¿Por qué ESTADOS UNIDOS huye del “LIBRE COMERCIO”? - VisualPolitik - YouTube (1)
Proteccionismo made in America ¿Por qué Estados Unidos pasa de los acuerdos
de libre comercio? La nueva apuesta comercial de Biden
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Con un producto interior bruto de cerca de 24 billones de dólares, Estados Unidos es
de lejos la economía más importante de todo el mundo.
La economía norteamericana es tan grande que por sí mismo supone casi una cuarta parte
de todo el PIB mundial. Los norteamericanos devoran más productos
que nadie y prácticamente todos quieren comerciar con ellos. Es con mucha diferencia el mercado
más importante y lucrativo del mundo. Ningún otro país se acerca a la capacidad económica
de esta superpotencia. Ahora bien, ¿Cómo de abierto está realmente
el tío Sam al comercio mundial? ¿Qué papel juega el sistema de comercio mundial? ¿Conoces
la última apuesta de la Administración Biden para integrar la economía norteamericana
con gran parte de América Latina? Pues, queridos, amigos, amigas, en este vídeo
responder a ver todas estas cuestiones, pero antes tenemos que saber exactamente de que
va toda esta historia. Arranquemos.
Los seres humanos llevamos milenios comerciando, por no decir que lo hemos hecho durante toda
nuestra historia.
Sin embargo, la idea de un mundo integrado por redes comerciales y cadenas de producción
internacionales repartidas por aquí y por allá es algo muchísimo más reciente. Algo
que a gran escala lleva con nosotros apenas unas cuantas décadas.
Por ejemplo, los primeros acuerdos de libre comercio entre países datan de 1860. Tuvieron
como protagonista, como no, al Imperio Británico, con la firma del Tratado de Cobden-Chevalier
con Francia en enero de ese mismo año.
Décadas después, el Tratado de Versalles de 1919 fue uno de los primeros documentos
multilaterales que consideró el intercambio comercial entre países, como un eje clave
para la prosperidad global.
Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría marcarían las décadas siguientes.
Por ejemplo, en su enfrentamiento con la Unión Soviética, Estados Unidos promovió el libre
comercio, pero al mismo también mantuvo muchas medidas proteccionistas sobre sectores considerados
estratégicos y a escala internacional se centró sobre todo en cuestiones de seguridad.
De esta forma, la gran explosión del comercial mundial no llegaría hasta los años 90 y
principios del s. XXI. Un proceso que, sorprendentemente, no fue liderado claramente por Estados Unidos.
Atentos.
(T1: DEL AISLACIONISMO A LA RIVALIDAD CON MOSCÚ)
Queridos amigos, existe un amplio consenso acerca de Estados Unidos:
Una buena parte de su enorme éxito a la hora explotar su inmenso potencial económico y
político tuvo lugar gracias a su particular situación geopolítica.
¿Y sabéis qué? Esta es una interpretación que viene de lejos. Fijaos:
C1 (No encontrando Estados Unidos en el exterior enemigo alguno que pueda amenazarlo seriamente,
el pueblo americano está siempre ocupado en la tarea de mejorar su situación”
Alexis de Tocqueville - La Democracia en América (1835-1840))
C2 ("La peculiar seguridad de la geografía americana dio a Estados Unidos una seguridad
económica que le permitió concentrarse en las artes de la paz mientras dejaba a otras
naciones satisfacer su gusto por la guerra". David Potter - People of Plenty: Economic
Abundance and the American Character (1954))
La realidad es que el Tío Sam creció en un clima libre de grandes conflictos bélicos.
Y sí, lo sé, obviamente la guerra civil y algunos roces militares relativamente menores,
como la Guerra con México, eventualmente le hicieron agitar sus armas.
Pero, evidentemente, no es algo comparable a los constantes conflictos que durante siglos
inundaron la historia de la vieja Europa. Además, Estados Unidos tampoco sufrió nunca
las consecuencias de tener al mando a grandes sátrapas más preocupados por extraer rentas
que por el desempeño económico del país y la prosperidad general.
Y, ¿Qué queréis que os diga? Eso se nota.
En cualquier caso, la cuestión es que durante años y años los estadounidenses hicieron
crecer su economía y desarrollaron un enorme y próspero mercado interno, que, sin embargo,
se mantuvo en cierta forma alejado del resto del mundo… Hasta que de una forma u otra
el mundo llegó hasta ellos.
Es lo que habitualmente se conoce como el aislacionismo norteamericano.
Pero, ¿Queréis un ejemplo concreto de lo que suponía esta vocación política y económica?
Pues fijaos, Estados Unidos evitó a toda costa unirse a la Sociedad de Naciones, la
precursora de la ONU, a pesar de que su propio presidente, Woodrow Wilson, había sido uno
de sus grandes promotores. Por aquella época Estados Unidos no estaba particularmente interesado
en el resto del mundo.
Eh, incluso, recordad todo lo que les costó meterse de lleno en la Segunda Guerra Mundial.
Pero, claro, justo fue en esa época cuando se produjo un punto de inflexión que cambiaría
la historia del mundo.
Cuando las fuerzas japonesas bombardearon Pearl Harbor, de repente cambiaron la perspectiva
norteamericana para siempre. A partir de ese momento el país de las barras y las estrellas
nunca jamás volvería a mirar para otro lado.
Pero… Vale, vale, lo sé, ¿qué demonios tiene todo esto que ver con el tema de este
vídeo?
Pues veréis, la cuestión es que en 1941 en la conocida Carta del Atlántico, acordada
tras una reunión secreta entre Churchill y Roosevelt, estos dos países se fijaron
esta meta:
C3 (Cláusula 4. [...] Extender a todos los Estados, pequeños o grandes, victoriosos
o vencidos, la posibilidad de acceso a condiciones de igualdad, al comercio y a las materias
primas mundiales que son necesarias para su prosperidad económica.
Carta del Atlántico - 14 de agosto de 1941)
De esta forma, cuando terminó la guerra y se levantó el telón de acero, Washington
cayó en un período de “pactomania”. Es decir, para entendernos, en una especie
de obsesión casi compulsiva por alcanzar nuevos acuerdos con otros países.
Hablamos de la época del Plan Marshall o la creación de la propia OTAN.
C4 (“Es lógico que Estados Unidos haga todo lo que esté a su alcance para contribuir
al retorno de la salud económica normal en el mundo, sin la cual no puede haber estabilidad
política ni paz segura (...) Los gobiernos, partidos políticos o grupos que busquen perpetuar
la miseria humana con el fin de beneficiarse políticamente o de otra manera, encontrarán
la oposición de los Estados Unidos”. Discurso del Secretario de Estado, George Marshall
el 5 de junio de 1947)
La prioridad entonces era absolutamente clara: todas las herramientas de cooperación económica
formaban parte de los instrumentos que Estados Unidos podía emplear en su particular cruzada
contra la Unión Soviética.
Y este era quizás el único “problema”: digamos, la obsesión norteamericana se centraba
en alcanzar acuerdos que le dieran ventaja geopolítica frente a Moscú y la amenaza
soviética. Es decir, el comercio era por así decirlo un instrumento de lucha… No
tan un fin por sí mismo.
Pero, aun así, se lograron avances muy importantes.
Bajos aranceles, reglas comunes, plena movilidad de las mercancías y casi total libertad de
cambio.
Y, claro, ya os podéis hacer una idea, si estas son cosas difíciles de concretar hoy
en día, imaginaos en los años 50, cuándo además todavía reinaba una enorme desconfianza
hacía el recién creado orden internacional bipolar.
Así que sí, el GATT se aprobó, pero no logró forzar a las potencias occidentales
a reducir sus aranceles, sino que esto se dejó a discreción de los diferentes gobiernos.
Además, poco después 1948 tuvo lugar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio
y Empleo en La Habana, y el 24 de marzo de ese mismo año, 53 estados occidentales firmaron
una carta procurando la creación de la conocida Organización Internacional del Comercio.
Sin embargo, queridos amigos, justo aquí reapareció con fuerza el fantasma del aislacionismo
estadounidense:
En el año 1950, el presidente Truman anunció que no presentaría la “Carta de La Habana”,
ya que en el Senado, la mayoría de los legisladores se oponían a formar parte de esta organización.
Por supuesto, en aquel momento, si Estados Unidos se quedaba fuera, eso significaba que
la propuesta automáticamente quedaba cancelada.
De esa forma, el prematuro sueño de tener una organización comercial internacional
llegó a su fin. Las negociaciones y la promoción del comercio internacional se llevaría a
cabo en diferentes rondas del GATT.
El problema es que fue un gran acuerdo con muchas limitaciones.
El tratado tenía poco poder para hacer cumplir las normas;
estaba muy limitado a la hora de resolver las diferentes disputas y solo alcanzaba al
mercado de bienes. No a los servicios ni a la propiedad intelectual ni tampoco a la inversión
extranjera. Digamos que era una especie de acuerdo de
mínimos… que luego a la hora de la verdad muchos países no respetaban. Además, a medida
que más países se incorporaron a este acuerdo, las diferentes negociaciones se volvieron
interminables.
Sin embargo, a medida que la Guerra Fría empezó a descongelarse, las viejas ideas
de la integración volvieron a ganar peso en Estados Unidos… Y con ello, en todo occidente.
La caída del muro supuso todo un punto de inflexión, un antes y un después.
(T2: CAÍDA DEL MURO Y UNIPOLARIDAD ECONÓMICA)
Entre 1947 y 1990, tuvieron lugar cerca de 8 rondas de negociaciones enmarcadas en el
acuerdo GATT. En ellas los Estados partes se reunían para acordar nuevas medidas para
facilitar el comercio exterior
El problema es que estas negociaciones eran larguísimas: en promedio, cada ronda duraba
29 meses… Sí, sí, me has escuchado y no nos hemos equivocado. De media, cada vez que
se quería reducir alguna barrera comercial se tiraban negociando más de 2 años.
Eso sí, pese a todo avances, lo que se dice avances, sí que se lograron. Por ejemplo,
la ronda iniciada en Suiza en mayo de 1964, conocida como la “Ronda Kennedy” supuso
un importante salto adelante:
Se redujeron a la mitad los aranceles de muchas materias primas.
Y se eliminaron un montón de barreras no arancelarias.
(Aquí el presidente John F. Kennedy jugó un papel clave. En 1962 logró que el Congreso
le diera poderes extraordinarios en materia de política comercial. Fue la conocida como
Ley de Expansión Comercial.
El presidente justificó que Estados Unidos tenía que moverse rápido porque tenía la
imperiosa necesidad de estrechar más lazos y conseguir más aliados, especialmente en
los países en vías de desarrollo. Y sobre todo en América Latina. ¿Por qué? Pues
porque en esos países la Unión Soviética estaba siendo muy activa. En terminología
de la época, había que contrarrestar el avance rojo.)
El caso es que esa ley le permitió al gobierno de Estados Unidos tener un papel muy activo
en aquella ronda de Suiza, aún cuándo el presidente formaba ya parte de los libros
de historia.
Claro que, las siguientes rondas serían bastante distintas, mucho más pantanosas, con avances
más o menos constantes pero a frecuentemente excesivamente tímidos.
Esto fue así hasta que en septiembre de 1986 comenzó la 8.ª ronda en Uruguay.
Esta duraría nada más y nada menos que 87 meses. Más de 7 años en los que se produjeron
hechos clave: la caída del Muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética.
Cuando empezó la ronda en Uruguay, Ronald Reagan estaba en la Casa Blanca, pero tras
meses y meses de negociaciones en Montevideo, Ginebra , Bruselas , Washington, DC y Tokio,
el gobierno norteamericano cambió 2 veces de mano: primero a Bush (padre) y luego a
Bill Clinton.
Eso sí, en 1993, por fin, de una vez por todas las naciones participantes alcanzaron
un acuerdo. Y no hablamos de un acuerdo cualquiera. Con el fin de la Guerra Fría había surgido
un mundo nuevo, un mundo que necesitaba un nuevo sistema de cooperación comercial.
Y, así, queridos amigos, fue como resurgió con éxito la idea de contar con una organización
multilateral, un organismo para gobernar el comercio mundial.
Atentos.
(T3: CLINTON, LA OMC Y LA INTEGRACIÓN… QUE NO FUE)
El día 15 de abril de 1994, fue un día histórico para la economía mundial. Ese día 123 países,
incluyendo los EE. UU., firmaron el Acuerdo de Marrakech, que estableció la creación
de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Y queridos amigos y amigas, este fue, de lejos, el despegue definitivo de la integración
económica mundial. El salto definitivo de la globalización y la construcción del mundo
que hoy conocemos. Tal y como podéis ver a partir de ese momento los acuerdos comerciales