Ep.44 - El caso de la señorita Amelie - Rubén Darío (2)
-¿Y el fin del cuento? -gimió dulcemente la señorita.
El doctor, más serio que nunca, dijo:
-Juro, señores, que lo que estoy refiriendo es de una absoluta verdad. ¿El fin del cuento? Hace apenas una semana he vuelto a la Argentina, después de veintitrés años de ausencia. He vuelto gordo, bastante gordo, y calvo como una rodilla; pero en mi corazón he mantenido ardiente el fuego del amor, la vestal de los solterones. Y, por tanto, lo primero que hice fue indagar el paradero de la familia Revall. «¡Los Revall -me dijeron-, las del caso de Amelia Revall!», y estas palabras acompañadas con una especial sonrisa. Llegué a sospechar que la pobre Amelia, la pobre chiquilla... Y buscando, buscando, di con la casa. Al entrar, fui recibido por un criado negro y viejo, que llevó mi tarjeta y me hizo pasar a una sala donde todo tenía un vago tinte de tristeza. En las paredes, los espejos estaban cubiertos con velos de luto, y dos grandes retratos, en los cuales reconocí a las dos hermanas mayores, se miraban melancólicos y oscuros sobre el piano. A poco, Luz y Josefina: «¡Oh, amigo mío; oh, ¡amigo mío!». Nada más. Luego, una conversación llena de reticencias y de timideces, de palabras entrecortadas y de sonrisas de inteligencia tristes, muy tristes. Por todo lo que logré entender, vine a quedar en que ambas no se habían casado. En cuanto a Amelia, no me atreví a preguntar nada... Quizá mi pregunta llegaría a aquellos pobres seres, como una amarga ironía, a recordar tal vez una irremediable desgracia y una deshonra... En esto vi llegar saltando a una niñita, cuyo cuerpo y rostro eran iguales en todo a los de mi pobre Amelia. Se dirigió a mí y con su misma voz exclamó: «¿Y mis bombones?». Yo no hallé qué decir.
Las dos hermanas se miraban pálidas, pálidas, y movían la cabeza desoladamente.
Mascullando una despedida y haciendo una zurda genuflexión, salí a la calle, como perseguido por algún soplo extraño. Luego lo he sabido todo. La niña que yo creía fruto de un amor culpable es Amelia, la misma que yo dejé hace veintitrés años, la cual se ha quedado en la infancia, ha contenido su carrera vital. Se ha detenido para ella el reloj del Tiempo, en una hora señalada, ¡quién sabe con qué designio del desconocido Dios!
El doctor Z era en este momento todo calvo...
FIN
Comentario
Muy bien, revisemos la hora en los teléfonos o relojes, y asegurémonos de que mientras escuchábamos el cuento "El extraño caso de la señorita Amelia", el tiempo no se detuvo.
Ahora, recuerdo ese viejo dicho "ten cuidado con lo que deseas". Cuántas veces hemos deseado algo sin prestarle mucha atención y, cuando finalmente sucede, no es lo que esperábamos. Todo lo que tengo que decir es que las palabras tienen poder, para bien o para mal.
Curiosamente se me ocurrió buscar si era posible que alguien se quedara estancado en el tiempo, y al parecer es posible.
El 19 de julio del 2009, ABC News publicó un artículo titulado "Doctors Baffled, Intrigued by Girl Who Doesn't Age, " (Doctores desconcertados, intrigados por una niña que no envejece).
El artículo escrito por Bob Brown nos dice "Brooke no ha envejecido en el sentido convencional. El Dr. Richard Walker, de la Facultad de Medicina de la Universidad del Sur de Florida, en Tampa, dice que el cuerpo de Brooke no se está desarrollando como una unidad coordinada, sino como partes independientes que no están sincronizadas. Nunca le han diagnosticado ningún síndrome genético o anomalía cromosómica conocida que ayude a explicar el motivo. […] Por ejemplo, Brooke todavía tiene dientes de leche a los 16 años. Y su edad ósea se estima en más de 10 años. […] Brooke pesa 16 libras y mide 30 pulgadas de alto. No habla, pero se ríe cuando está feliz y reconoce claramente a las personas que la rodean. Tiene tres hermanas: Emily, 22; Caitlin, 19; y Carly, 13. Las tres son brillantes, activas y de tamaño y desarrollo normales. Dicen que Brooke tiene formas de expresarse como la adolescente que es. Y aunque parece una niña de 6 meses, tiene la personalidad de una joven de 16 años."
Bueno hay tenemos a una chica que se parece bastante a la Amelia del Dr. Z.
Ahora viajemos de Baltimore en los EU donde Brooke vivía, y vamos al otro lado del mundo a Korea del Sur. En el artículo "Conoce al hombre de 26 años que nunca creció" publicado el 22 de junio del 2015 en la web inglesa Metro, nos hablan de un joven que aun parece tener tan solo 10 años.
La periodista Alison Lynch nos dice que "Shin, mide solo 163 cm de altura (5 pies 4 pulgadas) y todavía tiene la piel suave como un bebé, y su carné de identificación dice que nació en 1989. Shin dice que su cuerpo aún no ha llegado a la pubertad, porque sufre de una rara enfermedad conocida como el Síndrome de los Highlander. Aparentemente, dicha condición ha hecho que su cuerpo envejezca a un ritmo muy lento, casi imperceptible".
Digo yo que cuesta a veces creer este tipo de cosas, pero en el mundo hay todo tipo de rarezas que la ciencia y la medicina todavía están por resolver.
Como dijo Rubén Dario en el cuento "Va la ciencia a tanteo, caminando como una ciega, y juzga a veces que ha vencido cuando logra advertir un vago reflejo de la luz verdadera".
Ahora estoy segura de que más de un científico obsesionado con la eterna juventud ya debe haber sometido a Brooke y a Shin a más de un examen, para ver si la anormalidad de sus genes o tipo de sangre desaceleran le envejecimiento y por fin somos jóvenes por siempre.
Esto me recuerda a los circos antiguos donde este tipo de condiciones o síndromes era conocido como monstruos o fenómenos, y eran explotados para satisfacer la curiosidad de aquellos que se creían muy normales. Les dejaré en la transcripción los enlaces a los dos artículos y a otro muy interesante que encontré acerca de los llamados "freaks" que exponían en los circos antiguos.
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Antes de contarles más sobre lo que es la fantasía, y comentarles un poco más acerca de la vida de Rubén Darío, quiero pedirles un favor muy grande.
Si les gusta el programa, además de compartirlo con sus amistades, por favor consideren darnos un buen review o dejarnos un comentario positivo en las aplicaciones por donde escuchas a Tres Cuentos, eso nos ayuda a crecer.
Además, como les comenté al principio del programa, la semana pasada participe en el podcast en inglés AFAR, travel tales, donde conté una versión muy resumida de mi viaje a Estados Unidos. Entonces, dejaré el enlace a ese episodio en las transcripciones. Pero para aquellos que reciben nuestro boletín, allí encontrarán el enlace también.
[Escucha el episodio de AFAR, Travel Tales: Johnson City is my Nepal, aquí. ](https://nam12.safelinks.protection.outlook.com/?url=https%3A%2F%2Ftraffic.megaphone.fm%2FAFAR2408729079.mp3&data=04%7C01%7Caislyn%40afar.com%7C10a8b10c75a847b1501d08d94237258d%7C8ce99c9fed1644d6b401f800f8735606%7C1%7C0%7C637613626893102511%7CUnknown%7CTWFpbGZsb3d8eyJWIjoiMC4wLjAwMDAiLCJQIjoiV2luMzIiLCJBTiI6Ik1haWwiLCJXVCI6Mn0%3D%7C1000&sdata=u41H6dAPi2ZrZJnIJBiktp76caaUjaZVItGHs6wvjwY%3D&reserved=0)
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Continuando con el tema de hoy, en el prólogo del libro Antología del Cuento Fantástico Hispanoamericano, Oscar Hahn nos cuenta que la fantasía hispanoamericana comenzó a mediados del siglo XIX. Uno de sus primeros exponentes fue el escritor ecuatoriano Juan Montalvo con su cuento "Gaspar Blondín", publicado en 1858. El estilo de la historia refleja la corriente literaria del romanticismo. Describe un ambiente sombrío, donde el personaje principal está vinculado a un inframundo y una vida demoníaca con toques de erotismo.
Hahn continúa diciendo que la búsqueda deliberada de lo que era fantástico o maravilloso fue impulsada por los escritores modernistas a finales del siglo XIX y principios del XX y por sus seguidores. En esta búsqueda de lo maravilloso, se sobrevaloraron la fantasía y se elogiaba los frutos de la imaginación.
Por ejemplo, durante el siglo XIX, estaban fascinados con las ciencias ocultas y muchos demostraron un vivo interés en las doctrinas provenientes de lo que antes era llamado El Oriente, hoy día Asia. Si se les antoja refrescar la memoria, pueden consultar el episodio 35, "El secreto de Bonzo" de Machado de Assis. En los comentarios de dicho episodio, hablamos del espiritismo y otras prácticas bastante comunes en el siglo XIX.
Finalmente, antes de que alguien confunda la Fantasía con el Realismo Mágico, permítanme aclarar que no son lo mismo. Según el autor brasileño Irlemar Chiampi, el objetivo de la fantasía es causar en el lector una reacción física: una preocupación o miedo, es decir, plantar la semilla de la duda. En contraste, el Realismo Mágico provoca un efecto de encantamiento. Dentro del Realismo Mágico, no hay duda, no hay miedo; en cambio, todas las maravillas son ingredientes naturales de la realidad.
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Sin más preámbulos es hora de hablar de nuestro querido autor nicaragüense. Sin embargo, antes quiero agradecer a Esther Evelyn Bastidas, quien nos ayudó a escribir esta corta biografía.
Félix Rubén García Sarmiento más conocido como Rubén Darío fue considerado como el príncipe de las letras castellanas por su gran impacto, estilo innovador y por ser el principal promotor hispanoamericano de la corriente modernista.
El autor nicaragüense, nació el 8 de enero de 1867 en Metapa. A muy temprana edad, Rubén Darío, contó con habilidades superiores en el lenguaje, y dado que el matrimonio de sus padres se deshacía, el pequeño Rubén encontró un refugio en la literatura. Esto le permitió evadir y superar la ausencia de amor entre sus padres, quienes después de casarse por conveniencia decidieron separarse. Luego del fracaso matrimonial, fueron sus tíos abuelos Félix Ramírez Madrigal y Bernarda Sarmiento quienes se hicieron cargo de la crianza del joven Rubén.
Su continua fascinación por la lectura, lo llevó a desarrollar sus primeros versos a la edad de diez años. A los catorce, ya se inicia como periodista para varios medios, entre ellos, el periódico “La verdad de León”. Durante esta misma época, Félix Rubén decide comenzar a apellidarse Darío, de acuerdo con el apodo, con el cual era conocida su familia paterna “Los Darios”.
Para el año de 1882, el joven escritor nicaragüense deja entrever su fascinación por la vida burguesa. En un encuentro con el presidente de El Salvador, Rafael Zaldívar, con quien cruza un par de palabras, Rubén Darío le asegura querer lograr una buena posición social. Como resultado de su convicción, inicia un camino lleno de composiciones modernas y fantásticas con miras a ser reconocido y admirado. Pero no fue sino hasta el año de 1888, que Rubén Darío logró acercarse a su sueño, gracias al prestigio que alcanzó con la publicación del libro AZUL.
En el ámbito sentimental, al igual que el personaje del Doctor Z, en el cuento “El Caso de la Señorita Amelia” publicado en 1894, fueron tres mujeres las que marcaron la vida del poeta nicaragüense. Su primera esposa, Rafaela Contreras, quien falleció de muerte súbita en 1893.
La segunda y más compleja de todas las relaciones fue Rosario Emelina Murillo. Ella fue, en su juventud, un amor de adolescencia que lo marcó profundamente debido a su belleza (según la descripción del mismo Rubén Darío). Poco después que el poeta enviuda se reencuentra con Rosario, sin embargo, el hermano de ésta y la misma Rosario lo obligan a casarse con ella el 8 de marzo de 1893. Dicha unión poco a poco se convierte en una pesadilla que finalmente termina con su relación.
La tercera dama, su más preciado amor fue Francisca Sánchez. Una mujer analfabeta de bajos recursos económicos. Resulta que en 1898 el poeta y periodista nicaragüense, es enviado a España como corresponsal del Diario Argentino “La Nación”, para informar sobre la situación del país después de la guerra contra Estados Unidos. Allí es donde conoce a Francisca, quién como lo diría el mismo poeta, sería la mujer que le entregó dulzura, amor y respeto en sus últimos años de vida.