40 - La División
Este episodio se titula – La División.
Empiezo con una cita de un hombre conocido por los eruditos como Seudó o Falso Dionisio el Areópago. En un comentario sobre los nombres de Dios que el escribió…
El Uno es una Unidad que es la Fuente unificadora de toda unidad y una Esencia Super-Esencial, una Mente más allá del alcance de la mente y una Palabra más allá de la expresión, eludiendo el Discurso, la Intuición, el Nombre y todo tipo de ser. Es la Causa Universal de la existencia mientras que Sí mismo no existe, porque está más allá de todo Ser y tal que sólo El podría dar una revelación de Sí mismo.
Si eso suena más como algo que se le ocurrió a un gurú Oriental, no te preocupes, tienes razón. Dionisio no se llama Seudo o Falso por nada.
Llegaremos a él un poco más adelante en este episodio.
A finales del 5º y 6º siglo vieron importantes acontecimientos en la iglesia Oriental. Es la época del Emperador Bizantino, Justiniano. Pero 2 contemporáneos suyos también hicieron importantes contribuciones a las instituciones más importantes de la iglesia medieval en el Occidente. Uno de ellos que ya hemos mencionado en breve, el otro al que mas adelante dedicaremos un episodio; Benedicto de Nursia y el Papa Gregorio Magno.
A finales del 6º siglo, las características únicas de las iglesia Oriental y occidental se habían incorporado en dos tradiciones diferentes. Mientras que el Occidente se mantuvo leal al patrón que se conservaba en Roma, en el Oriente surgieron 3 diferentes direcciones.
Los principales Consejos celebrados en Éfeso y Calcedonia para decidir la cuestión planteada por el debate entre Cirilo de Alejandría y Nestóreo, obispo de Constantinopla, sobre la naturaleza de Cristo, produjeron una división en 3 direcciones en la iglesia Oriental. Esas divisiones continúan hasta el día de hoy y se ven en lo que se llama el . . . (1) Iglesia Ortodoxa de Calcedonia o Bizantina (2) Los llamados Monofisitas o Ortodoxos Orientales, que siguen la línea teológica de Cirilo y
(3) La Iglesia Nestoriana del Oriente.
Sin entrar en todos los pequeños detalles de los debates, basta con decir que la Iglesia Oriental no estaba satisfecha con la fórmula de inspiración Occidental que describe la naturaleza de Jesús adoptada en el Concilio de Calcedonia en 451. En un escenario que nos recuerda lo que sucedido durante y después del primer consejo en Nicea en el año 325, mientras que concluyeron el consejo de Calcedonia con un credo acordado, algunos obispos más tarde se quejaron y no les pareció la manera que había sido redactada. A los obispos Orientales que se seguían a Cirilo, Calcedonia sonaba demasiado Nestoriano para tragar. Calcedonia decía que Jesús era “1 persona en 2 naturalezas.” Los obispos que se quejaron querían alterarlo para decir que estaba “empezó de 2 naturalezas” antes de la encarnación, pero después de que él tenía 1 sola naturaleza.
Ahora, para aquellos que han estado escuchando varios de estos podcasts en uno tras otro en lugar de escucharlos espaciados durante varias semanas, sé que esto es repetitivo. En un breve resumen permítanme recapitular las opiniones de Cirilo y Nestóreo. En cuanto a cómo entender quién es Jesús; es decir, cómo Sus identidades como Dios y Hombre se relacionan entre sí…
Cirilo dijo que era a la vez Dios y Hombre, pero que lo divino abrumo tanto al ser humano que se volvió prácticamente sin sentido. La analogía era que su humanidad era una gota de tinta en el océano de Su divinidad. Por lo tanto, María, era Theotokos – la madre de Dios.
Nestóreo, se enojó con ese título, diciendo que María era la madre humana de Jesús que se convirtió en el medio por el cual Jesús era humano, pero que no debía ser llamada la madre de Dios. Nestóreo dijo que Jesús era humano y divino, y enfatizó su humanidad y el papel que desempeñó en la redención de los pecadores perdidos.
Debido a que Nestóreo reaccionó a lo que él consideraba la posición aberrante de Cirilo, y debido a que carecía de tacto y no sabía cuándo callarse, sus oponentes afirmaron que el enseñaba que Jesús no era sólo de 2 naturalezas, sino que era 2 personas que vivían en el mismo cuerpo. Por esa razón fue condenado como hereje.
Pero cuando el Consejo de Calcedonia finalmente emitió su posición oficial sobre lo que era la ortodoxia Cristiana con respecto a la persona y la naturaleza de Cristo, Nestóreo dijo que sólo habían articulado lo que siempre había enseñado.
Así que no es de extrañar que los obispos post-Calcedonia con el enfoque de Cirilo rechazaran Calcedonia. Su punto de vista dejaba a la humanidad de Cristo como una dimensión abstracta e impersonal de Su naturaleza. Debido a que hacían TANTO hincapié en Su deidad, al costo de su humanidad, fueron marcados como “Monofisitas.” Tristemente, así como los que se etiquetaron como Nestorianos no eran heréticos como el nombre llegó a significar, el término Monofisismo también es inexacto porque no negaron la humanidad de Jesús.
El prefijo Griego mono implica “sólo una” naturaleza. Un mejor descriptor es la henofísita. Hen- es el prefijo Griego que significa uno, pero sin el limitador “único”.
Pero la reacción Oriental a Calcedonia no fue solamente teológica; también fue nacionalista. ¡La iglesia en Egipto entró en rebelión después del Concilio porque su patriarca Dioscuros fue depuesto!
Luego, en el Canon 28 del credo del Concilio, Constantinopla fue elevada como segunda ante Roma en términos de prestigio, por lo tanto Alejandría y Antioquía se molestaron porque habían sido despreciados. Aquellos obispos que apoyaron a Calcedonia fueron etiquetados como “Melquitas”, que significa monarquitas, porque apoyaban a la Iglesia Imperial.
Hemos observado que mientras el Emperador Occidental ya no existía en este momento, y por esa razón el Papa Romano se mantuvo como una especie de figura solitaria que lideraba en el Occidente, el Emperador Oriental en Constantinopla todavía tenía una tremenda autoridad en la Iglesia. Por lo tanto, podríamos preguntarnos por qué no intervinieron para resolver el asunto sobre la naturaleza de Cristo. Querían hacerlo. A varios de ellos les hubiera gustado repudiar Calcedonia, pero sus manos estaban atadas, porque había una parte del Consejo que querían mantener: El Canon 28, estableciendo a Constantinopla como técnicamente segunda después de Roma, pero en realidad, iguales.
Ahora, mientras estudiaba el material que sigue a los debates entre los Henofisitas y los de Calcedonia me encontré con la imposible tarea ver cómo relatarlo sin aburrirlos. Pasé bastante tiempo trabajando, editando, re-editando, eliminando, restaurando y eliminando de nuevo antes de decidir decir que en el Este durante el 5º y 6º siglo, casi todo el mundo estaba metido en este debate. Emperadores, obispos, patriarcas, metropolitanos, monjes, sacerdotes y la gente común. Hay palabras técnicas como Encyclion, Henoticon, Severan, Acacian que se emplean para definir las diferentes partes tomadas en el debate, y para aquellos que intentaron forjar un punto medio. Déjenme decirles – Esos tipos fracasaron miserablemente en el trabajo de encontrar un punto medio. Fueron destrozados por ambos lados.
En cuanto al largo debate sobre la naturaleza de Cristo en Oriente, Everett Ferguson dice que la ironía es que los Calcedonistas, los Henófisitas y la Iglesia del Oriente estaban realmente tratando de decir lo mismo sobre Jesús. De alguna manera era al mismo tiempo 2 cosas, pero un solo individuo. Sus diferentes puntos de partida dieron diferentes formulaciones que sus oponentes no podían aceptar por razones teológicas y no lo harían por razones políticas.
Cambio de dirección: Alrededor del año 500 uno de los pensadores más influyentes en la espiritualidad Ortodoxa Griega hizo su marca, Seudo-Dionisio el Areopagita. Su verdadero nombre es desconocido. Afirmó ser Dionisio, uno de los conversos Atenienses de Pablo mencionados en Hechos 17. Sus contemporáneos aceptaron sus escritos como legítimos. Ahora sabemos que no lo eran.
Seudo-Dionisio combinó el Cristianismo y el Neoplatonismo en una teología mezclada que atrajo tanto a los Calcedonistas como a los Henófisistas. Probablemente porque cuando lo lees interiormente dices, “¿Qué?” pero tenías que asentar con tu cabeza diciendo lo increíble que era para que no parecieras tonto. Es como cuando leo o escucho a Stephen Hawking hablando elocuentemente de alguna tangente de de la Astrofísica; Yo digo, “¡Wow! ¡Ese tipo es brillante!” Pero no me pidas que te explique lo que acabo de oír. Habla inglés, pero también podría haber sido antiguo Acadio.
Además de ser un Neoplatonista, Seudo-Dionisio también era un místico, es decir, alguien que afirmaba haber tenido una experiencia de unión con Dios, no sólo con un profundo sentido de conexión con El, sino una unión real con la esencia de la deidad. Seudo-Dionisio se convirtió en el autor de una rama del misticismo Cristiano que fue enormemente influyente en el Cristianismo Oriental. Cuando su obra fue traducida al Latín en el 9º siglo, se convirtió en influyente en el Occidente también.
Los escritos de Seudo-Dionisio enfatizaban una tendencia ya encontrada en autores Cristianos Griegos como Orígenes, Atanasio, y Gregorio de Nyssa que decían que el objetivo de la salvación humana era una manera en que los humanos fueran hecho divinos.
Tenemos que tener cuidado aquí, porque tan pronto como digo eso, todos los Cristianos Occidentales dicen: “¡Espera! ¿¡¿¡¡¿Qué?!!?!? Retrocede el camión Juanito… Creo que acabamos de atropellar algo”.
Hay en la Ortodoxia Oriental una comprensión diferente de la salvación del Catolicismo Romano y el Protestantismo Clásico.
La Ortodoxia Oriental entiende que los salvos están destinados a un nivel de gloria en el cielo que está en un orden de existencia que sólo puede describirse apropiadamente como divino.
No; los humanos no se convierten en dioses; no como el único Dios Creador verdadero. Pero fueron creados a Su imagen y serán restaurados y completados a esa imagen para que sean tan PARECIDOS a Dios como un ser creado pueda serlo y aún no ser Dios.
Esta cuasi-deificación se logra mediante la purificación, la iluminación y la perfección, que significa unión con Dios, que se convirtió en las tres etapas de la iluminación defendidas por el misticismo clásico.
Bien, quédate conmigo un momento mientras que vamos mas profundo. Seudo-Dionisio identificó tres etapas en cómo alguien que busca la plenitud de la salvación puede describir a Dios:
1) Darle un nombre fue una teología afirmativa.
2) Negar ese nombre era teología negativa. Y…
3) Luego conciliar la contradicción mirando más allá del lenguaje fue la teología superlativa.
El camino de la negación condujo a la contemplación que marca la teología mística, que se consideraba una manera más simple y pura de entender a Dios. En otras palabras, es más fácil saber quién y qué es Dios concentrándose en lo que no es. Y si eso parece absurdo y sin sentido, bienvenidos al club de aquellos que no son místicos y simplemente se rascan la cabeza cuando los místicos comienzan a hablar.
La manera que Seudo-Dionisio acomodo a los ángeles en nueve niveles se convirtió en la base de la doctrina medieval de los ángeles.
Leer Seudo-Dionisio puede ser frustrante para aquellos que tratan de analizar su lógica y tratan de discernir en sus palabras algunas verdades profundas. Mientras que todas suenan muy espirituales, son típicas de muchos tomos místicos; una cascada de palabras que desafían la interpretación. La mente lucha con dificultad de reconciliar las ideas que compiten y finalmente terminan siendo ideas contradictorias. Esta tensión hace que el lector se apague mentalmente; y es en ese estado de razón suspendida que el alma se supone que es capaz de conectarse con Dios. Es el mismo efecto que los mantras repetidos y la meditación de estilo oriental.
A pesar de esto, Seudo-Dionisio fue extremadamente influyente en dar forma a cómo innumerables cristianos del 6º al 10º siglo siguieron buscando crecer en su relación con Dios. Hoy, lo descartamos llamándolo Seudo-, Falso-, Fraude-Dionisio.