La Cabecilla del Parador Episodio 22
Fue realmente una ganga para todos: Los gángsteres del gobierno paradorense estaban contentos porque ya pronto tendrían los medios para aniquilar al Camino Encendido y "hacer limpieza", o sea, hacer desaparecer a sus enemigos; Ströessner y el gobierno paraguayo estaban de acuerdo con el arreglo por los millones de dólares que iban a entrar a la economía paraguaya; y los gringos estaban contentos porque: 1.
Las compañías, las empresas multinacionales como, La United Fruit--ahora con el nombre nuevo de la United Brands Company, Chiquita Brands International, La Anaconda Mining Company, La Parador Mining Company, La Parador Wood Emporium, Dole Foods Inc, The Standard Fruit Company, La Shell, La Exxon, La Cisco, La Telefónica, La Marriott, La Flosun, La Florida Crystals, etc., La Barrick Gold, Inc. de Toronto, con su sucursal, La Parador Mining Company, iban a poder seguir operando libremente, sacando los recursos naturales de los países subdessarrollados con gobernantes en posiciones claves muy dispuestos a la coima, iban a seguir pagando cerca de cero impuestos, e iban a poder seguir pagando a los empleados locales una miseria sin tener que ofrecer los beneficios de seguro médico, vacaciones anuales y horas de trabajo razonables.
2. El hemisferio occidental iba a seguir bajo el control y la fácil manipulación de los gringos y sus compinches Canucks como debía ser.
3. Y claro, en El Parador, los campeones de la ratería, gángsteres de primera, Los Wilkinson, Los Ríos-Monte, Los Durán, Los Bermudez, Los SaCasa, en fin, la oligarquía paradorense tenía un lindo futuro por delante.
Organización de los Estados Americanos, Panamerican Union Building, La 17 y la Constitution, Segundo piso, Salón de los Delegados/4:30 p.m. Cuatro y treinta de la tarde/Martes, 27 de enero, 1981.
Los embajadores de todos los países miembros de La Organización de los Estados Americanos estaban presentes, cada uno sentado en su asiento a la mesa de los delegados. Era una mesa larga en forma de U. Todas las sesiones plenarias en El Salón de Los Delegados estaban abiertas al público. Cualquiera podía entrar y sentarse en los 40 cuarenta asientos que rodeaban la mesa. A veces, unas 10 diez o quince personas asistían, pero hoy se llenaron los cuarenta asientos y había otras veinte y tantas personas paradas para observar al presidente paradorense y al embajador Sotana SaCasa. La prensa nacional americana y también la prensa internacional de la mayoría de los países de Latinoamérica estaban en sus puestos reservados para la prensa. Las tres casetillas para la interpretación simultánea se encontraban detrás de los asientos del público. Las casetillas con una pequeña ventana para que los traductores pudieran ver a los embajadores y traducir lo que decían eran pequeños quioscos levantados en alto. Para entrar en la casetilla, había que subir tres gradas. Cada intérprete tenía audífonos para escuchar directamente a la persona que hablaba. Los intérpretes tenían un micrófono. Los embajadores también tenían audífonos para escuchar la traducción. Cuando el Secretario General de La O.E.A., Alejandro Orfila comenzó a hablar en español, el embajador de Martinica y el embajador de Haití se pusieron los audífonos para escuchar la traducción del español al francés. El embajador americano hablaba el español con propiedad y no necesitaba escuchar la traducción. El embajador de Brasil, a pesar de que hablaba el español bien, no confiaba en su habilidad de entender las pequeñas sutilezas en el lenguaje que sabía que el presidente Ríos-Monte iba a utilizar en su discurso y se puso los audífonos para escuchar la traducción del español al inglés. Joao Costa sabía el inglés perfectamente y no quería escuchar la traducción del español al portugués porque no confiaba en las habilidades del intérprete nuevo, Nelson Pereira. Prefería escuchar a la intérprete, Soyla Quirós, quien iba a comenzar traduciendo del español al inglés. Soyla Quirós estaba entre los ocho (8) intérpretes más cotizados en las conferencias internacionales. Sus traducciones siempre resultaban fieles a las intenciones de la persona hablando, con todas las sutilezas, los sarcasmos, y el uso del lenguaje eufemístico intactos. El Secretario General de La O.E.A., el argentino Alejandro Orfila se presentó primero y abrió la sesión.
Secretario General de La Organización de los Estados Americanos, Alejandro Orfila:
Señores. Buenas tardes. Abrimos esta sesión esta tarde para escuchar la denuncia oficial que el presidente de la República del Parador, Luís Alberto Ríos-Monte hace en contra del Perú. El embajador del Perú ante la Organización de los Estados Americanos, Fernando Schwalb, se hace presente para escuchar la denuncia y contestar en nombre del Perú.
(Cada puesto tenía una pequeña placa con la identificación de cada embajador en la mesa y el nombre del respectivo país. Claro, en este caso, en la silla de la República Democrática del Parador, el embajador Sotana SaCasa le cedió su asiento a su presidente, al General Luís Alberto Ríos-Monte. Luís Alberto Ríos-Monte y Sotana SaCasa se reunieron unas horas antes de la sesión para comparar notas en preparación para la presentación de la denuncia que ambos hombres se habían puesto de acuerdo para presentar juntos.
Alejandro Orfila:
Adelante, señor Presidente:
Ríos-Monte:
En el año mil novecientos cincuenta y dos (1952) los gobiernos de los países hermanos, la República Democrática del Parador y el Perú, se reunieron en San José, Costa Rica, país neutral, y después de once días (11) de árduas negociaciones, firmaron el tratado histórico oficialmente llamado, EL PACTO DE HERMANDAD. Para no aburrirles con toda una letanía de datos históricos, en esencia, EL PACTO DE HERMANDAD es un documento, un testimonio oficial, una promesa de respeto a la soberanía de cada país y un acuerdo de no intervención en los asuntos internos del otro. Por más de treinta y cinco años, esta promesa sagrada entre los paradorenses y sus primos peruanos se respetó y se cumplió.
Pero vengo a decirles, señores, esta tarde que nuestros primos han decidido violar el tratado. Mi embajador Sotana SaCasa quien se ha dedicado al servicio de su nación, primero en el ejército, y luego por más de treinta y ocho años como Embajador ante este distinguido organismo, La Organización de Los Estados Americanos, primero representando a los intereses nacionales del Parador, del gobierno de mi padre, Alejandro Ríos-Monte y luego, como fiel servidor a la misión de mi gobierno. El distinguido señor embajador Sotana SaCasa va a acompañarme en la presentación.