EPISODIO 2: MI EXPERIENCIA EN EL APRENDIZAJE DE IDIOMAS
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Comencé a aprender inglés a la edad de 8 años en el colegio. Lo cierto es que en aquella época si raro me parecían cada una de las palabras escritas, más raro me parecía como se pronunciaban. Durante aquel primer año aprendí a leer y a escribir el vocabulario más esencial , y así durante los siguientes años de colegio, la gramática se iba incorporando progresivamente a mis conocimientos sobre la lengua extranjera.
Todavía recuerdo los exámenes que los profesores nos hacían para que contestáramos correctamente y por escrito frases y más frases, así, como el vocabulario que íbamos aprendiendo a lo largo del curso. Yo misma memorizaba una y otra vez la gramática y las largas listas de palabras que debíamos conocer para poder aprobar la asignatura.
Los exámenes de inglés durante aquella época iban bastante bien ya que lo único que había que hacer para aprobar, era conocer a la perfección la gramática, comprender los textos y escribir de manera ordenada. Y así durante mis años de estudiante en el colegio e instituto, una y otra vez volvíamos a repasar gramática, y aprendíamos las largas listas de vocabulario que aparecían en los libros. El hecho de hablar inglés o pronunciar de una manera más o menos correcta el idioma no entraba dentro de las expectativas que en aquella época los planes de estudio buscaban, por lo tanto hablar inglés no era realmente primordial para poder aprobar la asignatura.
Una vez terminé el instituto y mis estudios posteriores de Administración, ya habían pasado varios años y decidí que debía comenzar de nuevo a aprender inglés a través de cursos, puesto que por muchos años que había pasado estudiando, no podía llegar a comprender o mantener una simple conversación con una persona en dicho idioma. Efectivamente, en los cursos que hice mejoré mi pronunciación y llegué a hablar inglés de una manera más o menos fluida, pero el problema persistía constantemente cuando dejaba de estudiarlo. Iba pasando con buena nota cada uno de los cursos, pero conscientemente sabía que por muchos diplomas que tuviese, no llegaba a tener la suficiente seguridad para mantener una conversación práctica con una persona nativa.
Nunca los cursos fueron suficientes para comprender de manera fluida a la gente nativa que me hablaba. Poco a poco fui dejando de lado este idioma, aunque sí que lo seguía leyendo ya que debido a mi trabajo y al mundo globalizado, muchos de los productos que comercializábamos estaban en inglés y era necesario conocer las características que tenían para su uso correcto. Después de un tiempo y tras la decepción con la falta de fluidez con este idioma, decidí que era hora de comenzar a aprender otra lengua de manera diferente a la que estaba acostumbrada. Fue Alex, quien también había pasado una experiencia en el colegio e instituto parecida a la mía, quien me propuso un sistema de aprendizaje que él pensaba que era distinto al que nosotros habíamos utilizado aprendido inglés. Se trataba de la escucha activa de podcast y a la repetición de palabras y frases hasta que finalmente las memorizaba sin la necesidad de estudiar constantemente.
Y así, casi de manera improvisada comenzamos a aprender francés. Se trataba de ir aprendiendo de manera automática la gramática y el vocabulario pero del modo en que los niños aprenden la lengua materna: Sin traducciones, reglas o listas de vocabulario. Lo cierto es que era estimulante comprobar que poco a poco y todos los días nos dábamos cuenta de que progresábamos, y que de verdad podíamos hablar con mucha más naturalidad.
A los 10 meses de haber comenzado aprendiendo francés desde cero, decidimos viajar a Francia y comprobar allí si éramos capaces de comunicarnos naturalmente. Por ejemplo, para saber si nuestra pronunciación y comprensión eran suficientemente correctas para que la gente nos pudiese entender y pudiésemos tener conversaciones comunes con gente nativa. Para nuestra sorpresa fue muy gratificante saber que nuestro método había funcionado. Obviamente nosotros hablábamos más despacio y cometíamos errores, pero llegábamos a comunicarnos. Además, la gente era muy amable con nosotros y nos ayudaba a ir mejorando poco a poco el idioma. Se alegraban de que hiciésemos el esfuerzo por hablarlo.
Es por eso, que pienso que para aprender correctamente un idioma la motivación debe de ser constante, que te tiene que gustar, porque de otra forma se acaba tomando como una obligación y es entonces cuando dejamos de aprender satisfactoriamente. Cuando realmente te gusta el idioma, quieres conocer más y más sobre él, por el contrario, estudiarlo por necesidad, sin verdadero interés, para superar un examen o conseguir un trabajo, pero sin sentir pasión, acaba por no gustarte y crear un sentimiento negativo. Así que ya sabéis, las emociones que tengáis son determinantes para aprender correctamente. Si disfrutáis en el aprendizaje, conseguiréis muy buenos resultados, sin necesidad de estar presionados. Espero que con nosotros podáis ir mejorando poco a poco el español y que os ayude el material que vayamos poniendo en la página web. ¡Muchas gracias y mucho ánimo!