¿Quién decide qué está bien y qué está mal? ¿La moral es relativa o universal?
Mientras que en Kuwait una pareja fue arrestada por faltas a la moral por un video donde se
veía que el hombre peinaba a su esposa, en Latinoamérica ese video ni siquiera nos llamaría
la atención. Lo que nos sorprendería es que una mujer hiciera topless en público.
¡incluso podría ir presa! Pero esa acción en las playas de España no sería muy mal
vista. Actos como beber alcohol, usar maquillaje o incluso matar tienen diferentes valoraciones
morales dependiendo de cada cultura, o incluso de cada individuo ¿Entonces, la moral es
relativa o absoluta? O sea…
¿Quién decide qué está bien y qué está mal?
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A un menonita le daría vergüenza que lo descubrieran usando un celular y para un judío
sería inmoral comer cerdo. Incluso dentro de una misma cultura, la moral cambia: hace
unas cuantas décadas, ser homosexual se consideraba una grave perversión y en la actualidad quienes
piensan que es inmoral son cada vez menos. ¡Hace doscientos años, la esclavitud era
perfectamente admisible y afortunadamente ahora la vemos como completamente inmoral!
La ética es la disciplina filosófica que estudia la moral, pero los estudiosos de la
ética no están de acuerdo en si existe o no una moral universal.
La facción que afirma que sí, se llama universalismo moral: piensan que hay principios y valores
objetivos, reales, y que son comunes a toda la humanidad. Los que piensan que no, forman
parte del relativismo moral: sostienen que cada cultura o cada individuo tiene su propio
sistema de valores y que estos van cambiando. Ojo: los relativistas morales no piensan que
“da lo mismo” y que la moral no importa: esto sería más propio del nihilismo moral.
Filósofos en toda la historia se han puesto a un lado o al otro de la disputa: Platón
sostenía que los valores y la justicia existen independientemente del mundo material y que
cada ser humano debe descubrir lo que es verdaderamente bueno y bello. Por su parte el historiador
Herodoto apuntaba que cada pueblo tiene su propio sistema de valores y que, por supuesto,
cada uno pensaba que sus valores eran superiores a los de los demás.
Kant dedicó su tratado Metafísica de las costumbres a elaborar un “Imperativo categórico”:
un principio supremo, racional y formal, que fuera absoluto: el resultado al que llegó
fue muy parecido a la regla de oro. Por otro lado, Spinoza sostenía que nada era inherentemente
malo o bueno: a aquello que deseamos lo llamamos bueno y a lo que rechazamos, lo llamamos malo.
Y mientras que la Iglesia Católica, heredera de Platón, atribuía a Dios la justicia y
bondad absolutas y en la obediencia de sus mandamientos el medio de alcanzar la felicidad,
Nietszche veía esos valores como limitantes para alcanzar el verdadero potencial humano:
cada quien debía formar su propio sistema moral sin someterse a ninguna institución.
¿¡De qué lado ponerse!? Es evidente que existen principios contradictorios, entre
los diferentes sistemas de valores y muchas veces dentro de cada sistema. ¿Significa
que todo da igual y que debemos ser nihilistas? ¿O hay un sistema de valores superior? Isaiah
Berlin propuso el “pluralismo de valores”: la idea de que ciertos valores pueden ser
igualmente correctos y fundamentales, aun estando en conflicto unos con otros. Imagina
a una mujer que ve a un niño en peligro. La mujer podría salvarlo, pero se arriesga
a morir y dejar a su propio hijo huérfano. Salvar a alguien en peligro es moralmente
correcto, abandonar a su hijo, moralmente incorrecto: los dos valores están en conflicto
y, por lo tanto, no hay un curso de acción predeterminado. Un pluralista de valores sostiene
que toda decisión ética es un conflicto y que, aunque no todo es permitido, si hay
más de una manera de vivir una vida buena y honorable.
El Evolution Institute invitó a varios pensadores a escribir sus opiniones acerca de si creían
que existía una moral universal o no. Aunque no se pusieron de acuerdo, sí obtuvieron
un consenso: la función de la moral es aumentar los beneficios de vivir en sociedades que
cooperan. Así, la moral no es una carga, sino más bien una guía para vivir una buena
vida. Y ciertas normas morales que justifican la agresión a minorías como “la esclavitud
es buena” o “la homosexualidad es un pecado”, “los ladrones deben morir” requieren de
excluir a esos grupos de lo que se considera la sociedad: están “fuera” y no se les
piensa como enteramente humanos. ¿Y qué dice la ciencia? Bueno, pues al parecer
sí existen algunos valores universales que seguramente están con nosotros desde antes
de que fuéramos humanos. Les llamamos “características pro sociales”: empatía, placer social,
preocupación por la opinión de los demás, memoria de los eventos colectivos y auto–control,
están presentes en otros mamíferos. Una rata puede ayudar a un compañero atrapado
en lugar de comer su platillo favorito. Un chimpancé cuidó del bebé de una hembra
cuando ella estaba herida por el ataque de cazadores furtivos. Y hay abundantes ejemplos.
Estudiando la conducta de los animales, Darwin concluyó que muchos son capaces de empatía
y compasión ¿Será que la moralidad es innata? En un experimento, bebés de 6 meses ya eran
capaces de compartir sin que los presionaran. Los que ya sabían caminar, espontáneamente
le ayudaban a abrir la puerta puerta a un adulto que tenía las manos ocupadas. A unos
bebés se les mostró una marioneta que intentaba subir una pelota por una cuesta, mientras
otra o la ayudaba o la molestaba. Los niños, de 6 a 9 meses, preferían a la marioneta
que había ayudado a otra y castigaban a la malvada.
¿Y ya de adultos? Antropólogos de las Universidad de Oxford hicieron un estudio que abarcaba
60 sociedades y encontraron siete normas morales comunes a todas: (CON PAUSA ENTRE CADA UNA)
ayuda a tu familia, ayuda a tu comunidad, regresa favores, sé valiente, respeta a tus
mayores, reparte los recursos con justicia y respeta las cosas de los demás. Estos valores
pueden entrar en conflicto, como decía Isaiah Berlin, y tomar la mejor decisión de cuál
aplicar en determinado momento puede ser complicado y depende de cada quien. Por eso tenemos dilemas
morales y discusiones sobre ellos. Entonces, ¿quién decide qué está bien
o qué está mal? Pues por un lado tenemos que las comunidades elevan ciertas costumbres,
que quizá en algún momento fueron útiles, al rango de normas morales, como las referentes
a la apariencia o a las comidas permitidas, o incluso reglas basadas en la incomprensión
y la exclusión como las que reprimen la orientación sexual, pero por otro lado tenemos esos siete
principios universales que han contribuido a la supervivencia y evolución de la especie
humana y que se pueden resumir en un imperativo categórico: “trata a los demás como quisieras
que te trataran a tí” ¡CuriosaMente! Le mandamos un saludo muy especial a: Alberto
Campano, Clara Sánchez, Daniel Guerrero, Familia Rebollo Sainz, Francisco Dueñas,
Francisco Tejeda, Noemi Moreno, Número Binario, Paulo Reynaldo Calvo, Pez goldfish, Raúl
Sánchez, Ricardo Reyes, Roberto Brücher y Tania Moreno.