POLONIA: del COMUNISMO al CAPITALISMO... - VisualPolitik
Con los números en la mano no hay dudas: Polonia vive el mejor momento de toda su historia.
Desde que en 1989 se convirtiera en el primer país del mundo en abandonar por completo
el comunismo, Polonia ha experimentado todo un milagro económico.
Queridos amigos de VisualPolitik, 1991 fue el último año estrictamente malo para la
economía polaca hasta la llegada del coronavirus. Mientras que en el resto de Europa se han
registrado muchos altibajos por el camino, desde 1992 la economía polaca ha crecido
todos y cada uno de los años a una media anual por encima del 4%.
Ni la crisis asiática, ni la crisis de las puntocom, ni la gran crisis financiera ni
la crisis de la deuda europea han hecho mella en los cimientos económicos de Polonia. E
incluso ahora el impacto del coronavirus parece que va a ser moderado.
(Según el FMI la economía polaca se recuperará rápidamente de la crisis del coronavirus)
Esto es precisamente lo que explica que en paridad de poder adquisitivo, esto es teniendo
en cuenta el nivel de precios, la renta per cápita polaca se encuentra ya prácticamente
al nivel de Portugal y muy cerquita de España.
Desde la caída del comunismo el tamaño de la economía polaca se ha multiplicado por
8. Fijaos. Y no se trata solo del PIB, todos los indicadores han mejorado con creces: hasta el impacto
del coronavirus, las exportaciones han ido viento en popa, la creación de empleo batía
récords casi cada nuevo año y por ejemplo, desde 1993 la productividad de los trabajadores
polacos se ha multiplicado por 3.
Os hablamos de ello en un pasado vídeo aquí en VisualPolitik. En cierto modo, Polonia
se está convirtiendo en algo así como la nueva Alemania de Europa. Una nueva potencia
industrial y exportadora.
Un escenario muy pero que muy diferente al que se respiraba en 1989.
(LA BOTA ROJA)
Amigos, entre 1945 y 1989, esto es durante casi 45 largos años, Polonia estuvo el control
de la Unión Soviética. Durante todo ese tiempo los polacos no pudieron elegir el tipo
de gobierno o el modelo político, económico o social. Todo venía impuesto desde Moscú
a través del Partido Comunista de Polonia, el conocido como Partido Unido de los Trabajadores
Polacos.
Sin embargo, aún con todo lo cierto es que el sistema en Polonia fue uno de los menos
extremos o totalitarios del lado oriental del telón de acero. Entre otros motivos por
la presión internacional, porque los polacos se sentían sobre todo ciudadanos centroeuropeos
y porque la sociedad civil era más fuerte, o mejor dicho, al menos en cierto modo existía.
Y eso pues ya era mucho decir.
Además la Iglesia Católica tenía mucho peso en el país y digamos que en cierto modo
daba cobijo a ideas muy distintas a las que procedían desde Moscú.
(Todo estos elementos permitieron que en la entonces República Popular de Polonia existiese
cierta oposición, que surgieran movimientos como el sindicato solidaridad, que la tierra
apenas se colectivizara o incluso que las autoridades polacas intentaran probar suerte
con la introducción del socialismo de mercado, un planteamiento político que consistía
en tratar de aplicar los principios de mercado a las economías de planificación central.)
[Lo que por supuesto, pues, no funcionó en absoluto.]
El caso es que pese a todo, pese a tener un régimen menos radical o totalitario los años
70 y 80 fueron años también muy duros, tanto desde el punto de vista político como económico.
A finales de los años 80 la expresión más popular era Nie ma - No lo tenemos. Digamos
que era la expresión que se repetía una y otra y otra vez en las tiendas, en los quioscos
o en las tascas, porque básicamente la carencia de los productos más elementales era enorme.
(Y, si la expresión Nie ma era quizás la más popular o al menos la más repetida,
por su parte una de las principales actividades en el día a día consistía en hacer colas.
Inmensas y largas colas en las que podías pasarte horas y horas esperando poder comprar
algún producto que se rumoreaba había llegado a ese establecimiento.
Es difícil de hecho encontrar un testimonio sobre la vida en Polonia socialista donde
no se haga referencia precisamente a estas inmensas colas. Es algo que ha quedado grabado
a fuego en el imaginario colectivo.)
Luego a la carencia de productos de todo tipo, a las largas colas y a los cortes de electricidad
y agua, que eran relativamente frecuentes se añadió a finales de los 80 el problema
de una inflación que prácticamente rozaba niveles de hiperinflación.
Amigos, casi 45 años después de implantarse el modelo socialista de inspiración soviética,
la economía polaca estaba simple y llanamente destrozada.
Pero, llegados a este punto, puede que os estéis preguntando… Pero Enrique, si esta
era la situación que se vivía en Polonia a finales de los años 80, ¿Cómo pudieron
cambiar las cosas tan rápido? ¿Cómo pasó Polonia de ser una economía prácticamente
arruinada a convertirse en uno de los mayores milagros económicos de Europa en los últimos
50 años? ¿Cómo lograron los polacos dar el salto del comunismo al capitalismo?
Pues… Atentos.
(LA TRANSFORMACIÓN: EL PLAN BALCEROWICZ)
Amigos, la crisis económica, la creciente oposición y la apertura impulsada por Mijael Gorvachov terminaron provocando que uno a
uno todos los regímenes comunistas comenzaran a desmoronarse. El polaco fue uno de los primeros.
El día 1 de enero de 1990, el técnicamente primer gobierno postcomunista comenzó a aplicar
un revolucionario plan de reformas para cambiar el país de arriba abajo. Hablamos de uno
de los programas de reforma económica más revolucionarios y profundos jamás emprendidos
en todo el mundo.
¿Su objetivo? Transformar todo lo rápidamente fuera posible una economía basada en el socialismo,
la planificación central y la propiedad estatal de los medios de producción para convertirla
en una pura economía capitalista.
Fue el conocido como el Plan Balcerowicz, en honor a Leszek Balcerowicz, Ministro de
Finanzas de la época y padre, arquitecto, ideólogo de esta radical transformación.
(Leszek Balcerowicz era un joven economista de 42 años que se había doctorado en la
Escuela Central de Planificación y Estadísticas de Varsovia y que había pertenecido al poderoso
Partido Unido de los Trabajadores Polacos hasta que decidió abandonarlo en 1981.
Durante sus estudios e investigaciones académicas, Balcerowicz había leído, probablemente de
forma clandestina, obras de Mises y Hayek en torno al debate sobre el cálculo socialista.
Fue algo que tuvo según él mismo ha contado una gran influencia en su forma de pensar.
Gracias a ellas entendió que los derechos de propiedad y los mercados libres resultaban
esenciales para que un sistema de precios racionales pudiera funcionar y coordinar el
sistema económico.
Además, Balcerowicz también estudió minuciosamente las reformas de Ludwig Erhard, el líder político
alemán que lideró los cambios que provocaron el conocido como milagro económico alemán
de la RFA tras la Segunda Guerra Mundial.)
Pues bien, con todos estos mimbres el bueno de Balcerowicz se propuso poner patas arriba
Polonia, y vaya si lo consiguió.
A finales de agosto de 1989 el Primer Ministro del primer gobierno postcomunista, Tadeusz
Mazowiecki le ofreció a nuestro protagonista de hoy el cargo de Viceprimer Ministro y Ministro
de Finanzas para reproducir en Polonia lo que se logró en la República Federal Alemana.
Amigos, era la única vía no solo de lograr escapar de la pobreza y recuperar la prosperidad,
sino también incluso de salvar la incipiente democracia.
(“Nos hallamos ante una alternativa dramática: o bien continuamos la marcha hacia una economía
mejor o bien damos por perdidos todos los logros ya conseguidos y volvemos al caos".
Leszek Balcerowicz ante el parlamento polaco durante la defensa de su plan de ajuste)
Pensad que en aquel momento, el desmoronamiento de los viejos sistemas políticos comunistas
se estaba convirtiendo en una crisis aún más acusada. Tan sólo en 2 años en Polonia
la producción industrial se había reducido casi un 40%, la hiperinflación asomaba amenazante
y casi un millón y medio de personas habían perdido su empleo. El colapso era total y
la escasez el común denominador.
Ahora bien, dicho esto, ¿En qué consistió exactamente el plan que se diseñó para salvar
Polonia?
Pues veréis, el Plan Balcerowicz buscó hacer muchas cosas a la vez. El día 6 de octubre
de 1989 se presentó en televisión y en diciembre se aprobó en el Parlamento un extenso paquete
compuesto por 11 leyes que iban a cambiar para siempre la historia de Polonia.
La primera fue la Ley de economía financiera dentro de las empresas estatales que en aquel
momento eran quienes controlaban la inmensa mayor parte de la economía polaca. Esta ley
exigió que las empresas se gestionaran con criterios de mercado y permitió que las grandes
empresas públicas pudieran declararse en quiebra. Si no eran autosuficientes deberían
reorganizarse o liquidarse.
Luego en segundo lugar estaba la Ley Bancaria que entre otras cosas prohibió que el Banco
Central financiara el déficit del gobierno y restrigió mucho la creación de nueva moneda.
Es decir, para entendernos, paró en seco a la máquina de imprimir billetes.
(Por su parte las leyes de crédito y de impuestos por el aumento salarial excesivo
eliminaron los privilegios de las empresas públicas a la hora de recibir créditos e
impidieron que los salarios públicos pudieran crecer excesivamente.
La nueva ley tributaria por su lado introdujo entre otros cambios una tributación común
para todas las empresas aboliendo los recargos e impuestos especiales que gravaban a las
empresas privadas y suprimiendo los privilegios que tenían las corporaciones públicas.
También se liberalizaron prácticamente por completo la inversión extranjera directa,
las exportaciones, las importaciones, la repatriación de beneficios, la entrada y salida de capitales
y la conversión de la moneda nacional, el Zloty en divisa extranjera.
La ley de aduanas creó un tipo único y uniforme aplicable a todas las empresas, públicas
o privadas.)
Y no solo eso: se eliminaron los controles de precios, muchas de las subvenciones que
el estado repartía por doquier, se flexibilizo el mercado laboral e incluso para los inversores
extranjeros desconfiados se estableció una garantía del 100% de la inversión en caso
de expropiación. Y por supuesto se puso en marcha un plan para privatizar las empresas
públicas y muchas de las propiedades del gobierno.
Todo se puso en marcha prácticamente de la noche a la mañana. Y aunque os pueda resultar
sorprendente el apoyo a las medidas, que en muchos casos iban a conllevar muchas dificultades
durante un tiempo fue enorme.
Para que os hagáis una idea en ese momento la percepción que tenían los ciudadanos
polacos era que lo único que les alejaba de la prosperidad era el sistema socialista/comunista
así que cuanto más rápido fuera derribado y sustituido mejor para todos.
Claro que llegados a este punto puede que muchos os estéis haciendo una pregunta. Vale,
vale, todo esto está muy bien, pero estas economías se basaban en explotaciones públicas.
La mayoría de los factores productivos pertenecían al estado, así que en otras palabras, ¿Qué
demonios ocurrió con estos emporios públicos?
Pues bien, veámoslo.
(LOS GIGANTES PÚBLICOS)
Amigos, el dominio de las empresas públicas en la Polonia de 1989 era prácticamente total.
Y es que, qué diantres, estamos hablando de un modelo de socialismo duro.
Precisamente por eso, en un primer momento no eran precisamente pocos, por no decir que
eran la mayoría los economistas y analistas que consideraban que el paso clave en la transición
de estos país era la transformación del sector público.
Y es que, cómo todos sabéis las empresas públicas suelen tener muchos problemas: problemas
de incentivos, de cambio, de costes, etcétera, etcétera. Por ejemplo, fijémonos en el caso
de los astilleros polacos.
(Los astilleros polacos estaban controlados por las agencias de planificación central.
No tenían un enfoque global así que para garantizar la carga de trabajo cada astillero
construía todo tipo de barcos. Es decir, no estaban especializados y eran poco eficientes.
Además tenían estructuras de costes muy infladas y muchos más empleados de los que
realmente hubieran necesitado.
El resultado es que eran máquinas de perder dinero cuyo mantenimiento le costaba un dineral
al estado porque dependían no de vender barcos sino de los subsidios del gobierno.)
Y claro, el problema es que cambiar eso era difícil. Los gestores estaban habituados
a lidiar con los burócratas del estado no a competir en el mercado y ganar contratos;
la productividad estaba por los suelos, era menos de una cuarta parte de la productividad
de los astilleros de países como Corea, Japón o incluso China; los incentivos iban por mantener
el modelo no por cambiarlo,etcétera, etcétera.
En cualquier caso, sí, Polonia puso en marcha un plan de privatización y reestructuración.
Sin embargo lo más llamativo de este modelo es que en la transición todo esto fue casi
irrelevante. Las reformas impulsadas por el Plan Balcerowicz generaron tal dinamismo que
al final las grandes protagonistas del cambio fueron las nuevas y pequeñas y medianas empresas
que de repente crecieron como setas. Mientras la reestructuración y privatización de las
corporaciones públicas avanzaba lentamente, la nueva economía privada despegó con tanta
fuerza que para 1994 cerca de 2 millones de empresas y negocios privados eran responsables
ya de casi la mitad de todo el empleo no agrícola del país.
Y, amigos, los resultados, los resultados no dan pie a la duda. Atentos.
(LOS RESULTADOS)
Nota alta, Sobresaliente, casi matrícula de honor. Es la calificación que le podemos
dar a la transformación de Polonia.
Al final la crisis derivada del cambio de modelo fue muy corta, a pesar del desmoronamiento
de casi todas las instituciones del país en apenas 6 años el PIB ya se había recuperado
del todo; y Polonia comenzó entonces una etapa entonces de crecimiento ininterrumpido
que sólo se ha frenado puntualmente por el coronavirus casi 30 años después.
En 1999 el PIB polaco ya era un 20% superior al de 1989 y la actividad comercial despegó
como un cohete:
Y no sólo la actividad comercial, la inversión extranjera directa comenzó a llover sobre
el país en cantidades gigantescas. En 1998, por ejemplo Polonia atrajo el 40% de todos
los flujos de inversión extranjera directa que fueron a parar a Europa del Este.
Estas que veis en pantalla fueron por ejemplo algunas de las multinacionales que más invirtieron
en el país.
En fin, amigos, así es cómo comenzó la historia de éxito que 30 años después ha
hecho que Polonia se acerque a países como Portugal o incluso España. Así es cómo
Polonia el comunismo, de la noche a la mañana bajo lo que se conoce como la terapia del
shock.
Eso sí, las reformas continuaron, incluyendo en 1999 una amplia reforma sanitaria basada
en proveedores privados y una completa reforma del sistema de pensiones dónde se introdujeron
elementos de capitalización.
Tal vez lo más llamativo del caso polaco es que ningún gobierno ha dado marcha atrás
a las reformas promercado impulsadas por anteriores gobiernos.
Pero dicho esto, turno para ti: ¿Qué te parecen este tipo de cambios tan abruptos?
¿Creés que el modelo polaco podría servir en cierta forma de referencia para muchos
países con problemas como por ejemplo quizás Argentina?
Déjanos tu respuesta en los comentarios y ya sabes si este vídeo te ha resultado interesante
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Un saludo y hasta la próxima.