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La hormiguita por Fernan Caballero

La hormiguita por Fernan Caballero

Había vez y vez una hormiguita tan primorosa, tan concertada, tan hacendosa, que era un encanto. Un día que estaba barriendo la puerta de su casa, se halló un ochavito. Dijo para sí: ¿Qué haré con este ochavito? ¿Compraré piñones? No, que no los puedo partir. ¿Compraré merengues? No, que es una golosina. Pensolo más, y se fue a una tienda, donde compró un poco de arrebol, se lavó, se peinó, se aderezó, se puso su colorete y se sentó a la ventana. Ya se ve; como que estaba tan acicalada y tan bonita, todo el que pasaba se enamoraba de ella. Pasó un toro, y la dijo:

-Hormiguita, ¿te quieres casar conmigo?

-¿Y cómo me enamorarás? -respondió la hormiguita.

El toro se puso a rugir; la hormiga se tapó los oídos con ambas patas.

-Sigue tu camino -le dijo al toro-, que me asustas, me asombras y me espantas.

Y lo propio sucedió con un perro que ladró, un gato que maulló, un cochino que gruñó, un gallo que cacareó. Todos causaban alejamiento a la hormiga; ninguno se ganó su voluntad, hasta que pasó un ratonpérez, que la supo enamorar tan fina y delicadamente, que la hormiguita le dio su manita negra. Vivían como tortolitas, y tan felices, que de eso no se ha visto desde que el mundo es mundo.

Quiso la mala suerte que un día fuese la hormiguita sola a misa, después de poner la olla, que dejó al cuidado de ratonpérez, advirtiéndole, como tan prudente que era, que no menease la olla con la cuchara chica, sino con el cucharón; pero el ratonpérez hizo, por su mal, lo contrario de lo que le dijo su mujer: cogió la cuchara chica para menear la olla, y así fue que sucedió lo que ella había previsto. Ratonpérez, con su torpeza, se cayó en la olla, como en un pozo, y allí murió ahogado.

Al volver la hormiguita a su casa, llamó a la puerta. Nadie respondió ni vino a abrir. Entonces se fue a casa de una vecina para que la dejase entrar por el tejado. Pero la vecina no quiso, y tuvo que mandar por el cerrajero, que le descerrajase la puerta. Fuese la hormiguita en derechura a la cocina; miró la olla, y allí estaba, ¡qué dolor!, el ratonpérez ahogado, dando vueltas sobre el caldo que hervía. La hormiguita se echó a llorar amargamente. Vino el pájaro, y la dijo:

-¿Por qué lloras?

Ella respondió:

-Porque ratonpérez se cayó en la olla.

-Pues yo, pajarito, me corto el piquito.

Vino la paloma, y la dijo:

-¿Por qué, pajarito, te has cortado el pico?

-Porque el ratonpérez se cayó en la olla, y que la hormiguita lo siente y lo llora.

-Pues yo, la paloma, me corto la cola.

Dijo el palomar:

-¿Por qué tú, paloma, cortaste tu cola?

-Porque ratonpérez se cayó en la olla, y que la hormiguita lo siente y lo llora; y que el pajarito cortó su piquito, y yo, la paloma, me corto la cola.

-Pues yo, palomar, voyme a derribar.

Dijo la fuente clara:

-¿Por qué, palomar, vaste a derribar?

-Porque el ratonpérez se cayó en la olla, y que la hormiguita lo siente y lo llora; y que el pajarito cortó su piquito; y que la paloma se corta la cola; y yo, palomar, voyme a derribar.

-Pues yo, fuente clara, me pongo a llorar.

Vino la Infanta a llenar la cántara.

-¿Por qué, fuente clara, póneste a llorar?

Porque el ratonpérez se cayó en la olla, y que la hormiguita lo siente y lo llora; y que el pajarito se cortó el piquito, y que la paloma se corta la cola; y que el palomar fuese a derribar; y yo, fuente clara, me pongo a llorar.

-Pues yo, que soy Infanta, romperé mi cántara.

Y yo, que lo cuento, acabo en lamento, porque el ratonpérez se cayó en la olla, ¡y que la hormiguita lo siente y lo llora!


La hormiguita por Fernan Caballero Die kleine Ameise von Fernan Caballero The little ant by Fernan Caballero

Había vez y vez una hormiguita tan primorosa, tan concertada, tan hacendosa, que era un encanto. Once upon a time there was a little ant so exquisite, so concerted, so industrious, that it was a charm. Un día que estaba barriendo la puerta de su casa, se halló un ochavito. One day when he was sweeping the door of his house, he found a small coin. Dijo para sí: ¿Qué haré con este ochavito? He said to himself: What am I going to do with this little coin? ¿Compraré piñones? Will I buy pine nuts? No, que no los puedo partir. ¿Compraré merengues? No, que es una golosina. Pensolo más, y se fue a una tienda, donde compró un poco de arrebol, se lavó, se peinó, se aderezó, se puso su colorete y se sentó a la ventana. She thought about it more, and went to a store, where she bought a little blush, washed, combed her hair, dressed up, put on her rouge, and sat by the window. Ya se ve; como que estaba tan acicalada y tan bonita, todo el que pasaba se enamoraba de ella. Pasó un toro, y la dijo: A bull passed by and said to her:

-Hormiguita, ¿te quieres casar conmigo?

-¿Y cómo me enamorarás? -And how will you make me fall in love? -respondió la hormiguita.

El toro se puso a rugir; la hormiga se tapó los oídos con ambas patas.

-Sigue tu camino -le dijo al toro-, que me asustas, me asombras y me espantas. "Go on your way," he said to the bull, "you scare me, you amaze me and you scare me."

Y lo propio sucedió con un perro que ladró, un gato que maulló, un cochino que gruñó, un gallo que cacareó. And the same thing happened with a dog that barked, a cat that meowed, a pig that growled, a rooster that crowed. Todos causaban alejamiento a la hormiga; ninguno se ganó su voluntad, hasta que pasó un ratonpérez, que la supo enamorar tan fina y delicadamente, que la hormiguita le dio su manita negra. All of them caused distance to the ant; none won her will, until a mouse passed by, who knew how to make her fall in love so finely and delicately, that the little ant gave her his little black hand. Vivían como tortolitas, y tan felices, que de eso no se ha visto desde que el mundo es mundo. They lived like turtledoves, and so happy, that that has not been seen since the world is world.

Quiso la mala suerte que un día fuese la hormiguita sola a misa, después de poner la olla, que dejó al cuidado de ratonpérez, advirtiéndole, como tan prudente que era, que no menease la olla con la cuchara chica, sino con el cucharón; pero el ratonpérez hizo, por su mal, lo contrario de lo que le dijo su mujer: cogió la cuchara chica para menear la olla, y así fue que sucedió lo que ella había previsto. Ratonpérez, con su torpeza, se cayó en la olla, como en un pozo, y allí murió ahogado.

Al volver la hormiguita a su casa, llamó a la puerta. Nadie respondió ni vino a abrir. Entonces se fue a casa de una vecina para que la dejase entrar por el tejado. Pero la vecina no quiso, y tuvo que mandar por el cerrajero, que le descerrajase la puerta. Fuese la hormiguita en derechura a la cocina; miró la olla, y allí estaba, ¡qué dolor!, el ratonpérez ahogado, dando vueltas sobre el caldo que hervía. La hormiguita se echó a llorar amargamente. Vino el pájaro, y la dijo:

-¿Por qué lloras?

Ella respondió:

-Porque ratonpérez se cayó en la olla.

-Pues yo, pajarito, me corto el piquito.

Vino la paloma, y la dijo:

-¿Por qué, pajarito, te has cortado el pico?

-Porque el ratonpérez se cayó en la olla, y que la hormiguita lo siente y lo llora.

-Pues yo, la paloma, me corto la cola.

Dijo el palomar:

-¿Por qué tú, paloma, cortaste tu cola?

-Porque ratonpérez se cayó en la olla, y que la hormiguita lo siente y lo llora; y que el pajarito cortó su piquito, y yo, la paloma, me corto la cola.

-Pues yo, palomar, voyme a derribar.

Dijo la fuente clara:

-¿Por qué, palomar, vaste a derribar?

-Porque el ratonpérez se cayó en la olla, y que la hormiguita lo siente y lo llora; y que el pajarito cortó su piquito; y que la paloma se corta la cola; y yo, palomar, voyme a derribar.

-Pues yo, fuente clara, me pongo a llorar.

Vino la Infanta a llenar la cántara.

-¿Por qué, fuente clara, póneste a llorar?

Porque el ratonpérez se cayó en la olla, y que la hormiguita lo siente y lo llora; y que el pajarito se cortó el piquito, y que la paloma se corta la cola; y que el palomar fuese a derribar; y yo, fuente clara, me pongo a llorar.

-Pues yo, que soy Infanta, romperé mi cántara.

Y yo, que lo cuento, acabo en lamento, porque el ratonpérez se cayó en la olla, ¡y que la hormiguita lo siente y lo llora!