El Mago (3)
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WAIT WAIT DON'T TELL ME: Estás escuchando este podcast de NPR porque quieres estar informado, porque quieres aprender algo, ¿cierto? Bueno, ¿qué tal si necesitas un pequeño descanso? Para eso querrás oír Wait Wait Don't Tell Me, el quiz de noticias de NPR. Es el show que deja que tu cerebro reptiliano se divierta por una vez en la vida. En todo caso, puedes volver a ser serio más tarde. Wait Wait Don't Tell Me, desde NPR. Escúchalo todos los viernes.
ALARCÓN: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Soy Daniel Alarcón. Antes de la pausa, Olmedo Rentería —Olmedini—, el mago del metro de Nueva York, estaba a punto de hacer una presentación. Cuando de pronto todo se hizo oscuro. Olmedini se mareó, alcanzó a apoyarse en la puerta de la nevera y los que estaban con él se acercaron para ayudarlo. Lo subieron a una ambulancia y lo llevaron al hospital más cercano. Cuando llegó, lo atendieron de inmediato.
RENTERÍA: Los médicos me operan, me dicen los médicos que hubo derrame y que los ojos se llenaron de sangre, todo por dentro.
ALARCÓN: Dijeron que le iban a quitar la venda de los ojos y que, si al abrirlos veía rosado, significaba que se mejoraría pronto. Cuando se la quitaron...
RENTERÍA: Pues yo le dije al médico está todo rojo, rosado, rojo, más rojo que rosado. Entonces me dijo el médico: “Es que sus retinas se rompieron, pero no se preocupe, cuando la sangre se vaya, usted va a volver a ver”.
ALARCÓN: El doctor le dijo que tenían que hacer un tratamiento y que en seis meses se recuperaría. Le dieron de alta un día después y desde ese momento, todo sería diferente para él.
Lisette nos sigue contando.
ARÉVALO: Olmedini vivía solo en Nueva York y su familia estaba en Ecuador. Entonces cuando salió del hospital y fue a su casa, no tenía quién lo ayudara todo el tiempo en sus tareas diarias. Las actividades que antes hacía sin dificultad y casi sin pensar, ahora requerían toda su concentración.
RENTERÍA: No podía comer porque, increíble, hasta para comer se necesitan los ojos. Porque usted lleva el cubierto a el plato y no sabe si cogió o no cogió y para meterlo a la boca inclusive no se acierta.
ARÉVALO: La vida, toda, se hizo difícil. Se golpeaba contra los muebles. Se tropezaba con cualquier cosa y se caía todo el tiempo. A veces venían amigos a ayudarlo pero cuando se iban, todo volvía a ser igual: la oscuridad, el silencio, la impotencia.
RENTERÍA: Yo no pensé en que se iba a hacer magia otra vez o no. Yo dejé quieto, dejé quieto todo. Sólo mi pensamiento estaba en que no podía ver, la desesperación, que no podía ver, que no podía comer, que no podía hacer nada.
ARÉVALO: Olmedini tenía que ir todas las semanas a su chequeo médico. Cuando se cumplieron los seis meses, él no recuperó la vista como le había dicho su doctor. Dice que ahí dejó de ir todas las semanas a chequeo y solo iba una vez al mes. Hasta que cumplió un año de su derrame cerebral y en esa última cita el doctor le dijo que ya nunca recuperaría su vista.
Ese mismo día, sintiéndose derrotado, regresó a su casa.
RENTERÍA: Cuando voy subiendo la escalera, una vecina me dice: “Olmedo, hoy tengo una fiestecita por el Día de la Madre ¿Por qué no pasa un rato y hace un poco de magia?”.
ARÉVALO: A él le pareció raro que su vecina le pidiera algo así, sobre todo porque todos en el edificio sabían que no podía ver.
RENTERÍA: Le dije: “Estoy ciego”. “Sí, Olmedo, yo sé que usted está ciego, pero usted puede hacerlo. Haga un show, unos diez minutos. Complazca a mi madre”, me dijo ella. “Mi madre lo quiere ver haciendo magia.” Me dijo: “Yo voy a su apartamento y le ayudo a buscar las cosas”.
ARÉVALO: Olmedini le dijo que era imposible. ¿Cómo podría saber el momento exacto en que debía sacar su pañuelo? ¿Cómo sabría si logró desaparecer el bastón? Le dijo a su vecina que no quería echarle a perder el momento, pero ella insistió e insistió.
RENTERÍA: Me dijo: “No, Olmedo, yo sé que usted puede hacerlo. Usted es un valiente. Hágalo que estamos aquí, entre familia”.
ARÉVALO: Olmedini terminó aceptando y la vecina se fue con él a buscar lo que necesitaba.
RENTERÍA: Yo me puse a pensar, ¿qué hago? Le digo: “Búsqueme esto, esto y esto, esto y esto”.
Yo elegí el bastón que aparece, el bastón que desaparece. Elegí la producción de pañuelos. Es un pañuelito que se muestra y se va agitando, y van apareciendo más y más y más y más y más.
Cuando yo me estaba preparando sentí mucho miedo, mucho nervio. “No me van a salir las cosas bien. Voy a hacer un… un ridículo”.
ARÉVALO: Pero aún así, se llenó de valor y se fue con ella. Entró a la sala de la vecina y con su ayuda comenzó su show. Y para su sorpresa…
RENTERÍA: Cuando hice el primer efecto, la gente me aplaudió y siguieron aplaudiendo, les gustó mucho, y allí dije, “voy a seguir”.
ARÉVALO: Olmedini dice que al principio pensó que le aplaudían por compasión, porque estaba ciego. Pero que cuando terminó el show se dio cuenta de que todo le había salido bien, de que todavía podía hacerlo. Y para él, esa vecina lo salvó.
Esta experiencia lo animó a seguir haciendo magia en el tren con trucos que pudiera llevar en su bolsillo. Eligió algunos, le pidió a su vecina que le presentara a alguien para que fuera su asistente y ella le presentó a un señor. Olmedini le dijo que se dividirían entre los dos las ganancias, él aceptó y juntos fueron al tren.
RENTERÍA: La primera vez me sentí muy inseguro, muy inseguro. Y tomé mucha precaución.
ARÉVALO: Precauciones como presentarse en rutas y horas poco concurridas del metro. Para no tropezarse o golpear a otras personas mientras hacía sus actos. Pero ese día todos sus trucos le salieron bien.
Así que decidió seguir. Pero como no podía ver y eso hacía que fuera más difícil comunicarse, se metió en clases de inglés donde le enseñaron a decir algunas palabras claves para su show.
RENTERÍA: Y se lo puedo decir a usted ahora mismo a ojo cerrado. Vamos a ver si lo… a ojo cerrado, es a ojo cerrado, ¿no? Es que tengo los ojos cerrados (risas).
Good evening ladies and gentlemen, I am going to perform, perform magic, magic for you. I hope that you enjoy my performance. Ladies and gentlemen, I have a bird cage. My music is: “Tan, tan, tan, one, two, three, tan, tan, tan, tan”.
ARÉVALO: Era inicios de 2014, un poco más de un año después de quedarse ciego. Para ese momento, Olmedini, a estas alturas con 73 años, regresó al metro con la ayuda de su asistente. Muchos lo aplaudían, lo abrazaban o se tomaban fotos con él. Y dice que la mayoría de las veces ni se daban cuenta de que estaba ciego.
Esa era la nueva etapa de su carrera como mago y Olmedini pensaba que quizá sería la última. Pero, a finales del 2018 recibió una llamada. Era el fotógrafo guatemalteco Jaime Permuth. Él lo había visto hacer el show en el tren en 1998 y, aunque no se acercó a él en ese entonces, quedó muy impresionado. Tanto que, casi 20 años más tarde, lo buscó en Internet, encontró un número de teléfono y lo llamó.
RENTERÍA: Y me dijo: “Olmedini, vamos a trabajar. Yo quiero hacer un libro para usted. Yo soy del New York Times. El New York Times está interesado en hacer un libro, etcétera, etcétera”.
ARÉVALO: Olmedini aceptó. Para él, era como volver a la época en Ecuador, cuando los periodistas lo buscaban para tomarle fotos y hacerle preguntas sobre su vida como mago. Cuando salió la nota del New York Times, en enero de 2019, Olmedini pasó a ser conocido como el mago ciego del metro de Nueva York. Y ahí, claro, muchos más medios comenzaron a buscarlo.
(SOUNDBITE DE ARCHIVO)
PERIODISTA 1: Hoy les vengo a contar la historia de Olmedo Rentería, conocido artísticamente como Olmedini, el mago.
PERIODISTA 2: Uno de los magos más famosos de toda América dejó un día el escenario y lo cambió por el metro.
PERIODISTA 3: Y es completamente ciego. El mago Olmedini, 79 años, encandila a los neoyorquinos.
PERIODISTA 4: De todas las sorpresas de Nueva York quizás ninguna tiene tanto talento, valentía y encanto como Olmedini.
ARÉVALO: Lo entrevistaron para programas rusos, españoles y brasileños. Todos con la noticia de que un mago ciego se estaba haciendo famoso en el metro de Nueva York. Pero no solo fueron los medios de comunicación los que querían conocer a Olmedini.
Un día, una de las periodistas que lo había entrevistado lo llamó y le pidió que el 19 de junio de 2019 lo reservara para ella, porque quería que hiciera una presentación para unos niños. Olmedini aceptó. Se preparó con todo lo que necesitaba para sus efectos de magia y se vistió con una chaqueta roja brillante, un corbatín rojo, un sombrero negro de copa y una camisa blanca.
Cuando llegó el día, la señora fue a ver a Olmedini a su casa.
RENTERÍA: Cuando bajo y abre la puerta del edificio es un bullón.
ARÉVALO: No entendía lo que estaba pasando…
RENTERÍA: Y me dice la señora: “Frente a usted hay catorce cámaras de televisión de todos los canales de aquí de Nueva York. Frente a usted está el equipo de los Yankees, que lo van a llevar para que usted desayune allá con los niños”.
(SOUNDBITE DE ARCHIVO)
PERIODISTA: El gran Olmedini y su acompañante salían de su apartamento en East Harlem, Nueva York, a realizar su show diario de magia cuando frente a su puerta tuvo una aparición. Eran nada más y nada menos que un grupo de jugadores de los Yankees de Nueva York que estaban ahí para rendirle un homenaje a su perseverancia y dedicación.
ARÉVALO: Los Yankees se habían comunicado con la periodista para que los ayudara a sorprender a Olmedini. Todo formaba parte de un plan de los Yankees para su programa llamado HOPE Week, en el que los jugadores eligen cinco historias inspiradoras de individuos, familias u organizaciones para rendirles homenaje. Y ese año, 2019, Olmedini fue uno de los elegidos. Él no lo podía creer.
(SOUNDBITE DE ARCHIVO)
PERIODISTA: No son todos los días que los Yankees le pagan una visita.
RENTERÍA: Una visita. Imagínese, Los Yankees, qué cosa. Esto es una bendición.
PERIODISTA: ¿Cómo se siente?
RENTERÍA: Me siento muy emocionado, very excited. Muy… ¡No tengo palabras cómo describir que los Yankees estén conmigo, visitándome!
ARÉVALO: Todos caminaron a la estación del metro y tomaron el tren para ir al estadio de los Yankees juntos. Ahí Olmedini hizo su rutina en el tren: la jaula de metal que desaparece, el pañuelo rojo…
(SOUNDBITE DE ARCHIVO)
RENTERÍA: One, two, three… Tan tan tan tan. Ladies and gentleman, a magical show…
ARÉVALO: Cuando llegaron al estadio, lo llevaron a una mesa donde había un buffet. Comieron y después de eso le dieron una sorpresa: a partir de ese día, Olmedini iba a ser un miembro reconocido de la Sociedad Estadounidense de Magos. Para Olmedini esto era un sueño hecho realidad.
Después del anuncio lo llevaron para que hiciera su show frente a 74 niños que tenían entre 8 y 11 años, y que habían ido al estadio a verlo.
RENTERÍA: Preparé las banderas, preparé flores. Y le dije a la señora, dos señoras: “Preparen la magia rápido”. Ya me presentaron ahí pam, pam, pam, pam, pam, pam, el show.
ARÉVALO: Olmedini arrugó unos periódicos viejos y de ahí aparecieron unas banderas de colores. Hizo que unas tiras de tela se convirtieran en un bastón. Los Yankees y los niños estaban asombrados con cada uno de sus trucos. Cuando terminó lo llevaron al estadio y le pidieron que lanzara la primera bola del partido que iban a jugar ese día. RENTERÍA: Y cuando en la pantalla grande sale, “Olmedo Rentería, mago ecuatoriano, Olmedini”. Y la gente: “Wooo”, la ovación y los aplausos, y me sentaron en el palco de honor y a cada momento venía la televisión mostrarme allí como la gran figura (risa). Eso fue una emoción que hasta hoy me embarga mi mente. Algo verdaderamente fantástico e inolvidable. ARÉVALO: Y aunque esto para él significó cumplir uno de sus más grandes sueños, dos meses después salió en la portada de la revista Genii, esa con la que tanto había soñado desde que llegó a Nueva York, casi treinta años antes. RENTERÍA: Con la publicación de la revista de los grandes magos me sentí una estrella, me sentí que mi sueño hasta allí era, que hasta allí había llegado. ARÉVALO: Y lo celebró con su familia, pero a la distancia. Llamó a su hija que está viviendo en Argentina, a su hijo menor que está en Ecuador, y les contó las buenas noticias. Y cuando lo habló por teléfono con su hijo mayor, que tenía ya 53 años, y que vive en Australia... RENTERÍA: Le dije: “Hijo, llegué al último peldaño de la escalera. Esto es lo que yo quería. Llegué al último peldaño. Creo que hasta aquí es”. Mi hijo me dijo: “No, papá. Todavía hay mucho más. El peldaño de la escalera no se termina nunca”. ARÉVALO: Para Olmedini, en este último año y medio, ha cumplido varios sueños que antes ni siquiera concebía o parecían imposibles: ser homenajeado por los Yankees de Nueva York (su equipo favorito), formar parte de la Sociedad Estadounidense de Magos y, sobre todo, presentarse en congresos importantes de magia como Magifest en Estados Unidos. Pero lo que todos estos logros tienen en común es que ocurrieron después de que quedara ciego. Y Olmedini ha pensado mucho sobre esto. RENTERÍA: Yo pienso que el éxito que he tenido se lo atribuyo a la pérdida de mi vista, puesto que no hay mago en el mundo que haya perdido la vista y que esté en los escenarios. No hubiese saboreado la fama. ALARCÓN: Lisette Arévalo es productora de Radio Ambulante. Vive en Quito. Esta historia fue editada por Camila Segura y por mí. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri con música de Rémy Lozano. Andrea López Cruzado hizo el fact checking. El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Gabriela Brenes, Jorge Caraballo, Victoria Estrada, Miranda Mazariegos, Patrick Moseley, Laura Rojas Aponte, Barbara Sawhill, David Trujillo, Elsa Liliana Ulloa y Luis Fernando Vargas. Carolina Guerrero es la CEO. Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios, y se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO. Muy pronto lanzaremos nuestro nuevo podcast noticioso: El hilo. Vayan a elhilo.audio para enterarse de todas las novedades Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar y cuídense mucho.