Tesis sobre la historia - Walter Benjamin (3)
es lo que quiere decir aquí Benjamin! Benjamin atraviesa al historismo en que no da cuenta que
la imagen del pasado amenaza con disiparse en todo presente que no se sienta aludido en ella.
El pasado está en constante peligro de escapársenos de
entre los dedos si no lo reconocemos. Por eso tenemos una responsabilidad ante él,
por eso nos mira con su heliotropismo secreto, por eso nos pone encima su carga mesiánica.
El pasado sí se nos escapa, hay que apoderarse de él cuando relampaguea en un instante de peligro.
En la sexta tesis Benjamin afirma que eso significa articularlo históricamente y no,
como los historistas afirman, reconocerlo tal y como fue.
¿Cuál es el peligro que amenaza? Benjamin dice que es el convertirse en instrumento
de la clase dominante. Pero me cuesta trabajo
leer esto sin que esté teñido del contexto específico de la escritura de este texto,
el peligro que amenaza a Benjamin son los nazis. Lo amenazan porque es un receptor de la tradición
judía, lo amenaza corpóreamente y lo amenaza en su patrimonio.
Los nazis ya habían arrebatado a todos los judíos de su patrimonio en este momento y
estaban amenazando su corporeidad. Pero no sin antes obligarlos a
volverse sus instrumentos en los campos de trabajo y de exterminio.
Benjamin está llamando la atención a los historiadores de que ni los muertos
estarán seguros ante el enemigo si vence. Los nazis no solo mataban a los judíos,
destruían sus tumbas, ni los judíos muertos estaban a salvo y los nazis no dejaban de
vencer mediante su guerra relámpago. ¿Cómo le hace entonces el materialismo
histórico para apoderarse del pasado en un instante de peligro?
En la séptima tesis Benjamin afirma que es mediante la empatía.
Sin embargo la empatía no es suficiente. Benjamin afirma que los historistas
empatizan con los vencedores, lo cual inevitablemente favorece a los gobernantes.
Los vencedores marchan en cortejo triunfal sobre los vencidos cargando el botín de guerra,
las producciones culturales. No, el materialismo histórico
no se emociona con esas procesiones de guerra, su empatía es con los vencidos.
Para apoderarse del pasado en un instante de peligro, el materialista histórico
tiene que ver con el corazón el sufrimiento de aquellos que son aplastados por los vencedores.
A esto le llama Benjamin mirar la historia a contrapelo.
La frase nos muestra que es contra el curso natural, contra lo cómodo.
En lugar de emocionarse en los cortejos triunfales,
el materialista histórico lo ve con horror. Cuando entra al Louvre o al museo británico
ve el despojo a todas las culturas que no pueden exhibir las obras en sus propios museos.
Pero también ven el sistema de opresión de la cultura misma que produjo tales construcciones.
Por ello, para el materialista histórico todo documento de
cultura es a la vez un documento de barbarie. A partir de ver la historia empatizando con los
vencidos, Benjamin nos explica en la octava tesis que el estado de excepción que estaban
viviendo los alemanes, era más bien la norma. Se refiere al estado de excepción que se origina
con el acta de la quema del Reichstag y la ley habilitante de 1933 que eliminaban
los derechos civiles en Alemania y otorgaban poder legislativo a quien
estaba detentando el poder ejecutivo: Hitler. Benjamin dice que quien empatice con los vencidos
se dará cuenta que este “estado de excepción” es la regla pues sabrá que los vencedores no han
dejado de vencer, siempre han oprimido. El materialista quiere acabar con esta
situación, quiere hacer que surja realmente el estado de excepción.
El problema, dice Benjamin, es que los opositores del fascismo en Alemania lo estaban haciendo en
nombre de la idea de progreso. ¿Qué es el progreso?
Para explicarnos eso, en la tesis nueve, Benjamin nos hace imaginarnos a la historia
como el ángelus Novus de Paul Klee. El ángel de la historia está alejándose y
mirando haca atrás una gran catástrofe, ruinas que crecen y crecen y llegan hasta el cielo.
Está aterrado, tiene la boca abierta y los ojos desorbitados, quiere cerrar sus alas,
regresar, despertar a los muertos y componer lo destruido, pero no puede.
El ángel está atrapado dentro de un huracán que lo va arrastrando hacia el futuro: el progreso.
La idea de progreso nos arrastra continuamente hacia el futuro.
Estamos en un huracán y no nos permite salir de él.
Podemos voltear a ver que se acumulan y acumulan catástrofes y
nos aterramos como el ángel de la historia. Queremos detenernos, agarrarnos de algo,
pero las tragedias se van acumulando. Las queremos rescatar, brillan un instante,
pero en el mismo instante de peligro desaparecen. La imagen que nos pone Benjamin es de
desesperación ante la historia. El pasado nos llama, como los
girasoles hacia el sol, nos exige redención, reclama sobre nosotros la fuerza mesiánica.
Pero no podemos, no podemos hacerles justicia a los muertos, no podemos detener la tragedia.
Estamos siendo arrastrados por un huracán: el progreso.
La historia oficial, la “verdad histórica” siempre ha estado del lado de esta idea de progreso.
No nos permite hacerles justicia a los muertos, romper el tiempo para
salvarlos en un instante de peligro. La historia oficial de la muerte
de Benjamin siempre ha sido su suicidio. La señora Gurland que viajaba con él afirmó
que se tomó en la noche las pastillas de morfina y en la mañana Benjamin
le pidió que le mandara un mensaje a Adorno. Así no pasa cuando alguien se suicida con morfina.
El juez que emitió su certificado de muerte lo hizo bajo presión.
Benjamin fue enterrado en la iglesia (donde nunca enterrarían a un suicidado).
Había miembros de la Gestapo en el pueblo que estaban enterados de su presencia.
Ni los muertos estarán a salvo del enemigo si este vence, y nunca ha cesado de vencer…