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Zurita - L. A. Clarín, 3.1

3.1

Muy en serio había tomado Aquiles lo de ver dentro de sí —siendo uno con él— a Su Divina Majestad. Se le antojaba que de puro zote no encontraba en sí aquella unidad en el Ser que para D. Cipriano y el catedrático triste era cosa corriente.

El filósofo se retiraba tarde, pero dormía la mañana. Aquiles se acostaba para que no se le enfriasen los pies al calentársele la cabeza; y sentado en el lecho, que parecía sepultura, meditaba gran parte de la noche, primero acompañado de la mísera luz del velón, después de las doce a oscuras; porque la patrona le había dicho que aquel gasto de aceite iba fuera de la cuenta del pupilaje. Mientras D. Cipriano roncaba y a veces reía entre sueños, Zurita pasaba revista a todos los recursos que le habían enseñado para prescindir de su propio yo, como tal yo finito (este que está aquí, sin más). El sueño le rendía, y cuando empezaban a zumbarle los oídos, y se le cerraban los ojos, y perdía la conciencia del lugar y la del contacto, era cuando se le figuraba que iba entrando en el yo en sí, antes de la distinción de mí a lo demás... y en tan preciosos momentos se quedaba el pobre dormido. De modo que no parecía Dios.

Se quejaba el infeliz a su mentor, y don Cipriano le decía:

—Cómprese V. una cafetera y tome mucho café por la noche.

Así lo hizo Aquiles, aunque a costa de grandes sacrificios. Como se alimentaba poco y mal, y no tomaba ordinariamente café, por espíritu de ahorro, el moka de castañas y otros indígenas le produjo los primeros días excitaciones nerviosas, que le ponían medio loco. Hacía muecas automáticas, guiñaba los ojos sin querer y daba brincos sin saberlo. Pero conseguía su propósito: no se dormía.

Aunque el Ser en la Unidad no acababa de presentársele, tenía grandes esperanzas de poseer la apetecida visión en breve. ¡El café le hacía pensar cada cosa! A lo mejor le entraba, sin saber por qué y sin motivos racionales, un amor descomunal a la Humanidad de la Tierra, como decía él, copiando a D. Cipriano. Lloraba de ternura considerando las armonías del Universo, y la dignidad de su categoría de ser consciente y libre le ponía muy hueco. Todo esto a oscuras y mientras roncaba D. Cipriano.

Pero ¡oh dolor!, al cabo de pocas semanas el café perdió su misterioso poder, y le hizo el mismo efecto que si fuese agua de castañas, como efectivamente era. Volvía a dormirse en el instante crítico de disolverse en lo Infinito, siendo uno con el Todo, sin dejar de ser este que individualmente era, Zurita.

—Pero V., D. Cipriano —preguntaba desconsolado el triste Aquiles al filósofo cuando este despertaba (ya cerca de las doce de la mañana)—, ¿V. ve realmente a Dios en la Conciencia, siendo uno con Él?

—Y tanto como veo —respondía el filósofo mientras se ponía los calcetines, de que no haré descripción de ningún género. Baste decir, por lo que respecta a la ropa blanca del pensador, que no había tal blancura, y que si era un sepulcro D. Cipriano, no era de los blanqueados por fuera; la ropa de color había mejorado, pero en paños menores era el mismo de siempre.

—Y diga V., ¿dónde consiguió ver por primera vez la Unidad del Ser dentro de sí?

—En la Moncloa. Pero eso es accidental; lo que conviene es darse grandes paseos por las afueras. En las Vistillas, en la Virgen del Puerto, en la Ronda de Recoletos, en Atocha, en la Venta del Espíritu Santo y en otros muchos parajes por el estilo he disfrutado muchas veces de esa vista interior por que V. suspira.

Desde entonces Zurita dio grandes paseos, a riesgo de romper las suelas de los zapatos, pero no consiguió su propósito; le robaron el reloj de plata que heredara de sus mayores, mas no se le apareció el Ser en la Unidad.

—¿Pero V. lo ve? —repetía el aprendiz.

—¡Cuando le digo a V. que sí!

Zurita empezaba a desconfiar de ser en la vida un filósofo sin prejuicios. «¡Este maldito yo finito, de que no puedo prescindir!».

Aquel yo que se llamaba Aquiles le tenía desesperado.

Nada, nada, no había medio de verse en la Unidad del ser pensado y el ser que piensa bajo Dios. ¡Y para esto había él perdido el curso del Doctorado!

El hijo del dómine de Azuqueca se hubiera vuelto loco, de fijo, si Dios, que veía sus buenas intenciones, no se hubiera compadecido de él apartando de su trato a don Cipriano, que se fue a otra posada, y no volvió por la de Zurita ni por la Universidad, y trayendo a España nuevas corrientes filosóficas, que también habían de volverle la cabeza a Aquiles, pero de otro lado.

Por aquel tiempo recibió una carta de una antigua amiga de Valencia que se había trasladado a Madrid, donde su esposo tenía empleo, y le llamaba para que, si era tan bueno, diese lección de latín a un hijo de las entrañas, mucho más mocoso que amigo de los clásicos. No pensaba Zurita aceptar la proposición, pues aunque sus rentas eran lo escasas que sabemos, a él le bastaban, y la filosofía, además, no le permitía perder el tiempo en niñerías por el vil interés; pero fue a ver a la señora para decírselo todo en persona.

Era la dama, o rica o amiga de aparentarlo, porque su casa parecía de gran lujo y allí vio, palpó y hasta olió Zurita cuanto inventó el diablo para regalo de los sentidos perezosos. Lo peor de la casa era el marido, casi enano, bizco, y de tan malos humores, que los vomitaba en forma de improperios de la mañana a la noche; pero estaba poco en casa, de lo que se mostraba muy contenta la señora. Esta llamada doña Engracia, era beata de las orgullosas, de las que se ponen muy encarnadas si oyen hablar mal de los curas malos, como si fuesen ellas quien les cría; su virtud parecía cosa de apuesta, más la tenía por tesón que por amor de Dios, que era como no tenerla. Siempre hablaba de privaciones de penitencias; pero, como no fuera de lo desagradable, lo pobre y lo feo, no se sabía de qué se privaba aquella señora, rodeada de seda y terciopelo, que pisaba en blanduras recostando el cuerpo, forrado de batista, en muebles que hacían caricias suaves como de abrazos al que se sentaba o tendía en ellos. Verdad es que ayunaba y comía de vigilia siempre que era de precepto, y otras veces por devoción; pero sus ayunos eran pobreza del estómago, que no resistía más alimento, y sus vigilias comer mariscos exquisitos y pescados finos y beber vinos deliciosos. No tenía amante doña Engracia, y como el marido bizco y de forma de chaparro no hacía cuenta, sus veintinueve años (los de la dama) estaban en barbecho. No le faltaban deseos, tentaciones, que ella atribuía al diablo; pero por salir con la suya rechazaba a cuantos se le acercaban con miras de pecar. Mas la ociosa lascivia hurgaba, y como no tenía salida, daba coces contra los sentidos que se quejaban de cien maneras. Pasaba la señora el día y la noche en discurrir alguna traza para satisfacer aquellas ansias sin dejar de parecer buena, sin que hubiera miedo de que el mundo pudiese sospechar que las satisfacía. Y al cabo el diablo, que no podía ser otro, le apuntó lo que había de hacer, poniéndole en la memoria al don Aquiles Zurita que había conocido en Valencia.

Para abreviar (que no es esta la historia de doña Engracia, sino la de Zurita), la dama consiguió que el filosofastro «le sacrificara», como ella dijo, una hora cada día para enseñar latín al muchacho. Al principio la lección la tenían a solas maestro y discípulo; pero, pasada una semana, la madre del niño comenzó a dejar olvidados en la sala de la lección pañuelos, ovillos de hilo, tijeras y otros artículos, y al cabo no hacía ya más que entrar y salir, y más al cabo no hacía más que entrar y no salir; con lo que Zurita, a pesar de su modestia e inocencia prístina, comenzó a sospechar que doña Engracia se había aficionado a su persona.

¡Rara coincidencia! Observación parecida había hecho en la posada, notando que la patrona, doña Concha, suspiraba, bajaba los ojos y retorcía las puntas del delantal en cuanto se quedaba sola con él. Los suspiros eran de bomba real allá en la noche, cuando Aquiles meditaba o leía, y la viuda, que dormía pared por medio, velaba distraída en amorosas cavilaciones. En una ocasión tuvo el eterno estudiante que dejar las ociosas plumas (que eran de paja y pelote duro) porque la disentería le apuraba —¡tanto estudiar!— y a media noche, descalzo y a oscuras, se aventuró por los pasillos. Equivocó el camino, y de golpe y porrazo dio en la alcoba de doña Concha. La viuda, al sentir por los pasillos al joven, había apagado la luz y esperaba, con vaga esperanza, que una resolución heroica del muchacho precipitase los acontecimientos que ella en vano quería facilitar a fuerza de suspiros simbólicos. Doña Concha era romántica tan consecuente como Moyano, y hubiera preferido una declaración a la luz de la luna y por sus pasos contados, con muchos preparativos, graduada y matizada; pero, ya que el ardiente doncel prefería un ataque brutal, ella estaba dispuesta a todo, aunque reservándose el derecho de una protesta tímida y débil, más por lo que se refería a la forma que por otra cosa. Doña Concha tenía cuarenta años bien conservados, pero cuarenta...

Cuando conoció su error, que fue pronto, Zurita se deshizo en excusas y buscó precipitadamente la puerta. Entonces el pudor de la patrona despertó como el león de España de 1808 y comenzó a gritar: «¡Ladrones!, ¡ladrones! ¿Quién anda ahí?... ¡Oigan la mosquita muerta!», y otros tópicos de los muchos que ella conocía para situaciones análogas. El amor propio no le dejó a la viuda creer lo de la equivocación, y se inclinó a pensar que el prudente Aquiles, en un momento de amor furioso, se había levantado y había acometido la empresa formidable de que luego se arrepintiera, tal vez por la pureza de su amor secreto.

Ello es que la viuda siguió suspirando, y hasta se propasó, cuando vino la primavera, a dejar todas las mañanas en un búcaro de barro cocido un ramo de violetas sobre la mesilla de noche del filosofastro.

Comprendiendo Aquiles que aquella pasión de doña Concha le distraía de sus reflexiones y le hacía pensar demasiado en las calidades del yo finito, decidió dejar la posada de las chuletas de cartón—piedra, y sin oír a los sentidos, que le pedían el pasto perpetuamente negado, salió con su baúl, sus libros y su filosofía armónica de la isla encantada en que aquella Circe, con su lunar junto a la boca, ofrecía cama, cocido y amor romántico por seis reales... sin principio.

Más peligrosa era la flirtation de doña Engracia, que cada día se insinuaba con mayor atrevimiento. Vestía aquella señora en casa unos diablos de batas de finísima tela que se pegaba al cuerpo de diosa de la enemiga como la hiedra al olmo; se sentaba en el sofá, y en la silla larga, y en el confidente (todo ello blando, turgente y lleno de provocaciones), con tales posturas, doblándose de un modo y enseñando unas puntas de pie, unos comienzos de secretos de alabastro y unas líneas curvas que mareaban, con tal arte y hechicería, que el mísero Zurita no podía pensar en otra cosa, y estuvo una semana entera apartado de su investigación de la Unidad del Ser en la conciencia, por no creerse digno de que ideas y comuniones tan altas entrasen en su pobre morada.

3.1 3.1

Muy en serio había tomado Aquiles lo de ver dentro de sí —siendo uno con él— a Su Divina Majestad. Achilles had taken very seriously the idea of seeing within himself—being one with him—His Divine Majesty. Se le antojaba que de puro zote no encontraba en sí aquella unidad en el Ser que para D. Cipriano y el catedrático triste era cosa corriente. It seemed to him that out of pure stupidity he did not find in himself that unity in Being that for D. Cipriano and the sad professor was a common thing.

El filósofo se retiraba tarde, pero dormía la mañana. The philosopher retired late, but slept in the morning. Aquiles se acostaba para que no se le enfriasen los pies al calentársele la cabeza; y sentado en el lecho, que parecía sepultura, meditaba gran parte de la noche, primero acompañado de la mísera luz del velón, después de las doce a oscuras; porque la patrona le había dicho que aquel gasto de aceite iba fuera de la cuenta del pupilaje. Achilles lay down so his feet wouldn't get cold as his head got hot; and sitting on the bed, which looked like a tomb, he meditated for a large part of the night, first accompanied by the miserable light of the candle, then at twelve o'clock in the dark; because the landlady had told him that the cost of oil was outside the boarding account. Mientras D. Cipriano roncaba y a veces reía entre sueños, Zurita pasaba revista a todos los recursos que le habían enseñado para prescindir de su propio yo, como tal yo finito (este que está aquí, sin más). While D. Cipriano snored and sometimes laughed in his sleep, Zurita reviewed all the resources he had been taught to dispense with his own self, as such a finite self (this one here, no more). El sueño le rendía, y cuando empezaban a zumbarle los oídos, y se le cerraban los ojos, y perdía la conciencia del lugar y la del contacto, era cuando se le figuraba que iba entrando en el yo en sí, antes de la distinción de mí a lo demás... y en tan preciosos momentos se quedaba el pobre dormido. Sleep gave him up, and when his ears began to ring, and his eyes closed, and he lost consciousness of place and of contact, it was when he fancied that he was entering the self itself, before the distinction of me to the rest... and in such precious moments the poor man fell asleep. De modo que no parecía Dios. So it didn't look like God.

Se quejaba el infeliz a su mentor, y don Cipriano le decía: The unhappy man complained to his mentor, and Don Cipriano told him:

—Cómprese V. una cafetera y tome mucho café por la noche. —Buy V. a coffee pot and drink a lot of coffee at night.

Así lo hizo Aquiles, aunque a costa de grandes sacrificios. Achilles did so, albeit at the cost of great sacrifices. Como se alimentaba poco y mal, y no tomaba ordinariamente café, por espíritu de ahorro, el moka de castañas y otros indígenas le produjo los primeros días excitaciones nerviosas, que le ponían medio loco. As he ate little and badly, and did not ordinarily drink coffee, out of a spirit of economy, the chestnut and other indigenous mocha gave him nervous excitement for the first few days, which made him half crazy. Hacía muecas automáticas, guiñaba los ojos sin querer y daba brincos sin saberlo. He made automatic faces, winked his eyes without meaning to, and jumped up and down without knowing it. Pero conseguía su propósito: no se dormía. But he achieved his purpose: he did not fall asleep.

Aunque el Ser en la Unidad no acababa de presentársele, tenía grandes esperanzas de poseer la apetecida visión en breve. Although the Being in the Unity had not yet presented itself to him, he had high hopes of possessing the desired vision shortly. ¡El café le hacía pensar cada cosa! The coffee made him think about everything! A lo mejor le entraba, sin saber por qué y sin motivos racionales, un amor descomunal a la Humanidad de la Tierra, como decía él, copiando a D. Cipriano. Perhaps, without knowing why and without rational reasons, he felt an enormous love for the Humanity of the Earth, as he said, copying D. Cipriano. Lloraba de ternura considerando las armonías del Universo, y la dignidad de su categoría de ser consciente y libre le ponía muy hueco. He cried with tenderness considering the harmonies of the Universe, and the dignity of his category of being conscious and free made him very hollow. Todo esto a oscuras y mientras roncaba D. Cipriano. All this in the dark and while D. Cipriano was snoring.

Pero ¡oh dolor!, al cabo de pocas semanas el café perdió su misterioso poder, y le hizo el mismo efecto que si fuese agua de castañas, como efectivamente era. But oh pain! After a few weeks the coffee lost its mysterious power, and it had the same effect on him as if it were chestnut water, as it really was. Volvía a dormirse en el instante crítico de disolverse en lo Infinito, siendo uno con el Todo, sin dejar de ser este que individualmente era, Zurita. He went back to sleep at the critical instant of dissolving into the Infinite, being one with the Whole, without ceasing to be the one he individually was, Zurita.

—Pero V., D. Cipriano —preguntaba desconsolado el triste Aquiles al filósofo cuando este despertaba (ya cerca de las doce de la mañana)—, ¿V. —But V., D. Cipriano —the sad Achilles asked the philosopher disconsolately when he woke up (already around twelve o'clock in the morning)—, V. ve realmente a Dios en la Conciencia, siendo uno con Él? do you really see God in Consciousness, being one with Him?

—Y tanto como veo —respondía el filósofo mientras se ponía los calcetines, de que no haré descripción de ningún género. "And as much as I see," replied the philosopher as he put on his socks, of which I will not make any kind of description. Baste decir, por lo que respecta a la ropa blanca del pensador, que no había tal blancura, y que si era un sepulcro D. Cipriano, no era de los blanqueados por fuera; la ropa de color había mejorado, pero en paños menores era el mismo de siempre. Suffice it to say, as regards the thinker's white clothes, that there was no such whiteness, and that if it was a D. Cipriano tomb, it was not one of those whitened on the outside; the colored clothes had improved, but in smaller cloths he was the same as always.

—Y diga V., ¿dónde consiguió ver por primera vez la Unidad del Ser dentro de sí? —And tell V., where did you get to see for the first time the Unity of the Being within you?

—En la Moncloa. —In the Moncloa. Pero eso es accidental; lo que conviene es darse grandes paseos por las afueras. But that is accidental; what is convenient is to take long walks around the outskirts. En las Vistillas, en la Virgen del Puerto, en la Ronda de Recoletos, en Atocha, en la Venta del Espíritu Santo y en otros muchos parajes por el estilo he disfrutado muchas veces de esa vista interior por que V. suspira. In the Vistillas, in the Virgen del Puerto, in the Ronda de Recoletos, in Atocha, in the Venta del Espíritu Santo and in many other similar places, I have often enjoyed that interior view for which V. sighs.

Desde entonces Zurita dio grandes paseos, a riesgo de romper las suelas de los zapatos, pero no consiguió su propósito; le robaron el reloj de plata que heredara de sus mayores, mas no se le apareció el Ser en la Unidad. Since then, Zurita took long walks, at the risk of breaking the soles of her shoes, but she did not achieve her goal; They stole the silver watch that he inherited from his elders, but the Being in the Unit did not appear to him.

—¿Pero V. lo ve? "But V. sees it?" —repetía el aprendiz. repeated the apprentice.

—¡Cuando le digo a V. que sí! —When I tell V. yes!

Zurita empezaba a desconfiar de ser en la vida un filósofo sin prejuicios. Zurita began to distrust being a philosopher without prejudice in life. «¡Este maldito yo finito, de que no puedo prescindir!». "This damned finite me, that I can't do without!"

Aquel yo que se llamaba Aquiles le tenía desesperado. That me called Achilles had him desperate.

Nada, nada, no había medio de verse en la Unidad del ser pensado y el ser que piensa bajo Dios. Nothing, nothing, there was no means of seeing oneself in the Unity of the being thought and the being that thinks under God. ¡Y para esto había él perdido el curso del Doctorado! And for this he had failed the Ph.D. course!

El hijo del dómine de Azuqueca se hubiera vuelto loco, de fijo, si Dios, que veía sus buenas intenciones, no se hubiera compadecido de él apartando de su trato a don Cipriano, que se fue a otra posada, y no volvió por la de Zurita ni por la Universidad, y trayendo a España nuevas corrientes filosóficas, que también habían de volverle la cabeza a Aquiles, pero de otro lado. The son of the dominee of Azuqueca would have gone crazy, for sure, if God, who saw his good intentions, had not taken pity on him by separating Don Cipriano from his treatment, who went to another inn, and did not return for the one in Zurita nor for the University, and bringing new philosophical currents to Spain, which would also turn Achilles' head, but from another side.

Por aquel tiempo recibió una carta de una antigua amiga de Valencia que se había trasladado a Madrid, donde su esposo tenía empleo, y le llamaba para que, si era tan bueno, diese lección de latín a un hijo de las entrañas, mucho más mocoso que amigo de los clásicos. Around that time he received a letter from an old friend from Valencia who had moved to Madrid, where her husband had a job, and she called him so that, if he was so good, he would give a Latin lesson to a son of the bowels, much more runny What a friend of the classics. No pensaba Zurita aceptar la proposición, pues aunque sus rentas eran lo escasas que sabemos, a él le bastaban, y la filosofía, además, no le permitía perder el tiempo en niñerías por el vil interés; pero fue a ver a la señora para decírselo todo en persona. Zurita did not intend to accept the proposal, because although his income was as low as we know, it was enough for him, and philosophy, furthermore, did not allow him to waste time on trifles for vile interest; but he went to see the lady to tell her everything in person.

Era la dama, o rica o amiga de aparentarlo, porque su casa parecía de gran lujo y allí vio, palpó y hasta olió Zurita cuanto inventó el diablo para regalo de los sentidos perezosos. She was the lady, or rich or friend to pretend it, because her house seemed of great luxury and there Zurita saw, touched and even smelled everything the devil invented as a gift for lazy senses. Lo peor de la casa era el marido, casi enano, bizco, y de tan malos humores, que los vomitaba en forma de improperios de la mañana a la noche; pero estaba poco en casa, de lo que se mostraba muy contenta la señora. The worst thing in the house was the husband, almost a dwarf, cross-eyed, and in such a bad mood that he vomited them in the form of expletives from morning to night; but she was rarely at home, which made the lady very happy. Esta llamada doña Engracia, era beata de las orgullosas, de las que se ponen muy encarnadas si oyen hablar mal de los curas malos, como si fuesen ellas quien les cría; su virtud parecía cosa de apuesta, más la tenía por tesón que por amor de Dios, que era como no tenerla. This so-called Doña Engracia was one of the proud pious, of those who get very red if they hear bad talk about bad priests, as if they were the ones who raised them; his virtue seemed like something to bet on, he had it more out of tenacity than out of love for God, which was like not having it. Siempre hablaba de privaciones de penitencias; pero, como no fuera de lo desagradable, lo pobre y lo feo, no se sabía de qué se privaba aquella señora, rodeada de seda y terciopelo, que pisaba en blanduras recostando el cuerpo, forrado de batista, en muebles que hacían caricias suaves como de abrazos al que se sentaba o tendía en ellos. He always spoke of privations of penances; but, if it weren't for the unpleasant, the poor and the ugly, it was not known what that lady was depriving herself of, surrounded by silk and velvet, who stepped on softness reclining her body, lined with cambric, on furniture that made soft caresses like of hugs to those who sat or stretched out on them. Verdad es que ayunaba y comía de vigilia siempre que era de precepto, y otras veces por devoción; pero sus ayunos eran pobreza del estómago, que no resistía más alimento, y sus vigilias comer mariscos exquisitos y pescados finos y beber vinos deliciosos. It is true that he fasted and ate while awake whenever it was due to obligation, and other times out of devotion; but his fasts were poverty of the stomach, which could not resist any more food, and his vigils to eat exquisite shellfish and fine fish and drink delicious wines. No tenía amante doña Engracia, y como el marido bizco y de forma de chaparro no hacía cuenta, sus veintinueve años (los de la dama) estaban en barbecho. Doña Engracia did not have a lover, and since her husband was cross-eyed and short in shape, his twenty-nine years (those of the lady) were fallow. No le faltaban deseos, tentaciones, que ella atribuía al diablo; pero por salir con la suya rechazaba a cuantos se le acercaban con miras de pecar. She did not lack desires, temptations, which she attributed to the devil; but to get away with it, he rejected all those who approached him with a view to sin. Mas la ociosa lascivia hurgaba, y como no tenía salida, daba coces contra los sentidos que se quejaban de cien maneras. But the idle lasciviousness delved, and since it had no outlet, it kicked against the senses that complained in a hundred ways. Pasaba la señora el día y la noche en discurrir alguna traza para satisfacer aquellas ansias sin dejar de parecer buena, sin que hubiera miedo de que el mundo pudiese sospechar que las satisfacía. The lady spent the day and night devising some scheme to satisfy those longings without ceasing to appear good, without there being any fear that the world might suspect that she satisfied them. Y al cabo el diablo, que no podía ser otro, le apuntó lo que había de hacer, poniéndole en la memoria al don Aquiles Zurita que había conocido en Valencia. And finally the devil, who could not be another, told him what he had to do, putting in his memory the gift Aquiles Zurita that he had met in Valencia.

Para abreviar (que no es esta la historia de doña Engracia, sino la de Zurita), la dama consiguió que el filosofastro «le sacrificara», como ella dijo, una hora cada día para enseñar latín al muchacho. To make a long story short (this is not Dona Engracia's story, but Zurita's), the lady got the philosopher to "sacrifice", as she put it, an hour each day to teach the boy Latin. Al principio la lección la tenían a solas maestro y discípulo; pero, pasada una semana, la madre del niño comenzó a dejar olvidados en la sala de la lección pañuelos, ovillos de hilo, tijeras y otros artículos, y al cabo no hacía ya más que entrar y salir, y más al cabo no hacía más que entrar y no salir; con lo que Zurita, a pesar de su modestia e inocencia prístina, comenzó a sospechar que doña Engracia se había aficionado a su persona. At first the lesson was held by the teacher and the disciple alone; but, after a week, the boy's mother began to leave handkerchiefs, balls of thread, scissors, and other items forgotten in the lesson room, and after a while she kept going in and out, and after a while she didn't do any more. to go in and not go out; with which Zurita, despite her modesty and pristine innocence, began to suspect that Doña Engracia had taken a liking to her person.

¡Rara coincidencia! Weird coincidence! Observación parecida había hecho en la posada, notando que la patrona, doña Concha, suspiraba, bajaba los ojos y retorcía las puntas del delantal en cuanto se quedaba sola con él. He had made a similar observation at the inn, noticing that the landlady, Dona Concha, sighed, lowered her eyes, and twisted the ends of her apron as soon as she was alone with him. Los suspiros eran de bomba real allá en la noche, cuando Aquiles meditaba o leía, y la viuda, que dormía pared por medio, velaba distraída en amorosas cavilaciones. The sighs were like royal bombs there at night, when Achilles meditated or read, and the widow, who slept across the middle of the wall, kept awake, distracted in amorous musings. En una ocasión tuvo el eterno estudiante que dejar las ociosas plumas (que eran de paja y pelote duro) porque la disentería le apuraba —¡tanto estudiar!— y a media noche, descalzo y a oscuras, se aventuró por los pasillos. On one occasion the eternal student had to leave his idle quills (which were made of straw and hard balls) because he was in a hurry for dysentery—so much studying!—and at midnight, barefoot and in the dark, he ventured through the corridors. Equivocó el camino, y de golpe y porrazo dio en la alcoba de doña Concha. He took the wrong path, and all of a sudden he stumbled into Dona Concha's bedroom. La viuda, al sentir por los pasillos al joven, había apagado la luz y esperaba, con vaga esperanza, que una resolución heroica del muchacho precipitase los acontecimientos que ella en vano quería facilitar a fuerza de suspiros simbólicos. The widow, sensing the young man in the corridors, had turned off the light and hoped, with vague hope, that a heroic resolution by the boy would precipitate the events that she tried in vain to facilitate by dint of symbolic sighs. Doña Concha era romántica tan consecuente como Moyano, y hubiera preferido una declaración a la luz de la luna y por sus pasos contados, con muchos preparativos, graduada y matizada; pero, ya que el ardiente doncel prefería un ataque brutal, ella estaba dispuesta a todo, aunque reservándose el derecho de una protesta tímida y débil, más por lo que se refería a la forma que por otra cosa. Doña Concha was as consistent a romantic as Moyano, and she would have preferred a declaration by moonlight and by her counted steps, with many preparations, graded and nuanced; but since the fiery maiden preferred a brutal attack, she was up for anything, reserving the right of timid and feeble protest, more in form than anything else. Doña Concha tenía cuarenta años bien conservados, pero cuarenta... Doña Concha was well preserved forty years old, but forty...

Cuando conoció su error, que fue pronto, Zurita se deshizo en excusas y buscó precipitadamente la puerta. When he found out about his mistake, which was soon, Zurita made excuses and hastily looked for the door. Entonces el pudor de la patrona despertó como el león de España de 1808 y comenzó a gritar: «¡Ladrones!, ¡ladrones! Then the patron saint's modesty awoke like the lion of Spain in 1808 and began to shout: «Thieves! Thieves! ¿Quién anda ahí?... Who's there?... ¡Oigan la mosquita muerta!», y otros tópicos de los muchos que ella conocía para situaciones análogas. Hear the dead mosquito!”, and other topics from the many that she knew for similar situations. El amor propio no le dejó a la viuda creer lo de la equivocación, y se inclinó a pensar que el prudente Aquiles, en un momento de amor furioso, se había levantado y había acometido la empresa formidable de que luego se arrepintiera, tal vez por la pureza de su amor secreto. Self-esteem did not allow the widow to believe the mistake, and she was inclined to think that the prudent Achilles, in a moment of furious love, had risen up and had undertaken the formidable undertaking that he would later repent, perhaps because of it. the purity of their secret love.

Ello es que la viuda siguió suspirando, y hasta se propasó, cuando vino la primavera, a dejar todas las mañanas en un búcaro de barro cocido un ramo de violetas sobre la mesilla de noche del filosofastro. The thing is that the widow continued to sigh, and even went so far, when spring came, to leave a bouquet of violets in a pottery vase every morning on the philosopher's bedside table.

Comprendiendo Aquiles que aquella pasión de doña Concha le distraía de sus reflexiones y le hacía pensar demasiado en las calidades del yo finito, decidió dejar la posada de las chuletas de cartón—piedra, y sin oír a los sentidos, que le pedían el pasto perpetuamente negado, salió con su baúl, sus libros y su filosofía armónica de la isla encantada en que aquella Circe, con su lunar junto a la boca, ofrecía cama, cocido y amor romántico por seis reales... sin principio. Achilles realizing that Doña Concha's passion distracted him from his reflections and made him think too much about the qualities of the finite self, he decided to leave the inn of the cardboard-stone chops, and without listening to his senses, which perpetually asked him for grass. Refused, he left with his trunk, his books, and his harmonic philosophy of the enchanted island where that Circe, with her mole next to her mouth, offered bed, stew, and romantic love for six reales... without beginning.

Más peligrosa era la flirtation de doña Engracia, que cada día se insinuaba con mayor atrevimiento. More dangerous was Dona Engracia's flirtation, which was insinuated with greater daring every day. Vestía aquella señora en casa unos diablos de batas de finísima tela que se pegaba al cuerpo de diosa de la enemiga como la hiedra al olmo; se sentaba en el sofá, y en la silla larga, y en el confidente (todo ello blando, turgente y lleno de provocaciones), con tales posturas, doblándose de un modo y enseñando unas puntas de pie, unos comienzos de secretos de alabastro y unas líneas curvas que mareaban, con tal arte y hechicería, que el mísero Zurita no podía pensar en otra cosa, y estuvo una semana entera apartado de su investigación de la Unidad del Ser en la conciencia, por no creerse digno de que ideas y comuniones tan altas entrasen en su pobre morada. At home that lady was wearing some hell of a gown made of the finest fabric that clung to the body of the enemy's goddess like ivy to an elm tree; he sat on the sofa, and in the long chair, and in the love seat (all of it soft, turgid and full of provocations), with such postures, bending in a way and showing a few tips of his feet, some beginnings of secrets of alabaster and curved lines that made you dizzy, with such art and sorcery, that the miserable Zurita could not think of anything else, and he spent a whole week away from his investigation of the Unity of Being in consciousness, for not believing himself worthy that ideas and communions so tall they entered his poor abode.