Rosa Luxemburgo - CAPÍTULO 6 / 10
ROSA ¡La guerra!... ¿Sabe qué pienso? Que cuando el pueblo no tolere más guerras, la guerra será imposible. Lo que pasa es que los soldados todavía obedecen cuando los envían a matar a sus propios hermanos de clase.
OFICIAL Un momento… ¿Usted está insinuando que la tropa no cumpla las órdenes superiores?
ROSA Insinuando no, oficial. Llamando a la desobediencia civil y militar.
LOCUTORA Capítulo seis.
NARRADOR Vientos de guerra soplaban por Europa. Desde el siglo 19, las grandes potencias buscaban controlar regiones enteras en África y Asia. Alemania, a pesar de su poderío económico, casi no tenía colonias y las necesitaba para asegurarse materias primas.
NARRADOR Inglaterra y Francia, que se habían repartido gran parte del mundo, no estaban dispuestas a permitirlo. Esto provocó una agresiva carrera de armamentos. La guerra que se estaba gestando era una guerra entre imperialistas.
LENIN Camarada Rosa, tenemos que apurarnos.
ROSA Camarada Lenin, usted es el que se demora. ¿Qué más ponemos?
LENIN Ponga que las guerras son consecuencia del capitalismo.
ROSA ¿Y qué más?
LENIN ¿Cómo? ¿No era usted la que me hablaba de debatir ideas? Yo no la llamé como secretaria sino como compañera de redacción del documento. ¡Piense usted también, tovarich Rosa!
NARRADOR En 1907 y en compañía de Lenin, Rosa Luxemburgo redactó una resolución contra la guerra. Fue también ella quien la leyó en el congreso de Stuttgart.
ROSA ¡Compañeros, compañeras, si la guerra estalla, es un deber de la clase obrera y de sus representantes en los parlamentos oponerse, hacer lo posible y lo imposible para que cese inmediatamente!
NARRADOR La resolución, aprobada por consenso, obligaba a todos los partidos socialistas europeos a unirse para evitar la guerra.
ROSA ¿Qué te pareció, Clara? Al menos, logramos esta unidad.
CLARA No te fíes. Como dicen aquí en Alemania, la paz eterna dura hasta el año que viene. Ahora todos quieren la paz. Cuando les alboroten un poco el patriotismo, irán cantando al frente de batalla.
ROSA Ojalá te equivoques, Clara.
CLARA Hormonas masculinas, Rosa. La guerra es un invento de los varones.
NARRADOR Clara Zetkin, alemana, había cumplido 50 años. Toda su vida militando en la socialdemocracia y toda su vida luchando por los derechos de las mujeres. Rosa y ella se habían vuelto amigas entrañables.
ROSA Te tengo que decir algo, Clara.
CLARA Y yo te tengo que preguntar algo, Rosa.
ROSA Tu hijo Konstantin y yo…
CLARA Ya me lo sospechaba. Te brillan los ojos cuando vienes a casa y lo saludas.
ROSA ¿Te molesta?
CLARA ¿Por qué me molestaría? Terminaste con Leo Jogiches. Tienes toda la libertad del mundo para nuevas relaciones.
ROSA Pero es tu hijo… ¿te molesta?
CLARA Al contrario, Rosa, me alegra que mi hijo haya tenido la suerte de conocer a una mujer como tú.
ROSA Konstantin es muy joven pero… me enamoré de él.
CLARA El amor no depende de la edad ni del país ni del color de la piel… Creo que ni del sexo… Somos libres, Rosa, las mujeres somos dueñas de nuestros cuerpos y de nuestras vidas. ¿No recuerdas el himno que cantamos en la Segunda Internacional?
ROSA “Nosotros mismos haremos nuestra propia redención”.
CLARA Ponlo en femenino: nosotras mismas.
NARRADOR Era el año 1910. Rosa Luxemburgo escribía sin descanso haciendo campaña contra la guerra. Un día llegó furiosa al escritorio de Karl Kautsky, jefe de la revista Nueva Era, autoridad indiscutible del marxismo ortodoxo.
ROSA ¿Por qué no publicó mi artículo?
KAUTSKY No puedo hacerlo, Rosa. Hablas de una huelga general. Esto dividiría a nuestros afiliados. Pronto seremos el bloque más fuerte del parlamento alemán.
ROSA ¿Y para qué sirve esa fuerza, herr Kautsky? El partido se fortalece solo en la lucha popular y no por la cantidad de escaños en el “reichstag”.
KAUTSKY El pueblo no esta maduro para una revolución.
ROSA ¿O son los dirigentes los que están verdes? Abra los ojos, camarada. La gente está indignada por la compra millonaria de armas. Y los salarios por el suelo. En Rusia sí están cambiando las cosas…
KAUTSKY Esto se llama Alemania, ¿sabes? No Rusia. Si quieres, vete a Rusia.
ROSA No, no me voy a Rusia. Me voy a los sindicatos a hablar con los obreros para que rechacen la guerra que se avecina.
NARRADOR Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin viajaban de una ciudad a otra para hablar en manifestaciones masivas contra la guerra.
ROSA Estoy cansada, Clara.
CLARA ¿Cómo? Una mujer joven como tú... Además, Rosa la Roja no puede cansarse.
ROSA ¿Qué es eso de “rosa la roja”?
CLARA Es el apodo que te han puesto. Por el fuego de tus palabras. Y cuéntame, ¿cómo va el texto que estás escribiendo?
ROSA Kautsky y los burócratas me van a matar. Porque Marx pronosticaba el colapso del capitalismo. Pero mira a las naciones capitalistas, ahí siguen de lo más campantes. ¿Y sabes por qué? Porque han encontrado en las colonias materias primas baratas y nuevos mercados.
CLARA O sea, que Rosa la Roja corrigiendo nada menos que a Carlos Marx… (SE RÍE)... ¡Esa sí está buena!
NARRADOR En 1913, en medio de mítines y congresos, Rosa Luxemburgo encontró tiempo para escribir su obra más importante, La Acumulación de Capital, considerada la más brillante contribución a la doctrina económica marxista.
NARRADOR Rosa y Clara iban juntas a los mítines arengando contra la guerra. Se turnaban en la palabra…
CLARA Si los hombres matan, nosotras lucharemos para preservar la vida. Si los hombres callan, es nuestro deber levantar la voz en favor de la paz. ¡Guerra a la guerra, compañeras!
VARIAS ¡Guerra a la guerra!
CLARA Sigue tú, amiga…
ROSA Y ustedes, compañeros, escúchenme bien. Si les exigen levantar un arma contra nuestros hermanos franceses o del país que sea, griten “No, no lo haremos.” ¡Soldados, no obedezcan cuando les ordenen disparar!
NARRADOR Rosa fue llevada ante el tribunal de Frankfurt…
PROCURADOR Se le acusa de traición a la patria.
ROSA ¿Traición a la patria?... Siempre dicen eso cuando alguien piensa diferente a quienes tienen el poder. Así dicen todos los dictadores, señor Procurador.
NARRADOR Fue condenada a un año de cárcel. La pena se retrasó debido a su mal estado de salud.
NARRADOR El 28 de junio de 1914 asesinaron en Sarajevo al archiduque Francisco Fernando de Austria. La guerra era inminente.
NARRADOR Al mes del atentado, el Imperio Austro-húngaro declaró la guerra a Serbia. Al día siguiente, Rusia ordenó la movilización general de sus tropas. Alemania declaró la guerra a Rusia. Inglaterra declaró la guerra a Alemania. Francia militarizó sus fronteras y el 3 de agosto Alemania declaró la guerra a Francia.
NARRADOR El 4 de agosto, el Parlamento Alemán sometió a votación el presupuesto para financiar la guerra.
ROSA Clara, no puedo creer que nuestro partido se haga cómplice de esta canallada…
CLARA Tenemos 111 diputados, tenemos mayoría, Rosa. Si votan en contra, no habrá guerra.
NARRADOR Pero votaron a favor. En ese día infame, por unanimidad, los diputados socialdemócratas aprobaron los dineros de la guerra.
ROSA Esto es el final, Clara… No puedo… no resisto…
CLARA El argumento es que el pueblo quiere la guerra. Como les han lavado el cerebro con propaganda patriotera… se dejan arrastrar a la matanza sin abrir la boca.
ROSA Es el día más horrible de nuestras vidas, Clara. Lo hemos perdido todo. Se acabó el partido, se acabó la socialdemocracia, se acabó la internacional socialista… ¿qué nos queda, Clara, dime, qué nos queda?
CLARA Nos queda la vida, Rosa.
ROSA Te juro que preferiría estar muerta y no ver esta traición.
CLARA No, Rosa, eso es lo que ellos quisieran, quitarnos de en medio para que el día de mañana nadie los señale con el dedo. Pero no les vamos a dar ese gusto. Como dicen en mi tierra, caer está permitido, levantarse es obligatorio.
LOCUTORA Una producción de la Fundación Rosa Luxemburg y Radialistas Apasionadas y Apasionados.