¿Por qué CASTILLO ganó las ELECCIONES?: La otra CARA de la POLÍTICA del PERÚ - VisualPolitik
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(Pedro Castillo, candidato de Perú Libre, un partido de izquierda marxista ganó en
segunda vuelta las elecciones presidenciales del 2021. Durante la campaña este candidato
planteó la posibilidad de nacionalizar empresas, terminar con el modelo de pensiones de capitalización,
castigar las importaciones y suspender acuerdos de libre comercio, entre otras muchas cuestiones.)
¿Cómo demonios Pedro Castillo ha ganado las elecciones? ¿Cómo han podido los peruanos
votar por un líder como este? Porque más allá de si hubo o no irregularidades con
alguna papeleta lo cierto es que Castillo cosechó un enorme apoyo popular.
La respuesta más fácil sería decir que ha ganado porque Keiko Fujimori era muy mal
candidata o por la pandemia. Al fin y al cabo…la gestión de la pandemia en Perú fue una de
las peores del mundo. Con los peores registros en términos de muertes por millón y una
de las recesiones económicas más grandes.
Sin embargo, hay más, mucho más, y eso es precisamente lo que queremos ver en este vídeo.
¿Cómo es posible que el Perú, una de las rockstar de Latinoamérica durante las últimas
2 décadas haya decidido votar ahora por un presidente que habla de marxismo, nacionalizaciones
y de nuevo, otra vez en latinoamérica, de la sustitución de importaciones?
Es decir, un presidente que parece querer volver a echarse en brazos del plan, la estrategia,
la política que tantas veces ha malogrado a los países de latinoamérica. Y que, de
forma más incomprensible que la mezcla de arenques con chocolate vuelve una y otra y
otra vez a la primera plana política de la región.
[Pero, ¿qué demonios pasa? ¿Qué en Latinoamérica no quieren salir de pobres? Pero, ¿Por qué
no copian lo que funciona? Si es que basta con copiar.]
Queridos amigos, amigas de VisualPolitik, ¿Qué se esconde tras la victoria de Pedro
Castillo?
Atentos.
(CUANDO SE MALOGRÓ EL PERÚ)
En 2016 publicamos este vídeo: Perú, ¿Una nueva potencia en Latinoamérica?. Fue uno
de los primeros vídeos que hicimos sobre esta región del mundo.
Y, ¿sabéis qué? En aquel momento amigos, todo apuntaba a que el país andino, pacífico
y amazónico [para que luego no os quejéis los que nos veis desde Perú] iba a comerse
el mundo.
Los números eran tan buenos que parecía casi imposible que las cosas no salieran bien.
¿Queréis alguna prueba? Pues.. Tomad nota: desde el año 2000 el país había registrado
la segunda mayor tasa de crecimiento económico de toda latinoamérica, desde ese mismo año
la inversión anual se había multiplicado por 5 y las cuentas del gobierno se situaban
entre las más saneadas de todo el planeta.
Hablamos de una evolución económica que había logrado que la pobreza se redujera
a menos de la mitad, pasando de niveles por encima del 50% a poco más del 20, en apenas
15 años.
(Con semejantes datos el Perú parecía preparado para meterse de lleno en la champions de los
países más prósperos. Con las cuentas públicas saneadas, muchas nuevas empresas brotando
por todo el país, un crecimiento medio por encima del 5%, la inflación controlada y
los capitales extranjeros llegando a raudales, todo parecía listo para que la economía
nacional rivalizara con el despegue de las economías asiáticas más pujantes.)
Ojo, es que Perú se ha convertido, incluso, en uno de los países con más acuerdos de
libre comercio de todo el mundo. Acuerdos y que le dan vía libre a todas las grandes
economías del mundo: Estados Unidos, China, la Unión Europea, Japón, Corea del Sur,
el Reino Unido, Canadá, o Australia entre otros muchos. En total Perú tiene acuerdos
de libre comercio con más del 80% de la economía mundial.
Una política que le permitió al país multiplicar casi por 6 sus exportaciones entre el 2000
y el 2019. Lo que, evidentemente, supuso una enorme y creciente entrada de divisas extranjeras.
Así que con semejante panorama, la pregunta que estoy convencido muchos os estáis haciendo
es, ¿Qué demonios pasó para que de repente las cosas se torcieran tanto en el Perú?
Pues, un momento, porque lo cierto es que toda esta prosperidad empezó a encallarse
en el año 2016. Y poco a poco lo que iba viento en popa y a toda vela, pues empezó
a ir más y más despacio..
Por ejemplo, si entre el 2005 y el 2009 el país promedió un crecimiento del 6,5% anual,
entre el 2010 y el 2014 fue del 5,8% y entre el 2015 y el 2019 de apenas el 3,2%. Un nivel
insuficiente, por ejemplo, para seguir reduciendo la pobreza.
Y de hecho, tras más de 20 años de fuerte crecimiento, el 70% de la población peruana
no había sido capaz de pasar de nivel, las infraestructuras a todos los niveles seguían
siendo calamitosas y la prosperidad percibida parecía ir a menos.
Y luego, para colmo, llegó el coronavirus. Que fue tal y como hemos comentado fue algo
así como la gota que colmó el vaso.
Y, amigos, llegados a este punto, sé perfectamente cuál es la pregunta que os estáis haciendo…
Pero, Couto, ¿Qué demonios pasó en Perú? ¿Cómo logró un candidato como Castillo
hacerse con la mayoría popular?
Pues…. Atentos.
(LA DESLEALTAD INSTITUCIONAL)
Podríamos hablar del 2000, del 2005, del 2011 o prácticamente de cualquiera de los
últimos años del Perú y la historia no cambiaría demasiado. Eso sí, con un matiz:
las cosas han ido a peor.
Y 2016 fue algo así como el disparo de salida para una especie de una macabra cuenta atras
hacia la autodestrucción.
[Vale, no quiero ser exagerado]. Dejémoslo en que en ese año 2016 dio comienzo una nueva
turbulenta etapa en lo político, en lo social e incluso en lo económico.
Y es que, en ese año hubo elecciones y el resultado no pudo ser más complejo. En las
presidenciales Pedro Pablo Kuczynski se hizo con la victoria en segunda vuelta por poco
más de 40.000 votos frente a Keiko Fujimori.
Sin embargo, en las legislativas el resultado fue muy diferente. Fuerza Popular, el partido
de Keiko se hizo con 73 de los 130 escaños. Esto es con más de la mitad de los escaños
mientras que PPK el partido del presidente apenas logró 18.
Y ahí fue cuando las cosas empezaron a ir de mal en peor. Por un lado, frente a cualquier
ápice de responsabilidad política, Fuerza Popular decidió ir con todo contra el gobierno
de Kuczynski. El parlamento se convirtió así en un terreno hostil para el propio gobierno…
Lo que, como os podéis imaginar, supuso frenar muchos de los cambios que el gobierno quería
liderar y para colmo por momentos el acoso fue muy duro.
¿Responsabilidad política? ¿El interés del Perú primero? ¡Ja!
Claro que, un momento, porque eso iba a ser tan solo el comienzo.
Al poco tiempo, una bomba política iba a poner patas arriba al país: en diciembre
de ese mismo año 2016 la Unidad Anticorrupción de la Fiscalía General de Perú ordenó investigar
la posible relación de Kuczynski con la constructora brasileña Odebrecht.
Sí, esa empresa que prácticamente compró a todos los políticos de Latinoamérica.
(Pero ahí no iba a quedar todo. Un año después de que la fiscalía comenzara sus pesquisas,
la propia Comisión Lava Jato del Congreso peruano mostró pruebas de la relación entre
Kuczynski y la constructora brasileña cuando el primero era ministro de finanzas.
Según estas informaciones, una empresa propiedad de Kuczynski y afincada en Miami, Westfield
recibió varios contratos de Odebrecht poco tiempo después de que esta constructora recibiera
en 2004 la garantía de que el estado peruano asumiría los riesgos económicos derivados
del proyecto energético y de regadío de los Olmos, en el departamento de Lambayeque.
Hablamos de una garantía de casi 500 millones de dólares para una iniciativa privada.)
Es decir, simplificando, si la empresa ganaba dinero con el proyecto de los olmos, engordaría
su beneficio. Si la cosa resultaba en pérdidas entonces pagaba el gobierno peruano. Bueno.
así es como hacía negocios Odebrecht.
El caso es que a partir de ese momento comenzó toda una guerra política. El 15 de diciembre
de 2017 el Congreso del Perú admitió a trámite un primer pedido de vacancia presidencial.
La vacancia es una figura por la que el legislativo peruano puede destituir al mandatario invocando
a su incapacidad moral o física. Vamos que con la vacancia el Congreso, pues, puede despedir al Presidente, le puede mandar a hacer puñetas.
(La cosa no salió adelante, entre otras cosas porque Kuczynski pacto con el hermano de Keiko
Fujimori, Kenji Fujimori su apoyo el de algunos congresistas más a cambio de indultar a su
padre, Alberto Fujimori. Cosa que Kuczynski hizo apenas unos días después.
Una decisión que provocó protestas masivas y la renuncia de 3 ministros. Pero la cosa
no se quedó ahí. Con más pruebas, el congreso intentó un nuevo proceso de vacancia y esta
vez aparecieron unos vídeos de Kenji Fujimori intentando sobornar a congresistas con acceso
a obras públicas a cambio de votar en contra de deponer al presidente.)
Kuczynski, un líder que había llegado con un discurso de cambio, un mensaje e ideas
frescas que le hicieron incluso ganarse uno de los premios VisualPolitik, terminó dimitiendo
el 21 de marzo de 2018.
Lo peor, lo peor es que el gobierno de Kuczynski inició una campaña masiva que luego continuó
su sucesor Martín Vizcarra acusando al congreso de perpetrar un Golpe de Estado a pesar de
que la vacancia es una figura plenamente constitucional.
Vizcarra que por cierto luego fue vancado también por acusaciones de corrupción y
de nuevo en medio de enormes protestas. En total 4 presidentes en una legislatura.
Y, diréis, ¿Cuál es el problema?
Pues,veréis: Por un lado este tipo de comportamientos genera un enorme descrédito y desconfianza
hacia las instituciones, tanto entre los propios peruanos como entre los inversores extranjeros.
Por otro lado, no seamos ingenuos, esta crisis política nos mostró las motivaciones reales
de los políticos peruanos que conforman la primera línea de mando, motivaciones que
no tienen que ver con el interés general. Son representantes públicos que han dejado
muy claro que solo se representan a sí mismos.
Algo que también podemos ver con la corrupción galopante que parece afectar a la política
peruana.
Y, ojo, que no hablamos del típico problema que nos podemos encontrar en cualquier país
de un político que pone la mano para nada.
(Todos los indicadores apuntan a que la corrupción en las instituciones peruanas es algo común.
Las encuestas apuntan a que el 36% de los peruanos consideran a la corrupción como
el problema más importante. El 26,3% señalan haberla sufrido personalmente y más del 75%
de todos los ciudadanos peruanos consideran que la corrupción es habitual entre funcionarios
y políticos.
De hecho, según Transparencia Internacional Perú ha pasado de ser el 44 país menos corrupto
del mundo en el año 2000, en los últimos años su posición ha oscilado entre los puestos
106 y 94.)
Para colmo, todo este tipo de juegos políticos desvía la atención hacia temas que en nada
promueven la prosperidad del Perú.
Y eso, eso tiene consecuencias.
(EL TARJETAZO Y EL ESTADO PASIVO)
Amigos, amigas, durante los últimos 20 años el Perú ha registrado una importante mejora económica que, entre otras, ha engordado
los ingresos del estado. Un estado que no ha dejado de crecer en empleados públicos en muchos casos mediante lo que se conoce como el tarjetazo.
Esto es, colocar a familiares, amigos y compinches de todo tipo a cobrar del estado.
Y lo que es peor, todo este incremento de empleados públicos no se ha traducido en
una mejora real del funcionamiento del estado.
Los grandes problemas de hace 10 años siguen siendo básicamente los mismos que hoy. Y
para colmo durante este tiempo lo que sí ha crecido es la burocracia.
Ahora bien, ¿de qué problemas hablamos exactamente?
Pues fijaos.
(A pesar de tener una salud financiera envidiable, la escasez de infraestructuras en el país
es tan acusada que según el foro económico mundial, la calidad de las mismas solo se
encuentra por encima de las de Venezuela, Bolivia y Paraguay. Hablamos de un gap que
algunos cálculos recientes sitúan en unos 300 mil millones de dólares, lo que por supuesto
afecta a la actividad económica.)
Y, podéis creerme, cualquiera que haya estado en Perú sabe perfectamente de qué estamos
hablando.
Luego, el sector financiero está tan poco desarrollado y tan cerrado a la competencia,
que los peruanos tienen más dificultades para acceder a la financiación y sufren tipos
mucho más altos, lo que por supuesto perjudica la inversión. Para que os hagáis una idea
los pequeños préstamos con tipos del 20, el 30 o incluso el 40% no son algo extraño.
Y de hecho, lo que se conoce como el Spread bancario, esto es el margen de los bancos
es de más del 14% frente a poco más del 3% en los países de la OCDE. Para colmo apenas
el 7% de las empresas logra acceder a financiación bancaria.
De la misma forma, los mercados de capitales están infradesarrollados, la Bolsa de Lima
es una broma y el sistema de pensiones lleva en punto muerto y necesitado de reformas desde
hace ya muchísimos años.
Por ejemplo, el sistema privado de pensiones, similar al modelo de Chile apenas cubre al
20% de los peruanos en edad de trabajar. Además es un modelo cerrado a la competencia con
comisiones muy altas que devoran la rentabilidad de los partícipes.
Y respecto al sistema público, casi mejor no hablemos. La pensión media mensual es
de poco más de 150 dólares al mes. Y eso quien tiene la suerte de recibirla, porque
entre otras cosas hay que trabajar más de 20 años.
(En total el sistema privado y el sistema público de pensiones apenas cubren al 30%
de los peruanos mayores de 65 años. El resto o reciben algún subsidio pequeño del programa
Pensión 65 o directamente no reciben nada, que es exactamente lo que ocurre con más
del 40% de los mayores.)
Luego las empresas públicas son un desastre. Apenas son capaces de invertir, muchas se
han convertido en nidos de corrupción, en algunas los puestos de trabajo son hereditarios
por acuerdo sindical y desde luego no son rentables.
PetroPerú por ejemplo acumula pérdidas de más de 3.000 millones de dólares durante
la última década.
[Una petrolera perdiendo dinero de forma sostenida en el tiempo. Desde luego cuando ves estas
cosas sabés que estás hablando de Latinoamérica]
Y aún podríamos seguir:
(La educación es paupérrima, los planes urbanísticos están tan desfasados que desde
el 2001 más del 90% de las expansiones urbanas se han llevada a cabo de forma irregular cuando
no abiertamente ilegal.
En el campo, que genera más del 30% de todos los empleos del país, la mayoría se mantiene
en condiciones de subsistencia. Sin apoyo en formación, mecanización o desarrollo
de cooperativas y asociaciones.)
Y claro, así pues no se puede.
Es algo que por cierto, favorece que como alternativa se opte por plantaciones de coca.
Y,ojo que Perú es el segundo mayor productor de cocaína del mundo.
(Cultivos de coca en Perú se expanden a 72,000 hectáreas, según la Casa Blanca Perú es
por detrás Colombia el segundo productor mundial de cocaína. Gestión)
Es un suma y sigue constante.
Pero, ¿sabéis qué? Todas estas cosas para los políticos peruanos parecen secundarias.
Pero claro, son cosas que terminan teniendo consecuencias sociales y económicas.
(Por ejemplo, se calcula que hay entre 25.000 y 50.000 millones de dólares en proyectos
mineros detenidos ante el rechazo social simple y llanamente porque el gobierno no ha tenido
el liderazgo de buscar fórmulas que favorezcan a las comunidades locales. Hablamos de una
fuente de riqueza potencialmente enorme que por ejemplo, en países donde las cosas se
hacen bien como Australia, han propiciado una enorme prosperidad general.)
Y bueno la mala prensa de la minería es comprensible. En el pasado se permitieron muchos abusos
a cambio de bueno..., ¿recordáis lo que decíamos de las coimas en el país?
El caso es que en el país no hay impulso a la innovación, la política de atracción
de inversiones es insuficiente, no hay desarrollo de zonas estratégicas o polos de actividad.
El gobierno peruano tiene unas finanzas saneadas pero parece no saber hacer nada más. Por
así decirlo, avanza con una especie de piloto automático que ya es claramente insuficiente
para impulsar el desarrollo pero que permite que muchos sectores estén en manos de una
élite que se protege de la competencia.
Amigos, en entornos corruptos y en los que solo cuenta la supervivencia política, la
selección de líderes y profesionales no se realiza en base a la meritocracia sino
sobre todo a la lealtad. Eso provoca que cada vez los cuadros de gestión
tengan peor nivel. Lo que a su vez alimenta la falta de capacidad para tomar medidas y
la falta de honestidad y transparencia.
El mayor problema del Perú no es Pedro Castillo. El mayor problema del Perú es lo que ha conducido
a un político como Castillo a ganar las elecciones.
Y llegados a este punto, la pregunta es, ¿Sera Castillo un peligro para el Perú? Desde luego
no pinta bien, aunque puede que al final el agua no llegue al río. No tiene mayoría
parlamentaria y no es descabellado que se parezca más a Humala que a personajes como
Hugo Chavez.
("No habrá expropiaciones, no habrá estatizaciones, no le vamos a quitar su propiedad ni ahorros
a nadie. Queremos una economía popular con mercados. La independencia del Banco Central
será respetada porque ha hecho una buena labor de mantener la inflación baja. No estamos
en la idea bolivariana, lo queremos desmentir". Pedro Francke, asesor económico de Pedro
Castillo)
En cualquier caso, que mensajes como el suyo dominen la política peruana no son un buen
augurio. Pero no nos engañemos. El problema ya estaba en casa y no es otro que los políticos
que han convertido las instituciones peruanas en su parque de atracciones particular.
Pero llegados hasta aquí, turno para ti. ¿Qué futuro crees que le espera al Perú
bajo el mando de Castillo? Déjanos tu respuesta en los comentarios y
como siempre no olvides darle a like y suscribirte a visualPolitik.
Un saludo y hasta la próxima.