Celos entre hermanos: ¿qué podemos hacer?
Cuando se tiene más de un hijo, el tema de los celos entre hermanos es algo que está
muy presente en el día a día. Y es que los niños muchas veces son así, “culo veo, culo quiero”.
Pueden llevar meses sin hacerle caso a un juguete que, si lo coge su hermano,
justo en ese momento es lo único que quieren para jugar. O si estás dando teta al bebé,
llega el mayor que estaba tranquilamente jugando en la otra punta de la casa para pedirte caso
en ese preciso momento, como si su hermanito no tuviera derecho el pobre… ¿qué hacemos
con esto de los celos?
A ver, una advertencia: si estáis aquí buscando trucos para evitar los celos entre hermanos...
lo siento, buscadotro vídeo porque éste no es el vuestro.
Los celos entre hermanos son algo normal;
por mucho que nos esforcemos en que no pase, se calcula que más del 90% de los niños
mostraran celos en mayor o menor grado ante el nacimiento de un hermano. Por eso es necesario
ver los celos como una parte normal de la relación entre hermanos y no como un problema
en su relación o como un fracaso por nuestra parte. Pero ojo, que sean tan frecuentes no
quiere decir que cualquier conflicto que se vaya a dar entre hermanos sea debido a los
celos, pueden darse casos de rivalidad por otros motivos que no tengan nada que ver,
por ejemplo, por espacio, por posesiones, conflictos de poder, por motivos de manejo
de disciplina, etc. La diferencia de edad entre los hermanos es
uno de los factores que influyen en la aparición de los celos entre hermanos. Para que se den
los celos primero debe haber una relación de apego entre el niño y el cuidador principal
(que habitualmente es la madre), así como unas expectativas por parte del niño respecto
a cómo tendría que ser esa relación, y esto no ocurre hasta el año de edad, más
o menos. Así que antes del año de edad es difícil que aparezcan, la cosa es que pocos
hermanos (excepto mellizos y gemelos) se llevan tan poco tiempo. El punto álgido de los celos
estaría entre los 2 y los 4 años, que son unos años intensos independientemente de
este tema, porque también es cuando se dan con mayor frecuencia las rabietas. Además,
es muy habitual que los hermanos se lleven entre dos y cuatro años...
Pero ojo, cuidado; muchos padres con niños de estas edades cantan victoria cuando nace
el hermanito porque no han aparecido los temidos celos. Pero luego el hermanito crece, y cuando
tiene 6 u 8 meses ¡booom! Aparecen de golpe esos celos. ¿Por qué? Porque hasta ese momento
el bebé se había limitado a dormir, mamar, y cagar, pero ahora ya empieza a llamar más
la atención, a hacer “monerías”, a pedir juguetes, y de repente sí que se convierte
en “competencia” para el hermano mayor. Cuando los hermanos se llevan más de 3 años,
el problema de los celos se amortigua un poco porque los niños ya tienen un mayor desarrollo
cognitivo y emocional que les permite entender mejor la situación, y son un poco menos dependientes
de la madre. Esta mayor independencia hace que el mayor no perciba tanto como un rival
o una amenaza al bebé, porque tienen necesidades más diferentes y no tienen que competir tanto
por las mismas cosas. Y la pregunta del millón, ¿cómo podemos
hacer para evitar los celos? Como he adelantado antes, aunque los padres “lo hagan todo
muy bien” la mayoría de los niños van a mostrar manifestaciones de celos ante la
llegada de un hermano. Y no es culpa de los padres ni del hijo, es una reacción normal
en el desarrollo de los niños ante los cambios que suponen pasar de ser el centro de atención
de los padres a tener que compartir tiempo y recursos con el recién llegado. Por este
motivo también suele ocurrir que el primogénito es el que más acusa estos cambios, porque
antes tenía a sus padres “solo para él” y el cambio es muy grande. Cuando ya son más
hermanos, el cambio es algo menos drástico porque antes ya estaban obligados a “compartir”
a papá y mamá. Muchas veces se dice que lo mejor para los
celos es “tratar a todos los hijos por igual” Y no es así, porque cada hijo tiene unas
particularidades y unas necesidades especiales, con lo que tratarlos a todos por igual, en
realidad, puede ser injusto y de hecho favorecer la aparición de los celos. Eso sí, hay que
intentar que los hijos tengan las mismas oportunidades, pero ni podemos ni sería deseable tratarlos
a todos por igual. Llevando el ejemplo a un extremo: imaginemos que uno de los hermanos
tiene algún tipo de discapacidad (por ejemplo, que sea sordo, ciego, que tenga movilidad
reducida…) ¿A que no sería justo tratar a los dos hermanos por igual? Si les tratáramos
igual, estaríamos dando una ayuda a alguien que no la necesita, y restando apoyo a quien
más falta le hace: hay que tratar a cada hermano de manera individual, en función
de sus características y necesidades. Pero bueno, aunque no podamos evitar los celos,
sí que podemos amortiguarlos en cierta mediada ante la llegada de un hermano. Por ejemplo,
durante el embarazo podemos hablarle del bebé, permitirle que lo sientan en la tripa de la
mami, que nos acompañen a hacer recados y compras relacionados con la llegada de su
hermano, etc. Si hay que hacer cambios (por ejemplo, relacionados con dónde duerme, destete,
etc.) hay que intentar dosificarlos para que no se junten demasiados cambios al mismo tiempo
con la llegada del hermanito y se sientan desplazados por este.
Luego, cuando nace el bebé, es bueno que los mayores puedan ir a conocerle al hospital,
dejarles que le acaricien e incluso que reciban un “regalo” de parte del nuevo hermanito
(algún detallito simbólico, nada de mucho valor)
En general es importante prestar más atención a las conductas positivas que a las manifestaciones
de celos en forma de conductas inadecuadas que no queremos que se repitan. También podemos
remarcar a los hermanos as ventajas que tiene el ser mayor, ya que pueden hacer muchas más
cosas que el pequeño; hay cosas para cada edad, y los hermanitos de diferentes edades
tienen unos privilegios, pero también unas obligaciones. Claro, habrá situaciones en
las que esto no les haga mucha gracia a mayores o a pequeños y quizá nos monten algún que
otro lío, pero esto también es normal. Está en su descripción de trabajo de niño, el
liarla de vez en cuando, cuando las cosas no son como les gusta…
En función de la edad también podemos hablar con ellos sobre sus emociones y explicarles
que es normal la ambivalencia que puedan sentir con la llegada su hermanito, porque es normal
que a veces les fastidie un poco toda la atención que requiere un bebé o un niño más pequeño
en casa. Pero por otro lado, algunos pueden disfrutar mucho con “pequeñas responsabilidades”
relacionadas con el cuidado del pequeño: ser el encargado de llevar las toallitas para
el cambio de pañal, echándole un ojo cuando nos giramos para hacer algo, consolándole
si llora, etc. Todo ello adaptado a la edad del mayor, claro.
Y hasta aquí, otra píldora de psicología, si os ha gustado tenéis muchos más vídeos
y artículos en el canal de YouTube y en albertosoler.es. Y en todas las librerías nuestro libro “Hijos
y Padres Felices”. ¡Un saludo!