¿Por qué las INFRAESTRUCTURAS AMERICANAS están tan MAL? - VisualPolitik
No ha sido uno, ni dos, ni tres, sino muchos los presidentes de los Estados Unidos que
han llamado la atención sobre el problema de las infraestructuras que vive el país.
Un problema que, podéis creerme, puede llegar a lastrar la competitividad, el futuro y sobre
todo la seguridad de Estados Unidos.
Mientras en Asia y en Europa se invierten ingentes cantidades de dinero en modernas
infraestructuras, así como en el mantenimiento de las existentes, en Estados Unidos muchas
de ellas, especialmente en el campo del transporte, están que da pena verlas.
De hecho, el país con la economía más grande del mundo ni siquiera está en el top 10 de países por
calidad media de sus infraestructuras, en el que se sitúan -oh, sorpresa- solo países
asiáticos y europeos.
Incluso si obtiene la plaza número 13 es más por la enorme cantidad de infraestructuras
con la que el país cuenta que por el estado actual de mantenimiento de las mismas o su
viabilidad futura.
Amigos, aunque pueda resultar sorprendente, en la primera potencia mundial es muy normal
tener que circular por carreteras repletas de baches, los accidentes ferroviarios no
resultan algo extraño y los puentes que se caen por falta de mantenimiento son bastantes
más de los que cabría esperar en un país con tantos recursos económicos.
En este vídeo analizamos las claves del gran problema de las infraestructuras en Estados
Unidos, y cómo ahora, el actual inquilino de la casa blanca, Joe Biden pretende solucionarlo.
Y ojo, ya os adelanto que el plan del nuevo presidente está lejos de ser el plan que
hubiéramos imaginado y el plan que probablemente hubiéramos deseado.
Cómo ya sabéis todos los que nos apoyais en Patreon, porque os hemos hablado de ello
en varias ocasiones en nuestro boletín semanal, los Estados Unidos se enfrentan a un fuerte
desajuste presupuestario que ya está provocando medidas como la mayor subida de impuestos
desde 1993. Y con este plan, en Washington no se han roto mucho la cabeza sobre cómo
financiarlo. Al final del vídeo entenderéis porque digo esto.
Así que, ¿estáis preparados para este viaje por las infraestructuras de la gran potencia
norteamericana? Pues… Arranquemos.
(UN “ABANDONO” MULTIMILLONARIO)
En Estados Unidos las infraestructuras están muy mal. Eso ya lo hemos dicho pero, ¿hasta
qué punto lo están?
Pues por ejemplo, si te da por conducir por las carreteras del estado de Wisconsin ya
puedes ir preparando un buen presupuesto para nuevas ruedas y amortiguadores, porque el
81,7% de todas ellas se encuentran en mal estado.
[Aunque miradlo de otra manera, si teníais pensado montar un taller mecánico en Estados
Unidos, ya sabéis en qué Estado hacerlo.]
Luego, si te atreves a coger un tren en el estado de Nueva Jersey, asegúrate antes de
tener contratado un buen seguro, porque tan solo entre los años 2015 y 2019 hubo ni más
ni menos 104 descarrilamientos, es decir, 10,9 por cada 100 millas de vías.
Y si por algún casual necesitas pasar por encima de un puente en Rhode Island, más
te vale llevar tu amuleto de la suerte porque dos de cada diez puentes de ese estado tienen
deficiencias estructurales.
Amigos, lo que os estoy contando son solo tres ejemplos, pero lo cierto es que a nivel
nacional, el 21,8% de los kilómetros de carreteras y el 7,6% de los puentes están en malas condiciones.
Unas cifras que, sin duda, no son propias de un país desarrollado, mucho menos de la
primera potencia económica del planeta.
Un problema que además causa potenciales pérdidas para la economía nacional porque
merma la competitividad de las empresas.
(Las destartaladas infraestructuras están dañando la ventaja competitiva de Estados
Unidos - Industry Week)
Y no solo eso, se calcula, atentos, que tan solo para reparar y poner al día las carreteras
y los puentes hacen falta por lo menos 786.000 millones de dólares. Ojo, solo en reparaciones,
nada de ampliaciones de capacidad ni nada de eso. Simple y llanamente para que estas
infraestructuras vuelvan a ser seguras y/o puedan cumplir con su cometido.
Es más, si por un instante pensasteis que exageraba antes cuando os decía que preparaseis
la cartera para ruedas y amortiguadores nuevos, nada más lejos de la realidad.
(Según cálculos de la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles, los automovilistas
estadounidenses se gastan cada año 130.000 millones de dólares en reparaciones de sus
vehículos achacables al mal estado de las vías. Eso es una sexta parte de todo el dinero
que haría falta para poner las carreteras y los puentes al día. ¡Tan solo en un año!
De una u otra manera la “austeridad” en el mantenimiento de las carreteras supone
un gasto más que un ahorro para muchos conductores, en forma de reparaciones y en necesidad de
mantenimientos más frecuentes en sus vehículos.)
Pero esto no acaba aquí… Si las infraestructuras terrestres están que dan pena, las aéreas
tampoco se quedan muy atrás.
La mayoría de los aeropuertos estadounidenses se han quedado atrapados en los años 70 y
80.
En su día eran de lo mejorcito, pero la falta de actualizaciones, modernizaciones y ampliaciones
ha hecho que Estados Unidos sea uno de los países ricos con los aeropuertos más anticuados
y congestionados de todo el planeta
De hecho, ni uno, ni un solo aeropuerto estadounidense está en la lista de los 25 mejores aeropuertos
del mundo..
Y no es de extrañar. Muchos de los principales aeropuertos de Estados Unidos, como el de
JFK de Nueva York en condiciones pre-pandemia, están demasiado congestionados.
Y claro, eso se traduce en retrasos que, a su vez, se traduce en pérdidas económicas
millonarias para las aerolíneas y una menor calidad del servicio para los pasajeros.
Pero llegados a este punto la pregunta que seguro muchos os estáis haciendo ya a estas
alturas… es ¿por qué demonios esto es así? ¿Por qué las infraestructuras en Estados
Unidos son tan deficientes?
Pues bien, descubramoslo
(HOUSTON, TENEMOS UN PROBLEMA).
Para entender por qué las infraestructuras de transporte estadounidenses están tan mal
hay que hablar un poquito de política, otro poco de historia y, cómo no, también de
dinero.
Y como estamos en VisualPolitik, vamos a empezar, cómo no, por la política.
En Estados Unidos, como todos sabéis, hay dos grandes partidos: el Partido Demócrata
y el Partido Republicano. Los dos partidos están a favor de mejorar las infraestructuras
de transporte, pero no se suelen poner de acuerdo en el cómo, cómo diantres hacerlo.
El mayor problema está en el nivel federal, o sea, en la inversión del gobierno central
que debe aprobar previamente el Congreso.
(Los republicanos creen que el dinero de un plan de infraestructuras debe focalizarse
sobre todo en mejorar y construir carreteras y autopistas para que la gente pueda llegar
fácilmente a los sitios en su propio coche.
Los demócratas, en cambio, creen que los fondos deben centrarse más en impulsar una
buena red de ferrocarriles y de transporte público. Es el enésimo campo de batalla
en la guerra entre individualismo y colectivismo pero llevada quizás al ridículo.
Mejorar las carreteras para que cada uno pueda llegar fácilmente a los sitios es libertad
para unos y algo insostenible y propio del pasado para otros. Potenciar los trenes o
el transporte público para unos es casi un planteamiento socialista porque supondría
controlar el movimiento de las personas, y para otros es ni más ni menos que el futuro
de la movilidad sostenible.)
El caso es que todas estas cosas hacen que, al final, nunca haya un acuerdo presupuestario
para lanzar un plan integral dotado con fondos suficientes para arreglar y actualizar las
infraestructuras del país, y por eso, como decíamos al principio, todos los presidentes
lo intentan pero al final ninguno lo consigue.
Y ojo porque el otro problema añadido es que la mayor parte de la red de infraestructuras
de transporte estadounidense se construyó en un periodo de tiempo relativamente corto,
entre las décadas de los 50 y 70.
Y claro eso hace que, a la hora de envejecer, pues, lo hagan todas más o menos al mismo
tiempo.
Pero aquí no terminan los problemas. Justo ahora es cuando llega el momento de hablar
de dinero.
El mantenimiento y la construcción de las carreteras en Estados Unidos puede venir de
dos fuentes: los estados y entes locales, por un lado y del gobierno federal, por otro.
Este último financia su aportación a través del conocido como Fondo Fiduciario de Carreteras.
(Este fondo se nutre del impuesto federal al combustible, que lleva desde 1993 congelado
en 18,4 centavos por galón de gasolina y 24,4 centavos por galón de diésel. Sin embargo,
este modelo tiene tres grandes problemas: el primero es que el impuesto, al ser una
cifra fija en vez de un porcentaje, y no haber sido actualizado desde 1993, ya supone la
mitad de la carga impositiva real en base al nivel de precios y la inflación que había
en ese año de 1993.
El segundo problema es que con el avance en vehículos cada vez más eficientes y la aparición
de los coches eléctricos, el consumo de combustibles fósiles en relación al número de vehículos
que circulan por las carreteras ha bajado mucho, y con ello también la capacidad de
financiación mediante este impuesto.
Por último esto ha hecho que desde hace tiempo el Fondo Fiduciario de Carreteras tenga que
recibir dinero del tesoro público, es decir, del resto de impuestos, aunque en cantidad
insuficiente y contraviniendo además la naturaleza con la que este fondo fue creado en 1956,
que no era otra que financiar la red mediante un sistema que se asemejara al pago por uso.)
De esta forma, entre 2008 y 2010 el fondo recibió 34.500 millones de dólares en transferencias
del tesoro.
Pero en la práctica, la mala sostenibilidad económica de este fondo hace que cada vez
se destine menos dinero federal al mantenimiento y construcción de carreteras y puentes, dejando
a los estados cada vez más solos en esta tarea.
Ahora bien, ¿de dónde sale el dinero para carreteras y autopistas que destinan los estados
y cuánto supone?
(Los estados y entes locales tienen su propio esquema para financiar las carreteras y autopistas
que están en su territorio, en este caso lo hacen a través de otro impuesto estatal
o local a los combustibles, un recargo que se suma al impuesto federal. También utilizan
los peajes.
Y claro, si el gobierno federal cada vez aporta menos hay dos opciones: o el estado y las
administraciones locales suben los impuestos y los peajes, o dejan las carreteras con cada
vez menos mantenimiento. Y el caso es que algunos estados hacen una cosa, y otros la
otra.
Pero si hablamos de cantidades y números, hay que decir que en total, los Estados Unidos,
gastan en carreteras unos 135.000 millones al año, de los cuales aproximadamente 50.000
corresponden a los estados vía impuestos a los combustibles y alrededor de 20.000 vía
peajes, de tal forma que el gobierno federal pone únicamente una tercera parte del dinero,
unos 50.000 millones.)
El dilema en toda esta historia es que nadie, ni el gobierno federal ni los estados, quieren
tocar el impuesto a los combustibles, pero tampoco quieren reparar las carreteras tirando
de los ingresos generales porque eso supondría detraer recursos de otros ámbitos, así que
es la pescadilla que se muerde la cola.
Y así es como año tras año, mes tras mes las carreteras y puentes en Estados Unidos
cada vez están más decrépitos. Y con los trenes pasa algo parecido,
Ahora bien, ¿tiene esto solución? Pues bien, parece que la vía más rápida para conseguir
poner el país al día en infraestructuras, o como decía Trump, de reconstruir la nación,
pasa por el gobierno federal.
¿Un plan masivo de inversión en infraestructuras? No suena mal, ¿no? Pues eso es lo que piensa
hacer Joe Biden. La cuestión es, ¿se logrará esta vez?
Pues bien, vamos a verlo.
(¡HABEMUS PLAN!… OTRA VEZ)
Queridos amigos, amigas, seguro que todos ya habéis visto esta noticia.
(Biden anuncia un gigantesco plan de infraestructuras para “ganar el futuro” - AP
El presidente Joe Biden presentó el miércoles un enorme plan de 2,3 billones de dólares
para rediseñar las infraestructuras de la nación en lo que calificó como "una inversión
única en una generación en Estados Unidos".)
Os lo voy a decir de otra forma para que quede más claro: 2,3 millones de millones, 2,3
billones hispanos de dólares en un plan a diez años. Es uno de los planes de gasto
más ambiciosos de la historia del país.
Pero antes de que digáis… “ah bueno, pues ya está, van a regar de dinero carreteras,
puentes, aeropuertos y ferrocarriles, se va a solucionar todo”, esperad porque hay letra
pequeña.
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que de esos 2,3 billones, “solo” 621.000
millones son para infraestructuras de transporte, es decir, unos 62.000 millones al año.
Y dentro de esos 621.000 millones, únicamente 115.000 irían para reparar carreteras y puentes,
unos 11.500 millones al año, o lo que es lo mismo, poco más de una quinta parte de
lo que ya aporta el gobierno federal a través del Fondo Fiduciario de Carreteras.
(CUADRO: De esos 2,3 billones, “solo” 621.000 millones USD serían para infraestructuras
de transporte; de los cuales, a su vez, 115.000 millones USD irían a reparar carreteras y
puentes)
¿Recordáis lo que dijimos al principio del vídeo? Eso de que hacían falta 786.000 millones
de dólares solo para reparar carreteras y puentes… Pues bien, la multimillonaria propuesta
de Biden no cubriría ni una sexta parte de lo que los expertos calculan que se necesita.
(Pero eso no es todo… Los anticuados aeropuertos, de los que ya os hemos hablado antes, recibirían
apenas 25.000 millones en 10 años, y tened por seguro que con eso no tienen ni para empezar
con todas las mejoras que necesitan.
De esta forma, de todo el dinero del plan de infraestructuras, solo el 6% iría a reparar
la red de carreteras, los puentes y los aeropuertos. Y si le sumamos los 80.000 millones previstos
para la red interurbana de ferrocarriles Amtrak, a duras penas se supera el 8% de inversión
en lo que podemos considerar tradicionalmente como “infraestructuras de transporte”.)
¿A que ya no os parece tanto? Pues bien, seguro que os estáis preguntando adónde
va el resto del dinero…
Pues fijaos, de los 621.000 millones para infraestructuras de transporte, Biden quiere
dedicar la friolera de 128.000 al coche eléctrico, el 28% del presupuesto. Su idea es regar el
país con dinero para montar 500.000 estaciones de recarga, comprar autobuses urbanos eléctricos
y dotar a toda la flota federal de vehículos eléctricos, entre otras cosas.
(CUADRO: De los 621.000 millones USD para infraestructuras de transporte, se quiere
dedicar 128.000 millones USD al vehículo eléctrico (el 28% del presupuesto))
Luego también se contemplan 100 mil millones para mejorar la red eléctrica, 111 mil millones
para mejorar las redes de agua y 100 mil más para extender la red de banda ancha por todo
el país.
Pero, ¿Y el resto? Hemos hablado de 210 mil millones en infraestructuras, 128 mil en promocionar
el coche eléctrico y 311 en luz, agua e internet. Esto suman 649 mil millones, apenas el 30%
de todo el plan. ¿A qué se va a dedicar el resto? Pues bien, para eso estad muy atentos
a los próximos vídeos de VisualPolitik, porque vamos a repasar el plan al completo,
pero por ahora lo que sí os vamos a contar es cómo piensa Biden pagar toda esta enorme
cantidad de dinero. Mirad.
(Biden quiere pagar el plan de infraestructuras con 15 años de impuestos de sociedades - The
New York Times)
Exacto, tal cual lo habéis escuchado. El eje central del plan, en el campo económico,
es una subida del impuesto de sociedades del 21 al 28%, lo que si tenemos en cuenta el
recargo estatal colocaría a Estados Unidos de nuevo como el país de la OCDE y del G7
con el tipo combinado más alto de este impuesto: un 32,34%.
En la práctica esto implica cargar sobre las empresas la mayor parte del coste. No
se si parece la mejor idea del mundo, pero ya estamos preparando un vídeo dónde lo
analizamos minuciosamente.
El caso es que por otro lado, el modelo es considerado por algunos analistas como una
recentralización federal de la política de infraestructuras, porque el plan prevé
que sea el gobierno federal el que decida cuánto se gasta y en qué se gasta cada cosa.
Algo que en Estados Unidos con el nivel de descentralización que tiene no es nada común.
Pero claro, a grandes gastos se necesitan grandes excusas. Y en este caso la de Biden
es la supuesta creación de 19 millones de empleos para 2030. El problema es que cuando
todo ese boom de la construcción termine, habrá que ver cuántos empleos perduran en
el tiempo, estimar cuánto le ha costado al erario público cada empleo calcular y cuántos
se habrán perdido, se habrán dejado de crear o se habrán puesto en riesgo por culpa de
la subida fiscal.
Ahora bien, llegados a este punto y ahora que ya conocemos las intenciones del actual
presidente, la pregunta que podemos hacernos es, ¿existe algún modelo alternativo que
permitiera solucionar el problema de las infraestructuras estadounidenses sin recurrir a subidas de
impuestos y centralización de decisiones?
Pues bien, si os parece, echemos un vistazo a lo que está haciendo Australia.
(Australia está aplicando un nuevo sistema de incentivos para financiar sus infraestructuras.
Este modelo consiste en que el gobierno pone a la venta infraestructuras en mal estado
a operadores privados, y utiliza ese dinero para invertir en las nuevas infraestructuras
que se necesitan.
En este caso la ventaja es doble, porque la vieja infraestructura es, además, renovada
por el operador privado, que consigue el derecho de explotación. De esta manera se consigue
financiar una infraestructura nueva y al mismo tiempo renovar la existente sin tener que
recurrir a grandes subidas de impuestos
Y para más inri, el modelo también prevé que las nuevas infraestructuras construidas
con ese dinero puedan ser también vendidas a privados mediante el mismo sistema, así
que la idea es que el modelo recicle dinero constantemente.)
No parece un mal plan, ¿no os parece? Sin duda esta sería una opción bastante más
sostenible y eficiente económicamente que la explosión de gasto que ha propuesto Joe
Biden.
En cualquier caso está claro que en lo concerniente a infraestructuras Estados Unidos necesita
que alguien coja el toro por los cuernos. Lo que no está claro es que este plan cumpla
con ese propósito y lo haga de la mejor forma posible.
Pero ahora llegados a este punto es turno para ti, ¿crees que el problema de desinversión
en infraestructuras que sufre Estados Unidos tiene solución? Y si crees que sí, ¿crees
que esa solución pasa por meter dinero federal a mansalva, o igual ya va siendo hora de plantearse
nuevos modelos de financiación?
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