A mi aire 159: Historias en un openair, (3 de julio, 2015)
mi aire 159: Historias en un openair, bicicletas eléctricas de montaña, arte muralista (3 de julio, 2015)
Hola a todos, bienvenidos a un nuevo podcast de "A mi aire". Estamos a 3 de julio y hoy es un día muy especial para mí porque es mi cumpleaños. Sí, hoy es mi cumpleaños y lo celebro aquí con vosotros, contándoos nuevas historias. Hoy empezaré hablando de un openair en el que estuve hace muy poco tiempo, seguiré con las bicicletas electrónicas y terminaré hablando del arte muralista en la calle, en concreto os hablaré de la Brigada muralista Ramona Parra.
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"Chräen openair", la primera vez que oí hablar de este openair me sonó fatal porque la palabra Chräen es para mí súper difícil de pronunciar, con lo fácil que es esa palabra en español: ¡cuervos! - Así que cantan os cuervos al aire libre -, pensé, y al ver el anuncio del evento me entró la risa [1]. En los posters del evento había un cuervo loco que gritaba con el micrófono en el ala izquierda. - Tengo que ir a ese openair -, me dije, sólo por cómo se anuncia. El saber que tenía lugar en el campo y que tenías que subir una montañita para llegar, aumentó mis ganas de ir. Pero lo que realmente me convenció, fue leer que tocaba el grupo musical "Pueblo criminal". Hey, actuaba un grupo español, ¡uy! y con ese nombre era prometedor [2], ¿qué tipo de música haría? ¿de dónde vendrían los músicos? Mi curiosidad aumentó al cien por cien, pero no me metí en internet para saber más, no, decidí ir y ya está, ir y escuchar.
La átmósfera del lugar me encantó porque había gente de todas las edades completamente relajada y con ganas de pasarlo bien. Escuchamos un grupo de heavy metal parecido a AC/CD de chavales jovencitos que no llegarían a los 30 años, ¡qué buenos eran los tipos! Completamente metidos en su mundo de gritos y guitarras eléctricas, te hacían vibrar. De repente, un guitarrista de pelo largo y sin camiseta saltó desde el escenario al suelo. Su guitarra eléctrica era muy buena, conseguía sonidos impensables [3]. Entonces se puso a tocar al lado de un chico tetrapléjico [4] que sentado en una silla de ruedas escuchaba el concierto. Este chico movía lo único que podía mover, la mano y la cabeza, y bailaba haciendo girar la silla de ruedas con un botón. Él daba vueltas y el chico de la guitarra lo acompañaba con esos ruidos fuertes que parecían decirle: "sigue, sigue, sigue, no pares, no pares, no pares nunca, sigue y disfruta la música, chaval, porque este momento es único". ¡Uf! fue impresionante. Me emocioné. Luego me contaron que el chico de la silla de ruedas va todos los años a ese concierto al aire libre. Al parecer el año pasado cogieron la silla y subieron al joven al escenario. Este sábado le tocaron la guitarra y después, escuchando un grupo de música pop, un grupito de tres chicas rubias bailó con él al pie del escenario. No me extraña que nuestro joven de la silla de ruedas vaya todos los años al openair de los cuervos. Es que yo me di cuenta de que en este festival de música no había gente borracha gritando y haciendo el bestia, no había miles de personas empujándote por ver al cantante, no te pisaban [5] al bailar ni te daban empujones [6], no, no,no. Allí había gente sí, pero dispuesta a pasarlo bien con risas, con buen rollo [7], sin estreses y sin agobios. Una buena atmósfera, sí.
Bueno, y al final llegó el grupo "Pueblo criminal". Por fin, ¡qué espectación!, ¡qué ganas de oirlos! Era el último grupo de la noche, al parecer tocaba música ska, no mi música preferida, pero bueno, era "Pueblo criminal", los tenía que escuchar. El nombre ya prometía, pero ayayay, ¡qué decepción! ¡cantaban en inglés! Los músicos eran suizos, lo único español era el nombre del grupo de música. ¡Vaya! Entonces ya no nos quedamos mucho tiempo más... Fui para allá por ellos y, sin embargo, fue el grupo que menos me gustó. Lo que me llevé del openair de los cuervos fue el haber conocido a otros grupos muy buenos y, sobre todo, el haber vivido un par de momentos mágicos. Bajé al pueblo con una imagen en la cabeza, la del chaval tetrapléjico en la silla de ruedas con el guitarrista de metálica [8] a sus pies dándole un concierto particular. Hay gente que tiene empatía, amigos, que tiene corazón. Fue fantástico.
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Pues entre los conciertos conocí a un hombre enamorado de su bicicleta. Martin se llamaba. Era muy simpático, sí, pero ¡madre mía!, quería convencerme de que lo mejor del mundo era la bici, ¡qué pesado! Me contó todos sus viajes en bicicleta, por un país, por otro. En Cuba fue impresionante porque el tío hacía 100 kilómetros diariamente, era un crack definitivamente. Un hombre digno de admiración. Pero a mí... bueno, no me llegó a impresionar. No me gusta mucho montar en bicicleta, para mí la bici es solamente un medio de transporte para ir de A a B. Me parece fantástico que él esté tan enamorado de su bicicleta, pero lo suyo era fanatismo y cualquier extremo, sea el que sea, para mí no es bueno. Martin quería quedar conmigo. Os podéis imaginar para qué, ¿no? Claro, eso es, para montar en bicicleta. Yo le dije: -Voy contigo solamente si eliges una montaña muy alta y pendiente y únicamente subimos-. Él me miró escéptico: - ¿Solamente si subimos, Alicia?- . - Sí, claro, le dije, si bajamos la aventura no tiene emoción, hay que darse una paliza [9] ¿no? y tú me tienes que demostrar tu valía [10] -. Martin se quedó callado. Se dio cuenta de que yo no estaba dispuesta ni para dar una vuelta por el lago. En fin, no. Además, Martin estaba casado, tenía mujer e hijo. Me dio pena su mujer, lo que debe sufrir para estar con él, vacaciones en bici, fines de semana en bici, nada de coche, nada de tren, olvídate del avión o del barco, para él: sólo bici y más bici. Le pregunté si su mujer tenía una bicicleta eléctrica. Nooo, me dijo. Ella tiene que entrenar como él. Entonces sentí mucha más lástima por su mujer. A Martin le parecen una tontería las bicicletas eléctricas y las eléctricas de montaña más todavía. Pero según he leído en el NZZ, él no es el único que está en contra de las bicicletas de montaña eléctricas. El año pasado se vendieron 13.000 y el vicepresidente de Scott Sports calcula un aumento de un 60% en las ventas, aquí en Suiza. La directora de Pro Natura de Graubünden teme [11] este boom. Dice que las bicicletas eléctricas de montaña asustarán a los animales que viven en las cumbres [12], que molestarán a los excursionistas que buscan la paz en la naturaleza. Los políticos discuten ya sobre este tema y se están estudiando medidas. Markus Lehmann afirma que además podría haber accidentes y él, como miembro del parlamento, ya ha propuesto una moción concreta para regular los senderos alpinos.
Para mí es un poco difícil regular qué bici puede y cuál no subir a una montaña. Pienso más como el presidente de Pro Velo Schweiz, Jean-François Steiert. Él cree que la solución no está ni en la prohibición de las bicicletas ni en su total admisión. El presidente defiende que se marquen caminos distintos, que haya senderos para excursionistas de a pie y caminos para bicicletas. Yo me pregunto si sería posible una solución de este tipo, es que todo cuesta dinero y con todos los senderos que tenemos por aquí en Suiza... uf, no sé. El marcar todos los caminos sería una auténtica inversión. En fin, todo esto se está discutiendo ahora. Ya veremos lo que pasa al final.
Hoy os quiero hablar todavía del arte en la calle, es que en cuanto [13] sale el sol se ven a grafiteros pintando paredes. A mí me gusta mucho el verlos, de hecho a veces me siento a su lado para ver cómo pintan con sprays. El pintar una pared es todo un arte. Una vez estuve en un workshop de grafitis en el museo de arte de Zúrich y vino un grafitero conocido de nombre pero desconocido de aspecto, nunca nadie ha visto su cara. Al Kunsthaus llegó con una máscara negra, sólo le veías los ojos y la boca, así que no sabías si era hombre o una mujer. Eso sí, pintaba de maravilla, esta persona pintó toda una pared en el taller del Kunsthaus. Este arte no siempre es legal, no siempre se permite pintar paredes, por eso esta persona venía tapada [14] desde la cabeza hasta los pies. Eso al menos es lo que me dijeron.
Pues os voy a contar una curiosidad, en Chile existe un grupo de gente que se dedica a hacer murales para apoyar y denunciar cosas. Es la Brigada Ramona Parra. El nombre es en honor a una joven asesinada durante una protesta en Santiago de Chile en el 1946 y los primeros murales de este grupo se hacen al proponer a Pablo Neruda como presidente. Más tarde, en el 1970, se repiten y fue porque Salvador Allende es nombrado candidato para las elecciones. Hoy en día esta Brigada sigue activa y lo último que ha hecho ha sido ir a La Haya y pintar un estupendo mural defendiendo una petición de Bolivia. Los bolivianos quieren una salida al mar y los chilenos quieren apoyar a su pueblo hermano. Esta es otra forma de pedir, de intentar ser oidos. El arte muralista es para mí una forma pacífica de expresar lo que se piensa, me encanta.
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Bueno, amigos, ya llegamos al final de este podcast. El próximo día será el último antes de las vacaciones de verano. Entonces os hablaré de viajes, que es lo que toca. Os espero aquí en la página web www.podclub.ch y, si no, ya sabéis que me podéis escuchar a través del app. Hasta entonces, cuidaros y que os vaya muy bien.
[1] entrar la risa: empezar a reír
[2] ser prometedor: anunciar cosas buenas
[3] impensables: que no se podían imaginar; eran sonidos raros, diferentes
[4] tetrapléjico: que tiene una parálisis en todo el cuerpo y no se puede mover
[5] pisar: cuando una persona pone el pie encima del tuyo, te pisa.
[6] dar empujones: empujar con violencia
[7] con buen rollo: con buen humor y energía positiva
[8] de metálica: de música heavy metal
[9] darse una paliza: llegar al límite haciendo ejercicio
[10] demostrar la valía: enseñar lo que vale una persona, de lo que ella es capaz
[11] temer: dar miedo; a esta mujer le asusta el boom de la bicicleta eléctrica
[12] (la) cumbre: el pico de la montaña, el lugar más alto
[13] en cuanto: nada más, cuando, al
[14] tapada: cubierta; no la veías nada, ni su cara ni su pelo