01.05.2020 Las dos batallas de los 'Dreamers' (2)
La Corte Suprema, que está evaluando si el presidente Trump puede o no eliminar el programa DACA, aplazó la decisión y aceptó considerar el aporte de unos 27 mil soñadores que están trabajando en los hospitales, en la primera línea de batalla contra el COVID-19.
Fernanda: Porque en este documento hablan de cómo ahorita hay más de 200 mil trabajadores esenciales que tienen DACA en este momento. Están trabajando casi 30 mil en hospitales y en el campo de todo lo que es temas de salud. Hay 80 mil que están, que trabajan normalmente en algo relacionado con comida, ya sea restaurantes que todavía sirven comida ahorita para llevar, o en las tiendas de comida. Entonces, lo que le piden a la Corte, es decir OK, sabemos que ibas a tomar una decisión en DACA, pero nadie se esperaba esta pandemia del coronavirus. Entonces, por favor, no tomen decisión ahorita. Y si la toman, tomen en consideración cómo puede afectar a hospitales, a tiendas de comida en este momento.
Eliezer: Tú cubres esto hace años, ¿no? los Dreamers y DACA. ¿Qué es, si quieres, lo que más te ha impresionado o lo que más tienes presente, particularmente sobre ellos, no, sobre los Dreamers?
Fernanda: He visto, yo creo, un poquito en la evolución de DACA de ser una victoria medio ganada a… pues, mucha gente con quien yo hablo que tienen DACA dicen: Yo siento un privilegio enorme, es como… soy uno de los suertudos que puede tener esta estabilidad. Aunque sea una estabilidad que no es permanente, es una estabilidad que los ha dejado hacer una vida muy diferente a sus compañeros que no tienen DACA. Y yo creo que cuando llegó Trump evolucionó un poquito más y creció un poquito más el deseo de salir a las calles y decir: no, no me vas a quitar este permiso. Veme la cara: Soy el asistente de tu dentista, soy la maestra de tu hijo, soy el doctor que está trabajando ahorita con pacientes del coronavirus, o la enfermera que está en el hospital cuidando a tu abuelito. Pero una cosa sí ha sido muy constante. Entienden que el haber decidido darle su información al gobierno estadounidense puso en riesgo a lo mejor, a sus familiares que no tienen papeles, y a sus papás.
Eliezer: Y si la corte decide que el gobierno de Trump puede eliminar DACA, a ellos mismos.
Aunque el Departamento de Seguridad Nacional se había comprometido a no compartir la información personal de los Dreamers con ICE, la agencia de inmigración, hoy se sabe que sí tienen acceso a sus datos, incluyendo las direcciones de sus casas. Esto quiere decir que si la próxima semana o en junio, DACA desaparece, ICE sabría exactamente a dónde ir a buscar a los Dreamers y a sus padres, que, en tiempos de cuarentena, suelen estar en sus casas.
Fernanda Echávarri es periodista en la revista Mother Jones.
Ya volvemos.
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Silvia: Ya estamos de vuelta en El hilo. Antes de la pausa, Fernanda Echávarri nos habló sobre los Dreamers y la incertidumbre por la que están pasando mientras esperan la decisión de la Corte Suprema. Entre ellos están los más de 200 mil jóvenes que siguen trabajando durante esta pandemia como trabajadores esenciales.
Silvia García: Bueno, mi nombre Silvia, Silvia García. Soy trabajadora del campo.
Silvia: Mi tocaya es una de ellos. Hablamos por teléfono esta semana. Es miembro y líder de la Fundación de la Unión de Campesinos. Tiene 26 años y vive en Fresno, California, con su esposo, quien también trabaja en el campo, y sus tres hijos. El mayor tiene 7 años, le sigue una niña de 4, y luego un bebé de un mes.
Silvia: Vine por la frontera, aquí llegamos aquí en… a Nogales.
Silvia: Llegó a Estados Unidos cuando tenía 9 años, con sus padres y sus tres hermanos desde Guerrero, México. Y apenas llegó, empezó a trabajar en los campos.
Silvia: Como no… el motivo de que no conocíamos a nadie, pues nos costaba trabajo ir a trabajar o conseguir trabajo. Empezamos, bueno, aquí cuando llegamos empezamos a ir al ejote.
Silvia: O sea, a recolectar ejotes al campo. Los ejotes, bueno, tienen diferentes nombres en varios países, como vainitas, judías verdes, chauchas, o habichuelas.
Silvia: Ya después, este, fuimos a Oregon, fuimos a la pizca de fresa, de mora y de ahí nuevamente volvimos a regresar aquí a Fresno.
Silvia: En Fresno fue al colegio y cursó hasta el penúltimo año de secundaria y en el 2013 se enteró sobre DACA.
Silvia: Y tenía esa desconfianza de… de, cómo decir, si aplico entonces qué, qué va a pasar. Eso de que estaban diciendo que nuestra información iba a llegar a Inmigración. Y entonces estaba con esa duda y qué tal si no califico, inmigración va a saber toda mi información. Y entonces, este, no apliqué en ese momento. A pliqué apenas en el 2017.
Silvia: Tenía 23 años. Se lo aprobaron, y pudo seguir trabajando con la tranquilidad de que tenía esa protección, aunque fuera temporal.
Silvia: ¿Cómo ha sido trabajar ahora desde que empezó la pandemia?
Silvia: Pues es algo difícil también, porque, este, pues en el campo el mayordomo, o líder, trae, este, como 20 personas y hay veces que tenemos que reunirnos todos por el motivo de que nos tiene que explicar cómo quieren, cómo quieren la pizca, cómo quieren la fruta. Y entonces todos nos reunimos, y de esas personas pues no sabemos en dónde estuvieron, no sabemos si ellos están contagiados o no. Y pues ahí estamos todos y pues, este, tenemos ese miedo también de contagiarnos y de regresar a casa y contagiar a nuestros hijos.
Silvia: Silvia está tomándose un tiempo para estar con su bebé recién nacido, pero su esposo sigue trabajando todos los días en el campo, tomando precauciones por el virus.
Áurea: Soy un estudiante de un programa de Masters. Vivo en los Estados Unidos y obviamente, como ustedes saben, soy recipiente de DACA. Y por el momento, durante la pandemia, ahora también soy una trabajadora esencial.
Silvia: Ella es Áurea. Bueno, ese no es su nombre, pero nos pidió que la llamemos así para proteger su identidad. Es ecuatoriana, y mientras estudia su posgrado en Carolina del Norte trabaja como técnica farmacéutica. Llegó a Estados Unidos con 15 años. La compañía en la que trabajaba su papá en Ecuador se fue abajo, y algunos negocios que trató de sacar adelante no funcionaron, entonces decidieron irse.
Áurea: Yo me acuerdo básicamente que un día mi papá me preguntó, este: “¿Te gustaría ir a vivir a los Estados Unidos?” Y, claro, cuando uno es pequeño, 14, 13 años, todo le parece chévere, ¿no? Entonces, claro, yo dije, “Claro, me encantaría”, pero ya otra cosa es venir acá y, y tener la experiencia de emigrar a otro país, y básicamente empezar desde cero. Es completamente diferente a lo que uno se imagina cuando le preguntan.
Silvia: Hablaba inglés, entonces eso no fue un gran problema al llegar.
Áurea: Lo que fue difícil, obviamente, es tratar de hacer la vida sin, sin la familia. O sea, sin las cosas que uno solía hacer todo el tiempo. Yo creo que, que eso es lo más difícil de migrar a cualquier lado: desarraigarse de la familia y de las tradiciones que, que han estado en la vida de uno por siempre.
Silvia: Áurea dice que en 2012, apenas salió DACA, estaba lista para mandar sus documentos.
Áurea: Y yo me acuerdo, estaba viendo la televisión el rato que pasó… fue como no sé…. O sea, no sé, fue una emoción tan grande, porque tantas puertas se me… Básicamente estudiar, qué era lo que yo más quería, y se me abrieron bastantes puertas y fue un… No puedo describir, o sea, yo no puedo describir ese sentimiento que tuve cuando, cuando sucedió, cuando yo fui a la universidad a registrarme. Yo creo que nunca había sentido una emoción más grande.
Silvia: Con becas y diferentes trabajos ha podido costear sus estudios, y también ayudar con cuentas de la casa. Paga los gastos de su auto, su comida. Empezó a trabajar en la farmacia hace 3 años porque le quedaba cerca de su casa.
Áurea: Cuando empezó la pandemia, no voy a mentir que estaba muy asustada. Básicamente porque uno nunca sabe con quién se va a topar. Yo me acuerdo que me puse una máscara, yo empecé a protegerme un poco, y la compañía todavía no había dado esas leyes de que podías ponerte máscara, guantes, todas esas cosas. Y esa ha sido la, la parte más difícil de trabajar. Decirle a las personas: no te acerques mucho, puedes por favor ponerte atrás de la mesa para insertar tu tarjeta o pagar por tu orden. Yo soy una persona muy amigable entonces a veces, por ejemplo, incluso con, con las personas mayores, con los adultos mayores, me da mucha pena tener que decirles, “¿Se puede hacer más para atrás, por favor? No se acerque mucho”. Tengo clientes que me conocen de años, que muchos me dan abrazos y, realmente, decirle a las personas que no te den un abrazo va contra la naturaleza humana.
Ana Laura: Soy Ana Laura González, soy una enfermera en Austin, Texas.
Silvia: Hablé con Ana Laura justo después de un turno de 13 horas que había hecho en el hospital. Trabaja en el área de cuidados intensivos, en traumatología. Llegó a Estados Unidos a los 3 años.
Ana Laura: Bueno, mis papás me dicen que llegamos con visas de visitantes y se expiraron como después de, yo creo que ocho años, pero no me acuerdo en verdad de nada. Sí me acuerdo una vez que regresamos a México cuando tenía 8 años, pero también de eso tampoco no me acuerdo. Yo nací en San Luis. Entonces desde ahí manejábamos, regresábamos, pero en verdad no me acuerdo de nada.
Silvia: No ha regresado desde esa vez que fue con 8 años, porque claro, si regresa, ya no puede volver, por no tener papeles. Ana Laura no supo que era indocumentada por mucho tiempo.
Ana Laura: Yo creo que mis papás no me quisieron decir y a la mejor era mejor porque no dejé que ese fuera un obstáculo para mí. Pero ya cuando estaba en high school, cuando estaba como en el grado 11, estaba aplicando para becas para el colegio y empecé a ver en las aplicaciones que no tenía seguro social. Entonces les pregunté a mis papás y me explicaron todo. Y claro, en ese momento estaba como triste, no tanto enojada, pero muchas oportunidades no iba a tener porque no tenía un número de seguro social.
Silvia: Sin número de seguro social en Estados Unidos es difícil conseguir una licencia para conducir, por ejemplo. Y eso puede sonar como algo pequeño, pero sin ese número tampoco puedes obtener ayuda financiera del gobierno federal para estudiar. Ana Laura era un estudiante excelente.