Rosa Luxemburgo - CAPÍTULO 5 / 10
CLARA Eso es lo que necesitamos, la emancipación política de las mujeres. Sería un soplo de aire fresco, un vendaval que elimine el tufo de la vida familiar tan hipócrita… ¿No te parece, Rosa?
ROSA Estoy de acuerdo, Clara. Y me parece que esa hipocresía atraviesa también a los miembros de nuestro partido, a los trabajadores y a los dirigentes.
LOCUTOR ROSA LUXEMBURGO - Capítulo cinco.
NARRADOR Rosa Luxemburgo y Leo Jogiches habían vivido juntos 15 años. Compañeros de estudios, compañeros de lucha, amantes. Nunca se casaron ni quisieron hacerlo. Nunca hicieron pública su relación. Y nunca faltaron los problemas de pareja…
ROSA Deja ya de sermonearme, Leo. De tu boca solo recibo instrucciones sobre lo que debo hacer o no hacer. No puedo dar una idea ni escribir una línea sin que me atormentes con un consejo pesado.
LEO Lo hago para mejorar lo que piensas, lo que escribes…
ROSA Hasta por la ropa que me pongo, nada escapa a tus “instrucciones”.
LEO Lo siento, Rosa, yo…
ROSA Si lo sintieras, no lo harías. Me hablarías de amor… Leo, nosotros podríamos vivir como marido y mujer, tener un departamento, recibir amigos, pasar vacaciones en el campo. Ser felices, Leo, ser felices.
ROSA No aguanto más, Lulú. No lo aguanto.
LUISA Tranquilízate, Rosa. Tú eres la que siempre me hablas de alegría, de saber reír… ¿Qué pasó ahora? Cuéntame.
NARRADOR Luisa era la esposa de Karl Kautsky, el gran teórico marxista. Luisa y Rosa Luxemburgo mantuvieron una amistad de muchos años y muchas confidencias. Rosa la llamaba Lulú.
ROSA Lo que pasa siempre, Lulú. Yo no tengo un compañero, tengo un profesor que todo lo sabe.
LUISA Él siempre dice que tú eres su “fervorosa alumna”.
ROSA Él no sabe escribir, Lulú, no ha escrito bien ni una postal de Navidad. Pero me corrige mis artículos como si fuera Goethe o Schiller. ¡Esa arrogancia!
LUISA ¿No estás exagerando, amiga?
ROSA Me quedo corta. ¿No has oído eso de luz en la calle y oscuridad en la casa? En las reuniones del partido mucha democracia y mucho socialismo. Pero cuando regresa al departamento y cierra la puerta comienza la dictadura… ¡no la del proletariado, la del marido!
LUISA Cuéntale eso a mi querido Karl… que cojea de la misma pata.
ROSA De las dos patas, Lulú. Leo es arrogante… y celoso. Ya no aguanto.
ROSA ¿Leo?
LEO ¿Sí, Rosa?
ROSA Leo, quiero hablar contigo.
LEO Pues habla. Pero antes, enséñame el artículo que vas a publicar…
ROSA No te voy a enseñar nada, Leo. Quiero hablar contigo. Estoy aburrida, ¿sabes?
LEO ¿Aburrida? ¿Aburrida de qué? ¿Del partido?
ROSA Aburrida de ti. Leo.
LEO ¿Qué te pasa, Rosa? ¿Qué bicho te picó?
ROSA A ti solo te interesa la política, las grandes ideas, las estrategias… A ver, ¿te interesa Mimí?
LEO ¿Cuál Mimí?
ROSA La gata, mi gata. Ni siquiera sabes cómo se llama.
LEO Por favor, Rosa, seamos serios…
ROSA Es que yo no quiero ser seria. Yo quiero vivir. A mí me interesa la política, Leo, pero también la música, la cocina, leer una buena novela, cultivar plantas… A mí me gusta hacer el amor, Leo. ¡Hacer el amor!
LEO ¿A qué viene todo esto, Rosa?
ROSA Ya me enteré cómo te llamaban en tu querida Lituania: el dios Júpiter.
LEO ¿Quién te contó?
ROSA Leo-Júpiter, porque mirabas y sigues mirando a todos tus compañeros desde lo alto, de arriba hacia abajo. Igual que a mí.
LEO Seguro que fue tu amiga Clara Zetkin la que te calentó la cabeza…
ROSA Tú nunca tuviste amigos en Vilna ni los tienes ahora.
LEO Yo tengo compañeros de partido.
ROSA Pues yo tengo amigas y amigos estén o no estén en el partido.
LEO Amigos sobre todo, ¿no? “Amiguitos”.
ROSA Arrogante y celoso.
LEO ¿Quién es ese polaco llamado “W” que lo mencionas tanto en tus cartas?
ROSA Un amigo.
LEO Un amante.
ROSA Y si lo fuera, ¿qué? Tú que tanto hablas contra la propiedad privada… ¿ahora resulta que yo soy tu propiedad privada?
LEO Rosa, te estás burlando de mí.
ROSA No, Leo, me estoy cansando de ti y de tu autoritarismo y de tus celos. LEO ¿Qué me quieres decir con eso?
ROSA Que no quiero vivir más contigo, Leo. Y por cierto, no te preocupes por el polaco “W”. No es mi tipo.
LEO Rosa…
ROSA Yo te he querido muchísimo, Leo. Pero ya no soy feliz. Y la gente nace para ser feliz, igual que los pájaros para volar.
NARRADOR Por aquellos años, Rosa Luxemburgo enseñaba historia económica en el centro de formación del partido socialdemócrata, en Berlín. Era la única mujer en el cuerpo docente. Y rápidamente, fue considerada como la mejor profesora.
ROSA Por favor, olvídense ahora de los libros… No repitan lo que otros han escrito, piensen por su propia cabeza.
NARRADOR Uno de sus alumnos de aquella época, recordaba así su método de enseñanza…
ALUMNO Su método eran las preguntas. Mediante preguntas nos empujaba a investigar.
ROSA Escuchen y explíquenme esto: ¿cómo es posible que los países que tienen más riquezas en sus territorios, en sus minas, resulten ser los más pobres?
ALUMNO Eso mismo hacia Sócrates para ir dando a luz las ideas en las mentes de sus discípulos. ¿Y no consiste en eso la dialéctica?
NARRADOR Rosa daba clases en la escuela del partido y también invitaba a los alumnos y alumnas a su casa para orientarlos. Ella disfrutaba su vocación de maestra…
ROSA Es que enseñando a otros una aprende más rápido y mejor. Soy alumna de mis alumnos.
NARRADOR Alternaba las clases con numerosos artículos en revistas y periódicos alemanes y europeos. Karl Kautsky, jefe de redacción de Nueva Era, la llamó un día…
KAUTSKY Rosa, quiero que leas este artículo… No te digo el autor…
ROSA Veamos… Comienza así... “La concepción materialista de la historia consiste en exponer los procesos reales de producción contraponiendo la concepción idealista que explica las formaciones ideológicas”... bla, bla, bla…
KAUTSKY ¿Qué opinión te merece?
ROSA Un adefesio. Todo es convencional, seco, estereotipado… ¿Quién va a leer esto? ¿A quién le interesa esto? El mundo ha cambiado, Karl, y otros tiempos necesitan otras canciones.
KAUTSKY No te entiendo bien…
ROSA Yo pienso que nuestros artículos deben tener música por dentro. Pero son aburridos. En cada artículo, habría que revivir la indignación por la injusticia, sentirla profundamente. Palabras frescas, de corazón a corazón… Una pregunta, Karl…
KAUTSKY Dime, Rosa…
ROSA Este artículo… lo escribiste tú, ¿verdad?
NARRADOR Leo Jogiches regresó una noche al departamento de Rosa…
ROSA ¿Qué quieres, Leo?
LEO Te he traído flores. Sé que te gustan.
ROSA Muchas gracias.
LEO Rosa, son quince años…
ROSA No, Leo, es un año multiplicado por quince. Rutina.
LEO Rosa, vuelve conmigo.
ROSA Te dije que habíamos terminado. Podemos seguir siendo amigos, compañeros de lucha… Pero el amor se acabó.
LEO Rosa, si no regresas conmigo… me vuelvo loco.
ROSA Habrá un loco más en este mundo.
LEO Un loco no, un asesino. Si me dejas, si no vas a ser mía, no lo serás de nadie. Te mato y luego me mato yo.
ROSA Qué tontería, Leo. Si me matas, al menos búscate a otra “fervorosa alumna”.
LEO Te hablo en serio, Rosa. Muy en serio.
NARRADOR Rosa Luxemburgo se acercó a la mesita de noche donde guardaba un revólver para casos de emergencia…
ROSA Este sabe hablar más en serio que tú... Vete ahora mismo.
NARRADOR Rosa y Leo continuaron su estrecha colaboración política. En situaciones de necesidad siempre estaban el uno para la otra.
ROSA Pero el amor es otra cosa. El amor es de igual a igual.
LOCUTORA Una producción de la Fundación Rosa Luxemburg y Radialistas Apasionadas y Apasionados.