El Plástico que te estás Bebiendo
Aún tenemos que seguir hablando sobre cambio climático, pero hoy me voy a desviar a otro
problema al que tenemos enfrentarnos como civilización.
Veréis, según un estudio reciente, el Top 5 desperdicios más comunes en las costas
a nivel mundial son: las colillas, los envoltorios de plástico, las pajitas y agitadores de
plástico, los cubiertos de plástico y las botellas de plástico.
Vaya, ¿véis el patrón?
Está claro: si analizamos de qué está hecha esta basuraleza el plástico es el rey.
Y esto no tendría por qué extrañarnos, ¡no vivimos en la edad del plástico por
capricho!
lo producimos en masa por lo increíblemente útil que es.
Poniéndole su nombre pijo: los polímeros sintéticos son sustancias terriblemente versátiles.
Fórmalos con los químicos correctos, y tendrás un material opaco y duro, como el PVC de la
tuberías.
Fórmalos con otros y tendrás uno transparente y maleable, como el PET de las botellas de
agua.
En cualquier caso, el resultado es un material muy resistente… y esto tiene una gran desventaja.
Los seres humanos también fabricamos cantidades ingentes de cartón.
La diferencia es que cuando el cartón es desechado, la Madre Naturaleza por lo general
puede descomponerlo y reabsorberlo en días.
Con el plástico tarda décadas sino siglos.
En cierto sentido al crear un material tan alucinante también hemos creado una gran
responsabilidad: gestionarlo.
Darle otro uso o convertirlo en algo que la Madre Naturaleza sí pueda manejar.
Y tengo que decir que en esa tarea lo estamos haciendo muy mal: por ejemplo, un análisis
concluyó que en 2013 el 72% del plástico mundial o bien acabó acumulado en vertederos
o bien se dejó tirado sin control en la Naturaleza.
El 14% se incineró (lo cual como que fatal para el cambio climático) y el otro 14% se
recicló… Pero no todo se hizo adecuadamente.
Se estimó que el 4% se perdió en el proceso, que el 8% se convirtió en plástico pero
de peor categoría y que solo el 2% se recicló correctamente.
Dos de cien.
“Pero, bueno” os preguntaréis algunos.
“Si el plástico es tan resistente, ¿que más da que haya unas cuantas bolsas por ahí
flotando?
¡No son veneno!
No pueden hacerle daño a nadie”.
Dejando a un lado todos lo casos de animales que fallecen por la ingestión de plástico,
o los incidentes en los que enormes cantidades de bolsas de plástico han taponado el drenaje
de algunas ciudades contribuyendo a inundaciones, incluso olvidando que la descomposición del
plástico estimula la actividad de algunos microorganismos, hay consecuencias aún más
sutiles...
Pero comencemos con un enigma: cuando los científicos comparan cuánto plástico se
ha vertido a la naturaleza y cuanto hay flotando en el mar y en los ríos, las cuentas no salen:
recogen mucho menos del que deberían.
¿Dónde se ha marchado el resto?
Se sabe que una parte se hunde hasta el fondo marino, pero con eso no basta.
La respuesta completa es que una porción se ha vuelto pequeñito.
Sí, la Madre Naturaleza malamente puede contra el plástico, pero el Padre Sol es muy eficiente.
El efecto del bombardeo con rayos ultravioletas combinado con la fuerza del oleaje, consigue
fragmentar al plástico en trocitos cada vez más pequeños, pero igual de resistentes:
los microplásticos.
Los microplásticos no solo se generan a través de la basura marina.
El desgaste de los neumáticos genera una cantidad considerable, al igual que el lavado
de prendas con fibras sintéticas, incluso fabricamos microplásticos a propósito para
meterlos en jabones y exfoliantes.
Estos últimos pueden ser filtrados con un correcto tratamiento de aguas, pero aun así
los océanos de todo el mundo están llenos de estos cachitos.
Y como los microplásticos son tan pequeños no es de extrañar que las cadenas alimentarias
del océano los hayan estado absorbiendo durante años, incluso que ya hayan saltado a nuestro
mundo en la superficie.
De hecho, ya se han detectado tanto en la sal común, como en el agua del grifo o la
embotellada.
Los microplásticos están sobre nuestras mesas y muy probablemente en nuestro interior.
Ahora, cómo de perjudicial es esto es algo que aún se está estudiando.
La preocupación principal es que algunos plásticos (como el styrofoam de los envases
de hamburguesas) tienen sus propiedades gracias a compuestos como los estirenos o los benzenos,
que dentro de nuestro organismo pueden ser problemáticos.
Poco se sabe todavía de los impactos exactos en nuestra salud.
Pero el peligro de los microplásticos no acaba aquí: se ha detectado en el Mediterráneo
que sobre estos trocitos se pueden formar grandes colonias de microbios, principalmente
algas unicelulares como las diatomeas.
Dado que los microplásticos pueden moverse por los océanos con tanta facilidad, es preocupante
que estos microorganismos puedan viajar con ellos largas distancias, llegando a ecosistemas
marinos que no están bien adaptados a estos bichos.
Y no solo hablamos de microbios: trozos más grandes también transportan flora y fauna.
De hecho, estos plásticos oceánicos ya están empezando a ser considerados vectores de dispersión,
al igual que los mosquitos son vectores de la malaria
Ok, entonces ¿qué hacemos con todo esto?
¿cómo podemos solucionarlo?
Yo creo que hay dos vertientes: qué acciones podemos hacer como individuos y qué podemos
exigir a nuestros políticos.
Elige la batalla que más te estimule.
A título personal creo que está claro: primero evita lo máximo posible los plásticos de
un solo uso.
No tienes que volverte loco reduciendo absolutamente todo el plástico que ves a tu alrededor,
de hecho el dispositivo con el que me estás viendo tiene componentes de plástico que
hoy en día no sabemos sustituir.
Me refiero a cosas como estas, envoltorios o vasos que tiras rápidamente a la basura.
Más de un tercio de toda la producción de plástico va a ellos, es un buen lugar donde
empezar a cambiar las cosas.
Segundo, si ya tienes algo de plástico reutilizalo, dale un uso.
Aun así, tampoco hay que volverse loco, se sabe que algunos productos no puede reutilizarse
indefinidamente; que podrían desgastarse y ser dañinos.
Lo más razonable es comprar cosas de plástico que sabes que van a tener una vida útil larga,
y no que van a cumplir su función en cuestión de minutos.
Lo que me lleva al tercero: si tienes que desprenderte de un plástico recíclalo, ponlo
en el sitio correcto para que lo traten.
De lo contrario o bien acabará en un vertedero descomponiendose o bien acabará como basuraleza,
perturbando ecosistemas y esperando lentamente a que las corrientes lo lleven al mar y sea
fragmentado en microplásticos.
Pero estas acciones individuales tienen que estar acompañadas de un sistema en todos
los países que nos facilite el reciclado y que sea eficiente; esto es lo que tenemos
pedir a nuestros líderes.
Ahora, ¿cómo podemos llegar hasta ahí?
¿basta con disponer de contenedores distintos y tener la educación como para saber separar
la basura?
¿o es necesario proponer nuevos métodos?
Esto lo veremos en detalle en un próximo vídeo.
Pero si queréis saber más sobre los problemas de los plásticos, cómo impactan en la Naturaleza
y qué cosas podemos hacer para ponerle arreglo, os invito a que vengáis a este evento organizado
por el proyecto Libera: las “Charlas contra la Basuraleza”.
Estaremos Juan Luis Cano de Gomaespuma, Pilar Zorzo, presidenta de la asociación española
de basuras marinas y un servidor hablando sobre todo este tema.
Sabiendo los que estamos estoy seguro que será muy entretenido.
¡Además tenemos gira!
Estaremos en Madrid, en Zaragoza y en Barcelona en sus respectivos Caixa Forums.
Si os interesa, os dejo en la descripción un link en el que tenéis más información
y en el que podréis pillar las entradas.
Son gratuitas.
Muchas gracias al Proyecto Libera de SEO Bird Life y Ecoembes por contar conmigo y patrocinar
este vídeo...
Y ya sabes si quieres más ciencia solo tienes que suscribirte.
Y gracias por verme.