¿Puede ESTADOS UNIDOS reparar su RELACIÓN con COREA DEL SUR?
Queridos amigos y amigas, la amistad y la alianza política y militar entre los Estados
Unidos y Corea del Sur ha sido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, junto a Japón,
la piedra angular de la diplomacia estadounidense, en toda Asia.
Cuando se firmó el armisticio de la Guerra de Corea en 1953, este país formaba parte
de un pequeño eje alineado con Estados Unidos y rodeado por enormes potencias comunistas:
la Unión Soviética y la República Popular China.
Un eje que Corea formaba junto a Japón y Taiwán. Claro que de estos 3 países sólo
Corea del Sur está en suelo continental, y lo que resulta aún mucho más importante:
es el país más próximo a la zona más rica e importante política, económica y militarmente
de toda China: el eje Pekín-Shanghai.
(Por este motivo no puede resultarnos extraño que Corea del Sur haya sido sido siempre una
prioridad geopolítica para los Estados Unidos, al tiempo que para los surcoreanos la protección
que les ha brindado estar bajo el paraguas de la mayor potencia militar del mundo también
ha sido un balón de oxígeno, toda una garantía para su seguridad nacional.
Por así decirlo en materia política y militar esta ha sido una relación simbiótica.
Sin embargo, en materia económica el camino ha sido algo más difuso. Hasta los años
80 Corea del Sur fue muy dependiente de Estados Unidos. Por ejemplo,en 1970 las exportaciones
e importaciones con Estados Unidos y Japón representaban más del 75% de todo el comercio
surcoreano.
Una cifra que a partir de la década de los 80 comenzó a descender paulatinamente gracias
en parte a la emergencia de China. El gigante asiático, el país de los 3 reyes, es hoy
con mucha diferencia el mayor socio comercial de Corea del Sur.)
Pero, un momento, porque los lazos económicos no es lo único que se ha difuminado en la
relación entre Corea del Sur y los Estados Unidos.
El conocido como el país de la mañana tranquila lleva años haciendo equilibrios entre lo
que es bueno para su seguridad nacional, que lo inclina hacia los Estados Unidos;
y lo que es bueno para su economía y sus empresas, que lo decanta hacia China.
(Corea del Sur atrapada en medio mientras los gigantes China y Estados Unidos se enfrentan
- South China Morning Post)
Para verlo más claro, casi que podemos decir que Corea del Sur ha ido desplazándose hasta
situarse en el centro de una bulliciosa sala que tiene en una esquina a Estados Unidos
y a China en la esquina opuesta, mientras las dos superpotencias se llaman de todo a
gritos.
Ese es más o menos el reto al que se enfrenta la diplomacia surcoreana respecto a los dos
gigantes del mundo moderno. Claro que, la creciente influencia de China no es ni de
lejos lo único que explica el deterioro que han sufrido las relaciones entre Estados Unidos
y Corea del Sur.
Pero, ¿Qué ha llevado a la tradicional historia de amor entre Seúl y Washington al punto
más bajo que podamos recordar? ¿Puede la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca recomponer
esta vieja relación?
Pues… ¡Atentos!
(UNA ALIANZA CON MUCHA TENSIÓN)
Desde que Xi Jinping se hizo con las riendas de China en el año 2013, uno de sus campos
de batalla prioritarios, además de extender el poder de China en el mundo, ha sido, precisamente,
debilitar las alianzas estratégicas de los Estados Unidos.
Y como con Japón lo tienen muy complicado por las viejas rencillas históricas y políticas
con China, Corea del Sur ha sido el principal objetivo en el punto de mira.
Ahora bien, no nos engañemos, el principal escollo en las relaciones entre Estados Unidos
y Corea no ha sido Xi Jinping, sino los propios Estados Unidos de América.
En particular el cuadragésimo-quinto presidente norteamericano, Donald Trump.
Y ya se lo que estáis pensando, ¿Trump? ¿Otra vez Trump? ¿Es que acaso hay que echarle
la culpa de todo? Pues de todo, todo, evidentemente no. Pero, qué queréis que os diga, en esta
historia su protagonismo fue decisivo.
(Las relaciones entre Corea del Sur y Estados Unidos han sido muy estrechas. Actualmente
unos 28.500 soldados norteamericanos siguen desplegados en el país asiático, un despliegue
que hasta comienzos de la década de los 90 incluyó también armas nucleares.
No olvidéis que Corea del Sur es un país que junto con Japón está protegido bajo
el llamado “paraguas nuclear”, una estrategia que, llegado el caso, permitiría a Estados
Unidos realizar un ataque nuclear rápido en caso de que se produjera un ataque contra
el territorio surcoreano.)
(LETRERO: PARAGUAS NUCLEAR)
Y eso no es todo.
En Corea del Sur también está desplegado el escudo antimisiles estadounidense THAAD.
Un escudo que durante su despliegue provocó una enorme crisis diplomática entre China
y Corea, con boicot comercial chino incluido. Lo que como ya os hemos contado en alguna
que otra ocasión, le causó a la economía surcoreana importantes daños económicos.
Además, el país de la mañana tranquila es también uno de los principales puntos
estratégicos de escala para la marina norteamericana en Asia-Pacífico.
Así que claro, con todo esto que os estamos contando lo lógico es que llegado este momento
penséis… pero a ver, Alberto, ¿entonces qué me estás contando? ¿Qué problema hay
con la alianza entre surcoreanos y estadounidenses?
Pues bien, como os decíamos antes, es justo ahora cuando nos toca hablar otra vez el ex-presidente
Donald Trump.
(Con la llegada de Donald Trump al Despacho Oval cambiaron muchas cosas, entre ellas la
forma mediante la cual Estados Unidos se ha estado relacionando con sus países aliados.
Durante sus cuatros de mandato a Trump el tema de las alianzas y su influencia en el
equilibrio político mundial no le importó prácticamente nada. Su obsesión fue centrarse
casi en exclusiva en 2 cosas: por un lado reducir los costes de los despliegues militares
permanentes en el extranjero y por otra equilibrar la tan famosa balanza comercial.)
Y por supuesto Corea del Sur, no se libró de la furia con la que Trump trató a muchos
de los más importantes aliados de Estados Unidos.
Por ejemplo, poco después de llegar al poder Trump decidió unilateralmente que había
que modificar el Tratado de Libre Comercio Corea-Estados Unidos, el conocido como TLC
KORUS, que en su campaña electoral llegó a tildar como un “acuerdo que mata empleos”.
(LETRERO: ACUERDO QUE MATA EMPLEOS)
De hecho, un par de meses antes de sentarse a acordar los nuevos términos, Trump lanzó
la Sección 201, que fijaba aranceles a las lavadoras y los paneles solares, lo que afectaba
particularmente a Corea.
(China y Corea del Sur protestan por los aranceles a las lavadoras y los paneles solares - VOA)
De hecho, este movimiento fue visto casi como una forma de extorsión para renegociar los
términos del TLC Korus, un acuerdo firmado en 2007 por la administración republicana
de George Bush y que no había entrado en vigor hasta el 2012.
Si, lo habéis escuchado bien, Trump desencadenó su ira contra un acuerdo que supuestamente
había contribuido al desmantelamiento industrial que Estados Unidos llevaba padeciendo décadas
a pesar de llevar apenas 4 años en vigor.
En cualquier caso, digamos que la Casa Blanca tampoco es que consiguiera demasiado con su
campaña de acoso y derribo. Fue más bien toda una campaña de imagen de Trump para
vender dudosos éxitos a sus votantes.
(Por ejemplo, una de las claves de la renegociación firmada en marzo de 2018 fue aumentar de 25.000
a 50.000 el número máximo de vehículos americanos que se podían exportar a Corea
del Sur sin tener que ser aprobados de nuevo por los reguladores coreanos.
El pequeño detalle es que en ese momento Estados Unidos llevaba ya 6 años sin alcanzar
esos 25.000 vehículos libres de revisión. De hecho, Ford y General Motors habían exportado
menos de 10.000 bajo esta figura el año anterior.
Así que podéis imaginar que ampliar un máximo que no se alcanzaba ni había previsión de
hacerlo pues es, básicamente, algo vacio).
Pero la presión de Trump contra Corea no terminó aquí.
Poco después, en 2019, también amenazó de nuevo con imponer aranceles de hasta el
25% a los coches surcoreanos. Y ojo porque esto sí que podría haber sido un buen pellizco,
ya que las exportaciones de vehículos de Corea del Sur a Estados Unidos ascendieron
a 13.600 millones de dólares en 2018.
Unidos decidiera ser tan hostil con un aliado tan estrecho e importante? ¿No podría acaso
toda esta presión hacer que Corea del Sur estrechara aún más sus lazos con China?
¿Qué sentido tiene poner en marcha una política y un discurso de amenazas tan duro cuando
no tienes que ganar y mucho que perder? ¿No se supone que limitar la influencia de China
era la prioridad número 1?
[En fin, incongruencias del America First]
Y, ojo, porque si pensáis que la obsesión de Trump contra Corea del Sur se limitó sólo
al campo comercial estáis muy equivocados.
(Como os hemos contado, en Corea hay desplegados 28.500 soldados norteamericanos cuyo coste
se reparte entre ambos países. Pues bien, desde 2018 este fue también otro de los campos
de batalla de Trump.
Y es que, veréis, el 31 de diciembre de ese año expiraba el anterior acuerdo de costes,
así que Trump vio su oportunidad para sacar más dinero y apuntarse un tanto entre su
electorado.
Y no hablamos precisamente de poco dinero… Trump quería que Corea del Sur pasase a pagar
5.000 millones de dólares cada año frente a los aproximadamente 850 que venía pagando
anteriormente,
Es decir, Trump ponía sobre la mesa un aumento de casi el 600% aún a sabiendas de que eso
sería algo inaceptable para Seúl y que entre otras cosas violaba el Acuerdo sobre el Estatus
de las Fuerzas de 1966, cuyo artículo 5 dice que Estados Unidos corre con los costes de
despliegue, excepto cuestiones como suministros y derechos de paso.
Para hacer fuerza, el expresidente de Estados Unidos no dudó en amenazar a Corea con la
retirada de todas sus tropas, algo que hubiera hecho muy, pero que muy felices a los gobiernos
de China y Corea del Norte.) [En fin, los famosos órdagos de Trump, cuánto
los vamos a echar de menos en VisualPolitik…]
El caso es que aunque luego Trump rebajó su exigencia hasta los 1.300 millones, tampoco
se llegó a ningún acuerdo con Seúl. Y así se quedó la cosa hasta que Biden volvió
a mover el asunto en febrero de 2021, acercándose ahora sí a un acuerdo.
(9 de marzo de 2021: En Corea del Sur, Biden pone fin a la disputa de Trump por la participación
militar en los costos.El Departamento de Estado dijo que el acuerdo se extendería hasta 2025
e incluiría un "aumento importante" en los pagos asumidos por Corea del Sur para apoyar
el despliegue de tropas estadounidenses. Stratfor.)
El problema es que todos estos órdagos, amenazas, guerrillas comerciales y malas maneras entre
el Gobierno de Estados Unidos y Corea del Sur durante la presidencia de Trump han erosionado
mucho la confianza de la Casa Azul y de los surcoreanos hacia su histórico aliado.
Además, ver cómo al mismo tiempo Trump se codeaba con Kim Jong Un entre sonrisas llamándole
amigo y persona talentosa entre otros muchos piropos, pues tampoco ayuda a la hora de conservar
la confianza y la credibilidad.
Aunque bueno, para ser justos el presidente Moon Jae In tampoco se quedó muy atrás en
eso...
Pero no nos desviemos. El caso es que los cuatro años de Trump constituyen una parte
importante del porqué ahora Corea del Sur ha comenzado a considerar que apostarlo todo
a Estados Unidos podría ser un enorme error. Que a ser posible hay que tener más cartas
en la mesa.
De tal forma que lo que ha pasado es que, a día de hoy, Seúl está intentando mantener
una posición de equidistancia entre Estados Unidos y China, llegando a mantenerse al margen
de los temas más sensibles para Pekín, como por ejemplo el asalto a Hong Kong o las disputa
de las islas artificiales en el mar de la China Meridional.
Ahora bien, la pregunta que debemos hacernos llegados a este punto es… ¿Puede Estados
Unidos recuperar la credibilidad en Corea y restaurar la influencia que ha perdido?
Pues bien, con la llegada de Biden se abre un atisbo de cambio en toda esta historia,
un cambio que sin embargo está envuelto en todo un halo de incertidumbre.
¿Queréis saber por qué? Pues bien, veámoslo.
(LA INCERTIDUMBRE QUE MANCHA UNA BONITA AMISTAD)
Queridos amigos, la llegada de Biden a la Casa Blanca ha estado marcada por su promesa
de recuperar la conocida como pax americana, especialmente en lo que incumbe a los aliados
más importantes para los Estados Unidos.
(“América está de vuelta, la diplomacia está de vuelta. [...] Cuando reforzamos nuestras
alianzas ampliamos nuestro poder, así como nuestra capacidad para evitar amenazas antes
de que lleguen a nuestras costas. [...] América no puede permitirse estar ausente por más
tiempo en el plano internacional.” - Joe Biden, presidente de Estados Unidos)
Las palabras suenan bien pero… ¿de qué forma podría Biden re-encaminar las relaciones
con su aliado surcoreano?
Pues bien, aunque parezca contraproducente lo cierto es que su apuesta pasa precisamente
por China.
Biden quiere crear una especie de club de democracias aliadas que sea capaz de contrarrestar
el poder de China actuando de forma multilateral, es decir, un todos para uno y uno para todos
con el que frenar a Pekín.
Un club en el que evidentemente Corea del Sur,una de las democracias más importantes
de Asia, podría tener mucho que decir.
Claro que esto suena tan bonito como difícil de llevar a cabo. ¿Por qué iba un país
como Corea del Sur a jugarse sus relaciones económicas con China para volver a ir de
la mano de otro país del que ya no se fía tanto?
Pues, ojo porque en el horizonte hay una ventana de oportunidad: Moon Jae In dejará la presidencia
en mayo del 2022 -porque en Corea del Sur no existe la reelección- y a día de hoy
la oposición conservadora, mucho más cercana a Estados Unidos y con posiciones más hostiles
hacia China, tiene posibilidades de ganar.
Así que lo que toca en este caso es esperar, primero a ver qué pasos va tomando Biden
en los próximos meses respecto a China y sus aliados en Asia, y después sobre qué
pasa en las elecciones surcoreanas del año que viene.
Lo que está claro es que ahora la administración de Joe Bien tiene tiempo como para intentar
que la llama del amor vuelva a crecer. Y, ojo, porque Corea del Sur es para Estados
Unidos clave si la potencia norteamericana aspira a mantener su papel en la región de
Asia-Pacífico, en el nuevo eje económico y político del mundo.
La pregunta es, ¿Será capaz de volver a encandilar a su viejo aliado? ¿Podrá Washington
lograr que Seúl rompa con una estrategia pragmática que le está funcionando muy bien
para volver a ir de la mano?
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