¿Los humanos estamos mutando?
JAVIER: ¡Dígame la verdad, doctora! ¿Cómo salí en mi evaluación?
DOCTORA: Tengo que ser muy sincera, Javier… dadas tus capacidades físicas y mentales, ya no
tenemos la menor duda: representas el siguiente paso en la evolución humana ¡eres un mutante!
JAVIER: ¡Woohoo! Pero ¿y usted, doctora? DOCTORA: ¡Yo también soy una mutante! ¡Wooohahaha!
STAN LEE: Si quieres saber qué es una mutación y deseas conocer los superpoderes reales que
las mutaciones nos pueden dar, quédate a ver este video donde responderemos…
¿Los humanos estamos mutando?
Tu cuerpo está hecho de unos 40 billones de células, y en el núcleo de cada una de
ellas hay cromosomas, que son los paquetes en los que se organiza el ADN: una molécula
larguísima formada por estos eslabones llamados nucleótidos. El ADN es un código:
un libro que tiene la receta que dice cómo construirte a tí (o a alguien idéntico a tí).
Un gen es un segmento de ADN que codifica proteínas, necesarias para llevar a cabo todas las
funciones vitales, incluidas tus características físicas. El color y la textura de tu pelo,
por ejemplo, si se te forman hoyuelos en las mejillas o qué tan propenso eres al acné,
son características genéticas. Cada gen está formado por segmentos de tres nucleótidos llamados
codones: cada codón es como una palabra de tres letras que, con la ayuda del ARN mensajero y con
la intervención de otra molécula llamada “ARN de transferencia'', codifica uno de 20 aminoácidos
posibles. Un conjunto de aminoácidos forman una proteína, por ejemplo la hemoglobina presente en
tu sangre o la keratina de tu pelo. Un dato curioso: de todo el ADN,
sólo alrededor del 1% codifica proteínas. El resto tiene funciones como definir si un gen
se expresa o no, o cómo empaquetar el ADN, aunque hay partes que podrían no tener función alguna.
Cada que una célula se reproduce, el ADN también hace una replicación: o sea se copia a sí mismo.
Esto ocurre en tu cuerpo unas 330 mil millones de veces al día: es claro que con tantas copias puede
haber errores. Estos errores son los que llamamos mutaciones. Una base puede ser sustituida, o se
puede insertar una nuevo donde no correspondía, o incluso borrarse, y el gen entonces ya no
produciría la proteína correcta o incluso podría no producir la proteína en absoluto. Por cierto:
de estos tres tipos de mutaciones, la inserción y el borrado son los más graves, porque pueden hacer
que se recorran todos los codones siguientes, formando palabras totalmente distintas.
Al nivel de cromosomas, segmentos completos de éstos también pueden mutar y sufrir duplicación,
borrado, inversión o traslocación. Como te podrás imaginar, la enorme
mayoría de estos errores son indeseables. Pueden interferir con los mecanismos de
reproducción y muerte programada de las células, causando muchos tipos de cáncer.
Las mutaciones pueden ocurrir por exposición a agentes mutágenos, como algunas sustancias
químicas. Ya desde el Siglo Dieciséis Paracelso notó que alguna sustancia que había en las minas
causaba enfermedad y muerte en los mineros: ahora sabemos que era el gas radón. Y en el
Siglo Dieciocho Jophn Hill detectó que el uso de tabaco picado, llamado “rapé”, causaba cáncer
nasal. También se notó que el hollín causaba cáncer a los deshollinadores de chimeneas.
Otras sustancias mutágenas y cancerígenas son el benceno presente en algunos combustibles,
pinturas y cigarrillos; las nitrosaminas que se encuentran en la carne asada a altas temperaturas
o carbonizada, en el tocino frito y en los embutidos como el jamón y la salchicha. También la
radiación causa mutaciones: por eso es necesario limitar la exposición a los rayos x; y la luz
ultravioleta puede hacer mutar las células de tu piel y causar melanomas si te expones demasiado
tiempo al sol. Pero las mutaciones también pueden ser espontáneas: aunque el ADN tiene mecanismos
de corrección de errores, éstos pueden ocurrir de vez en cuando en células completamente sanas.
Si la mutación ocurre en los gametos, como los óvulos o los espermatozoides, la mutación pasará
a tus hijos. Como la mitad del ADN la pone cada uno de los padres, dependerá de la combinación
de ambos genomas si la mutación se expresa o queda “guardada” para futuras generaciones.
¿Y los superpoderes? Bueno, ya te imaginarás que son realmente escasos. Experimentos en
moscas de la fruta han mostrado que el 70% de las mutaciones son dañinas para el organismo.
El 30% restante suelen ser neutrales (como por ejemplo, un cambio en el color de los
ojos) y muy, muy pocas, se podrían considerar benéficas, y esto dependiendo de si suponen
una adaptación al entorno. Pero eso es suficiente para hacer de las mutaciones uno de los factores
más importantes en impulsar la evolución. Digamos que estos bichos hervíboros suelen
ser de color verde. Si una mutación hiciera que se volvieran de otro color,
serían más visibles para sus depredadores y no podrían pasar esos genes a su descendencia. Pero
imagina que una parte de la población migra hacia un ambiente de otro color: ser verde ya
no es una ventaja. De hecho, si alguno mutará al color del ambiente, esto supondría una ventaja:
tendría más posibilidades de sobrevivir hasta tener descendencia y probablemente
los mutantes ahora dominarían el territorio. Algo así observó Darwin en los pinzones de
las islas Galápagos: estos tenían el pico adaptado para comer polen e insectos en los
cactus en una isla donde estos alimentos abundaban y aquellos habían evolucionado
un pico más apto para abrir y comer semillas. Y con los seres humanos: fueron muchas mutaciones,
a lo largo de millones de años, las que hicieron que tuviéramos el cerebro más grande,
que camináramos en dos patas, que nuestro pulgar fuera más móvil, ¡que pudiéramos hablar! … en fin:
las mutaciones nos hicieron ser quienes somos. De modo que sí: lo quieras o no,
todos somos mutantes. Y eso sucede en cada generación: en promedio un bebé nace con
¡70 mutaciones con respecto a sus padres! Y no es que haya un “siguiente paso en la
evolución”: simplemente los seres humanos somos muy diversos. Algunas mutaciones que existen en
la actualidad se pueden considerar superpoderes: Una mutación en el gen TAS2R38 ha creado el
poder del “super gusto”: personas con una sensibilidad a los sabores potenciada que
les permite saborear con mayor intensidad y distinguir potenciales alimentos nocivos.
Los “súper durmientes” son personas que tienen una mutación en el gen DEC2 y que, con sólo dormir
unas 6 horas, se sienten tan restaurados y con energía como las personas que duermen 8 horas.
Se ha encontrado que entre los mejores corredores del mundo es común encontrar
una mutación del gen ACTN3 que hace que los músculos se activen más rápido y que
reparen sus lesiones con más eficiencia. Los tibetanos tienen “súper pulmones”:
una serie de mutaciones, sobre todo la del gen EPAS1 que ocurrió hace unos 3 mil años,
les permite aprovechar mejor el poco oxígeno que hay en las altas montañas.
Es posible que unas cuantas personas, en vez de tener tres tipos de cono en las
retinas de sus ojos, tengan cuatro. Este tetracromatismo les podría permitir ver
colores que los demás seres humanos no podemos. Una mutación en el gen LRP5 produce ¡huesos
irrompibles! Hay casos de personas que han salido de fuertes accidentes ¡sin
ningún hueso roto! Se calcula que sus huesos son hasta ocho veces más densos.
Lo malo es que esa densidad viene acompañada de algunos trastornos del paladar y de los ojos.
¿Alguna de esas mutaciones se generalizará en la humanidad? Es difícil saberlo:
prosperarán en la medida en que sean ventajosas en su medio ambiente. ¡Excelsior! Mientras tanto,
nos conviene celebrar la diversidad, porque ¡todos somos mutantes! ¡Curiosamente!
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