¿Existe el tiempo?
Albert Einstein, el famoso físico alemán, dijo: “El tiempo es una ilusión”.
Y es que, cuando estamos disfrutando un momento, pareciera que el tiempo pasa rápidamente,
pero sentimos que pasa leeentamente cuando estamos aburridos, ¿Es entonces el tiempo sólo una percepción?,
Realmente... ¿Existe el tiempo?
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San Agustín de Hipona, religioso y filósofo del siglo VI se preguntó: “¿Qué es, pues, el tiempo?
Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé.”
El tiempo siempre ha sido algo que apasiona y sorprende:
el humano ha observado su entorno y ha relacionado los cambios de su hábitat con los cambios
en el cielo, las fases de la luna y el movimiento del sol.
Las más antiguas civilizaciones ya tenían la noción del tiempo para destinarlo a sus actividades de
cultivo, sociales, religiosas y bélicas.
Debemos a los sumerios y babilonios los primeros calendarios y la división del día en horas como las entendemos actualmente.
El tiempo es entonces, una medida de cambio:
la posibilidad de considerar las cosas que ocurrieron en el pasado para modificar el presente y planear el futuro.
A pesar de que el tiempo siempre ha estado presente y las civilizaciones conocen
el concepto desde hace muchos siglos, nunca ha dejado de ser materia de estudio para filósofos y estudiosos
de la física y del espacio sin que tengamos una concepto definitivo de él.
Es tan complejo que cuesta trabajo que la comprensión del ser humano alcance a dimensionarlo,
sin embargo algunos de los grandes pensadores de todos los tiempos nos brindan algunas posibilidades:
Aristóteles, en la antigua Grecia, consideraba que el tiempo estaba conectado
con el espacio y el movimiento, tres entidades continuas.
El ahora, el antes y el después son los conceptos con los que intenta precisar el ser del tiempo
y su función como medida. Una especie de tiempo cósmico, que guarda la duración de los seres perecederos.
Otro personaje que hizo estudios, sobre el tiempo, fue el gran físico Inglés Isaac Newton que distingue dos tiempos diferentes,
uno relativo, o subjetivo y otro absoluto o verdadero. El primero es la medida sensible
y externa de la duración por medio del movimiento: podemos contar y comparar sucesos como latidos
del corazón, días o etapas en la vida de un ser. Comúnmente lo usamos en vez del segundo
tipo de tiempo: el tiempo verdadero o absoluto. Este “tiempo matemático”, por su propia
naturaleza, fluye uniformemente sin relación con nada externo, y se le llama así mismo duración.
Los cambios que percibimos en las cosas lo son, pues, en relación con un tiempo uniforme que les sirve de marco «vacío».
Es decir, para Newton el tiempo es un factor fijo e independiente.
Así, para todo fin práctico podemos definir el tiempo como una magnitud que mide la duración
o la separación de los acontecimientos y cuya unidad básica en el Sistema Internacional es el segundo.
Desde 1967 se define el segundo como: “la duración de 9,192,631,770 oscilaciones de la radiación emitida en la transición
entre los dos niveles hiperfinos del estado fundamental del isótopo 133 del átomo de
cesio, a una temperatura de cero grados kelvin.
¡Un momento! ¿significa que algo absoluto, como el tiempo, está definido por un fenómeno físico, como la oscilación de un átomo?
Pero ya desde antes, Albert Einstein, había destruído la idea del tiempo absoluto.
Demostró que el espacio y el tiempo son realmente aspectos de la misma cosa: el espaciotiempo.
La Teoría de la Relatividad ha demostrado que ocurre algo interesante al movernos a través del
tiempo, especialmente cuando tu velocidad es cercana a la velocidad de la luz: el tiempo
pasa más lentamente para ti que para las personas que has dejado atrás.
Y si todos nos estamos moviendo por el universo, no existe la simultaneidad: es imposible decir que dos
cosas ocurren exactamente “al mismo tiempo”.
Por lo tanto, el tiempo no es fijo ni independiente, como pensaba Newton.
El concepto más arraigado por la civilización moderna, con respecto al tiempo, es la “flecha del tiempo”
la cual propone que el tiempo “se mueve” siempre en la misma dirección, hacia “adelante” o “hacia el futuro”:
hay fenómenos físicos que no se pueden revertir: irías en contra de la segunda ley de la termodinámica.
Imagina que preparas una leche con chocolate en polvo y giras tu cuchara en un sentido,
pero te arrepientes y decides que prefieres tu leche sola: por más que gires la cuchara
al revés, el chocolate no se va a separar de la leche. A eso se le llama entropía que
viene del vocablo griego que significa “vuelta” o “transformación”.
Si el tiempo lleva siglos siendo estudiado y pareciera que tenemos evidencia de que pasa
en la forma en la que conocemos, entonces ¿por qué decimos que el tiempo no existe?
Volvamos a la reflexión de San Agustín: estarás de acuerdo con él en que, para la
existencia del tiempo es necesaria la existencia de presente, pasado y futuro… peero…
el pretérito no es: ya fue. El futuro todavía no es. No existen entonces ni el pasado ni
el futuro: sólo existe el presente. Sin embargo ¿cuánto dura el presente?
¿Un día, un minuto, una milésima de segundo segundo? la respuesta es ¡nada!
El presente no es más que la frontera entre el futuro y el pasado. ¿Ya te voló la mente?
Si no existe ni el pasado, ni el futuro ni el presente ¿nada existe?
Una posible solución la ofrece una corriente filosófica llamada “eternalismo”.
Para ella, el universo es como un bloque, en el que todo lo que fue y lo que será existe simultáneamente,
con el tiempo como una dimensión más.
Como en una película en la que están impresos al mismo tiempo todos
los sucesos: no es que el tiempo pase: sino que nuestra conciencia es la que avanza a través del tiempo
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