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Esp - VisualPolitik, ¿Cómo ISRAEL convirtió el DESIERTO en una POTENCIA AGRÍCOLA? - VisualPolitik

¿Cómo ISRAEL convirtió el DESIERTO en una POTENCIA AGRÍCOLA? - VisualPolitik

¿Imaginas un país que regara las plantas con agua salada? ¿Un país que haya conseguido

transformar un árido y estéril desierto en frondosos campos de cultivo? ¿Un país

que situado en uno de los lugares más áridos y secos de la tierra haya sido capaz de hacerse

con un suministro casi ilimitado de agua?

Pues queridos amigos, amigas, no se trata de ningún espejismo, ese lugar existe.

Gran parte de su territorio se asienta sobre los desiertos de Neguev y de Judea y su nombre

es Israel.

Hablamos del único país de todo el planeta Tierra que hoy tiene menos superficie de desierto

que hace 50 años.

Por si fuera poco, cada año el país exporta más de 2.000 millones de dólares en productos

agrícolas, sobre todo productos frescos, como frutas y vegetales.

Y sobre esto es exactamente de lo que os vamos a hablar en este vídeo, sobre cómo Israel

ha sido capaz de convertir al mismo desierto en un vergel, sobre cómo este país ha superado

la escasez del agua.

Por cierto, este vídeo lo hemos preparado gracias a la comunidad de Patreon. Allí es

dónde se escogió precisamente este tema. Así que está especialmente dedicado a todos

los que nos apoyais en Patreon.

Arranquemos.

(Un informe confidencial del Consejo Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos publicado

en 2012 y más tarde desclasificado parcialmente apuntaba a una futura crisis hídrica: una

enorme crisis del agua a nivel mundial.

Según este informe el consumo de agua se situaría por encima de cualquier parámetro

sostenible. Cada vez somos más y cada vez gastamos más agua. Consumimos más carne,

tenemos más jardines, más piscinas y consumimos más energía.)

Todo ello, son cosas que podéis creerme requieren de muchísima agua.

Por ejemplo, producir un kilo, tan sólo un kilo de carne consume 17 veces más agua que

producir un kilo de maíz.

De esta forma el informe coincidía con otras informaciones de expertos en que más del

20% de la población mundial, más de 1.500 millones de personas, sufrirán y mucho con

esta crisis hídrica durante las próximas décadas.

1.500 millones de personas que tendrán serios, pero que muy serios problemas para acceder

a un suministro regular de agua.

Hablamos, amigos, de una crisis que pondría en jaque todo el sistema alimentario mundial

y que no penséis ni por un instante que se limitaría a castigar a los países más pobres.

Por ejemplo, el Valle de San Joaquín en California, el centro, el corazón de la agricultura de

calidad californiana podría desaparecer, al menos tal y como hoy lo conocemos.

Y eso, eso ha hecho que en este vídeo nos hagamos una pregunta: ¿estamos acaso condenados

a no tener suficiente agua?

Pues, queridos, amigos, amigas, creo que ha llegado el momento de echar un vistazo a uno

de los lugares más áridos y yermos de toda la tierra.

(Ni más ni menos que el 60% del territorio israelí está cubierto por el desierto, lo

que explica que la relación de este pueblo con el agua sea tan estrecha, que está está

presente constantemente, ya sea en la cultura, la política o, incluso, en la religión.

De hecho, una de las oraciones judías más conocidas, el Shema, advierte que el castigo

por no cumplir los mandamientos de Dios será, precisamente, que la lluvia dejará de caer.)

A pesar de ello Israel es un país próspero, un importante exportador agroalimentario y

tiene un suministro abundante y garantizado de agua. De hecho, incluso les suministra

agua a sus vecinos.

Así que... La pregunta, la gran pregunta que podemos hacernos es, ¿cómo demonios

han logrado superar la escasez de agua? ¿Qué podemos aprender de ellos? ¿Nos enfrentamos

a un futuro con agua o con sed?

En este vídeo os vamos a responder a todas estas preguntas pero, antes tenemos que empezar

por el principio. Tenemos que ver un poquito de historia.

(LAS ARTERIAS DE ISRAEL)

A finales de los años 20, los economistas que asesoraban al gobierno británico, que

en aquel momento era quien controlaba este territorio, afirmaron que la inmigración

de más judíos a Palestina no era sostenible.

Y no lo era porque según sus cálculos los recursos hídricos eran tan limitados que

era imposible que pudieran vivir más de 2 millones de personas tirando por lo alto.

[Sí, lo sé, hoy son más de 12 millones. Ya sabéis las previsiones]

El caso es que desde ese preciso momento, las organizaciones judías de la zona entendieron

que su futuro pasaba por incrementar los recursos hídricos. Tenían que encontrar agua a toda

costa: para los campos de cultivo, para los nuevos colonos que pudieran llegar y para

poder construir un nuevo Israel.

(Pero había un problema: la mayor parte del país era desértico, árido y seco. Los recursos

hídricos disponibles se concentraban en el norte, pero los judíos se estaban estableciendo

mayoritariamente entorno a la nueva gran urbe de la región, Tel Aviv, situada en el centro

del país.

Así que para resolver este embrollo, tras la publicación del informe británico en

1939,, le encargaron a uno de los ingenieros hidráulicos más reputados del país, Simcha

Blass, un inmigrante polaco, que diseñara un plan hídrico. Ni más ni menos que el

plan que tenía que garantizar el futuro de Israel.)

Y, ¿Sabéis qué? Dicho y hecho.

Eso fue exactamente lo que hizo. Haciendo gala de todo su ingenio y atrevimiento, el

señor Blass diseñó un plan de 3º fases, prácticamente el plan que se ejecutó durante

décadas y que hizo posible el despegue demográfico y económico de Israel.

Veréis, la primera fase consistía en la extracción de agua mediante perforaciones

profundas. Simcha Blass estaba convencido de que bajo el subsuelo de Israel, incluso

en zonas tan áridas como el desierto del Neguev había agua y se propuso encontrarla

para abastecer nuevos establecimientos agrícolas. Claro que incluso de tener éxito, esa operación

no sería suficiente. El país tenía que aprovechar hasta la última gota que hubiera

disponible. Es decir, tenían que conseguir trasladar el agua desde donde era relativamente

abundante hasta donde hacía falta.

Exactamente por eso, las 2 siguientes fases respondieron precisamente a esta idea.

(La segunda fase tenía como objetivo bombear agua desde el rio Jordan, el rio más importante

de la región, hasta el sureste,llegando incluso hasta el mismísimo desierto del Neguev, una

zona inhabitada en la cual los nuevos colonos podrían instalarse y hacer crecer sus campos

de cultivo.) Pero con mucha diferencia la parte más importante

del plan fue la tercera fase: la construcción del Acueducto Nacional.

Hablamos de un enorme trasvase de más de 100km que tenía que trasladar agua desde

el norte del país, especialmente desde el mar de Galilea - el lago de agua dulce más

grande del país - hasta donde hiciera falta, conectando además los recursos desarrollados

en las fases anteriores.

En otras palabras, lo que Simcha Blass propuso fue un enorme plan de inversión para construir

las arterias de Israel. Esto es, un enorme sistema hídrico que logrará garantizar el

acceso al agua dulce a lo largo y ancho de todo el país. Y, ojo, porque si algo estaba

claro es que poner en marcha este plan era algo urgente. Fijaos.

(El día de la declaración de independencia del estado hebreo, el 14 de mayo de 1948,

Israel tenía 806 mil habitantes. Prácticamente en tan sólo en los siguientes 3 años llegaron

al país casi 700 mil personas más. Evidentemente, la inmensa mayor parte de ellas procedentes

del viejo continente.

Evidentemente, para atender de repente a tantas personas, alimentarlas y lograr que encontrasen

un trabajo para subsistir hacía falta mucha, muchísima agua. De esta forma, las restricciones

de agua se volvieron cada vez más exigentes y poner el plan de Simcha Blass era algo de

máxima urgencia.) El problema es que hacía falta mucho dinero,

y no estamos hablando de un país precisamente rico por aquel entonces.

[Por no hablar de que los pocos recursos de los que disponía el nuevo gobierno israelí,

pues, iban a parar en gran medida a la seguridad y la defensa.]

Entonces, ¿Cómo hacerlo?

Fue justo aquí cuando el por aquel entonces Primer Ministro de Israel, Ben Gurion tomó

una de las decisiones más polémicas de la historia de Israel. Una decisión que pudo

incluso terminar desembocando en todo un conflicto civil.

(A comienzos de la década de los 50, Ben Gurion aceptó firmar un acuerdo de reparación

con la República Federal Alemana de Konrad Adenauer . Un acuerdo por el que el estado

de Israel recibía una indemnización de 3.000 millones de marcos como compensación por

los crímenes nazis y el robo y la destrucción de propiedades judías durante los tiempos

del III reich.)

Fue algo tremendamente impopular. ¿Aceptar una compensación por tanto dolor? Muchos

israelíes sintieron que se estaba comprando su dolor, que se estaba mercantilizando con

uno de los sucesos más trágicos de la historia de la humanidad.

Hubo protestas, manifestaciones, enfrentamientos violentos con las fuerzas de seguridad y al

final la Knesset, el parlamento israelí, aprobó el acuerdo por tan sólo dos votos

de diferencia.

A pesar de todo, ya había dinero. El trasvase del río Jordán se completó en 1955 y durante

los siguientes años el país se puso patas arriba. El acueducto nacional supuso construir

tuberías, canales y pequeños embalses por toda la geografía nacional.

La propia red principal tenía que ser básicamente subterránea y ser capaz de soportar cualquier

ataque que se pudiera producir.

Trabajaron miles y miles de personas en esta inmensa obra y el gasto per capita fue mayor

que el del mismísimo Canal de Panamá. Pero finalmente en 1964 el acueducto nacional fue

una realidad. El suministro de agua estaba por fin garantizado en todo el país.

Sin esta inmensa obra podemos decir que el enorme crecimiento económico y demográfico

que Israel ha experimentado no hubiera sido posible.

Ahora bien, hoy Israel tiene más de 9 millones de habitantes y una economía moderna. Hacía

falta hacer más.

(ISRAEL NECESITA MÁS AGUA)

Con el comienzo del siglo XXI, los problemas con el suministro de agua volvieron

a estar sobre la mesa. Y fue aquí cuando se puso en marcha una nueva revolución.

En 2006 se tomó la decisión de transferir la gestión del sistema de agua desde el nivel

político al nivel tecnocrático. Esto es, los políticos dejaron de estar al frente

y se creó la Autoridad del Agua de Israel, una agencia cuya misión es gestionar el sistema

de manera profesional.

Y vaya si lo hicieron. En 2008 esta Autoridad del Agua tomó una decisión muy controvertida:

todo el mundo tendría que pagar el precio real que costaba suministrar el agua.

Hasta ese momento, tal y cómo ocurre en la mayor parte de países del mundo el precio

del agua estaba subvencionado por el gobierno.

("La gente entiende que el agua es un tesoro, pero no comprende por qué tiene que pagarla.

Ven la lluvia y creen que el agua es gratis. Y tienen razón. Ese agua es gratis. Pero

el agua segura, confiable y siempre disponible no es gratis y no puede serlo. La construcción

de infraestructuras no es gratis". Miembro de alto rango de la Autoridad del Agua de

Israel.)

La medida tenía dos objetivos muy claros: por un lado impulsar el ahorro de agua.

Ya sabes, si tienes que pagar más gastas menos.

Y por otro incrementar los ingresos del sistema para poder construir más infraestructuras

y mejorar su mantenimiento.

Pero eso no fue todo.

(Esta Agencia también le retiró a los ayuntamientos el control de la distribución del agua y

la gestión de las aguas residuales. A cambio creó un sistema de 55 empresas municipales

que tenían que funcionar con criterios de mercado para gestionar toda la red.

El dinero recaudado ya no iría a los presupuestos municipales sino a mejorar el sistema, por

ejemplo a evitar las fugas de agua de las tuberías, que en muchas ciudades supone perder

más del 30% de todo el agua. En Israel está muy por debajo del 10%. )

Además, de esta forma si un alcalde quiere regar los parques municipales, pues ya no

tiene agua gratis para hacerlo, tiene que pagar el precio real.

La medida, amigos, fue un completo y rotundo éxito.

Sin tener que limitar el suministro, el consumo de agua residencial pública y privada cayó

casi un 20% en todo el país. Por ejemplo, en los parques y jardines se

sustituyeron muchas plantas por otras mejor adaptadas a la zona que consumían menos agua.

Y luego, en la agricultura, pues, pasó tres cuartas partes de lo mismo.

(Y eso no es todo. Para impulsar la innovación en materia del agua el gobierno estableció

planes de apoyó a la inversión en innovación de estas nuevas empresas. La idea era convertir

las ciudades israelíes en auténticos laboratorios del agua. Las empresas compiten por los fondos

al tiempo que las innovaciones les permiten mejorar su hoja de resultados.)

Y así, así es cómo se venció de nuevo a la sequía durante los primeros años de

este siglo. Pero, ¿sabéis qué? Aún no hemos terminado. Una cosa es evitar la sequía

y otra muy distinta tener todo el agua que quieras y, además, convertirlo en un gran

negocio. Y eso es exactamente lo que Israel ha conseguido.

Atentos.

(EN EL INGENIO ESTÁ LA CLAVE)

Israel es un país conocido por 3 cosas: el Mossad, la eficacia de sus fuerzas armadas

y también por la innovación. De hecho, es conocido como la Start-up Nation.

Y en el caso de la gestión del agua, que es toda una prioridad nacional, no iba a ser

diferente. Especialmente en el campo de la agricultura, que al fin y al cabo supone el

55% de todo el consumo de agua de Israel. Y fue precisamente en este país donde se

produjo una de las grandes revoluciones agrícolas de las últimas décadas: el riego por goteo.

Una técnica que permite ahorrar hasta el 60% del agua al tiempo que mejora el rendimiento

de los cultivos. Hablamos de una técnica que consiste en regar

una planta gota a gota directamente a la raíz y que en los últimos años ha sido mejorada

con el conocido como fertirriego, esto es un riego por goteo en el que se incluyen también

gota a gota los fertilizantes.

E incluso con el nutrirriego,lo más nuevo de la tecnología agrícola.

En este caso, mediante el riego por goteo se suministra todo lo que las plantas necesitan

para crecer, de tal forma que incluso se pueden desarrollar enormes plantaciones sobre la

mismísima arena del desierto.

("Con el nutrirriego los cultivos crecen en cualquier lado. La arena del desierto se puede

utilizar para mantener la planta en su lugar y el agua con nutrientes es administrada por

el riego por goteo que se encarga del resto" Rafi Mehoudan)

E incluso ahora están introduciendo diminutos dispositivos que se colocan en las raíces

y detectan cuando hay que regar exactamente las plantas.

Pues bien, todas estas tecnologías han sido desarrolladas sobre todo por empresas israelíes.

Pero ahí no queda todo.

Otro campo en el que los israelíes son especialmente buenos es en el de las semillas. Tanto de

las tradicionales como de las modificadas genéticamente. Algo que les ha permitido,

por ejemplo, reducir el consumo de agua de cada planta.

E Incluso, atentos, han desarrollado semillas que se pueden regar con agua ligeramente salada

como el agua salobre, que es un tipo de agua de la que hay gran cantidad en el subsuelo

de todo oriente medio pero, que siempre se pensó, pues, que no valía para nada.

Sí, sí, tal cual como lo escucháis. En Israel podéis encontraros con melones, tomates,

pimientos o berenjenas, entre otras muchas clases de frutas y verduras que son regadas

con una mezcla de agua dulce y agua salada.

Y aún más.

(Junto a la infraestructura ligada al Acueducto Nacional, durante los últimos años este

país ha desarrollado una segunda infraestructura para repartir las aguas residuales depuradas

por todo el país, de tal forma que ni más ni menos que el 85% de todas ellas se reutilizan,

¿Para qué? Pues básicamente para la agricultura y también para regar parques o campos de

golf, por ejemplo.)

No hay nada parecido en el resto del mundo.

Y para colmo, Israel también se ha convertido en uno de los líderes mundiales en la tecnología

de la desalinización.

De hecho, una de las mayores plantas por volumen y eficiencia de todo el mundo se encuentra

precisamente en el entorno de Tel Aviv: la planta Sorek, que es capaz de procesar más

de 600 millones de litros de agua al día. Y así, así amigos, es como Israel ha vencido

a las sequías que llevaban azotando esta región del mundo desde hace milenios. Israel,

un país enclavado en un terreno seco y árido hoy tiene todo el suministro de agua que puede

necesitar. E incluso le suministra agua a Palestina y también a Jordania.

Todo lo ha conseguido mediante ingeniería, innovación y, también, muy importante, el uso del sistema de precios.

Pero llegados hasta aquí, turno para ti, ¿Qué te parece la apuesta de Israel por

el agua? ¿Creés que es el camino a seguir para evitar una crisis hídrica? Déjanos

tu respuesta en los comentarios y si este vídeo te ha resultado interesante no olvides

darle a like.

Muchas gracias a todos los que nos apoyáis en Patreon. Espero que este vídeo que vosotros

mismos habéis escogido os haya gustado.

Un saludo y hasta la próxima.

¿Cómo ISRAEL convirtió el DESIERTO en una POTENCIA AGRÍCOLA? - VisualPolitik Wie hat ISRAEL die WÜSTE in eine AGRARKULTURMASCHINE verwandelt? - VisuellePolitik How did ISRAEL turn the DESERT into an AGRICULTURAL POWER? - VisualPolitik

¿Imaginas un país que regara las plantas con agua salada? ¿Un país que haya conseguido

transformar un árido y estéril desierto en frondosos campos de cultivo? ¿Un país

que situado en uno de los lugares más áridos y secos de la tierra haya sido capaz de hacerse

con un suministro casi ilimitado de agua?

Pues queridos amigos, amigas, no se trata de ningún espejismo, ese lugar existe.

Gran parte de su territorio se asienta sobre los desiertos de Neguev y de Judea y su nombre

es Israel.

Hablamos del único país de todo el planeta Tierra que hoy tiene menos superficie de desierto

que hace 50 años.

Por si fuera poco, cada año el país exporta más de 2.000 millones de dólares en productos

agrícolas, sobre todo productos frescos, como frutas y vegetales.

Y sobre esto es exactamente de lo que os vamos a hablar en este vídeo, sobre cómo Israel

ha sido capaz de convertir al mismo desierto en un vergel, sobre cómo este país ha superado

la escasez del agua.

Por cierto, este vídeo lo hemos preparado gracias a la comunidad de Patreon. Allí es

dónde se escogió precisamente este tema. Así que está especialmente dedicado a todos

los que nos apoyais en Patreon.

Arranquemos.

(Un informe confidencial del Consejo Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos publicado

en 2012 y más tarde desclasificado parcialmente apuntaba a una futura crisis hídrica: una

enorme crisis del agua a nivel mundial.

Según este informe el consumo de agua se situaría por encima de cualquier parámetro

sostenible. Cada vez somos más y cada vez gastamos más agua. Consumimos más carne,

tenemos más jardines, más piscinas y consumimos más energía.)

Todo ello, son cosas que podéis creerme requieren de muchísima agua.

Por ejemplo, producir un kilo, tan sólo un kilo de carne consume 17 veces más agua que

producir un kilo de maíz.

De esta forma el informe coincidía con otras informaciones de expertos en que más del

20% de la población mundial, más de 1.500 millones de personas, sufrirán y mucho con

esta crisis hídrica durante las próximas décadas.

1.500 millones de personas que tendrán serios, pero que muy serios problemas para acceder

a un suministro regular de agua.

Hablamos, amigos, de una crisis que pondría en jaque todo el sistema alimentario mundial

y que no penséis ni por un instante que se limitaría a castigar a los países más pobres.

Por ejemplo, el Valle de San Joaquín en California, el centro, el corazón de la agricultura de

calidad californiana podría desaparecer, al menos tal y como hoy lo conocemos.

Y eso, eso ha hecho que en este vídeo nos hagamos una pregunta: ¿estamos acaso condenados

a no tener suficiente agua?

Pues, queridos, amigos, amigas, creo que ha llegado el momento de echar un vistazo a uno

de los lugares más áridos y yermos de toda la tierra.

(Ni más ni menos que el 60% del territorio israelí está cubierto por el desierto, lo

que explica que la relación de este pueblo con el agua sea tan estrecha, que está está

presente constantemente, ya sea en la cultura, la política o, incluso, en la religión.

De hecho, una de las oraciones judías más conocidas, el Shema, advierte que el castigo

por no cumplir los mandamientos de Dios será, precisamente, que la lluvia dejará de caer.)

A pesar de ello Israel es un país próspero, un importante exportador agroalimentario y

tiene un suministro abundante y garantizado de agua. De hecho, incluso les suministra

agua a sus vecinos.

Así que... La pregunta, la gran pregunta que podemos hacernos es, ¿cómo demonios

han logrado superar la escasez de agua? ¿Qué podemos aprender de ellos? ¿Nos enfrentamos

a un futuro con agua o con sed?

En este vídeo os vamos a responder a todas estas preguntas pero, antes tenemos que empezar

por el principio. Tenemos que ver un poquito de historia.

(LAS ARTERIAS DE ISRAEL)

A finales de los años 20, los economistas que asesoraban al gobierno británico, que

en aquel momento era quien controlaba este territorio, afirmaron que la inmigración

de más judíos a Palestina no era sostenible.

Y no lo era porque según sus cálculos los recursos hídricos eran tan limitados que

era imposible que pudieran vivir más de 2 millones de personas tirando por lo alto.

[Sí, lo sé, hoy son más de 12 millones. Ya sabéis las previsiones]

El caso es que desde ese preciso momento, las organizaciones judías de la zona entendieron

que su futuro pasaba por incrementar los recursos hídricos. Tenían que encontrar agua a toda

costa: para los campos de cultivo, para los nuevos colonos que pudieran llegar y para

poder construir un nuevo Israel.

(Pero había un problema: la mayor parte del país era desértico, árido y seco. Los recursos

hídricos disponibles se concentraban en el norte, pero los judíos se estaban estableciendo

mayoritariamente entorno a la nueva gran urbe de la región, Tel Aviv, situada en el centro

del país.

Así que para resolver este embrollo, tras la publicación del informe británico en

1939,, le encargaron a uno de los ingenieros hidráulicos más reputados del país, Simcha

Blass, un inmigrante polaco, que diseñara un plan hídrico. Ni más ni menos que el

plan que tenía que garantizar el futuro de Israel.)

Y, ¿Sabéis qué? Dicho y hecho.

Eso fue exactamente lo que hizo. Haciendo gala de todo su ingenio y atrevimiento, el

señor Blass diseñó un plan de 3º fases, prácticamente el plan que se ejecutó durante

décadas y que hizo posible el despegue demográfico y económico de Israel.

Veréis, la primera fase consistía en la extracción de agua mediante perforaciones

profundas. Simcha Blass estaba convencido de que bajo el subsuelo de Israel, incluso

en zonas tan áridas como el desierto del Neguev había agua y se propuso encontrarla

para abastecer nuevos establecimientos agrícolas. Claro que incluso de tener éxito, esa operación

no sería suficiente. El país tenía que aprovechar hasta la última gota que hubiera

disponible. Es decir, tenían que conseguir trasladar el agua desde donde era relativamente

abundante hasta donde hacía falta.

Exactamente por eso, las 2 siguientes fases respondieron precisamente a esta idea.

(La segunda fase tenía como objetivo bombear agua desde el rio Jordan, el rio más importante

de la región, hasta el sureste,llegando incluso hasta el mismísimo desierto del Neguev, una

zona inhabitada en la cual los nuevos colonos podrían instalarse y hacer crecer sus campos

de cultivo.) Pero con mucha diferencia la parte más importante

del plan fue la tercera fase: la construcción del Acueducto Nacional.

Hablamos de un enorme trasvase de más de 100km que tenía que trasladar agua desde

el norte del país, especialmente desde el mar de Galilea - el lago de agua dulce más

grande del país - hasta donde hiciera falta, conectando además los recursos desarrollados

en las fases anteriores.

En otras palabras, lo que Simcha Blass propuso fue un enorme plan de inversión para construir

las arterias de Israel. Esto es, un enorme sistema hídrico que logrará garantizar el

acceso al agua dulce a lo largo y ancho de todo el país. Y, ojo, porque si algo estaba

claro es que poner en marcha este plan era algo urgente. Fijaos.

(El día de la declaración de independencia del estado hebreo, el 14 de mayo de 1948,

Israel tenía 806 mil habitantes. Prácticamente en tan sólo en los siguientes 3 años llegaron

al país casi 700 mil personas más. Evidentemente, la inmensa mayor parte de ellas procedentes

del viejo continente.

Evidentemente, para atender de repente a tantas personas, alimentarlas y lograr que encontrasen

un trabajo para subsistir hacía falta mucha, muchísima agua. De esta forma, las restricciones

de agua se volvieron cada vez más exigentes y poner el plan de Simcha Blass era algo de

máxima urgencia.) El problema es que hacía falta mucho dinero,

y no estamos hablando de un país precisamente rico por aquel entonces.

[Por no hablar de que los pocos recursos de los que disponía el nuevo gobierno israelí,

pues, iban a parar en gran medida a la seguridad y la defensa.]

Entonces, ¿Cómo hacerlo?

Fue justo aquí cuando el por aquel entonces Primer Ministro de Israel, Ben Gurion tomó

una de las decisiones más polémicas de la historia de Israel. Una decisión que pudo

incluso terminar desembocando en todo un conflicto civil.

(A comienzos de la década de los 50, Ben Gurion aceptó firmar un acuerdo de reparación

con la República Federal Alemana de Konrad Adenauer . Un acuerdo por el que el estado

de Israel recibía una indemnización de 3.000 millones de marcos como compensación por

los crímenes nazis y el robo y la destrucción de propiedades judías durante los tiempos

del III reich.)

Fue algo tremendamente impopular. ¿Aceptar una compensación por tanto dolor? Muchos

israelíes sintieron que se estaba comprando su dolor, que se estaba mercantilizando con

uno de los sucesos más trágicos de la historia de la humanidad.

Hubo protestas, manifestaciones, enfrentamientos violentos con las fuerzas de seguridad y al

final la Knesset, el parlamento israelí, aprobó el acuerdo por tan sólo dos votos

de diferencia.

A pesar de todo, ya había dinero. El trasvase del río Jordán se completó en 1955 y durante

los siguientes años el país se puso patas arriba. El acueducto nacional supuso construir

tuberías, canales y pequeños embalses por toda la geografía nacional.

La propia red principal tenía que ser básicamente subterránea y ser capaz de soportar cualquier

ataque que se pudiera producir.

Trabajaron miles y miles de personas en esta inmensa obra y el gasto per capita fue mayor

que el del mismísimo Canal de Panamá. Pero finalmente en 1964 el acueducto nacional fue

una realidad. El suministro de agua estaba por fin garantizado en todo el país.

Sin esta inmensa obra podemos decir que el enorme crecimiento económico y demográfico

que Israel ha experimentado no hubiera sido posible.

Ahora bien, hoy Israel tiene más de 9 millones de habitantes y una economía moderna. Hacía

falta hacer más.

(ISRAEL NECESITA MÁS AGUA)

Con el comienzo del siglo XXI, los problemas con el suministro de agua volvieron

a estar sobre la mesa. Y fue aquí cuando se puso en marcha una nueva revolución.

En 2006 se tomó la decisión de transferir la gestión del sistema de agua desde el nivel

político al nivel tecnocrático. Esto es, los políticos dejaron de estar al frente

y se creó la Autoridad del Agua de Israel, una agencia cuya misión es gestionar el sistema

de manera profesional.

Y vaya si lo hicieron. En 2008 esta Autoridad del Agua tomó una decisión muy controvertida:

todo el mundo tendría que pagar el precio real que costaba suministrar el agua.

Hasta ese momento, tal y cómo ocurre en la mayor parte de países del mundo el precio

del agua estaba subvencionado por el gobierno.

("La gente entiende que el agua es un tesoro, pero no comprende por qué tiene que pagarla.

Ven la lluvia y creen que el agua es gratis. Y tienen razón. Ese agua es gratis. Pero

el agua segura, confiable y siempre disponible no es gratis y no puede serlo. La construcción

de infraestructuras no es gratis". Miembro de alto rango de la Autoridad del Agua de

Israel.)

La medida tenía dos objetivos muy claros: por un lado impulsar el ahorro de agua.

Ya sabes, si tienes que pagar más gastas menos.

Y por otro incrementar los ingresos del sistema para poder construir más infraestructuras

y mejorar su mantenimiento.

Pero eso no fue todo.

(Esta Agencia también le retiró a los ayuntamientos el control de la distribución del agua y

la gestión de las aguas residuales. A cambio creó un sistema de 55 empresas municipales

que tenían que funcionar con criterios de mercado para gestionar toda la red.

El dinero recaudado ya no iría a los presupuestos municipales sino a mejorar el sistema, por

ejemplo a evitar las fugas de agua de las tuberías, que en muchas ciudades supone perder

más del 30% de todo el agua. En Israel está muy por debajo del 10%. )

Además, de esta forma si un alcalde quiere regar los parques municipales, pues ya no

tiene agua gratis para hacerlo, tiene que pagar el precio real.

La medida, amigos, fue un completo y rotundo éxito.

Sin tener que limitar el suministro, el consumo de agua residencial pública y privada cayó

casi un 20% en todo el país. Por ejemplo, en los parques y jardines se

sustituyeron muchas plantas por otras mejor adaptadas a la zona que consumían menos agua.

Y luego, en la agricultura, pues, pasó tres cuartas partes de lo mismo.

(Y eso no es todo. Para impulsar la innovación en materia del agua el gobierno estableció

planes de apoyó a la inversión en innovación de estas nuevas empresas. La idea era convertir

las ciudades israelíes en auténticos laboratorios del agua. Las empresas compiten por los fondos

al tiempo que las innovaciones les permiten mejorar su hoja de resultados.)

Y así, así es cómo se venció de nuevo a la sequía durante los primeros años de

este siglo. Pero, ¿sabéis qué? Aún no hemos terminado. Una cosa es evitar la sequía

y otra muy distinta tener todo el agua que quieras y, además, convertirlo en un gran

negocio. Y eso es exactamente lo que Israel ha conseguido.

Atentos.

(EN EL INGENIO ESTÁ LA CLAVE)

Israel es un país conocido por 3 cosas: el Mossad, la eficacia de sus fuerzas armadas

y también por la innovación. De hecho, es conocido como la Start-up Nation.

Y en el caso de la gestión del agua, que es toda una prioridad nacional, no iba a ser

diferente. Especialmente en el campo de la agricultura, que al fin y al cabo supone el

55% de todo el consumo de agua de Israel. Y fue precisamente en este país donde se

produjo una de las grandes revoluciones agrícolas de las últimas décadas: el riego por goteo.

Una técnica que permite ahorrar hasta el 60% del agua al tiempo que mejora el rendimiento

de los cultivos. Hablamos de una técnica que consiste en regar

una planta gota a gota directamente a la raíz y que en los últimos años ha sido mejorada

con el conocido como fertirriego, esto es un riego por goteo en el que se incluyen también

gota a gota los fertilizantes.

E incluso con el nutrirriego,lo más nuevo de la tecnología agrícola.

En este caso, mediante el riego por goteo se suministra todo lo que las plantas necesitan

para crecer, de tal forma que incluso se pueden desarrollar enormes plantaciones sobre la

mismísima arena del desierto.

("Con el nutrirriego los cultivos crecen en cualquier lado. La arena del desierto se puede

utilizar para mantener la planta en su lugar y el agua con nutrientes es administrada por

el riego por goteo que se encarga del resto" Rafi Mehoudan)

E incluso ahora están introduciendo diminutos dispositivos que se colocan en las raíces

y detectan cuando hay que regar exactamente las plantas.

Pues bien, todas estas tecnologías han sido desarrolladas sobre todo por empresas israelíes.

Pero ahí no queda todo.

Otro campo en el que los israelíes son especialmente buenos es en el de las semillas. Tanto de

las tradicionales como de las modificadas genéticamente. Algo que les ha permitido,

por ejemplo, reducir el consumo de agua de cada planta.

E Incluso, atentos, han desarrollado semillas que se pueden regar con agua ligeramente salada

como el agua salobre, que es un tipo de agua de la que hay gran cantidad en el subsuelo

de todo oriente medio pero, que siempre se pensó, pues, que no valía para nada.

Sí, sí, tal cual como lo escucháis. En Israel podéis encontraros con melones, tomates,

pimientos o berenjenas, entre otras muchas clases de frutas y verduras que son regadas

con una mezcla de agua dulce y agua salada.

Y aún más.

(Junto a la infraestructura ligada al Acueducto Nacional, durante los últimos años este

país ha desarrollado una segunda infraestructura para repartir las aguas residuales depuradas

por todo el país, de tal forma que ni más ni menos que el 85% de todas ellas se reutilizan,

¿Para qué? Pues básicamente para la agricultura y también para regar parques o campos de

golf, por ejemplo.)

No hay nada parecido en el resto del mundo.

Y para colmo, Israel también se ha convertido en uno de los líderes mundiales en la tecnología

de la desalinización.

De hecho, una de las mayores plantas por volumen y eficiencia de todo el mundo se encuentra

precisamente en el entorno de Tel Aviv: la planta Sorek, que es capaz de procesar más

de 600 millones de litros de agua al día. Y así, así amigos, es como Israel ha vencido

a las sequías que llevaban azotando esta región del mundo desde hace milenios. Israel,

un país enclavado en un terreno seco y árido hoy tiene todo el suministro de agua que puede

necesitar. E incluso le suministra agua a Palestina y también a Jordania.

Todo lo ha conseguido mediante ingeniería, innovación y, también, muy importante, el uso del sistema de precios.

Pero llegados hasta aquí, turno para ti, ¿Qué te parece la apuesta de Israel por

el agua? ¿Creés que es el camino a seguir para evitar una crisis hídrica? Déjanos

tu respuesta en los comentarios y si este vídeo te ha resultado interesante no olvides

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Muchas gracias a todos los que nos apoyáis en Patreon. Espero que este vídeo que vosotros

mismos habéis escogido os haya gustado.

Un saludo y hasta la próxima.