El cliente siempre tiene la razón (parte 2) Historia en presente Es de noche y circulo con mi taxi por la ciudad como de costumbre, pero hoy hay poco movimiento o, al parecer, menos de lo habitual.
Me paro en un bar para tomar un café y me encuentro con un compañero que acaba de terminar la jornada y ya se va para casa. Cuando le comento lo tranquila que está siendo la noche me dice que hay una gran fiesta en el Hotel Sheriton y que no para de salir gente pidiendo taxis. Me dirijo hacia allí enseguida y, efectivamente, nada más aproximarme al hotel, veo a un hombre en la puerta que me hace gestos con el brazo.
Estaciono justo delante del hotel. El hombre, que va “bastante alegre” se me acerca y me pide que lo lleve al Hotel Sheriton, en la calle Londres. Me lo quedo mirando extrañado ya que, efectivamente, estamos en el hotel Sheriton de la calle Londres. Pero él insiste en que quiere ir a ese hotel. Yo le hago ver que ya estamos donde él quiere ir, pero que tal vez no lo recuerda debido al alcohol. Él, muy indignado, me dice: “¡Este no es el hotel donde estoy hospedado, lléveme a mi hotel!”. Entonces le digo: “Ok. Súbase, lo llevo a su hotel”. El hombre se sube, me pongo en marcha, doy un par de vueltas a la manzana y a los cinco minutos estaciono en la puerta del hotel, en el mismo lugar donde habíamos iniciado el viaje. El hombre mira hacia afuera, sonríe, me paga el viaje y entra feliz a su hotel.