El Batallón de Los San Patricios Episodio 9
La batalla comenzó en la mañana, un poco antes del mediodía y continuó hasta la noche. Ahora es de noche y ahora los batallones de los mexicanos y el batallón de los San Patricios están arrinconados, encerrados en el fortín, en la fortaleza. Las tropas americanas están bombardeando el fortín con sus cañones y ahora están entrando en el fortín. Riley y sus hombres ahora están luchando, combatiendo mano a mano contra los americanos.
Riley: ¡Sargento Daly! ¡Prepare el cañón y dispare! ¡De prisa! ¡Los otro también! ¡Los mosquetes! ¡Disparen!
Riley le pregunta a Daly si los mosquetes están cargado si todavía tienen balas para disparar.
Daly: Eso espero Señor.
Sean: ¡John! Se llegáramos a ese cañón le echo brío al infierno
Riley: Muy bien. ¡Soldados! ¡Iremos a la ciudadela!
(citadel) ¡Kineally! Traiga a los hombres aquí!
Kineally: ¡Yo lo habéis oido! ¡Moveos!
Riley: Kineally. Cúbrenos la espalda el tiempo que puedas. ¡Iremos a la ciudadela!
Riley: Patty. ¡Vamos!
Entonces, Riley y los hombres atacan el cañón en control de los soldados americanos y entran a la ciudadela del fortín. Cientos de soldados americanos ahora están entrando al fortín a caballo, a pie, y la situación definitivamente parece muy negativa para los San Patricios.
Riley: ¡Compañía! ¡Apunten! ¡Fuego! ¡Adelante! ¡Fuego! Ahora las tropas americanas y las tropas mexicanas de voluntarios y los San Patricios están en la plaza a una distancia de no más de cincuenta metros (50) media cuadra, y están en pleno tiroteo con los mosquetes y también peleando mano a mano. Los amerianos tienen la ventaja porque los americanos han rodeado el fortín y también están peleando contra los mexicanos dentro del fortín. Las tropas mexicanas y los San Patricios están rodeados, arrinconados. La derrota es inminente. No hay salida. Solamente es cuestión de minutos.
Kineally: ¡En la puerta!
Grabowski: ¡Sí señor!
Grabowski y los hombres tienen una viga de madera y están golpeando una puerta de acceso a otra plaza. Necesitan derrumbar la puerta para entrar a la plaza para tener más opciones en la batalla, porque ahora, en este momento, están rodeados.
Riley: ¡Vanguardia! ¡Vamos!
¡Vamos!
Ahora Kineally con sus hombres consigue romper la puerta y los San Patricios entran a la plaza y continúan luchando en la plaza, en el combate. Los hombres de Riley toman posesión de un cañón y dirigen, apuntan el cañón hacia la puerta principal donde las tropas americanas están entrando al fortín. Tienen la idea de usar el cañón para disparar contra la puerta principal y matar a cuantos soldados americanos que puedan (as many as they can)
Riley: ¡Que alguien ayude a esos hombres! ¡Vamos compañía! Vienen hacia la puerta. ¡Listos para disparar!
Justo en el momento que Riley y sus hombres van a disparar contra la puerta principal, en el campanario, uno de los soldados mexicanos toca la campana. La campana está sonando contínuamente y el soldado está hondeando una bandera blanca señalando la rendición. Las tropas mexicanas están rindiéndose. Riley y sus hombres están molestos, realmente alterados con el hombre que tocó la campana pero es demasiado tarde; las tropas mexicanas dejan de luchar y ponene sus armas en el suelo. Es el fin de la batalla y el ejército mexicano ha perdido la batalla. El ejército americano ha logrado invadir México y ha tomad posesión de la ciudad de Monterrey. En los ojos de los mexicanos, John Riley y sus hombres son héroes porque lucharon en defensa de México. En los ojos de los americanos, son traidores, cobardes.
Riley: Se han rendido
Próxima escena:
Nosotros vemos al general Zachary Taylor, a su asistente el Coronel Lacy. El general Taylor está sentado en un escritorio con Lacy parado al costado. Adelante, parado está el general Ampudia del ejército mexicano. El general Ampudia acaba de leer el documento. El documento de rendición. Ahora está firmando el documento, formalmente rindiéndose al ejército americano. El general Ampudia entonces saca su sabre y agarrándolo, extiende las dos manos ofreciéndole el sabre al general Taylor y pone el sabre en encima del escritorio.
Se le nota en la cara una frustración y tristeza.
General Taylor: Adelante, Coronel Lacy
Coronel Lacy: General Ampudia. El general Taylor no quiere su sabre. Esto es una tregua. No una derrota.
General Taylor: No me gusta esta guerra, General Ampudia. Su honor está intacto.
General Ampudia: Usted es un hombre honorable. ¿Por qué ha invadido mi país?
General Taylor: Ordenes, amigo. Usted entiende de eso. No todos comparten los planes del Presidente Polk. Once congresistas piden su incapacitación (impeachment) y la mayoría de los periódicos abogan por el final de la guerra. John Quincy Adams dice que los esclavistas quieren esta tiera para tener más plantaciones.
General Ampudia: No hay esclavistas en México.
General Tayor: Bien. Mientras tanto, General Ampudia. Retire sus tropas de la ciudad con todos los honores que se dejan.