¿Se puede aprender sin escuela?
Este video es presentado por Platzi, la plataforma de educación online que te enseña todas
las habilidades para triunfar en la nueva economía digital. ¡Nunca pares de aprender!
Si aprender es bueno ¿Por qué ir a la escuela a veces parece complicado, cansado, fastidioso?
¿Hay otras maneras de aprender?
¿Se puede aprender sin escuela?
El aprendizaje es algo que todos los animales son capaces de hacer… ¡e incluso algunas plantas!
Claro que las plantas no tienen cerebro ¡Y aún así aprenden! Mónica Gagliano entrenó
a una Mimosa púdica para que aprendiera que caer no es peligroso o que incluso asociara,
al estilo del perro de Pavlov, un estímulo con una recompensa: después de vincular una
corriente de aire con una fuente de luz, las plantas entrenadas crecían hacia la dirección
desde la que soplaba el viento. Aunque la mayor parte de su comportamiento
está dictado por el instinto, los insectos son más avanzados: pueden aprender conductas complejas.
Las abejas pueden memorizar rutas hacia sus flores favoritas, e incluso seguir
instrucciones de sus compañeros que, bailando en el aire, les dicen cómo llegar a ellas.
Los ratones no sólo pueden reconocer su nombre y a educarse para hacer algunos trucos, también
son capaces de memorizar laberintos tridimensionales. Cuando llegamos a nuestros parientes más
cercanos, los primates, la cosa se pone muy interesante: los chimpancés, por ejemplo,
pueden aprender por imitación. Sólo con ver cómo otro chimpancé abre una nuez usando
una herramienta, un changuito puede aprender a hacerlo en un día. Sus comportamientos
aprendidos son tan complejos y diversos entre sus poblaciones, por ejemplo en la manera
de hacer sus nidos, o de bailar cuando llueve, que se habla de que tienen cultura.
Sin embargo, hay una diferencia importante entre humanos y simios.
En un experimento se les mostró a un grupo de chimpancés y niños cómo obtener una
golosina siguiendo una serie de acciones en una caja opaca. Ambos grupos imitaron los
movimientos y obtuvieron su golosina. Luego, usando una caja transparente, los investigadores
repitieron la secuencia de movimientos, mostrando que las acciones no tenían nada que ver con obtener la golosina.
Mientras que los chimpancés fueron directo al grano y obtuvieron su premio sin hacer las acciones innecesarias,
sorprendentemente, los niños ¡repitieron todo el ritual! ¿Significa que los humanos somos somos menos inteligentes?
Los invesitigadores proponen que la explicación es que mientras que la recompensa del chimpancé es sólo la golosina,
los niños se sienten gratificados también por la experiencia social. Esto sugiere que los humanos
le damos una dimensión especial a la experiencia de la enseñanza y aprendizaje: a la educación.
Además, para los humanos no es indispensable presenciar algo para aprenderlo:
contamos con la comunicación simbólica y su herramienta sofisticada y privilegiada: el lenguaje.
Podemos decirle a alguien cómo abrir una nuez y esa persona podrá abrirla aunque nunca haya visto
cómo hacerlo. Podemos dejar en un cuaderno una receta de chiles en nogada y alguien podrá
prepararlos cien años después. ¿Alguien puede prepararlos ahorita?
El lenguaje nos permite “empacar” conocimiento con tal densidad y eficiencia que se necesita un lugar
y un momento especial dedicado a la educación: la escuela. Como seguramente ya te diste cuenta, la escuela
no es el único lugar donde se aprende. Es el lugar donde aprendemos de manera formal:
con un programa de estudio, objetivos claros y un sistema de evaluación.
Pero también aprendemos de manera no-formal: cada que tomamos un curso de cocina, o unas clases de baile,
o entrenamos un deporte, o vemos un video sobre cómo reparar nuestra bicicleta estamos aprendiendo.
O de manera informal: al ir al cine, o cuando nos dicen cómo tomar una cuchara, o simplemente al ir caminando
por la calle y recibir información a través de todos nuestros sentidos.
Una de las formas de aprender más eficientes es el juego ¡todos los mamíferos lo hacemos!
Jugando vamos conociendo nuestro entorno, nuestro cuerpo y además de que vamos desarrollando nuestro razonamiento,
la lógica, y hasta la aritmética y el lenguaje, adquirimos habilidades físicas y sociales y vamos formando nuestra identidad.
¡Y es sumamente placentero! Los humanos también tenemos el privilegio
de una infancia prolongada: aunque nacemos más indefensos que otros animales, durante
por lo menos 12 años podemos dedicarnos casi exclusivamente a jugar y aprender… Hummm…
yo creo que por eso la especie de Yoda es tan sabia: miren este bebé de apenas 50 añitos ¡aww!
Muchos estudiosos han investigado cómo se logra el aprendizaje. Por ejemplo...
Jean Piaget, teorizó acerca de cómo se forman y acomodan las estructuras cognitivas y
cómo los nuevos conocimientos se asimilan en esas estructuras.
También habló de las diferentes etapas por las que pasamos en nuestras maneras de conocer.
María Montessori propuso que la escuela no sea un lugar donde se “transmiten conocimientos”,
sino donde el profesor ayuda al desarrollo físico y mental del niño, basándose en la libertad y el juego.
Paulo Freire reconoció que la educación debe tomar en cuenta el contexto social donde
ocurre, y que no se trata de “depositar” los conocimientos en el alumno, sino en desarrollar su pensamiento crítico.
El aprendizaje no se puede estudiar desde una sola ciencia: en él intervienen la biología, la neurología,
la psicología y las ciencias sociales: todos estos factores influyen.
Por poner un ejemplo, aunque el método sea muy bueno, es difícil que alguien aprenda si no está bien alimentado.
En lo que están de acuerdo los pedagogos es en que enseñar y aprender no es lo mismo:
se puede aprender sin enseñanza, pero sin aprendizaje la enseñanza no existe.
Además, el aprendizaje sólo se puede dar cuando es significativo: el conocimiento debe
tener sentido para el que aprende. Quizá ahí esté la contradicción de la escuela:
en su afán de enseñar conocimientos que no sospechábamos, lo cual es maravilloso,
muchas veces intenta obligar a los estudiantes a memorizar datos que no significan gran cosa en sus vidas.
Eso es lo que, en el fondo, puede hacer que estudiar se vuelva una labor tediosa.
Si te está costando trabajo estudiar, te sugerimos la técnica “PODER”.
P: Reconoce las condiciones previas. ¿Qué es lo que ya sabes de este tema?
¿Qué necesidad o deseo cubrirás con este nuevo conocimiento?
O: Oz. Revisa “por encimita” lo que vas a estudiar. Si es un libro, ve el índice y pasa tu mirada
por los párrafos que llamen tu atención. Se trata de darte una idea general de lo que estudiarás.
D. Detalla. Ahora sí, ve parte por parte. Subraya con un color aquello que te gusta, con otro color con lo que no estés de acuerdo,
con otro más lo que no entiendas. Toma notas de las parte interesantes.
E. Expresa. Para incorporar el conocimiento, escribe un resumen, dibuja un diagrama, realiza
un mapa conceptual: imagínate que le vas a explicar a alguien lo que acabas de aprender.
O mejor ¡explícaselo! Así aprendemos en CuriosaMente.
R. Reflexiona. Toma nota de qué aprendiste, para qué te puede servir, cómo hiciste para
aprenderlo y qué otras curiosidades te despertó.
Cada quien tiene un estilo de aprendizaje y es bueno que reconozcas el tuyo, y lo vayas
mejorando permanentemente. Y, aunque pasar la materia es muy importante, recuerda que
los aprendizajes realmente significativos no se reflejan en un examen, sino en toda la vida.
Decía el educador Célestin Freinet: “Se puede llevar un caballo al río, pero no se le puede obligar a beber”.
Para que beba saber, la persona debe tener sed de conocimiento.
¡CuriosaMente! ¡Para aprender en tu propio estilo, nada
mejor que Platzi! Te recomendamos el curso “Estrategias para aprender en línea”.
Te dejamos el link en la descripción. Tambiénmtienen más de 300 cursos sobre programación,
diseño y negocios. Obtén un mes gratis entrandoa platzi.com/curiosamente ¡nunca pares de aprender!