Odio | Podcast para estudiantes de español | Intermediate Spanish Podcast (1)
Episodio 59: Odio
Hola, estudiante de español. Si es la primera vez que escuchas este pódcast,
déjame presentarme. Soy César, soy profesor de español y esto es Spanish Language Coach. Si
lo necesitas puedes leer la transcripción de este episodio en www.spanishlanguagecoach.com
Busco la palabra “odio” en el diccionario. Esta es la definición que aparece: del latín “odium”.
Antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien a quien se le desea el mal.
Hoy quiero hablar del odio.
Como en todos los episodios voy a intentar hablar del tema que quiero tratar de una forma sencilla,
de una forma simple, para que puedas entenderlo sin demasiada
dificultad. Creo que es una buena forma de demostrarte que aunque no tengas un nivel
avanzado de español puedes hablar de una variedad de temas muy grande, muy amplia.
En esta ocasión esta tarea de simplificar lo que te quiero contar es bastante complicada. Durante
días he estado dándole vueltas, pensando una y otra vez en la forma en la que podía estructurar
este episodio. Ha sido difícil porque tenía un nudo en el estómago cada vez que pensaba en el
tema o lo hablaba con alguien. Siendo sincero este episodio nace más como una necesidad mía
para entender lo que ha pasado en España en los últimos días que con el objetivo educativo que
tienen normalmente los episodios. De todos modos el odio es algo que está presente en
cualquier parte del mundo así que espero que tú también puedas sacar, puedas obtener algo
bueno del episodio, y además te ayude con la mejora de tu comprensión oral, como siempre.
Hace unos días te hablaba de por qué pensaba que era necesario continuar celebrando el orgullo o
“pride” LGTBI. Comentaba tanto aquí en el pódcast como en Instagram lo orgulloso que estaba de mi
país. España ha pasado de encarcelar, de meter en prisión, a homosexuales hace poco más de 50 años a
convertirse en el tercer país del mundo en aprobar el matrimonio entre personas del mismo sexo.
No tengo ninguna duda de que es todo un éxito democrático de los
españoles y también de parte de su clase política.
Como decía no está todo hecho, y a pesar de que ya hay leyes que nos igualen a todos los ciudadanos,
hay datos que generan preocupación. Las denuncias por ataques a personas LGTBI y a otras personas
de grupos minoritarios se han incrementado en los últimos años en España. Una denuncia es
la declaración a la policía de que alguien ha cometido un crimen o delito. Además hace unos
días un chico gay de veinticuatro años llamado Samuel murió asesinado por un grupo de personas
en el norte de España. La discusión, el conflicto, empezó porque Samuel estaba
haciendo una videollamada y las otras personas pensaron que les estaba grabando en vídeo.
No voy a explicar los detalles del asesinato pero hay uno bastante significativo. Mientras
le atacaban le llamaban “maricón de mierda”. Maricón es un insulto, una palabra despectiva
para hablar de un hombre homosexual. Se podría traducir como “disgusting faggot” al inglés.
La policía ha dicho que no cree que el crimen se haya producido por un motivo de odio,
es decir, no creen que sea un delito de odio porque los
asesinos no conocían a la víctima y por tanto no sabían su orientación sexual.
Otro de los argumentos que muchos medios de comunicación usaban para decir que no podía ser
delito de odio porque la palabra “maricón” es un insulto que se usa muy frecuentemente en la calle.
¿Por qué es tan importante que este asesinato se considere un crimen de odio? Pues porque es
un agravante, es decir, una circunstancia que incrementa la responsabilidad penal.
Dos días después del asesinato de Samuel se convocaron manifestaciones,
protestas en toda España exigiendo justicia para Samuel.
Las manifestaciones tenían la intención de dar un mensaje claro:
lo que te dicen mientras te están matando importa y debería ser considerado por la justicia.
En mi opinión es ofensivo que la policía diga que no es posible que sea un crimen homófobo
porque los asesinos no sabían si era homosexual o no. La realidad es que no es necesario conocer la
orientación sexual de alguien para poder intuirla. De hecho, lo habitual es que muchas personas
homosexuales escuchen algún tipo de insulto homófobo antes incluso de que ellos mismos sean
conscientes de su orientación sexual, simplemente porque no se comportan a veces con los roles de
género asociados a su sexo biológico. De hecho ni siquiera necesitas ser homosexual para ser
víctima de un delito homófobo. Recuerdo el caso de un padre en televisión que se quejaba porque
cuando salía a la calle con su hijo adulto a veces recibía comentarios o incluso insultos homófobos.
¿Por qué? Pues porque a su hijo, que tiene una discapacidad intelectual, le gusta darle la mano
en la calle a su padre para sentirse más seguro y hay personas que piensan que son una pareja gay.
Nadie nace odiando a un determinado grupo de personas.
Nadie nace odiando a una persona negra, a una mujer lesbiana o a un judío por ejemplo.
Este odio es producto de nuestra cultura. Es curioso cómo los niños más discriminados en
el colegio pertenecen a los mismos grupos que los grupos discriminados en la sociedad adulta. No es
coincidencia, es oido. Es odio que traspasamos los adultos a los más pequeños, a los niños.
En 1954 el psicólogo Gordon Allport definió la escala del prejuicio y discriminación como
una medida de la manifestación del prejuicio en una sociedad.
Esta escala tiene cinco pasos. Vemos cómo el odio se puede ir escalando:
El antagonismo verbal: cuando un grupo, llamémoslo grupo A muestra libremente una
imagen negativa del grupo B. El discurso de odio está en incluido en este primer paso.
Las palabras que expresamos sobre un determinado grupo que pensamos que es inferior a nosotros.
2. La evitación: el grupo A evita activamente al grupo B, no quiere ser relacionado con él.
Le excluye socialmente con las consecuencias negativas que tiene para el grupo B.
3. La discriminación: los prejuicios, es decir, las actitudes de los pasos uno y dos se convierten
en acciones. El grupo B empieza a ser discriminado con la negación de oportunidades y servicios.
Un ejemplo de esto serían las leyes de segregación racial.
4. Ataque físico: el grupo A comete actos de violencia sobre el grupo B,
sobre ellos mismos o sus propiedades.
5. Exterminio: el grupo A intenta eliminar por completo al grupo B. Como ejemplo
cualquiera de los genocidios que existen en nuestra historia, desafortunadamente.
Te decía que este episodio nacía de una necesidad mía de entender el odio.
Cuando pasó el asesinato de Samuel y las posteriores protestas, los partidos
políticos de la extrema derecha empezaron a hacer declaraciones hablando de cómo el colectivo LGTBI,
o el lobby LGTBI, o la izquierda estaban usando el asesinato del chico para obtener
beneficios políticos. Y sí, estoy seguro de que algunos miembros de partidos de izquierda han
usado este crimen con fines partidistas. Sin embargo, la mayor parte de las personas que
salieron a la calle o compartían su indignación o su frustración no lo hacían con fines políticos.
Escuchar a determinadas personas, especialmente políticos hablar de esa forma hizo que sintiera
un profundo rechazo hacía esas personas. También a las personas que votan a estos políticos,
y algunas de estas personas están en mi entorno y en mi familia, que es muy grande.
Pensaba que tenían una falta total de empatía, que eran fríos, que no eran lo suficientemente
inteligentes para entender la situación, que son malas personas. Pensaba que yo era mejor que
ellos, que ellos son inferiores. Ademas pensaba que no quería tener ningún tipo de relación con
ellos. En definitiva, estaba entrando en los dos primeros pasos de la escala del
prejuicio y la discriminación de la que hablaba antes; el antagonismo verbal y la evitación.
Cuando hablamos de que la sociedad está cada vez más polarizada, hablamos de esto.
De crear grandes grupos de personas que no nos gustan, que vemos como antagonistas,
con cualidades muy negativas y muy diferentes a las nuestras. Para mí fue el asesinato de
Samuel y la respuesta política y social la que provocó ese sentimiento tan desagradable en mí,
el rechazo más absoluto por los que no pensaban como yo, los primeros pasos de la escala del odio.
No importa dónde estés. Es probable que te hayas sentido así en algún momento. Si eres
de Reino Unido es probable que sientas un especial antagonismo por las personas que votaron a favor
del Brexit si tú estabas a favor de la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea, y viceversa.
Brexitiers vs remainers, demócratas vs republicanos, izquierda vs derecha…
Sally Kohn, activista política estadounidense, también se interesó por el odio en un momento de
su vida y escribió un libro llamado “Lo opuesto al odio: una guía para reparar la humanidad”.
Ella dice que el gran problema con el odio es que pensamos que sí,
que efectivamente es un problema, pero nunca es nuestro, siempre es el problema del otro.
La gran raíz del odio, de donde viene, es de la idea de que nosotros somos buenos,
tenemos razón y los otros, ellos, no.
La verdad es que los humanos no estamos diseñados para odiar, estamos diseñamos
para cooperar. Pero es imposible cooperar con alguien al que vemos con una imagen tan negativa,
con alguien al que rechazamos por formar parte de un determinado grupo.
Como hemos dicho antes, nadie nace odiando a otro grupo. Somos productos de nuestra
cultura. Esto lo podemos ver porque no en todos los países los grupos discriminados
son los mismo. Si eres cristiano por ejemplo, no tendrás demasiados problemas si vives en
Europa pero puedes estar en peligro si vives en Corea del Norte o Afganistan,
dos de los países donde los cristianos están más discriminados y perseguidos.
El odio es cultural. En palabras del periodista Iván Gomez Beltrán sobre el asesinato de Samuel:
“Que te llamen maricón un grupo de personas justo antes de asesinarte con una paliza no
es un hecho casual, esporádico o un suceso anecdótico. Hay un crueldad identitaria,
aprendida, cultural y estructural.”
La realidad es que es complicado no entrar en la espiral del odio de alguna forma
porque es algo con lo que crecemos. Sin embargo, podemos hacer varias cosas de
forma individual y de forma colectiva para intentar cambiar esta tendencia.
Según Kohn lo primero que necesitamos hacer es reconocer el sentimiento de odio o rechazo que
sentimos por determinados grupos. Identificar esos pensamientos e intentar desafiarlos. ¿Por
qué me siento superior a ese grupo de persona que piensa, actúa o vive diferente a mí?
Este sería el trabajo individual.
De forma colectiva necesitamos promocionar políticas, instituciones y prácticas que nos
conecten, no que nos separen. La integración combate el odio porque cuando pasamos tiempo
con personas que no son de “los nuestros” podemos identificarnos con sus vidas, ver
que a pesar de formar parte de grupos diferentes tenemos preocupaciones y aspiraciones similares.
La política y los políticos que los ciudadanos elegimos en países democráticos tienen un gran
poder para llevar a cabo este tipo de acciones. Mientras que los partidos extremistas de ambos
lados potencian el discurso de odio, la diferencia entre ellos y nosotros,
los partidos moderados intentan buscar puntos comunes. En definitiva, los partidos extremistas
buscan dividirnos y separarnos, ahí está el éxito de su política populista. No quieren cooperación,
quieren división. No quieren que los ciudadanos tengan pensamiento crítico, no les conviene.
Esta integración de la que hablaba puede ser complicada cuando los grupos son muy
diferentes, pero necesitamos buscar intereses comunes, puntos comunes,
afinidad. Centrarnos en lo que nos une y no solo en lo que nos separa.
Yo me siento muy afortunado de vivir en una ciudad como Londres,
donde he tenido la oportunidad de conocer a gente de orígenes muy diversos y eso me ha