¿Sirve de algo la MITOLOGÍA? (Griega)
Este video es presentado por Platzi, la plataforma de educación online que te enseña todas
las habilidades para triunfar en la nueva economía digital. Nunca pares de aprender.
El diccionario define “mito” como algo imaginario que se intenta pasar por verdadero.
Por ejemplo: que un eclipse afecte los embarazos, es un mito. Un engaño pues. Pero “mito”
tiene otra acepción: “Narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada
por personajes de carácter divino o heroico”. ¿Los mitos eran sólo como las películas
de acción o las telenovelas de la antigüedad? Entonces ¿por qué no han pasado de moda?
¿Los mitos ancestrales aún tienen algo importante que decirnos?
¿Sirve de algo la mitología?
Antes que nada ¿ya te suscribiste? No te cuesta nada y te enterarás de cuando publiquemos
nuevos videos.
Todas las culturas tienen historias que buscan explicar el origen del mundo y de la gente,
de los fenómenos de la naturaleza y hasta el propósito de la existencia. Por ejemplo:
en la mitología nórdica, el mundo surgió cuando el dios Odín y sus hermanos mataron
a Ymir, el gigante primigenio, y de su cuerpo y sangre surgieron las montañas y los ríos.
Mientras tanto, en la mitología judeocristiana, fue Yahvé quien, a través de la palabra,
creó la el Universo y la Tierra, y a partir del barro, al primer ser humano. Claro que
ahora tenemos explicaciones científicas, basadas en evidencia. Entonces ¿por qué
la mitología no ha sido erradicada? Hablemos de la mitología griega, la que más
influencia ha tenido en la cultura occidental. ¿Por qué fue tan importante? ¿Por qué
no hablamos tanto de la mitología céltica o sumeria? En la época de la Grecia antigua,
la palabra mitología significaba simplemente “narración” y contaba los hechos de dioses
y héroes, de manera que tenía mucho que ver con la religión. Ella narra cómo en
el origen sólo existía un vacío infinito llamado Caos, del que surgieron seres primordiales
como Eros, el amor; o Érebo, el dios de la oscuridad que llena todos los vacíos, pero
también Gea: la tierra. Ella dio luz a Urano, el cielo y tuvieron como hijos a los titanes.
Uno de ellos era Cronos, personificación del tiempo, quien derrocó a su padre y ocupó
su lugar. Se casó con Rea pero, como no quería que le pasara lo mismo que a su papá, se
comía a sus hijos. Un día Rea le entregó a Cronos una piedra en vez de un bebé, y
así salvó a Zeus, quien efectivamente derrotó a Cronos y además le dio una sustancia que
le obligó a vomitar a los hijos que se había comido. Entre ellos estaba Poseidón, quien
gobernó sobre el mar, Hades, que gobernó el inframundo y el propio Zeus se volvió
dios del cielo. La mitología griega incluye relatos de los
múltiples conflictos y encuentros entre los dioses y los humanos y entre los dioses mismos:
amores, seducciones, engaños, guerras, pruebas, maldiciones y mil cosas trepidantes más.
Cuando los romanos conquistaron a los griegos, se apropiaron de estos personajes y narraciones,
poniéndoles nuevos nombres: Zeus se llamó Júpiter, Poseidón fue Neptuno, Hades, Plutón
y Gea pasó a ser Terra. Con la caída del Imperio Romano y el crecimiento
del cristianismo, los padres de la iglesia se inspiraron mucho en las ideas griegas como
las de Platón o Aristóteles, pero impidieron el culto de los dioses y los héroes: no eran
compatibles con la nueva religión. Fue en esta época en la que Hades pasó de ser un
dios del inframundo, de carácter neutral, a identificarse con satanás, el malvado amo
del infierno. Y la imagen que tenemos de Dios Padre, como este señor poderoso y de barba
blanca que habita en el cielo, está muy emparentada con el Zeus griego.
Después de unos mil años, vino el Renacimiento. Junto con el redescubrimiento de las artes
y las ideas clásicas, se comenzó a valorar de nuevo la fuerza de las narraciones grecolatinas.
Había algo profundo en esas historias que estimulaba la imaginación. La poesía de
Ovidio aludía a dioses griegos y Leonardo, Miguel Angel y Rafael (no, no las tortugas)
pintaban tanto escenas paganas como cristianas. Shakespeare y Goethe se inspiraron en la mitología
para sus narrativas. A partir de ahí, su influencia se extendió por el mundo.
Seguramente has oído la historia de dos jóvenes que se enamoraron a pesar de que sus familias
estaban enemistadas, y que cuando por fin pudieron encontrarse, murieron pensando que
el otro había muerto. Sí, es Romeo y Julieta: historia prototípica del amor romántico…
pero también es Píramo y Thisbe, quienes miles de años tuvieron una historia muy similar.
Prometeo fue un titán que les llevó a los hombres el conocimiento del fuego y de la
metalurgia. Por su atrevimiento, Zeus lo castigó de manera horrible. En el Siglo Diecinueve
Mary Shelley publica “Frankenstein o el moderno prometeo”, donde la arrogancia de
un científico lleva a la creación de un monstruo y lo arrastra a su propia destrucción.
Así también está el mito de Narciso, aquel quien, enamorado de su propia belleza termina
solo y ahogado, y que ha dado nombre a un trastorno común en la actualidad.
O el mito de Edipo, quien sin saber quienes son, mata a su padre y se casa con su madre
y al enterarse termina quitándose la vista por remordimiento, y que inspiró a Freud
para explicar ciertos misterios de la conducta humana.
Pigmalión, el escultor que se enamora de su creación más perfecta al grado que esta
cobra vida, ha inspirado películas como “Mi bella dama” o “Her”.
La pregunta que surge es ¿por qué la mitología sigue siendo relevante aunque la cultura cambie?
El psicólogo Carl Gustav Jung pensó que podría haber algo más en la psique que la
experiencia individual. Quizá estructuras psíquicas universales que subyacen a toda
experiencia y comportamiento humano, presentes no sólo en la mente de una persona, sino
en lo inconsciente colectivo. Les llamó a estas imágenes primordiales “arquetipos”:
esquemas antiguos que, aunque son fluidos e inasibles, se concretan en los mitos de
cada cultura y que, incluso antes de aprender nada, ayudan a dar sentido al mundo caótico
que percibimos. La figura de la madre protectora y generosa
y al mismo tiempo limitante y que puede convertirse en castrante, está presente desde Gea (y
ahora Gaia) y la figura de la virgen, pero también en madre de Norman Bates o la de
Pink Floyd en The Wall. O la del padre severo que da la vida pero
que es capaz de destruir, está en Cronos, en Zeus y hasta en Darth Vader.
En la griega, como en muchas culturas, está presente la narración del Diluvio: una catástrofe
de proporciones gigantescas que deja sólo unos cuantos sobrevivientes.
La figura del héroe, como alguien con capacidades sobrehumanas y dispuesto a grandes hazañas,
pero con un punto débil muy específico, está en los héroes griegos como Aquiles
y en los superhéroes de cómics de la actualidad. Y así con otras figuras arquetípicas como
el embaucador, el viejo sabio, la sombra, o la muerte, el nacimiento, y el apocalipsis.
Aunque no hablan específicamente de “arquetipos”, la idea de configuraciones preexistentes al
individuo está presente en el pedagogo Jean Piaget, que dice que se necesitan estructuras
previas dónde “asimilar” los aprendizajes, o en Chomsky que sostiene que existen universales
lingüísticos innatos sobre los que se construye el lenguaje. Incluso Darwin habla de algo
llamado “instintos sociales”. El antropólogo Claude Levi–Strauss (que
no tienen nada que ver con los pantalones vaqueros) sostenía que la estructura de los
pensamientos primitivos sigue presente en nuestras mentes y que los fenómenos actuales
son transformaciones de esquemas anteriores. Y el psiquiatra Anthony Stevens iba más lejos:
decía que “Los arquetipos son los centros neuropsíquicos responsables de coordinar
el repertorio conductual y psíquico de nuestra especie.” y pensaba que podían incluso
estar imbuidos en el ADN. Por otro lado, también se ha criticado este
punto de vista: decir que los valores de una cultura, como la de la antigua Grecia, por
ejemplo, son universales, se puede usar como pretexto para “borrar” las peculiaridades
y la diversidad de otras culturas. Incluso, desde una visión sociocultural, se critica
cómo la mitología, con sus raptos, violaciones y otras formas de agresión, puede contribuir
a perpetuar formas de relación y dominación que ya no tendrían que existir en nuestra
época. En todo caso, la mitología seguirá siendo
relevante mientras siga dando material para inspirarnos y para debatir, dialogar y profundizar
en el conocimiento de nosotros mismos. Porque de alguna manera apela a aquello que no necesariamente
pasa por la lógica y el razonamiento... pero que nos hace humanos.
¿Cuál es tu personaje mitológico favorito y por qué? Dínoslo en los comentarios ¡Curiosamente!
Lo que definitivamente no es un mito son los conocimientos que puedes adquirir con Platzi:
la plataforma online que te ofrece más de 700 cursos diseñados por expertos en tecnología,
diseño, emprendimiento, idiomas ¡y más! En la descripción te dejamos un link para
que la conozcas. Y si entras a “platzi.com/curiosamente” obtendrás un mes gratis en el programa que
elijas ¡Para que nunca pares de aprender!