050 - HILDA
...
HILDA - violación en el matrimonio.
BETO ¿Y quién te dijo que tengo que pedirte permiso? Eres mi mujer y yo quiero hacer “uso” ahora mismo…
HILDA No…no…
HILDA Como siempre pasa, todo empezó en una fiesta. Era la fiesta de mi pueblo y con mis amigas fuimos al baile. Estaba linda la tarde y se puso mejor de un momento a otro.
HILDA Oye, Chepita, ¿ves lo que veo yo?
CHEPA ¿Qué es?
HILDA ¡¿Quién es?!... Eso es lo que yo quiero saber.
HILDA Estaba ahí. Era morenito y un poco gordito. Con ojos negros como la noche. Chepita, ahí viene. Creo que me voy a desmayar.
BETO Hola, ¿están solitas?
HILDA Bailamos toda la tarde. Y a la noche ya estábamos enamorados.
HILDA Ay, Chepita. Beto es un amor.
CHEPA ¿De veras? Yo le veo medio raro, como aprovechado.
HILDA Qué desconfiada eres. Si es un ángel…
CHEPA ¡Hum!... Cuidado. Cuídate del agua mansa…
HILDA ¡...de mi Betito me cuido yo.
HILDA Pronto, Alberto me propuso “conocernos”.
BETO ¿Me quieres, negrita?
HILDA Sí…
BETO No quiero oír, quiero sentir. ¿Vamos a mi cuarto?
HILDA ¿Qué?
BETO No tengas miedo, yo te quiero y nunca te haría daño.
HILDA ¿Cómo iba a negarme? Con dudas, temblando, lo seguí.
BETO Venga para acá, negrita rica.
HILDA Beto, yo… espera…
BETO El que espera, desespera. Y no me gusta esperar por lo que me gusta.
HILDA No!...No!...
HILDA Así fue mi primera vez con Beto. Yo había tenido otro enamorado y Beto lo sabía.
BETO ¿Te gustó? ¿Yo soy mejor que el imbécil ese?
HILDA Al poco tiempo, me embaracé y me fui a vivir con él.
BETO Hilda… ¿Dónde mierda está? Hilda!... Hi… Hilda… Ven mujer… Quiero…ya sabes lo que quiero…
HILDA No, me duele mi cabeza.
BETO Eso no se hace por la cabeza, ¡ven!
HILDA Déjame, Alberto. No.
HILDA Así son mis noches. Él me toma cuando le da la gana. Si me resisto, me pega. Yo ya no lo quiero, pero no tengo a dónde ir.
HILDA Mi prima Chepita me llamó el otro día.
CHEPA ¿Hilda? Soy yo, Chepita. ¿Vamos a la fiesta patronal del pueblo?
HILDA Pues, no sé...
CHEPA Anímate, Hilda. Yo iré a buscarte.
CHEPA Aquí conociste a tu Betito.
HILDA No me hagas recuerdo de ese tipo.
CHEPA ¿Qué ocurre? No me digas que te pega.
HILDA Peor.
CHEPA ¿Qué puede ser peor?
HILDA Es que me “usa”, Chepita. Me da asco cuando dice así... y me obliga.
CHEPA ¿Te obliga?
HILDA A cualquier hora y de cualquier manera. Tengo miedo hasta de enfermarme.
CHEPA Ay, primita. Ese hombre te está violando.
HILDA No. Él dice que es mi deber de esposa.
CHEPA Ningún deber. El sexo es para disfrutar, para sentir gusto. Y nadie tiene placer a golpes. ¿Alguna vez has hablado con él sobre eso?
HILDA ¿Estás loca? Sería para que me insulte.
CHEPA Haz una prueba. ¿No dicen que hablando se entiende la gente?
HILDA Muerta de vergüenza y de miedo, esa misma noche traté de hablar sobre “eso”.
BETO ¿Qué dices? ¿O sea que tienes ganas?
HILDA No, Alberto. Quiero conversar porque yo me siento mal cuando me obligas.
BETO Yo nunca hago eso. Pero ven aquí, mi negra. ¿Quieres “cariñitos”? Así me gusta, venga…
HILDA No, déjame… Alberto, no.
HILDA Salí corriendo a esconderme en otro cuarto, puse la llave…
BETO Si no abres verás lo que te pasa… ¡Me calientas y después nada! ¿Qué te crees que eres?
HILDA No, Alberto. No…
HILDA Me “usó” y se fue. Me quedé llorando ante esa brutalidad. Al día siguiente, bien temprano fui a buscar a Chepita… Le conté de mi humillación y mi dolor. De lo sucia que me sentía…
HILDA Chepita, no sé qué hacer. ¿Tú crees que puede haber otra vida para mí? ¿Cómo?
LOCUTORA Hilda no es la única mujer que ha sufrido violencia sexual en el matrimonio varias otras han pasado por lo mismo. Estos son sus testimonios:
MUJER 1 Yo tampoco sabía que mi marido me violaba. Me cansé y le paré el carro. Quiso pegarme y yo lo amenacé con hacer escándalo y contarle a todo el mundo lo que me hace. Gritó, pataleó. Ahora, se aguanta y me pide bonito. ¿Será que los hombres sólo entienden así?
MUJER 2 Él es grande y fuerte. Y hace conmigo lo que quiere, sobre todo, cuando viene borracho. Yo tengo miedo y le acepto aguantando la rabia. Tengo que callarme aunque me duela todo mi cuerpo. Los hombres son brutos, sólo les gusta eso.
HILDA Chepita, ¿qué hago?
CHEPA ¿Y si vas a dormir con tus hijos?
HILDA El Beto no respeta a nadie, ni a los niños.
CHEPA Déjalo, entonces.
HILDA Pero yo me casé para siempre y él es el padre de mis hijos.
CHEPA ¿Y tú, primita? ¿Tú no cuentas? ¿No te quieres a ti misma?
HILDA Pero Beto nos atiende.
CHEPA ¿Quieres decir que les da para la comida?
HILDA Sí. Y para otros gastos.
CHEPA Es su responsabilidad. Tú no tienes que pagarle y menos con tu cuerpo. Además, tú tienes un negocito, ¿verdad?
HILDA Sí, pero gano muy poco, no alcanzará.
CHEPA Alcanzará, Hilda. Cuando nadie te “use” vas a tener más fuerzas para trabajar. Vas a vivir tranquila y eso no tiene precio, prima.
HILDA Pasé varias semanas dándole vueltas al asunto. Tenía miedo al futuro, quedarme sola con mis hijos, ¿qué sería de nosotros? Al fin, un día me decidí...
HILDA Nos vamos, hijitos. Nos vamos a encontrar la dignidad.
LOCUTORA El hombre, criado en una sociedad machista, emplea a menudo la fuerza para tener relaciones sexuales con su esposa. Algunas mujeres se enfrentan y evitan esa violencia. Otras la aceptan como un destino y un deber. Otras, rompen con sus cadenas y se van, como lo hizo Hilda. Todas las mujeres tenemos derecho al respeto a nuestro cuerpo, de nuestra sexualidad. En varios países la violación dentro del matrimonio es un delito con penas de hasta 14 años de prisión. Si te está pasando eso no te calles y actúa. Mira a las mujeres de tu alrededor. ¿Ellas la sufren? ¿Tú la sufres? ¿Qué harían ellas en el lugar de Hilda? ¿Qué harías tú?