¿Cuál fue el primer LIBRO?
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Las religiones conservan en libros sus creencias más preciadas.
Las ciencias más complejas guardan su conocimiento en libros.
Y las historias más épicas y fantásticas ocurren en el reino de los libros.
Hoy en día, hasta los más pequeños tienen acceso a los libros, pero no siempre fue así… hubo un tiempo
en el que los libros... no existían.
¿Cuál fue el primer libro?
No se sabe ni cuándo ni cómo empezó el lenguaje: hay montones de teorías ¡Pero
ningún registro! Escribir se inventó mucho tiempo después que hablar. La invención
de la escritura fue tan importante que dividimos la vida de la humanidad en dos grandes partes.
Antes de la escritura, la prehistoria. Después de la escritura, la Historia.
Si bien los primeros registros son de números y se hicieron hace más de 20 mil años, la escritura de
palabras apareció apenas hace unos 5 mil años. Se han encontrado registros simbólicos
muy antiguos, como estos sellos del Valle del Indo de hace 7 mil años: pero nadie los
ha podido descifrar y ni siquiera queda claro si realmente representan un idioma o son símbolos
de familias o tribus. La escritura de lenguaje es más reciente. Se originó independientemente,
primero en Sumeria, Egipto y China y luego en Mesoamérica y Perú.
La primera historia escrita de la que tenemos registro es la Épica de Gilgamesh, de los sumerios, donde se narran
aventuras de semidioses y héroes. Pero, aunque es evidente que estas tablillas cuneiformes ya son escritura,
no queda tan claro que sean un libro. ¿Qué se necesita para que un libro sea un libro?
Según la Real academia de la lengua, tiene que ser un conjunto de hojas de papel o material semejante, encuadernadas.
¿Cómo llegamos de la tableta de arcilla al volumen encuadernado? Veamos un poco de historia.
Los egipcios usaban una planta acuática llamada “papiro”, la cual aplanaban y estiraban
para escribir y dibujar sobre ella. Luego pegaban varios de estos pliegos y los enrollaban
para poder transportarlos. Los griegos vieron que esta forma de escribir era muy útil y
compraban papiros a los comerciantes fenicios. Los fenicios las traían del puerto de Biblos.
Por eso les empezaron a decir “biblos” a los libros, y al lugar donde los guardaban
“biblioteca”. La palabra “biblia”, que ahora usamos para referirnos a un texto
sagrado, significa, simplemente “los libros”. Claro que estos rollos eran un poco complicados.
Imagínate que querías encontrar una receta en un libro de cocina: aunque le pusieras
un separador, tendrías que hacer mucho trabajo de desenrollamiento.
Por eso, unos siglos después, se inventaron los libros tipo “códice”. Esa palabra viene del latín “caudex”
que significa “corteza de árbol” y algunos romanos ya usaban cuadernos hechos de corteza
para escribir cosas, por ejemplo las leyes. Hasta la fecha, a una compilación de normas
le llamamos “código”. Por cierto: otra palabra latina para corteza es “líber”,
de donde viene el término “libro”. Además de corteza, se empezó a usar piel de animales,
o pergamino, para escribir. Los primeros cristianos hicieron muy populares este tipo de libros:
eran más fáciles de consultar y de esconder en caso de ser perseguidos.
En otro lado del mundo, los mayas y los mexicas también escribían en códices: estos eran
larguísimos pliegos de papel amate doblados en forma de acordeón.
En Europa, el pergamino era el material favorito… pero los chinos ya habían inventado algo
mejor: el papel era mucho más barato y ligero. De China el papel pasó al mundo islámico
y se hizo popular en toda Europa. Otro invento chino fue la imprenta.
Verás: antes de la imprenta, durante la Edad Media, cada libro debía ser escrito a mano.
Por cierto: en esta época no se usaba poner espacios entre palabra y palabra: como los libros estaban
hechos para leerse en voz alta, se suponía que era sencillo saber dónde terminaba una
palabra y empezaba la otra. Como te imaginarás, el proceso de copiado era súper laborioso
y los libros, aunque hermosos ¡eran carísimos y difíciles de conseguir!
Algunos incluso estaban encadenados para que no se los llevaran.
Los chinos habían aliviado este problema: su imprenta usaba bloques de madera como “sellos” para copiar más libros.
Aún así, los bloques de madera eran complicados de tallar y acababan desgastándose o rompiéndose.
El último tirón para los libros tal y como los conocemos ahora, lo dio el herrero alemán Johannes Gutenberg
al inventar la imprenta de tipos móviles en 1450: cada letra tenía su sello
hecho de metal con el que se armaban las páginas y ahora era posible imprimir cientos de libros
sin que se gastaran los tipos. Fue una revolución: se dice que una persona
de 50 años en el año 1500 habría presenciado la producción de uno 8 millones de libros:
más que todos los producidos en los mil años anteriores.
De esa fecha hasta entonces, la tecnología ha ido avanzando muchísimo. Se publican más de 2 millones
de títulos al año en el mundo, y miles de millones de ejemplares.
Además, tenemos audiolibros y libros electrónicos que hacen más fácil leer la Epopeya de Gilgamesh
o cualquier libro de la historia. Y ferias del libro, como la FIL de Guadalajara, la
segunda más grande del mundo, que recibe a más de 800 mil visitantes
y celebran con furor la diversión, la empatía y el conocimiento que los libros nos ofrecen. ¡CuriosaMente!
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