¿Qué sienten los extraterrestres? - CuriosaMente 248
Imagínate que un día pudiéramos visitar un planeta ¡y encontráramos seres vivos! ¿Qué
forma tendrían? ¿Serían inteligentes? Y si quisiéramos comunicarnos con ellos,
sería necesario tener sentimientos en común, pero…
Los extraterrestres ¿sentirán emociones?
La palabra “emoción” viene del latín “emotio”, derivada del verbo “emovere”,
mover. Una emoción sería aquello que nos mueve. Las emociones provocan que
nos acerquemos a ciertos objetos, personas o situaciones y hacen que nos alejemos de otros.
Una manera de resumir cómo funciona una emoción sería en cuatro pasos:
Recibimos un estímulo. Este estímulo puede provenir del exterior, en cuyo caso lo percibimos
a través de nuestros sentidos, o bien puede ser provocado por la memoria o por la imaginación.
El estímulo desencadena una serie de respuestas cerebrales y se liberan hormonas que provocan
reacciones en otros órganos como el corazón, la piel, los músculos,
los vasos sanguíneos o los intestinos. Estas sensaciones generan una experiencia
subjetiva: la emoción propiamente dicha. Esta emoción suele tener una expresión visible.
Se provoca una respuesta en la conducta. Todos los seres vivos tienen una respuesta
ante los estímulos del medio ambiente: desde los sencillos seres unicelulares y las plantas hasta
los animales más complejos. Eso les permite defenderse de lo que es peligroso y procurar
lo que les hace prosperar y reproducirse. Pero no es fácil identificar qué criaturas
tienen la experiencia subjetiva de la emoción. Los especialistas consideran que, como mínimo,
el organismo tiene que tener un sistema nervioso. En nuestro planeta, los sistemas
nerviosos que permiten la inteligencia evolucionaron de dos maneras diferentes:
La primera es el sistema ganglionar. Es el que tienen los invertebrados,
la mayoría de los animales. Se trata de una red de nervios distribuidos en todo el
cuerpo y agrupados en “nudos”, que son como mini cerebros. En organismos más complejos,
uno de estos nodos creció hasta formar un cerebro capaz de producir memoria e inteligencia, pero los
“mini cerebros” siguen teniendo independencia. Este sistema es muy rápido y eficiente:
cada parte puede tomar decisiones sin consultar con el cerebro central. Podría ser que una especie
extraterrestre trabaje con este sistema ¿Cómo será la experiencia subjetiva de un ser así? Por poner
un ejemplo: mientras que los seres humanos tenemos una fuerte respuesta emocional ante
el daño de alguna extremidad, los artrópodos demuestran más bien indiferencia incluso si
pierden una pata o un ala. Un extraterrestre que fuera una especie de insectoide social
podría incluso no sentir aprecio por su propia vida, sólo por el bienestar de la colonia.
La segunda manera es el sistema cordado: Es el que tenemos los vertebrados, incluyendo peces,
reptiles, y mamíferos. Aquí, los nervios están centralizados en un cerebro. Los humanos tenemos
algunas funciones que compartimos con aves y reptiles, como la agresividad, la territorialidad
o el miedo y todo indica que la alegría, el afecto y la tristeza las compartimos con los
demás mamíferos. Y, avanzando en la evolución, con el desarrollo del neocórtex somos capaces
de identificar las emociones, nombrarlas y tomar decisiones más allá de las reacciones instintivas.
Si una especie extraterrestre evolucionó un cerebro de manera similar es posible que tenga
emociones análogas a las nuestras, pero con sus características muy específicas, dependiendo
de qué áreas del cerebro se desarrollaron más. Quizá evolucionaron en un ambiente que propició
que sean seres que le dan más importancia a la territorialidad que nosotros, o quizá su neocórtex
se desarrolló tanto que su razonamiento es mucho más poderoso que sus emociones.
Ya sólo con esos dos sistemas terrícolas, hay millones de variantes: cada especie tendría
modos de sentir muy diferentes. El biólogo y filósofo Jakob Von Uexküll habla del umwelt:
el mundo de vida de cada organismo, según lo experimenta cada uno desde sus sentidos,
e imposible de entender por otras especies. Por ejemplo: aunque tengamos sistemas nerviosos
similares, los humanos nunca podremos saber cómo experimenta el mundo un murciélago ¿qué
emociones sentirías si tus percepciones estuvieran basadas en la ecolocalización y pudieras volar?
Y esas son sólo las maneras en la que los sistemas nerviosos han evolucionado aquí en La Tierra:
apenas podemos empezar a imaginar las infinitas maneras en las que las condiciones de otros
planetas podrían afectar la evolución de otras especies, y eso suponiendo que la vida
en esos planetas también estuviera basada en algo similar al ADN terrícola. Si tiene algún tipo de
conciencia, seguro sienten algo: para que la vida prospere, es necesario que identifique aquello que
le hace daño, como peligroso o desagradable; y aquello que le hace prosperar como especie,
como atractivo o agradable. Entonces es probable que experimente por lo menos esas
emociones básicas. Pero a partir de ahí, la cosa se complica tremendamente. Por ejemplo:
muchos animales cuidan de sus crías, pero no podemos asegurar que experimentan amor por ellas.
Los seres humanos experimentamos emociones complejas, que son mezcla de las emociones
básicas y que interactúan entre sí. Además les damos nombres específicos según la situación,
y sus conceptos se transforman según cambia la cultura. Por ejemplo: a esa mezcla de tristeza
y alegría que sentimos cuando algún detalle nos hace recordar una experiencia pasada le llamamos
“nostalgia”, pero hace unos siglos “nostalgia” era una especie de enfermedad que les daba a los
marineros: literalmente se morían por regresar a su hogar. En la Edad Media se le llamaba
“frenesí” a un estado de violencia descontrolada… actualmente le decimos así a cualquier emoción
muy exaltada. ¿Alguna vez has sentido alegría porque le pasa algo malo a otra persona? A esa
emoción los alemanes le llaman schadenfreude. En Filipinas se le llama gigli al deseo de pellizcar
a una persona querida y los japoneses le llaman shinrin yoku al estado emocional que se obtiene
al caminar tranquilamente por el bosque. Si esta diversidad de emociones existe en diferentes
culturas de una misma especie ¿qué podemos esperar de las especies de otros planetas?
Sólo lo podemos imaginar. Y eso es lo que vamos a hacer: hagamos un ejercicio de imaginación.
Estos son los nautli, del planeta Atl. Los nautli saben manejar herramientas pero su tecnología no
ha avanzado mucho: como viven en casas apartadas, no intercambian mucha información. Para ellos lo
que nosotros llamamos “timidez” es su estado normal y no tienen un concepto para ello. Lo
que sí experimentan es una mezcla de miedo y enojo llamada “glugta” cuando alguien empieza a hacer
preguntas personales, y la expresan cambiando el color de su piel. Cuando su casa tiene un buen
equilibrio de seguridad y comodidad, los nauti se sienten “auba”. Sólo una vez en su vida sienten
una enorme excitación llamada “alabra” que los urge a buscar pareja. Si todo sale bien, pondrán
huevos y los padres vivirán apenas lo suficiente para enseñarles a los hijos a comunicarse y a usar
herramientas básicas: a los pocos años sienten “magluba”, unas ganas de morir que son muy
serenas si los hijos se han criado bien. Bienvenido ahora al planeta Itzin–34.
Te presentamos a los Inufi. Son sumamente inteligentes y también le dan mucha importancia a
sus emociones. Tienen un fuerte sentido gregario: si uno de ellos se separa del grupo experimentará
una especie de ansiedad frenética hasta que vuelva a unirse a él y, si no lo logra, se unirá a otros
grupos aunque sean de otra especie o morirá de tristeza. Cuando una nave espacial contrata a un
grupo de Inufi, puede esperar una enorme lealtad, pero también mucha invasión al espacio personal.
Así como nosotros hemos imaginado las emociones de los nautli, y a los inufli, la ciencia ficción
ha imaginado muchas especies extraterrestres con sus propios rasgos emocionales. Larry Niven
creó a los Titerotes de Pierson, unos seres que ven a la cobardía como una gran virtud.
Aunque entre ellos son muy solidarios, son incapaces de sentir empatía por otras especies.
En la serie Star Trek existen los Vulcanos: prácticamente iguales a los seres humanos,
pero con un poderoso sentido de la lógica, por lo que cultivan un fuerte desprecio por las
emociones. Más alejados se lo humano, también de Star Trek, son los Borg: se trata de un enjambre
de organismos con implantes cibernéticos. Ningún individuo piensa o siente nada por sí mismo,
sólo siente los deseos de la colmena, asimilar más criaturas y “alcanzar la perfección”.
Y aún más alienígena es la inteligencia de Solaris, la novela de Stanislaw Lem: el océano
de un planeta entero es un ser consciente. La humanidad lleva cien años tratando de comunicarse
con ese ente, pero el océano sólo responde leyendo sus mentes y materializando los recuerdos,
remordimientos y anhelos de los humanos. Y tú, ¿te puedes imaginar qué sentiría una
especie extraterrestre? ¡Te retamos a dejar tu descripción en los comentarios! ¡Curiosamente!
Le mandamos un saludo a Alberto Campano, Clara Sánchez, Daniel Guerrero, Familia Rebollo Sainz,
Francisco Dueñas, Francisco Tejeda, Guillermo I. Hernández, Noemi Moreno, No. Binario,
Paulo Reynaldo Calvo, Pez goldfish, Raúl Sánchez, Roberto Brücher y Tania Moreno