¿Vivimos en una SIMULACIÓN? – 🐇
Te ves como una persona que ansía despertar. Toda tu vida has sentido que hay algo extraño
con el mundo… no sabes qué, pero es como una astilla en tu pensamiento que te enloquece.
La verdad es que naciste en una prisión para la mente.
Esta es tu última oportunidad. Después ya no podrás echarte para atrás. Toma la píldora
azul y se acaba la historia: despertarás en tu cama y creerás lo que quieras creer.
Pero si tomas la píldora roja… seguirás en el país de las maravillas y te mostraré
qué tan profundo llega la madriguera del conejo.
Elige con cuidado, ¿de verdad quieres descubrir si…
vivimos en una simulación?
¡Elon Musk afirma que la realidad es simulada! ¡Neil Degrasse Tyson dice que hay un 50%
de probabilidades de que el universo sea virtual! ¿De dónde salieron estas ideas? Pues no
son nada nuevas: ya en el Siglo Diecisiete, René Descartes se preguntaba “Y si un genio
maligno engaña mis sentidos creando una ilusión del mundo exterior… ¿cómo puedo saber
lo que es real?” Y la película Matrix seguramente se inspiró en un concepto hindú de hace
miles de años, el maia: una imagen o ilusión que contiene todos los fenómenos del universo
y en cuyas redes estamos atrapados. ¿Será que somos el sueño de alguien, o acaso personajes
en un videojuego programado por quién sabe quién?
Bueno, pero ¿hay indicios de que esto pueda ser así? Pues… ¡chan chan chan chaaan!
¡Sí! O sea, nada que permita hacer una afirmación concluyente, pero sí como para tomarnos la
barbilla y decir “hummmm…” El filósofo Nick Bostrom dice que, si usando
computadoras pudimos pasar de simular esto a poder simular esto en menos de 50 años,
y si la humanidad sobreviviera unos mil años más, podríamos construir máquinas poderosísimas
y algunas de ellas podrían dedicarse a simular a sus ancestros ¡o sea a nosotros! La lógica
de Bostrom (y de Elon Musk) es que, si existen miles de computadoras simulando miles de universos,
las probabilidades de que estemos en la realidad “real” son muy bajas: es más probable
que estemos en una de las realidades simuladas. Y es que pareciera que el cosmos está diseñado
a propósito para que existan galaxias, planetas, seres vivos y… personas. Existen ciertas
cantidades que dan la impresión de ser parámetros fijos como los que los programadores ingresan
en su código, y que, si fueran diferentes, no existiría el universo tal y como es. Por
ejemplo: la llamada “constante de la estructura fina”, que cuantifica la fuerza de la interacción
electromagnética entre partículas elementales cargadas es igual a 1 sobre 137. Si esta constante
fuera sólo un 4% diferente, la fusión de las estrellas no produciría carbono y no
habría seres vivos como los conocemos, y si fuera mayor a 0.1, no habría fusión en
absoluto. ¿Será que alguien decidió que esa constante fuera ese número para que existiéramos
nosotros? ¿Y será por eso que la realidad original de Rick y Morty es la C–137? Pujjjj!
¡Me explotó la cabeza! El físico teórico Sylvester James Gates,
investigador de la teoría de cuerdas, estudiando las ecuaciones relacionadas con aspectos fundamentales
del universo, como las supersimetrías, se encontró con procedimientos matemáticos
muy similares a los “códigos de corrección de errores” que usan los programadores de
software… lo que pareciera indicar que hubo alguien que programó el universo con los
parámetros exactos que tiene. Aunque él mismo admite que es una interpretación que
no lo acaba de convencer. Quizá ese código existe por lo mismo que existimos nosotros:
por evolución. Antes de que surgiera ese código, las partículas no se formaban ni
agrupaban, y una vez que surgió, sobrevivieron y con ellas, el código.
Un argumento en contra de la hipótesis del universo simulado es que, dada la inmensidad
del cosmos, sería imposible simular cada ínfimo detalle, incluyendo las distancias,
movimientos y posiciones de la infinidad de partículas que lo componen: si el universo
es infinito y es infinitesimalmente divisible, se requeriría una máquina con capacidad
de cómputo igualmente infinita. Por eso, especialistas como la física Zohreh Davoudi,
estudian fenómenos como los rayos cósmicos, las partículas que se mueven a la más alta
velocidad, para intentar detectar si el espaciotiempo es continuo, o sea infinitamente divisible,
o está de alguna manera “pixelizado”, lo que permitiría que una computadora gigantesca,
aunque no infinita, lo simulara. ¿O qué tal si, para ahorrarse recursos de cómputo,
no está simulado el universo completo, sino solamente aquellas partes con las que interactuamos:
como esos juegos donde el entorno se va construyendo conforme lo vamos observando? Eso hace pensar
en aquellos fenómenos que dan resultados diferentes según los observamos o no... hummm...
Otra objeción es que, si la realidad fuera una especie de videojuego, cabría esperar
encontrarnos de vez en cuando con bugs o glitches: fenómenos anómalos que contradijeran las
leyes de la física… y hasta ahora no hemos encontrado nada parecido: los fenómenos ocurren
de manera bastante consistente, incluso los cuánticos. O bien no hemos buscado los “errores
en la matrix” en los lugares apropiados, o bien estamos ante una programación perfecta.
La hipótesis de la simulación tiene algunas implicaciones metafísicas interesantes: abre
la puerta a la posibilidad de la existencia del espíritu. Si tú eres un programa que
corre en esta realidad, podría haber una copia de tí guardada en una meta–memoria
USB y, quien sea que controle la programación, podría volver a “correr el programa”,
algo equivalente a una reencarnación, o ponerte en un entorno diferente, como un paraíso
o un infierno. Y seguro ya lo pensaste: si hay un programa, debe haber un programador,
lo que significaría la existencia de Dios. Pero este “dios”, aunque haya programado
el universo no tiene que ser necesariamente omnisciente: a lo mejor está corriendo el
programa precisamente para ver qué sucede, como en “el juego de la vida” de John
Conway. Y tampoco sería necesariamente bueno: para él seríamos sólo simulaciones, como
en los juegos de los sims. Pero los científicos son muy cautelosos al declarar que, incluso
si se probara que el universo es “computacional”, no necesariamente significa que es “intencional”.
Es decir: fue surgiendo así de manera espontánea, sin un programador. Quizá la metáfora de
el universo como una simulación se nos ocurre ahora sólo porque esa es la tecnología con
la que contamos, así como en el siglo Diecinueve se pensaba que era como un gran mecanismo
de relojería y en la Edad Media se veía como una gran obra de arquitectura.
Lo más frustrante es que la hipótesis de la simulación es tan difícil de probar como
de descartar. E incluso si lo lográramos ¿qué significaría? Para nosotros nuestra
realidad, aunque fuera simulada, es lo más real que podemos conocer. Si somos como personajes
de un videojuego, inteligencias artificiales, dependemos de la simulación para nuestra
existencia y, aunque nos diéramos cuenta que estamos siendo simulados, nos sería del
todo imposible “salir” de la simulación, tal y como a Mario le es imposible salir de
la pantalla. A menos, claro, que no fuéramos simulados,
sino que, como en Matrix, nuestros cuerpos reales estuvieran en una realidad superior
en la que se corre la simulación… Pero nada impide que esa realidad también fuera
una simulación… dentro de otra simulación y así hasta el infinito ¡CuriosaMente!
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