¿Por qué tenemos HUELLAS DACTILARES?
Las huellas dactilares no son tan únicas como pensabas: bueno, sí, la probabilidad
de compartirlas con alguien es de 1 en 64 mil millones: más que la cantidad de habitantes
actuales de la Tierra ¡pero menos que los 100 mil millones que han vivido en toda la historia! Quizá
compartes huellas con alguien del pasado… o del futuro. Pero ¡nadie sabe bien por qué
evolucionaron estas curiosas marcas! Acompáñanos a explorar las sorprendentes teorías acerca de…
¿Por qué tenemos huellas digitales?
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El nombre más apropiado para esas rayitas en relieve que tienes en los dedos es “crestas
papilares”. Las huellas dactilares o digitales, propiamente, son las marcas o impresiones que
dejan las crestas en una superficie, ya sean de sudor, tinta o cualquier
otra sustancia. Las impresiones también se llaman “dermatoglifos” o “dactilogramas”.
Los artesanos persas ya las usaban para “firmar” sus vasijas, pero la primera vez
que se usaron para identificar a alguien en una investigación forense fue en el caso de
Francisca Rojas, en Argentina, en 1892. Las huellas digitales se forman alrededor
del sexto mes de gestación. La forma general del patrón parece tener un origen genético:
seguramente las tuyas se parecen a las de alguno de tus papás. Pero los detalles son los que hacen
la diferencia. Nuestra piel está formada por dos capas: la dermis y la epidermis. Los genes dan
instrucciones de que, en ciertas partes del dedo, una de las capas crezca más rápido que las otras
y esto causa que se estiren o se encojan. Pero si el feto frota sus dedos o toca el saco amniótico,
esto cambia la forma de las huellas. También parecen modificarlas detalles
tan pequeños como la longitud del cordón umbilical, la posición del cuerpo y hasta
la velocidad con la que se mueve el fluido. ¿Pero para qué sirven? Sorprendentemente,
no se sabe con certeza, pero estas son las tres teorías más probables:
Teoría 1: Las huellas digitales nos dan mejor agarre. Ya que somos descendientes
de trepadores de árboles y recogedores de fruta, tiene sentido que nuestros dedos
tengan propiedades para mejorar la fricción y la tracción, de manera similar al dibujo
que tienen las llantas de los automóviles. La idea es que las arruguitas incrementan el área
en la que nuestra piel entra en contacto con el objeto que estamos agarrando. Pero,
en un experimento, se vio que en realidad las marcas dactilares reducen la superficie
de contacto ¡a sólo una tercera parte! Sólo las crestas tocan el objeto y no los valles.
Esto debería reducir el “agarre” de nuestros dedos, sobre todo al tocar superficies lisas y
secas. Pero el agarre sí mejora cuando la piel de nuestros dedos se agarra de superficies ásperas:
las irregularidades se “engranan” entre sí. También, si existe un poco de humedad,
los dibujos se alisan y agarran mejor. Pero si hay demasiada humedad, todo se vuelve resbaloso. Y,
al parecer, la textura ondulada también ayuda a regular el exceso de sudor y humedad.
Teoría 2: Mejoran nuestro sentido del tacto. Nuestros dedos tienen cinco tipos
de mecanorreceptores: células que responden a estímulos mecánicos. Un estudio mostró que
uno de esos receptores, los corpúsculos de Pacini, son sensibles a una frecuencia
de vibración muy específica: 200 hertz. Los investigadores hicieron dos dedos de mentiras:
uno con arruguitas como huellas digitales y el otro lisito lisito, y los deslizaron sobre una
superficie texturizada. Descubrieron que el que tenía huellas digitales amplificaba las
vibraciones ¡de 200 hertz! Eso hace nuestros dedos mucho más sensibles a las texturas de los objetos:
eso les habría permitido a nuestros ancestros distinguir mejor los alimentos
frescos de los pasados, o incluso identificar irregularidades en la piel propia o de los demás.
Teoría 3: Previenen lesiones. Las palmas de las manos y las plantas de los pies son áreas con
mucho contacto y fricción, y puede ser que las huellas que tenemos ahí (y sí: también tienes
huellas digitales en los dedos de los pies) sirvan para que la piel se estire y aguante más, actuando
como refuerzo y evitando ampollas y heridas. Y, como en muchas otras características de
nuestro cuerpo, es posible que cada una de estas tres teorías tengan una parte de la explicación,
y que las tres funciones hayan coevolucionado para darnos un exquisito sentido del tacto y las manos
más hábiles de todo el reino animal, no solo buenas para agarrar cosas o sacarnos los mocos,
sino capaces de crear delicadas obras de arte y tecnología, de escribir y también de
acariciar y cuidar a la gente que queremos. Por cierto, además de los humanos, también
tienen huellas dactilares los chimpancés, los gorilas ¡Y los koalas! ¡Curiosamente!
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