La Cabecilla del Parador Episodio 31
Alejandro quería seguir estudiando y los alumnos que se graduaban con la espada de honores sacaban una beca con toda la matrícula y también recibían una mensualidad de dinero para pagar el alojamiento y la comida. Alejandro estaba ya en su segundo año para sacar su doctorado en economía cuando lo conoció a su futuro mentor, el visionario, el doctor Ernesto Miñán. Las clases del doctor Miñán se llenaban rápido al principio de cada ciclo académico y Juan Alvarez (su nombre verdadero antes de meterse al Camino Encendido) se apuró para apuntarse para el curso del doctor: Econometría: La industria agrícola y el desarrollo.
Las primeras clases del doctor realmente le chocaron a Juan porque se dió cuenta desde el primer momento que el doctor no estaba siguiendo la planilla (syllabus) del curso. Más bien, las primeras tres conferencias del doctor se trataban de un ataque, una crítica fuerte a las teorías convencionales de la economía típicamente enseñada en las universidades. El doctor hablaba de un "nuevo concepto económico" no basada en términos fríos como los cálculos de "costos y beneficios" sino de una nueva forma de buscar un equilibrio más equitativo, más justo, y consecuentemente más próspero. Juan (en clase con el doctor Ernesto Miñán)
Pero con todo respeto, doctor, ¿no se está olvidando usted que hay un límite de recursos, que debido a eso, la población en conjunto, vota con sus dólares, y pues, en este caso aquí en el Parador con sus cañas?
El Catedrático, Doctor Ernesto Miñán:
Bueno, pues. Eso solamente funciona cuando hay una distribución equitativa de los ingresos, de la producción. Pero en nuestro Parador, tenemos un sistema feudal funcionando encima de un sistema capitalista, y cuando digo capitalista, estoy hablando acerca de los mercados libres. Y no hay mercado libre en una economía oligárquica en la cual las empresas no tienen ninguna competencia ni tampoco tienen ningún incentivo para mejorar sus condiciones de trabajo, ni sienten la necesidad de educar y entrenar a los obreros, a los empleados. O sea, con un sesenta porciento de la población analfabeta, no hay ni una añisca de esperanza para competir con las empresas internacionales del mundo ni para sacar a nuestros hermanos y hermanas de la pobreza.
Juan:
Entonces, la solución es la educación.
El doctor Ernesto Miñán:
Bueno. Teóricamente sí. Pero en la práctica....
Juan:
No entiendo.
El Doctor Ernesto Miñán:
Bueno. Es una observación antropológica. La educación es un cuchillo de doble filo porque una cosa es realmente enseñar, o sea, despertar la curiosidad y fomentar la verdadera investigación y otra cosa muy distinta es indoctrinar. Y yo les digo a ustedes que la pura verdad es que todas las teorías, los modelos económicos que ustedes han estudiado, acerca de la microeconomía, la macroeconomía, con todas las fórmulas econométricas, y hasta la teoría keynesiana están basadas en puntos de vistas muy parciales, cerradas que no toman en cuenta realmente la dura realidad de la sobrevivencia diaria del pueblo. Todas estas teorías están basadas en el consumo, Juan. En el incesante consumo. Estas teorías, tan minuciosamente ingeniadas no toman en cuenta lo más básico de la vida de todos los seres humanos, los animales, los mamíferos, los insectos, los animales acuáticos, las plantas; que los recursos del mundo son limitados y que hay un equilibrio, un balance que hay que respetar.
Juan: O sea. El capitalismo no sirve.
El Doctor Ernesto Miñán:
No sirve.
Juan: ¿Y qué propone usted?
El Doctor Ernesto Miñán:
Fíjate, Juan. Fíjense todos, mis compañeros. Mis colegas. ¿Por qué sucedió el desastre del colapso de nuestras cosechas del plátano en el 57? Fíjense que La United Fruit está deforestando nuestra selva en la región de Periquitos a una tasa de dieciocho hectáreas diarias. Es una sola cosecha. Un solo producto. ¿Quién ve ese dinero? ¿Los obreros? No. La United Fruit. Estamos produciendo toneladas de plátanos anuales y exportamos ese producto al extranjero por medio de la United Fruit, la cual se lleva el 80 ochenta porciento de los ingresos y las ganancias. Estamos saqueando nuestro suelo, y sacando los recursos naturales, contaminando el ambiente y creando desequilibrios que traen no solamente la inequidad económica, sino también desastres ecológicos como la plaga del 57. ¿Saben ustedes como llaman esa región los chamas que están trabajando en esas plantaciones de la United Fruit? ¡Le dicen "el desierto verde"! Aquí en el Parador, ya tenemos décadas sacando los recursos locales, y esforzándonos en la producción masiva. ¿Han visto ustedes un cambio? No. Ningún cambio. La pobreza sigue. El porcentaje de gente viviendo en la extrema pobreza es más alto hoy. Según las últimas cifras del Banco Mundial que salieron el año pasado, tenemos ocho millones de personas que se mueren de hambre en La República del Parador. En el año 54 cuando yo comencé mi carrera, había cinco millones de pobres. Hemos hecho tremendos avances en la producción y en el consumo. El consumo desgraciadamente va para el extranjero; los gringos, los alemanes, los franceses, los ingleses compran nuestros productos de exportación; el oro, la plata, el plátano, el café, la madera, nuestro gas natural, y nuestra oligarquía y nuestros generales se quedan con los ingresos, con el dinero.
Bueno, pues. Lo que propongo es algo que mi generación no puede ofrecer. Son ustedes que tienen que hacer los cambios. El consumo masivo y la producción masiva, de saquear los suelos, de violar la tierra, de mantener a la población en la ignorancia, con estudiantes sentados en ladrillos en vez de pupitres, con obreros analfabetos que no pueden defenderse contra los abusos de los oligarcas, todo esto tiene que desaparecer. Tenemos que derrumbar todo el sistema y comenzar de cero. A pesar de todos los avances técnicos en estos últimos años, la inercia del sistema no permite el progreso.