T2E2
Caso 63, temporada 2, episodio 2, la vida copia al cine.
Hora 9.55, 26 de noviembre del 2012. Para el registro, he permitido la visita del cónyuge
de la paciente 63, Emilia Sanz. Luego de hablar con él, confirmo que este es un cuadro psicótico
reincidente. La paciente se manifiesta confusa, disociada y parece desconocer su vida, como
si la identidad ficticia de su delirio se aferrara a ella y la impidiera a abrazar la
verdad.
Adelante, señor Marino. Solo puedo darles unos minutos. Protocolo.
¿Doctor?
Estaré afuera, no se preocupe.
¿Quién es usted?
¿Cómo te sientes? ¿Te han medicado mucho? ¿Sabes quién soy yo?
Sí, tú eres...
Gaspar Marín.
Un impostor.
Lo importante no es quién soy yo, sino quién eres tú. ¿Lo sabes?
Emilia Sanz.
Emilia. Eso es lo que dice tu brazalete, ¿ves?
Y mi ficha médica.
Emilia, no es la primera vez que esto ocurre. No es la primera vez que viajas en el tiempo.
¿Qué dijiste?
Aún crees que puedes salvarlo, ¿cierto? Todo lo que crees te ha hecho ir y venir, ir y venir.
Es importante que estés acá conmigo, ¿entiendes? No puedes salvarnos si crees estar en otro lugar,
si crees estar en el tiempo y lugar equivocado.
¿Quién crees que soy?
Eres una mujer muy importante.
¿Quién eres?
Esta no es la primera vez que te digo esto. Necesito que pongas atención y me creas.
Toda la construcción de tu desvarío la has tomado de cientos de fuentes,
contagiada por el temor del fin del mundo que invade a millones de personas durante este año.
No entiendo qué dices.
Te obsesionaste con los virus y las enfermedades infecciosas cuando tu hijo falleció de una neumonía atípica causada por un virus.
Mi hijo... Yo, yo no...
En tu computadora hay páginas y páginas de información sobre los virus y sobre los coronavirus,
un tipo de virus que genera enfermedades respiratorias.
También te obsesionaste con la psiquiatría.
Compraste decenas de libros sobre psiquiatría. Están todos ahí, uno sobre otro, en nuestra habitación.
Y las películas, las vimos juntos, pero tú las viste de nuevo y de nuevo, decenas de veces.
Y tu libro, Emilia...
¿Qué libro?
El libro que has leído incontables veces, pero que siempre parecieras olvidar.
Toma.
Toma.
Los ojos de la oscuridad.
Dean Kunz es el autor.
No, no, yo nunca he visto este libro.
Lee la parte trasera.
Año 2020, el laboratorio está ubicado en la ciudad china Wuhan y el virus se esparció desde ahí.
¿Qué es esto?
Abre el libro.
El virus se llama Wuhan 400 y ahí subrayaste. La pandemia se esparcirá por el mundo.
Todo lo sacaste de aquí.
Si no me crees o crees que de alguna manera imposible imprimiste el libro, pídele al doctor que lo confirme.
Si no lo conoce, lo podrá encontrar en internet.
Por un lado, una persona puede convertirse en portador infeccioso solo cuatro horas después de entrar en contacto con el virus.
No... entiendo. Esto es...
Esto es ficción.
La fábrica de tus miedos y pesadillas.
Este libro fue escrito en 1981.
La doctora Aldunate te lo intentó explicar.
Inventaste todo de la ficción.
Ese nombre...
La psiquiatra que te trataba en el otro hospital.
Usaste su nombre, la joven doctora Elisa Aldunate.
Elisa Beatriz Aldunate Cifuentes.
Nos explicó que no es inusual que los pacientes psiquiátricos proyecten en sus médicos su alter ego y se desdoblen para evadir el tratamiento.
No... no, no, no.
No... no, no, no.
Lo que me está pasando no es un desdoblamiento.
Te prometo que vas a salir de aquí. Vas a volver.
Emilia, a veces la realidad no es tan existente. Es solo la realidad.
Debes volver a ella.
Verás que cuando estés en casa todo tendrá sentido.
Cree en el futuro, Emilia.
Lo siento, pero se acabó el tiempo, señor Marín.
Estarás bien, lo sé.
Te dejo esto.
Es un cuaderno con algunas ideas que anotaste y que no debías olvidar.
Lo encontré en tu velador.
Quizá te ayude a aclarar quién eres.
Muchas gracias, doctor.
Para el registro. Noviembre 26 del 2012.
Segunda reunión con caso 63.
La visita de su marido la ha afectado profundamente.
Es curioso, hay algo familiar en ella.
Es raro que la visite a su marido.
¿Qué?
¿Qué?
¿Qué?
¿Qué?
¿Qué?
Es curioso, hay algo familiar en ella.
He revisado mis fichas anteriores.
Pensé que la había atendido antes, pero no es así.
Y sin embargo sé que la he visto de algún lugar.
Pensé que al haber estudiado ella hasta quinto año de medicina la habría conocido en la facultad,
pero su marido me aclaró que estudió lejos de donde yo lo hice.
En fin.
Hemos aumentado la dosis de fármacos.
Depende de su evaluación de hoy si está en condiciones de irse o no.
Contar los árbitros de dolor.
Está durmiendo.
Pero sabe que la noté más tranquila durante la tarde.
Muchas gracias, volveré en un rato más.
No, no, estoy aquí.
¿Está segura? Puedo volver más tarde.
¿Me da un vaso de agua?
Sí, claro.
Déjenos solos, por favor.
Ok.
¿Está bien?
No.
Aparentemente no estoy para nada bien.
Su marido insiste en llevársela.
¿Qué opina usted?
Que debo procesar lo que me pasa.
¿Y qué debe procesar?
La realidad.
Es duro.
¿Qué es la realidad?
La realidad.
Es duro.
Créame, la entiendo.
Dejar ir las creencias que tenemos es como soltarse de una cuerda,
sin saber si hay una red bajo nosotros que nos reciba.
Pero a veces solo hay que soltar.
Estoy esforzándome en hacerlo.
Hágame preguntas.
Bien.
Emilia, ¿en qué año estamos?
Estamos en el 2012, noviembre 26.
¿Me puede decir qué ocurrió?
Hice un brote de psicosis en el aeropuerto.
Olvidé mi nombre verdadero y la dirección de mi familia.
Ups, me desnudé en el baño.
Me deshice de todo lo que pudiera delatar mi identidad.
Podrían ser drogas, un tumor cerebral, un desequilibrio bioquímico, el estrés.
Siempre puede ser el estrés.
Su marido me contó que usted estudió medicina.
Estudié medicina, sí.
Hasta quinto año en la Universidad Austral.
Pero tuvo un brote.
¿Qué más ha descubierto?
Bueno, mi corte de pelo. Casi estoy calva.
Indica que me aplicaron electroshock.
Y eso explica muchas cosas.
El olvido selectivo.
El tatuaje en la espalda.
Grandes alas.
Algún tipo de delirio mesiánico, místico, alado.
Tiene sentido.
¿Qué tiene sentido?
La firme creencia de que quiero salvar al mundo.
De que soy única.
De que soy especial.
Es propio de un delirio paranoide.
En mi delirio, en el supuesto 2022, mi mente inventó recuerdos sin fin.
Yo era psiquiatra de un gran hospital.
Estaba... me sentía triste, fuera de mi tiempo.
Normal.
Parece que tenía una hermana con la que rompí comunicación.
Una gran pandemia que llegó el 2020.
Todo el mundo encerrado en sus casas.
Las calles de Roma.
La plaza de la iglesia.
Delfines en Venecia.
Ciervos en las calles.
Pumas en la ciudad.
Mascarillas.
Y...
Bueno.
Y de pronto, en el 2022, conocí a un paciente.
Un paciente muy especial.
Su forma de hablar, no, no.
Su voz...
Era...
Es...
Su voz se parece mucho a como habla usted.
Una proyección médico-paciente supongo.
Él decía en su delirio que era un viajero en el tiempo
y que debía prevenir una cepa alterada del virus original.
Un virus llamado Pegaso que terminaría con el fin del mundo como lo conocemos.
Un final desgastante y progresivo, decía él.
¿Usted entiende ahora que todo eso fue una creación de su mente?
Estoy tratando.
Estoy entendiéndolo.
¿Usted ha leído el libro Los ojos de la oscuridad, doctor?
No, pero puedo buscarlo.
Bueno, yo sí.
Aparentemente, de ese libro saqué la idea de un virus que nace en una ciudad china
y que se esparce por el mundo.
Y eso me hizo pensar, ya que saqué la información de la pandemia del 2020 de un libro,
¿de dónde habré sacado el resto?
¿No?
Es curioso, pero no recuerdo mi nombre verdadero.
Pero sí películas, por ejemplo.
Sí, no es tan descabellado.
Hay pacientes con Alzheimer que recuerdan una canción
y esa canción ilumina zonas apagadas de su cerebro.
¿Usted ya me dijo eso?
¿No?
No.
¡Guau!
En fin.
Construí mi historia tomando trozos de películas.
En mi vida, la que he olvidado, y debo preguntarle a Gaspar, mi marido,
bueno, creo que soy lectora de ciencia ficción y fanática de películas de ciencia ficción.
Entonces dicen que los aficionados a este género son proclives a generar episodios psicóticos.
Y ahora que lo pienso es obvio, pero era tan obvio que no podía verlo.
Aquí está.
Esta libreta me dejó Gaspar.
Aquí está la lista de las películas y las notas.
Mire, notas que yo he hecho.
Aquí están.
La figura de un viajero y un virus y de animales salvajes corriendo por las calles desiertas
es una versión tenue y extraña de la película Doce Monos.
El tema de las ciudades confinadas y un virus que nace en China saltando de un animal a un humano
y de la imposibilidad de acercarse a los que amas la saqué de una que se llama Contagio.
Aquí hay otra notación.
En una película llamada Código 46 la gente está confinada en ciudades
y hay un explorador de murciélagos que se contamina con un virus.
La mayoría de la narrativa de mis pacientes viene de la literatura o el cine, no debería extrañarnos.
Eso me tranquiliza.
Si no, no me preocuparía.
Eso me tranquiliza.
Sabemos que inventé todo eso basándome en el cine.
La pandemia del 2020 es una creación de mi mente.
Las vacunas en el 2022 también.
Luego tengo otra capa de recuerdos falsos, pero esos son los narrados por el personaje ficticio, Pedro.
Pedro Reuter.
Mi paciente del futuro.
La pandemia del 2020.
Una mutación llamada Pegaso, una ciudad en Marte,
las redes sociales apoderándose de la justicia y convirtiéndose en un organismo autónomo y totalitario.
El gran borrado. Quizás lo he leído de libros que olvidé.
Estoy muy sorprendido por su autoanálisis, Emilia.
De verdad, muy sorprendido.
¿Por qué cree que me volvió a ocurrir, doctor?
Sabemos que mi primer brote psicótico fue para evadir la muerte de mi hijo.
Pero el de ahora, ¿por qué? ¿Por qué ahora?
Quizás el delirio absurdo de que el fin del mundo se termina en un mes más, el 21 de diciembre,
según una profecía maya, generó el brote psicótico.
Hay fechas que son propicias para fracturar la mente de muchas personas.
Fechas con un límite.
Ocurrió antes, millones de personas enloquecieron en el cambio de milenio.
En el 2000 también.
Son tiempos extraños, pero le digo algo, no se preocupe.
El mundo no se acabará el 21 de diciembre ni después.
¿Usted cree en el futuro, doctor?
Yo al menos soy bastante optimista sobre el futuro.
Internet democratizando el conocimiento.
La adopción de un segundo periodo del protocolo de Kioto para revertir el cambio climático.
No lo sé. Creo que el futuro será brillante.
Pero volvamos a usted. La noto con mejor actitud y muy en su centro.
Quiero salir de esta situación, doctor Correa.
Quiero recuperar mi mente, mi vida, mi identidad.
Y lo primero que voy a hacer es trazar una línea entre las mentiras de mi mente,
todo lo relacionado con Pedro Reuter, con eso que construí y, bueno, y la verdad.
Me alegro.
¿Usted sabe qué me terminó de convencer?
No.
¿No?
Dejé leerle.
Lo que escribí en esta misma libretita que me dejó mi marido.
Cuando mi hijo murió, le pregunté al médico tratante cómo se contagió con el virus
y me dijo que era por culpa de un juguete.
Un juguete contaminado.
Adivine cuál era ese juguete, doctor.
Dígamelo.
Un caballo alado.
Pegaso.
Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org