Conectados al sol (slow speed)
Con una nueva administración en Washington que promete abordar el problema del calentamiento global y disminuir la dependencia del petróleo extranjero, puede que haya llegado la hora de la energía solar en Estados Unidos. El año pasado el precio del petróleo alcanzó los 140 dólares el barril antes de hundirse con el resto de la economía, lo que indica los riesgos de supeditar el futuro a algo tan poco predecible como el petróleo.
Ante la peor recesión desde la década de 1930, Washington ha emprendido proyectos de gran envergadura para mejorar las infraestructuras del país, entre ellas el suministro de energía. El presupuesto del gobierno de Barack Obama para 2010 prevé duplicar en tres años la capacidad nacional de producción de energías renovables. Las turbinas eólicas y los biocombustibles serán una aportación importante. Pero ninguna forma de energía es más abundante que la del sol. «Otras fuentes de energía renovable, como la geotérmica o la eólica, tienen limitaciones en cuanto a cantidad –según Eicke Weber, director del Instituto Fraunhofer de Sistemas de Energía Solar–.
La energía total que necesitamos en todo el mundo es de unos 16 teravatios (un teravatio equivale a un billón de vatios). Para 2020 necesitaremos 20 teravatios, y el sol derrama 120.000 teravatios sobre las tierras emergidas del planeta. Desde ese punto de vista, podemos decir que la energía solar es virtualmente ilimitada.» Hay dos maneras principales de aprovecharla.
La primera consiste en producir vapor, ya sea con espejos cilindro parabólicos como los de Nevada, o con un parque de espejos planos llamados heliostatos, orientados por ordenador, que concentran la luz solar en un receptor situado en la cima de una enorme torre central. La segunda es convertir directamente la energía solar en electricidad con paneles fotovoltaicos fabricados con un material semiconductor como el silicio. Cada sistema tiene sus ventajas.
En este momento, la generación de vapor, también conocida como energía solar termoeléctrica, es más eficiente que la fotovoltaica, ya que transforma en electricidad un mayor porcentaje de la luz solar recibida. Sin embargo, requiere muchas hectáreas de terreno y largos tendidos de cables de alta tensión para poner la energía en el mercado. Los paneles fotovoltaicos, en cambio, se pueden instalar en los tejados, en el lugar donde se necesita la energía. Los dos procedimientos comparten un inconveniente obvio: su producción disminuye cuando el cielo está nublado y desaparece por la noche. Pero los ingenieros ya están trabajando para desarrollar sistemas que permitan almacenar la energía y utilizarla en las horas de oscuridad. Según los más optimistas, con pequeñas mejoras continuadas (sin necesidad de ningún avance revolucionario) y con el apoyo decidido del gobierno, la energía solar puede llegar a ser tan eficiente y económica como los combustibles fósiles.
El escaparate más espectacular del futuro de la energía solar es probablemente Plataforma Solúcar, un complejo energético propiedad de Abengoa Solar situado en un valle de Andalucía, a unos 25 kilómetros al oeste de Sevilla. La plataforma está formada por una torre de 11 megavatios llamada PS10. Mide 115 metros de altura y está rodeada por 624 heliostatos que reflejan los rayos del sol hacia su punto más alto, donde se enciende una luz que reluce como una nueva estrella. A su lado, ya se ha terminado de construir la PS20, con el doble de heliostatos y el doble de potencia. En un día normal, la potencia concentrada en la torre puede llegar a cuatro megavatios por metro cuadrado, mucho más de lo que puede aprovecharse sin riesgo. Los operarios de la PS10 tienen que limitar el volumen de energía para no fundir el receptor. Las centrales de torre son otra versión de la energía solar termoeléctrica, otra forma de aprovechar la luz del sol para producir vapor. Mientras que los colectores cilindro parabólicos han demostrado su eficacia en superficies extensas y llanas, las centrales de torre se pueden instalar en un terreno ondulado, con cada espejo individualmente alineado para reflejar la radiación sobre un intercambiador de calor en lo alto de la torre central. La torre calienta el vapor a mayor temperatura, por lo que potencialmente puede ser más eficiente. Pero como el sector solar aún está en pañales, Abengoa Solar prefiere diversificar sus apuestas. Cerca de las centrales de torre hay un parque de espejos cilindro parabólicos, y detrás de la PS10, otro de paneles fotovoltaicos avanzados que siguen al sol sobre dos ejes (norte-sur y este-oeste) para asegurar una exposición óptima durante todo el año. Cada panel tiene espejos o lentes de Fresnel para intensificar la luz. El objetivo: aprovechar cada rayo del sol.