5 Asquerosidades explicadas: - CuriosaMente 58
Advertencia. El siguiente episodio de CuriosaMente contiene imágenes y palabras que pueden causar
mucho asco. Se recomienda prudencia. Especialmente a niños a los que lo asqueroso les da risa,
como a ustedes: Dania, Eréndira o Alex... ¿mhh?
Estudio Haini presenta… Cinco asquerosidades explicadas
Mocos. Cada que aspiramos aire, inhalamos también polvo, polen, bacterias y otras partículas
que, si llegaran a los pulmones, podrían causarnos problemas. Por eso el interior de
la nariz está cubierto de pelos y mocos: todos esos agentes se quedan pegados ahí.
Los mocos están hechos de agua y de una glicoproteína llamada “mucina”, lo que le da su calidad
gelatinosa. Los mocos además contienen enzimas que atacan gérmenes, como la lisozima, que
está presente también en la clara del huevo. Cuando tenemos una infección respiratoria,
nuestro cuerpo incrementa la producción de mocos y la frecuencia de los estornudos, lo
que atrapa a los bichos y los manda muy lejos ¡a más de 60 kilómetros por hora y hasta
5 metros de distancia! Por cierto, aunque no estemos enfermos ¡podemos producir hasta
un litro de mocos diariamente! Y casi todos nos los comemos sin darnos cuenta...
Les advertimos que esto iba a ser asqueroso
Pus. Cuando alguna lesión se infecta con bacterias u hongos, se forman ampollitas (que,
entre otras, pueden ser pústulas o espinillas) llenas de un líquido blanco amarillento:
la pus. Sucede que cuando las bacterias invaden una herida, el cuerpo envía a los leucocitos
--o “glóbulos blancos”-- a combatir contra ellas, sobre todo a unos soldados llamados
neutrófilos que lanzan gránulos para destruir a las bacterias. Las bacterias se defienden
lanzando leucocidina y muchos neutrófilos mueren. Luego llegan los macrófagos, se los
comen y dejan esa pasta gelatinosa. Así que una gota de pus es un campo de batalla lleno
de cadáveres de valientes soldados que murieron por defender tu cuerpo de una invasión. ¡Un
campo de batalla que hay que limpiar muy bien con antisépticos!
Donald Trump. ¡Ah no, perdón!. eso es demasiado, el episodio de los monstruos viene después…
A ver… Ah, aquí esta…
¡Vómito! El acto de vomitar también se llama “emesis” e inicia con la náusea,
luego viene la contracción de los músculos abdominales y el diafragma, que ejercen una
fuerza tremenda sobre el estómago, hasta que los esfínteres del esófago se relajan
y... ¡Guaaac!. Además de tu comida más reciente, el vómito contiene ácidos gástricos
y, a veces, bilis, si la contracción es muy fuerte. El vómito puede tener muchas causas:
desde comer demasiado o ingerir algo dañino hasta problemas con el sistema nervioso, o
incluso por un simple mareo. Otra causa es la sensación de asco, que merecería un episodio
completo. Después de vomitar se liberan endorfinas en el torrente sanguíneo, lo que hace que
te sientas mejor. Pies apestosos. Toda nuestra piel suda, y
también en toda nuestra piel hay bacterias que viven de nuestro sudor. Pero si a las
bacterias les hacemos una casita oscura, calientita y protegida del viento, donde además se puede
acumular el sudor y las células muertas -o sea, si usamos zapatos- estas bacterias se
multiplicarán alegremente. Lo mejor para evitar el mal olor es ventilar los pies con
frecuencia, no usar zapatos muy calientes y usar calcetines de fibras naturales. Aunque
los hongos también pueden ser un gran problema, la mayor culpable es la bacteria brevibacterium,
que se alimenta de piel, entre otras cosas, y expulsa metanotiol, un gas con olor a azufre.
Por cierto, esta es la misma bacteria que se usa para producir queso limburger. ¡Yum!
Con razón dicen que huelen a quesito.
Flatulencia. También llamados “pedos”, "punes", o "ventosidades", los flatos son gases que, en su mayor parte,
se producen en el intestino y en el estómago. Otros son simplemente aire que ingerimos con
la comida o bebidas gaseosas. El ruido que hacen, interminable fuente de vergüenza y
comedia en muchas culturas, es debido a la vibración de los esfínteres al salir el
gas. Los alimentos que más gases provocan son los que no se pueden digerir por completo
o contienen inulina y otros oligosacáridos, como los frijoles, la leche, la cebolla y
la col. El 99% de una flatulencia contiene gases sin olor, como el dióxido de carbono, hidrógeno
y a veces metano, así que ¡es inflamable!
Por favor, no lo comprueben.
Los responsables del olor generalmente son los primeros en denunciarlos, no, perdón... retomo.
Los responsables del olor son el ácido sulfhídrico, que aumenta cuando comes mucha proteína y, otra vez,
el metanotiol. Juntos son menos del 1% del total del gas ¡pero cómo se notan! Se calcula
que una persona sana se tira de 8 a 20 ventosidades al día. En el libro utópico “La ciudad
de Dios”, San Agustín habla de personas que son capaces de modular su flatulencia
a manera de un bello canto…
¡Curiosamente!
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