¿Existen las sociedades secretas? ¡illuminati confirmado!
Platzi presenta... Tu amigo te cuenta que detrás del atentado
de las torres gemelas están ELLOS, que la Luna está hueca y hay una base de ELLOS en
su interior, que han dejado pistas en el billete de un dólar de Estados Unidos y en muchas
canciones si las escuchas al revés y que todo es parte de una gran conspiración para
someter a la humanidad… Te dice: “¡Despierta! ¡Conoce la verdad! ¡Hay señales por todos lados!
¡Detrás de todo acontecimiento importante están ELLOS!”
Una parte de tí quiere reírse ¡Es absurdo!
Pero otra parte de tí piensa “¿Y si fuera verdad? Así... todo tendría sentido…"
¿Existen las sociedades secretas? ¡Iluminati confirmados!
La primera sociedad secreta fue la de los Búfalos Mojados que, desde tiempos prehistóricos…
¡Ajem, ejem! Tona, creo que mejor no hacemos ese chiste, nadie va a captar la referencia
de los Picapiedra… Bueno, ya en serio… Ahem…
Las sociedades secretas sí han existido, y desde hace mucho tiempo. Una de las primeras
de las que tenemos registro es la de los Pitagóricos, un grupo de filósofos matemáticos que pensaban
que todo en el universo era esencialmente números. Aunque la gente sabía que existían,
mantenían secretos, como la existencia de los números irracionales, y rituales, como
no comer legumbres, y también tenían influencia política en el reino de Crotona.
La idea de tener acceso a conocimientos ocultos e imponer rituales para poder ser digno de
aprenderlos es común a las organizaciones secretas.
De la Edad Media la más famosa es la de los Rosacruces, fundada por Christian Rosenkreuz.
La leyenda dice que Christian era heredero del conocimiento de los cátaros, una doctrina cristiana
que afirmaba que el alma sólo se podía salvar cultivando ciertos conocimientos ocultos.
El catarismo se consideró herejía, pero Rosenkreuz combinó esta mística
con conocimientos esotéricos árabes para fundar su orden. Los rosacruces tenían “grados”:
mientras ibas ascendiendo, tenías acceso a secretos más profundos. Varias organizaciones actuales
se dicen herederas de esa tradición.
La francmasonería, o masonería a secas, comparte muchas formas y ritos con los rosacruces.
Esta sociedad tiene su origen en los gremios de albañiles y arquitectos de la Edad Media.
Al principio se organizaban para conservar y compartir los secretos de la arquitectura
y para ayudarse unos a otros, por ejemplo dándose hospedaje cuando viajaban. La palabra
“albergue” se puede traducir al inglés como “lodge”, de ahí que a las comunidades
masónicas se les llame “logias”. Los masones tienen entre sus objetivos declarados
el mejoramiento de sus miembros y de la sociedad, según dicen, y ha habido muchas figuras políticas
que han pertenecido a este grupo. Ya no se puede decir que sean una sociedad secreta,
pero aún conservan oculta mucha información. Esta sociedad ha pasado por varias rupturas
y actualmente existen diferentes “ritos”, algunos de los cuales todavía no admiten mujeres.
¿Y los Illuminati? ¡Ah, tienen una historia fascinante! Todo empezó en Bavaria (ahora parte de Alemania) en el Siglo XVIII.
Un profesor de leyes llamado Adam Weishaupt estaba muy enfadado: la iglesia y la monarquía
controlaban las universidades y censuraban las ideas que fueran en su contra: era imposible
hablar con otros acerca de las limitaciones de la religión y del gobierno.
¿Qué tal si se juntaba con otros en secreto? Weishaupt se acercó a la masonería:
unas cosas le gustaron y otras no. Así que dijo: “Voy a fundar mi propia sociedad secreta”.
Fundó la orden de “Los Iluminados de Baviera”, se copió grados y órdenes de los masones
y luego se asoció con el joven Adolph von Knigge y juntos se pusieron a reclutar gente.
Aunque reunieron a unos dos mil hombres (no aceptaban mujeres) en la práctica tuvieron
poca influencia: no ejercieron ninguna acción política, sólo se reunían a hablar mal
de la iglesia y del gobierno. Aún así, eso no le gustaba al príncipe
Carlos Teodoro, que se enteró de todo, mandó disolver la sociedad, hacer públicos sus
escritos secretos y exilió a sus fundadores. Los “Iluminados” estaban acabados.
Todo habría quedado ahí si no fuera por un suceso imprevisto: un par de años después, en 1789,
estalló la Revolución Francesa. Un sacerdote jesuita y conservador, Augustin Barruel, enojado
contra todo lo que sonara a liberalismo y le quitara privilegios a la iglesia, escribió
un libro en el que acusaba a masones e illuminati de haber iniciado la guerra.
Luego, John Robinson, entusiasmado con encontrar causas ocultas a los sucesos escribió otro libro llamado
(AGARRA AIRE) “Pruebas de una conspiración contra todas las religiones de Europa ejecutada
en las reuniones secretas de los francmasones, Illuminati y sociedades de lectura colectadas
de buenas autoridades”. A pesar del título tan largo, el libro fue un “hitazo”.
Realmente no contenía prueba alguna más allá de algunas sospechas y evidencias circunstanciales, pero
las teorías de conspiración siempre han sido atractivas y en la Europa del Siglo XVIII y XIX
se empezó a popularizar la idea de que los Illuminati estaban detrás de todo
lo que estuviera en contra de los tronos y los templos.
Esto hubiera quedado como una curiosidad europea si no hubiera sido retomado por un par de
escritores satíricos en Estados Unidos en los años 60. Robert Anton Wilson y Kerry
Thornley, para burlarse de la religión organizada inventaron una religión “de a mentiritas”:
el Discordianismo. Escribieron el libro “Principia Discordia” que abogaba por la difusión
de patrañas y desinformación. Fieles a su principio y bajo nombres falsos se pusieron
a escribir cartas a las revistas (especialmente Playboy) donde dizque “revelaban” la mano
de los Illuminati detrás de cualquier cantidad de sucesos y personajes históricos y actuales
¿Un asesinato? ¡Los Illuminati! ¿Mozart y Beethoven? ¡Illuminati también! ¡Y las
revistas los publicaban! Luego editaron una trilogía de novelas ciencia ficción en tono
de parodia llamada “Illuminatus!”. En estos escritos ya estaba el germen de la cultura
de teorías de la conspiración que tenemos hoy en día, con autores tan absurdos como
David Icke que llevan la idea al extremo de decir que los Illuminati son de origen extraterrestre.
Aunque podemos confirmar que los Illuminati y otras sociedades secretas existieron y existen,
es una desproporción pensar que una sola organización controla el mundo.
Para empezar, tienen objetivos muy diferentes.
La “Calavera y huesos” de la Universidad de Yale busca
conservar los privilegios políticos de hombres blancos y protestantes, mientras que la “Mejorada
Benevolente y Protectora Orden de los Ciervos” se fundó para dar un espacio de socialización
a los afroamericanos en una época en la que casi no tenían derechos.
En segundo lugar, las sociedades, secretas o no, suelen tener desacuerdos en su interior,
por lo que muchas veces se dividen buscando objetivos diferentes. Además, suele haber
miembros que desertan y divulgan los secretos… por eso acabamos enterándonos de su existencia.
Por último: los grandes intereses no necesitan sociedades secretas para intentar controlar
el mundo: magnates petroleros como los Hermanos Koch fundaron el Instituto Cato, una organización
que abiertamente busca reducir las restricciones que se le intentan poner a las grandes industrias,
mientras que George Soros creó Open Societies Foundation que busca apoyar la educación
y la democracia (quizá evitando así revoluciones más profundas). También están los partidos
políticos y los movimientos sociales. En fin: el poder siempre está en disputa y la
realidad es más compleja que lo que sugieren las teorías de conspiración.
¿Por qué resultan tan fascinantes? Hay estudios que demuestran el atractivo psicológico
de las teorías de la conspiración… pero se nos acaba el tiempo y dejaremos ese tema para otro video
¡CuriosaMente! Agradecemos a Platzi por patrocinar este video.
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