La realidad del retorno (1)
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Orlando Pimentel: ¿Me da tristeza irme de Ecuador? Sí, sí, porque yo no la pasé mal aquí, en verdad no la pasé mal. En un momento pensé que podía ser un futuro en este país. Y las circunstancias no, no lo permitieron.
Silvia: Él es Orlando Pimentel. Es venezolano, y en abril de este año, en medio de la pandemia, decidió regresar a su país… caminando.
Orlando: Muchas veces te he dicho que creo que fallé y no quiero hacerlo. No quiero, no quiero fallar. No quiero fallar en algo tan sencillo como es caminar, como es caminar y llegar a mi casa. Llegar en mi casa. Cumplír mi cuarentena, donde me diga el estado venezolano donde tengo que cumplirla, y salir de esto una vez por todas.
Eliezer Budasoff: Bienvenidos a El hilo, un podcast de Radio Ambulante Estudios. Soy Eliezer Budasoff.
Silvia: Y yo soy Silvia Viñas. Para terminar este primer año de El hilo, queremos volver a una de las historias que más nos impactó. En mayo, conocimos a Orlando cuando estaba en pleno viaje.
Eliezer: Hoy, ¿qué pasó con Orlando? Y qué nos dice su experiencia sobre lo que han vivido cientos de miles de venezolanos que, como él, decidieron regresar a casa este año.
Es 18 de diciembre de 2020.
Eliezer: Mariana, recuerdanos rápidamente quién es Orlando y cuál es su historia.
Mariana Zúñiga: Orlando Pimentel es un venezolano con el que yo estuve intercambiando mensajes a través de WhatsApp a lo largo de este año.
Eliezer: Orlando salió de Venezuela en septiembre de 2019 huyendo de la crisis económica, política y social que se vive en el país desde hace varios años.
Mariana: Y bueno, Orlando llega, llega a Ecuador y en este año él estaba viviendo en Guayaquil. Estaba a punto de empezar un emprendimiento, un carrito de comida rápida, y en ese momento, en marzo, empezó la pandemia.
Silvia: Recordemos que por más de dos meses Guayaquil fue el epicentro del virus en Ecuador y en la región…
Mariana: Entonces Orlando se queda sin empleo.
Eliezer: Y no fue el único. Cientos de venezolanos que vivían en Ecuador perdieron sus trabajos y fueron echados de los lugares que arrendaban.
Silvia: Entonces, Orlando creó un grupo de WhatsApp con otros venezolanos que estaban en la misma situación.
Mariana: Que se llamaba ´Volvamos a casa, es hora´. Y entonces bueno, junto con esos venezolanos decidió regresar a Venezuela caminando.
Eliezer: Orlando emprendió su viaje a mediados de abril. En la primera parte, recorrió más de cuatrocientos kilómetros, desde Guayaquil hasta Quito, casi todo a pie. En Quito se quedó varios días en un refugio, junto a otros venezolanos.
Silvia: Mariana, la última vez que hablamos, Orlando todavía estaba en el refugio en Ecuador, esperando vuelos humanitarios a Venezuela ¿Qué pasó desde entonces?
Mariana: De esos vuelos humanitarios que fueron prometidos solo dos salieron y el resto fue cancelado. Entonces Orlando decidió junto a su grupo, que eran cinco personas en ese momento que ya no podían quedarse esperando en el refugio con los brazos cruzados porque no iban a llegar a ningún lado. Entonces un día agarraron sus maletas y siguieron caminando hasta la frontera entre Ecuador y Colombia.
Orlando: En cualquier momento te voy a mandar la foto del recorrido desde Quito hasta Tulcán, para que veas cómo fue ese pedacito. Fue más, más loco que el de Guayaquil a Quito. Pero estoy bien, estoy bien. Descansé bastante anoche.
Silvia: En la foto que menciona Orlando aparece una carretera en donde se ven colinas hasta el horizonte. Durante ese segundo tramo Orlando y su grupo caminaron más de doscientos kilómetros hasta llegar al puente Rumichaca, que divide Ecuador y Colombia.
Mariana: Como era de esperarse, el puente estaba cerrado, ya que todas las fronteras de la mayoría de los países de la región han estado cerradas por la gran parte del año debido a la pandemia. Entonces, en ese momento ellos deciden contratar a una persona.
Orlando: Tu sabes que todo el mundo tiene que contratar un trochero, es el que te va a pasar, el que te va llevar y eso, y tu le pagabas.
Mariana: Para poder cruzar por lo que por lo que él llama la trocha, es decir caminos ilegales. Este es un cruce que él me contó que es bastante complicado y mucho más si… si llevas una maleta a cuestas.
Orlando: Súper loco esa trocha. Algo super… ¿Ven? ¿Describirtelo? Casi me muero de cansancio, de agotamiento, de… de estrés, todo eso. Un cerro para bajar empantanado que bueno, si te caes, caes en un río, después un puente y después otra montaña a subir, impresionante. Faltó un poquito para botar la maleta.
Eliezer: Al llegar a Colombia, Orlando y su grupo fueron directamente al terminal de autobuses de la ciudad de Ipiales.
Mariana: Había un rumor de que había unos autobuses humanitarios que estaban llevando a gente desde Ipiales hasta Venezuela. Pero resulta que al final eso era sólo un rumor más y los únicos que estaban partiendo de ese terminal eran autobuses privados que costaban dinero.
Silvia: Pero Orlando no tenía suficiente dinero, porque él y sus compañeros habían usado lo poco que le quedaba para pagarle al hombre que los cruzó ilegalmente de Ecuador a Colombia.
Mariana: Y ellos, pues al no tener dinero, decidieron esperar ahí también y acampar.
Orlando: Aquí hay como más de setecientas personas en este terminal y estamos acampando, bueno. Ahorita te envié un video que se hizo ayer porque la gente ya se está desesperando.
Mariana: Y acamparon en unas condiciones que él me dijo que eran bastante extremas porque improvisaron carpas con bolsas de basura negras y tuvieron que dormir abrazados porque hacía mucho frío.
Orlando: Hay muchos niños, muchos niños aquí. Una cosa tremenda.
Eliezer: Y así, bajo esas condiciones, fueron pasando los días.
Orlando: Hola Mariana, no… estoy en Ipiales todavía no hemos podido salir de aquí y bueno, una locura esto, una locura aquí con el grupo y no sé ni que hacer, te lo juro, estoy en una incertidumbre total.
Silvia: Cuando Mariana recibió este mensaje, Orlando y sus compañeros ya habían estado más de una semana durmiendo en el terminal de autobuses.
Mariana: En Ipiales estuvo varado unos dieciséis días. En el tiempo en el que él estuvo allí, él me presentó al grupo. Era la primera vez que me hablaba de cada uno de ellos con detalles.
Eliezer: La más joven del grupo tenía doce años. Orlando le decía la cantante del grupo. Ella estaba viajando en compañía de su mamá, Roselyn. También estaba Deyker, un chico de veintitrés años al que Orlando trataba como a un hijo. Otro chico al que le decían el barbero y José Grego, que reparaba celulares.
Silvia: Y claro, Orlando era el cocinero. Cada uno de ellos tenía un rol que les hacía el camino más llevadero. Y seguían en contacto con las personas que estaban en el grupo de WhatsApp y que ya habían llegado a Venezuela. De hecho, cuando ellos se enteraron que Orlando estaba atrapado en Ipiales, recolectaron dinero para que él y los demás pudieran comprar un pasaje de autobús a Venezuela.
Orlando: Hola Mariana ¿Cómo estás? Buenos días. Bueno, te cuento que anoche salimos rumbo a Arauca y ya vamos vía a Venezuela.
Mariana: Cuando entraron a Venezuela entraron por Arauca, que es la región del llano venezolano. Y una vez que llegaron allí, Orlando me dijo que tuvieron que hacer una cuarentena en una escuela local y que al principio la gente del pueblo pues no lo recibió muy bien porque pensaban que estaban infectados.
Orlando: A ellos no les notificaron que iba un grupo de doscientos cuarenta ciudadanos venezolanos y el recibimiento fue con piedras, botellas y todo eso. Hasta la guardia nacional intervino, tuvo que echar disparos al aire. Porque el alcalde no le notificó al pueblo que nosotros íbamos a llegar. Después de que se enteraron de que no, que todos veníamos ya con sus pruebas hechas, en negativo y todo eso, fue que la gente se quedó bien.
Eliezer: Orlando le contó a Mariana que en esa escuela donde hizo la cuarentena, las condiciones no eran tan malas como en otros refugios en otras partes del país.
Orlando: Tengo noticias de muchos refugios que estaban pasando hambre, necesidades tremendas. A nosotros nos fue bien porque nunca había habido nadie allí. No había tantas… tantas dificultades. Desayuno, almuerzo y cena, precario, pero desayuno, almuerzo y cena. Agua todo el tiempo. Nosotros mismos nos apoderamos de los salones por grupo, nos poníamos por grupo.
Mariana: En ese momento él me dijo que reflexionó mucho. Me dijo que se sentía raro porque sentía que estaba llegando a un lugar que estaba peor de lo que él lo había dejado cuando se fue.
Orlando: Más inconsciente, más quebrada, más… esa fue la Venezuela que veo que conseguimos. Esperare a llegar a mi casa. Una cosa es que te lo digan y otra cosa es que lo vivas.
Silvia: Casi tres meses después de que comenzó su odisea, y luego de quince días en cuarentena dentro de esa escuela, las autoridades fueron enviando a las personas de vuelta a sus ciudades. Poco a poco sus compañeros se fueron yendo. A finales de julio, el autobús de Orlando, que iba para Caracas, fue el último en salir.
Orlando: Con respecto a la despedida, mira, hoy ha sido rudo. Hoy ha sido rudo. Roselyn y su hija se despidieron de mí. Bueno, la niña, me afectó mucho su despedida. Ricardo ahorita me acabo de despedir y te lo juro que era como despedir a un hijo. Quedé yo de último y como le digo a Roselyn, quedé recogiendo las sillas y los vasos. Dice Ros, que arrecho, que yo fui el que comenzó con todo esto y soy el último, el último del grupo.
Eliezer: Durante todo este tiempo, en su casa lo esperaba su esposa. Habíamos escuchado a Orlando hablar de ella en el primer episodio que hicimos sobre su viaje.
Silvia: Esta vez, mientras Orlando iba camino a casa, Mariana se puso en contacto con ella.
Carolina: Hola, mi nombre es Carolina Oropeza. Tengo cuarenta y tres años de edad. Trabajo en el área deportiva, y vivo en Caracas.
Mariana: Carolina me dijo que ya para diciembre del año pasado ella sentía que Orlando tenía que devolverse.
Carolina: Porque ya se estaba presentando lo que es la xenofobia, por ser venezolano no le daban empleo, por ser venezolano “es que…” por ser venezolano, bueno…
Mariana: Y es que en ese momento Carolina estaba leyendo muchas cosas sobre xenofobia hacia los venezolanos en diferentes partes de la región y eso la tenía muy inquieta.
Carolina: Pensé que debía regresar antes que se complicara más las cosas o que se pusieran más difíciles.
Silvia: Durante el viaje, Carolina siempre trató de darle fuerza a Orlando a pesar de la distancia.
Mariana: Ella trató de ser siempre como su piedra, como su bastón durante el camino.
Carolina: Al principio sí, se… no creo, le decía que se viniera, pero bueno, era su decisión esperar. Pero al momento del viaje, de la travesía, nunca, nunca sentí decirle nada. Todo lo contrario, darle aliento. Darle aliento porque debe ser horrible, debe ser difícil lo que él vivió. Y yo siempre he respetado las decisiones de Orlando.