¿Por qué usamos ropa? - CuriosaMente #148
En nuestra sociedad estamos tan acostumbrados a andar vestidos que raramente nos cuestionamos
la necesidad de estar envueltos en telas… Platzi presenta…
¿Por qué usamos ropa?
Aunque no hay evidencia arqueológica de las primeras prendas prehistóricas,
los seres humanos hemos usado ropa desde hace poco tiempo.
¿Cómo lo sabemos? Sucede que, aparte de los piojos que podemos criar en la cabeza,
existen los piojos corporales que chupan sangre humana, pero sólo pueden habitar en la ropa.
Mediante análisis molecular se determinó que estos piojos existen desde hace unos 42 a 72 mil años.
Si el homo sapiens existe desde hace más de 300 mil años, resulta que
¡hemos andado desnudos la mayor parte del tiempo!
Los arqueólogos han encontrado que las agujas más antiguas, de marfil y hueso,
se remontan a hace unos 30 mil años.
Si bien los primeros atuendos fueron pieles de animales, las personas empezaron a usar fibras vegetales
como la fibra de lino para producir algo parecido al fieltro.
Más adelante se inventaron las verdaderas telas.
Estas requerían convertir materiales como el algodón, la lana y la seda en fibras, las fibras en hilos, y luego
tejer los hilos para crear telas, para cortarla, coserla y confeccionar ropa.
Durante la mayor parte de la historia estos procesos se hacían a mano y la ropa era costosa.
Por eso, cuando llegó la revolución industrial, la fabricación de ropa fue lo primero en mecanizarse.
Pero ¿por qué la usamos? Bueno, pues en primer lugar, para protegernos.
La ropa es como una “piel extra”, una barrera que nos protege de espinas y piquetes de insectos.
En los climas fríos nos aísla de la pérdida de calor, en los climas desérticos,
nos cubre de la radiación solar excesiva.
También puede ayudar a defendernos de contagios e infecciones.
En segundo lugar, la ropa tiene funciones sociales.
Por ejemplo, en la mayor parte de las culturas hay estilos de atuendos que distinguen
lo masculino y lo femenino, aunque los códigos cambian con el tiempo: los zapatos de tacón alto
eran usados por los hombres de la nobleza en la Europa del Siglo XVIII,
y sólo hasta después de la Revolución Francesa se asociaron con la moda femenina.
La indumentaria también acentúa las diferencias sociales o económicas.
En la antigua Roma, sólo los senadores tenían derecho y dinero para teñir sus ropas de púrpura,
costumbre que conservaron los obispos católicos, actualmente conocidos como “el purpurado”.
En Hawaii, sólo los jefes podían usar capas hechas de plumas.
Y en la antigua China, el único que podía vestirse de amarillo era el emperador.
¿Será que distinciones similares siguen en la actualidad?
La vestimenta también se usa como un modo de señalar la propia identidad o la pertenencia a un grupo social,
y este tipo de códigos también son cambiantes.
Un ejemplo curioso es el de los pantalones de mezclilla o “jeans”.
Cuando se volvieron populares en Estados Unidos por su resistencia, eran usados exclusivamente
por vaqueros y mineros. Más tarde también los usaron los obreros.
Sólo las clases humildes usaban jeans.
En los años 50 se volvieron un ícono de la juventud de la clase trabajadora,
especialmente los “greasers”, sobre todo hispanos e italianos con gusto por el rockabilly.
En los 60, empezaron a usar la mezclilla los hippies y se asoció con la rebeldía.
Rebeldía que se volvió popular con la música rock en los años 70 y para los años 80 ya
prácticamente todo mundo usaba jeans.
Por cierto, la palabra “jeans” viene del francés “Gênes”, que es como le llaman los franceses a Génova,
la ciudad italiana donde en el siglo XIX se empezó a fabricar esa tela de algodón barata y resistente
que usaban los marinos de esa región.
Pero la razón más fascinante por la que andamos vestidos es por pudor:
la idea de que hay partes de nuestro cuerpo que es vergonzoso mostrar en público.
Somos la única especie que se cubre el cuerpo por “decencia”.
Esta noción es evidentemente aprendida: ningún niño nace con pena de que lo vean desnudo.
Aunque todas las culturas tienen una idea de pudor, esta también es variable.
Lo que resulta impúdico para la mayoría de las mujeres musulmanas es mostrar el cabello,
mientras que otras culturas lo ven perfectamente aceptable.
Para la mayoría de las tradiciones judeocristianas resulta obsceno que una mujer muestre el pecho,
mientras que los hombres no tienen problema en mostrar el torso desnudo.
Se puede usar traje de baño en la playa, pero resultaría inaceptable en la oficina.
Lo interesante es que ¡nadie sabe con certeza cómo surgió el pudor!
La historia bíblica dice que la humanidad se empezó a vestir por la vergüenza del cuerpo,
que fue parte del castigo por “comer del árbol del conocimiento”,
pero es casi seguro que la ropa surgió primero y el pudor después.
En el idioma español durante mucho tiempo se usó la palabra “vergüenza” como sinónimo de “órganos sexuales”.
“Al verse sorprendido, Don Froilán ocultó sus vergüenzas”.
Algunos pensadores dicen que nos empezó a dar vergüenza mostrar las partes asociadas
con funciones consideradas sucias, como orinar o defecar.
Otros piensan que lo que pasa es que los humanos estamos tan obsesionados con el sexo,
que era necesario ocultar las partes que se consideraban “incitantes”.
Otros más piensan lo contrario: que la ropa surgió para llamar la atención del sexo opuesto,
al mismo tiempo que se volvían atractivas las partes privadas precisamente por estar ocultas.
¡Curiosamente!
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