T2E5
Caso 63, temporada 2, episodio 5, El buen doctor.
29 de noviembre 2012.
Han transcurrido casi 48 horas desde que escuché la grabación de Pedro.
Pero el tiempo no parece real.
Ha pasado demasiado.
Me ha pasado demasiado.
Es casi verano, pero está nublado.
El cielo tiene un velo gris.
Así me siento.
Como detrás de una membrana.
Escucho su voz en mi cabeza.
Sé que él está, en algún punto del tiempo y del espacio, confiando.
Esperando algo que ni él ni yo podremos confirmar nunca.
Que yo tenga éxito.
La felicidad de otros por la nuestra.
Sé que jamás lo volveré a ver.
Y esa certeza de la imposibilidad no me derrumba.
De alguna manera me completa.
Me da fuerzas.
El pasado
Gaspar Marín y yo no hemos conseguido dar con el paradero de María Baitía.
Gaspar ha recorrido todas las páginas y nada.
Dos que tienen 50 años y una muerta.
¿Por qué no existe ese nombre?
Quizás esa entidad no se encuentra en esta línea.
Quizás en esta línea no existe Pegaso.
Bueno, pero Gaspar me ha dicho que eso es imposible.
¿Por qué me hubieran enviado a un lugar inútil?
Gaspar salió a juntarse con un amigo investigador.
Quizás tengamos suerte.
Pero no puedo dejar de pensar que si la encontramos,
si encontramos a María Baitía,
una adolescente de 17 años en este tiempo,
solo hay una solución radical para evitar que no tenga futuro.
Solo hay una solución para que nunca tome ese avión en 10 años más.
Sé cómo funciona la salud mental.
Lo he visto en miles de oportunidades.
Un mal diagnóstico etiqueta a alguien y arruina su vida.
La etiqueta de una enfermedad mental.
Terrible lo que estoy diciendo.
Pero es lo único que puede derrumbar a una adolescente que tiene el mundo por delante.
Debo hacer lo más terrible que he hecho en mi vida.
La semilla que voy a sembrar en la mente de María Baitía y en la de su familia
es que necesita confinamiento psiquiátrico, psicofármacos, quizás electroshock.
Una vez entrando en esa espiral, no podrá salir nunca.
Una vida por millones.
Un acto terrible e innecesario con el que voy a tener que vivir para siempre.
¿Sí?
Soy el Dr. Correa. ¿Emilia?
Eh... ¿sí?
Necesito hablar con usted. ¿Puedo subir?
Hola.
Hola.
¿Puedo entrar un momento?
Solo será un minuto. Tratamos de llamarla a usted y a su marido y no respondieron.
Ah, hemos estado muy ocupados. Adelante.
Hermosa.
¿Qué es lo que pasa?
Hermosa.
¿Está sola?
Sí.
¿Y su marido?
Él salió. Mi marido salió.
¿Pasa algo, Dr. Correa?
Emilia, si usted está en peligro, yo puedo ayudarla.
¿Perdón?
Este no es su marido.
Créame, puedo ayudarla.
Está equivocado, Gaspar y yo...
Emilia, usted está siendo manipulada por mi trabajo. Veo esto todos los días.
Bueno, insisto, usted se equivoca. Usted...
Emilia, no se resista a los hechos. Revisé la ficha clínica. Todo lo que ese hombre nos entregó es falso.
Busqué sus antecedentes. Gaspar Marín nunca ha estado casado.
Llamé a un amigo de la policía de investigaciones. Lo investigamos secretamente.
Congeló ingeniería civil industrial. Tiene un foro de ciencia ficción en Internet.
Por favor, mire este lugar. Usted no pertenece aquí.
Él está metiéndole ideas en su cabeza.
¿Está la policía con usted?
No, no. Aquí se... Preferí venir solo.
¿A qué?
Yo estoy bien, doctor.
¿Usted cree estar bien?
Síndrome Estocolmo. Una persona se siente en deuda con su captor.
Emilia Sanz ni siquiera es un hombre verdadero. Él la nominó.
Él le dio una identidad. Él la tiene atrapada.
Él inventó lo del viaje en el tiempo.
¿Eso es lo que usted quiere saber?
Las relaciones tóxicas ponen en peligro a las personas.
Las manipulan a través de sus vulnerabilidades.
¿Y usted está muy seguro de que yo soy una mujer vulnerable?
Mi experiencia me dice que si aparezco con la policía, él puede pensar que usted lo llamó.
Y eso la pondría en peligro. Eso la convertiría en una persona vulnerable.
¿Quién es Gaspar Marín?
Un amigo.
No, no. Él no es su amigo.
Los amigos no inventan realidades paralelas para que otros amigos pierdan la cabeza.
Esto para él es un juego.
Está equivocado. La relación que tengo con él es completamente consensuada.
Se llama codependencia y es un tipo de relación muy peligrosa.
¿Qué pasará en un mes más, el 21 de diciembre, cuando su amigo le diga que el mundo se acabará según el calendario maya?
No está entendiendo nada, doctor.
¿Qué pasará cuando su amigo le diga que recibió mensajes del futuro y que debe morir?
¿Le interesa ese tema?
¿Por eso necesita verme?
¿A qué se refiere?
¿Por qué vino usted y no vino la policía si descubrió lo que dice que descubrió?
¿A qué vino doctor Correa?
¿Investiga personalmente a todas las pacientes que da de alta?
No.
Bueno, ¿qué quiere de mí entonces?
¿A qué vino realmente?
A buscarla.
Necesitaba venir a buscarla.
Ok.
Vamos a otro lugar.
Ok.
Vamos a otro lugar.
Si está grabando esto por su protección o para usarlo en mi contra, no es necesario.
Yo solo quiero que usted esté bien.
Grabar es una ayuda para ordenar mi mente.
Y los fármacos que usted me recetó no me ayudan precisamente a eso.
¿Por qué estamos en su auto, Vicente?
¿Qué quiere de mí?
¿Por qué está en el auto?
¿Por qué está en el auto?
¿Por qué está en el auto?
¿Por qué está en el auto?
¿Qué quiere de mí?
Estoy yendo en contra de todos los códigos éticos en los que creo.
Pero empecé a investigarla por mi cuenta porque no he podido dejar de pensar...
...en usted.
Y cuando supe que fue extraída del hospital mediante informes falsos, me preocupé.
Y aún creo que usted está en peligro con un hombre así.
Le agradezco mucho su preocupación, doctor.
Pero todo tiene una explicación.
¿Quién es usted?
Su paciente. Recuperada.
No, no me refiero a eso.
No soy nadie, doctor.
Ni siquiera deberíamos estar hablando.
¿No le ha pasado sentir que el mundo es...
...es una especie de torbellino incesante de personas, relaciones que nacen y mueren...
...y se mantienen o se disuelven?
Y uno ve de pronto el dibujo completo.
Ve la gente de aquí para allá intentando vivir y sentir la sensación de estar...
...desarraigado y de no sentirse vinculado con nadie.
Y de pronto llega alguien, alguien improbable, y esa sensación de vacío se desvanece.
Y uno puede sentir esa especie de...
...no sé cómo llamarlo, de...
...de lazo.
De lazo con esa persona y el mundo comienza a tener un sentido.
Yo sentí eso con usted.
Al principio no entendí que lo experimentaban, no quería entenderlo.
Me dijo Pedro la primera vez que la vi.
Y aunque no era mi nombre, pensé que los nombres son tan temporales, tan frágiles.
Y me sentí, de algún modo, Pedro.
Cuando llegó del aeropuerto, mientras deliraba, me sentí...
Cuando llegó del aeropuerto, mientras deliraba, yo estaba con usted.
Y a veces abría los ojos y me decía, ¿esto ya terminó?
¿Lo conseguimos?
Usted me miró como si yo fuera parte de su vida.
Con nadie, ni siquiera con mi mujer, que amé todos los días de su vida, me sentí tan cercano.
Tanto como cuando usted me miró.
Entonces, ¿usted viene y me dice eso?
¿Para qué?
¿Qué se supone que tengo que hacer con lo que me está diciendo?
¿Cómo puedo satisfacer su curiosidad, esa pieza que no encaja en su rompecabezas?
¿Qué se supone que soy?
Una llave.
¿Eso siente que soy?
No puedo explicarlo.
De ninguna manera, ni remotamente de manera científica.
Yo la conozco.
Olvidemos si me miente o no.
Verdades, mentiras, palabras.
Yo la conozco.
Es una certeza.
Sé que es importante.
Es como una especie de llave, que no sé que abre, pero que sé que es real.
Se está confundiendo, doctor.
Durante años, antes de estudiar medicina, quería ser músico.
Cuando compones música, a veces pasa que sabes la partitura que viene.
Y luego es así.
Es como si la melodía ya existiera antes de que la crearas.
Es un mal ejemplo, pero algo así me ha sucedido con usted.
Pero yo no soy una partitura.
Soy, o fui, su paciente.
Y si vuelve a hablar conmigo o a aparecer, lo voy a denunciar por comportamiento indebido.
Diré precisamente que ha venido a mi casa a acosarme, abusando de su autoridad como médico.
Perdón, no se baje.
Perdóneme.
Crucé una línea delicada e inapropiada.
Tienes razón.
Tienes razón, lo siento mucho.
Tantos años de carrera y nunca me había pasado esto.
Esta semana es el aniversario de la muerte de mi mujer.
Estoy vulnerable.
Sé que no es excusa, pero...
¿Qué lo lleva a pensar que soy como una llave?
Una estupidez.
¿Qué estupidez?
Soñé con usted.
¿Qué?
Un sueño extraño.
¿Qué ocurría en ese sueño?
Usted y yo en una ciudad antigua.
Tejados, pájaros al atardecer.
Al parecer estábamos en un hotel y éramos una antigua pareja de amantes.
Un sueño muy vívido.
¿Qué fue lo que pasó?
¿Qué fue lo que pasó?
Un sueño muy vívido.
Usted era mi mujer, pero al mismo tiempo no lo era.
No sé si me comprende.
Antes de que enfermara a mi esposa, nosotros viajamos a Roma.
¿Roma?
Ella era fotógrafa.
Creo que la mente me jugó una mala pasada.
No hay que prestar mucha atención a los sueños, doctor.
Usted lo sabe mejor que yo.
En esta tarjeta está mi dirección y mi número.
Por su mirada sé que no piensa volver a verme, pero si está en peligro...
...o cualquier cosa que se le parezca, puede acudir a mí.
Atiendo pacientes en mi casa, no sería algo irregular.
Puede llamar cuando quiera, puede golpear mi puerta a la hora que lo necesite.
Mi hija ya está acostumbrada a visitas inesperadas y urgentes.
¿Tiene una hija?
Sí.
Un adolescente problema.
Como todas las adolescentes.
Bueno, María es María.
¿Qué?
¿María?
Sí, María.
¿Cuál era el apellido de su mujer?
¿Cómo?
El apellido de su mujer.
Beitia.
Mi hija dice que cuando sea mayor de edad quiere que sea su primer apellido para recordarla.
¿Qué pasa?
Está pálida.
Está llorando.
Lo siento mucho, fui muy poco profesional.
Está bien, está bien.
¿Pero por qué saca su móvil? ¿A quién va a llamar?
No, no, a nadie.
Guardé en este teléfono algo que quiero que escuche.
Algo que alguien me dio.
Ok.
Vicente, necesito que ahora tú confíes en mí.
¿Qué?
Que ahora tú confíes en mí.
¿Puedes?
Sí, sí, está bien.
Por favor, solo escucha y confía.
No.
¿Qué?
¿Qué es esto?
Que escuchaste, Vicente.
¿De dónde?
¿De dónde?
¿De dónde?
¿De dónde?
¿De dónde?
¿De dónde?
¿De dónde?
Esa pieza...
Esa pieza la compuse yo para mi mujer.
Es...
Era nuestra melodía.
La compuse hace años.
Lo sé.
Y me la regalaste a mí en el futuro.
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