparto” y es algo tan frecuente que se
estima que lo pueden llegar a experimentar más de tres cuartas partes de las madres
recientes, por lo que lejos de ser algo extraordinario se podría considerar más bien como algo
normal después del parto.
De todas formas, esta tristeza posparto no requiere tratamiento, porque estos síntomas,
aunque sean muy molestos, tienen una intensidad leve y suelen remitir de manera espontánea
al cabo de unas dos semanas.
Pero hay otros casos (entre un 10 y un 15%) en los que esas sensaciones no desaparecen
al cabo de unas dos semanas, sino que se mantienen o incluso aumentan; en este caso ya no hablaríamos
de tristeza posparto, sino de “depresión posparto” y es un problema serio que requiere
abordaje, ya que si no se interviene, tiende a cronificarse.
En el caso de la depresión posparto los sentimientos de tristeza, ansiedad o desesperación son
tan elevados que pueden impedir a la madre llevar a cabo las tareas más cotidianas.
Por lo tanto, en el caso de que esta sintomatología sea intensa y no mejore de manera espontánea
en un par de semanas, es necesario buscar ayuda.
Por suerte la terapia psicológica es muy efectiva en el manejo de esta sintomatología,
especialmente la terapia Cognitivo Conductual, aunque en algunos casos también puede estar
indicado emplear fármacos antidepresivos durante algunos meses; afortunadamente muchos
de ellos son compatibles con la lactancia materna.
¿Y por qué ocurre?
Pues es difícil encontrar una única causa, ya que probablemente se produzca como consecuencia
de una combinación de factores tanto físicos como emocionales.
Además de las molestias físicas tras el parto, la falta de sueño o el cansancio,
en muchas ocasiones se habla de las “alteraciones hormonales” como causa de la depresión
posparto, y se señala como culpable una rápida caída tras el parto de estrógenos y progesterona.
Isabel Fernández del Castillo, autora del libro “La revolución del nacimiento”
y una de las fundadoras de El Parto es Nuestro, señala que lo que genéricamente se llaman
“alteraciones hormonales” tras el parto pueden no ser casuales y pueden estar relacionadas
con un manejo demasiado agresivo del parto.
De hecho, en esta línea, hay investigaciones que relacionan el empleo de oxitocina sintética
durante el trabajo de parto con mayores tasas de depresión posparto o trastornos de ansiedad
durante el año siguiente al parto, y estos síntomas son mayores cuanto mayor ha sido
la dosis.
Por eso es importante el manejo humanizado del parto y reducir las intervenciones médicas
a las que sean en realidad necesarias.
Sea como sea, la madre no es culpable de nada de lo que está sintiendo y necesita (al igual
que cualquier otra madre, pero en este caso un poco más) la comprensión y el apoyo de
su entorno.
Hay que entender como normales esa tristeza y agotamiento de los primeros días o semanas,
ya que todo lo que ocurre alrededor es tremendamente agotador.
Normalizarlo, saber que ocurre hasta a un 80% de las madres, ayuda a llevarlo mejor
y no sentirse un bicho raro, así como a los familiares y amigos cercanos a entender por
lo que puede estar pasando esa madre.
Y si ven que su sintomatología es intensa y se prolonga más de dos semanas, animarle
a buscar ayuda para evitar que se cronifique.
Y hasta aquí, otra píldora de psicología, si os ha gustado tenéis muchos más vídeos
y artículos en el canal de YouTube y en albertosoler.es.
Y en todas las librerías nuestro libro “Hijos y Padres Felices”.
¡Un saludo!